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Todos los caminos conducen a Roma y a ti

Desde el penúltimo día en Barcelona hasta el viaje a la bellísima ciudad de Roma, Yuri decidió que no trataría diferente a Otabek. O al menos, no en la manera de tratarlo como si estuviera hecho de cristal o colmarlo de abrazos como si de un bebé se tratara. No solo habría sido hipócrita de su parte sino una falta de respeto hacia Otabek.

Otabek era una persona fuerte, que había sobrevivido a algo horrible con esa misma voluntad de su alma. Era la persona más increíble que Yuri conocía. Lo mínimo que él se merecía era que lo tratara como a un digno igual, no como una persona que al menor soplido se podría romper.

Lo que sí planeaba cambiar era su particular manera de reaccionar exageradamente ante las negativas de Otabek o sus misterios. Ahora podía comprenderlo. Cada persona era un mundo diferente que nunca terminabas de conocer. Y eso no significaba que no pudieras quererlos o admirarlos. Por cada parte que a Yuri le faltaba conocer, tenía otra que ya lo hacía y le gustaba.

Podría tomarle tiempo acostumbrarse pero estaba intentándolo. Y Otabek parecía apreciar que Yuri no cambiara rotundamente la dinámica de su relación luego de las verdades reveladas.

Pero tampoco es que había tenido demasiado tiempo a solas con el kazajo luego de que regresaran del Park Güell. En ese momento tampoco lo estaban y mucho menos lo estarían considerando que el grupo estaba a punto de agrandarse.

-¿Segura que está en casa? -preguntó Leo con una mueca algo preocupada hacia Mila.

-Solo se está haciendo el interesante -respondió ella mientras volvía a presionar en el portero eléctrico con fuerza.

-¿Y segura que no tiene problemas en que vengamos? -JJ le dio un golpe a Leo.

-¿Quién podría tener problemas con eso? Podría sentirse bastante honrado.

Yuri rodó los ojos al casi cuarto intento de Mila. Pero ella no se rendía y presionaba con más fuerza o de manera intermitente. Si el dueño de casa se encontraba allí no soportaría demasiado tiempo más aquella tortura.

-¿Quién es? -preguntó una gruñona voz masculina.

-Soy yo -contestó la alegre y burlona Mila- ¿Qué tanto hacías que no me contestabas?

La voz al otro lado hizo un bufido exasperado y parloteó algo en italiano. Acto seguido, se escuchó el sonido vibrante de la puerta eléctrica que indicaba que podía ser abierta. El grupo tuvo que ingeniárselas con las maletas, mochilas y otros artilugios con los que cargaban en el muy angosto pasillo. Tuvieron que tomar dos elevadores: uno en el que iban Yuri y Mila apretados con las maletas mientras que en el otro iban los tres hombres mucho más cómodos solo con las mochilas. El viaje hasta el piso 3 se hizo un poco eterno para Yuri.

Una vez que todos estaban arriba y acomodados, Mila se dispuso a volver a tocar el timbre en el apartamento número 6 pero ni siquiera tuvo tiempo de retirar el dedo que la puerta ya había sido abierta.

Y de ella salía un hombre con el ceño tan fruncido que Yuri dudaba de que ya lo tuviera tatuado así.

-¡Micky! -exclamó con exagerada alegría- ¡Te he extrañado todos estos meses!

-Apreciaría que no me mintieras.

Mila ignoró sus desdeñosas palabras e igual dio un saltito para abrazarse fuertemente contra su pecho. El hombre era bastante alto pero se veía torpe ya que no tenía idea si devolver el abrazo o quedarse estático.

-Michele, este es Yuri -dijo Mila una vez que se separó de él-. El resto no necesita presentación.

-¡Hola, Micky! -chilló JJ con efusividad. El aludido solo lo ignoró para estrechar las manos de los otros tres presentes.

Yuri entonces se dio cuenta que la mirada de Michele se estaba percatando en una cosa que antes no había notado: las maletas. Parpadeó con una sorpresa no tan grata.

-Debí haber deducido que usarías mi casa como hotel gratuito -rodó los ojos.

-¿Para qué otra cosa te iba a llamar? -rió Mila- Anda, déjame pasar.

Michele se hizo a un lado y esperó pacientemente -aunque su rostro no lucía como tal- a que todos se metieran en su espacioso apartamento. Se veía bastante desordenado pero al menos estaba limpio y decorado de una forma bastante bonita.

-¡Chicos!

Todos giraron a la extasiada persona que acababa de salir del pasillo de los dormitorios y caminaba rápidamente hacia ellos. Los tomó tan desprevenidos y de sorpresa que se abalanzó sobre ellos, tomando a Mila por la cintura con un brazo para alzarla en el aire y mientras que con la otra atraía a Leo hacia sí.

-¡Emil! -dijo Mila emocionada mientras le rodeaba el cuello- ¡Dijiste que justo ibas a estar ocupado estos días!

Emil hizo una pequeña sonrisa con picardía que trataba de ocultar una falsa inocencia.

-Mentí.

JJ se lanzó sobre Emil y los dos se dieron un fuerte abrazo mientras giraban dando saltitos como si fueran dos niñas que no se veían desde años atrás. Cuando se separó de JJ, el checo no se contuvo de abrazar fuertemente incluso hasta a Yuri. Al soltarlo, podía ver a Michele de brazos cruzados apoyado sobre la pared.

-¡Wow! ¿Se van a quedar todos aquí? ¡La vamos a pasar bomba!

-Micky es un anfitrión muy amable... -Yuri escuchó a Mila ahogar un jadeo.

No pudo adivinar al principio la causa ya que JJ y Leo imitaron su acción para luego comenzar a gritar con sorpresa. Mila acabó empujando a todos y corrió a colgarse de una figura que apenas iba entrando en la sala.

Una muchacha de piel morena y oscuros cabellos lacios. La chica también había corrido al encuentro con Mila hasta que ambas se fusionaron en un cálido abrazo, de una forma que no había visto a Mila hacer con sus demás amigos varones.

-Me dijiste que no dejarías Toronto -la voz de Mila estaba completamente en shock.

-Me dieron ganas de visitar a Micky -se encogió de hombros-. Y de paso ya que andabas por Europa... decidí darte una sorpresa.

-¡No te lo puedo creer que estés aquí, de verdad!

-Puedes creértelo -dijo la chica con una sonrisa que ocultaba las lágrimas de su rostro-. Quizás esto te lo demuestre mejor.

Unió sus labios a los de Mila sin ninguna vacilación. Yuri fue el que acabó bastante sorprendido en ese momento, y más aún el hecho de aquella tierna escena de amor entre dos muchachas en una habitación llena de hombres.

Emil sonreía bobamente hasta que recibió un fuerte codazo de Michele en sus costillas, que lo hizo soltar un pequeño aullido de dolor.

-Espero no te estés masturbando mentalmente. Con ninguna de las dos -le exclamó enojado mientras lo señalaba de manera amenazante.

-Descuida, Micky. Ese lugar está pensando para otra persona.

Una vez que Mila y su novia -Sara, si Yuri no recordaba mal- terminaron de darse arrumacos, ésta última se acercó a dar fuertes abrazos al resto de los recién llegados. Estaba enredada con Leo cuando se separó de Leo y lo miró divertida.

-Leo, te veo más radiante -exclamó con una sonrisa atrevida. Leo se sonrojó.

-¡Qué rápido vuelan las noticias!

-Sara, ven. Te quiero presentar a mi nuevo bebé -intervino Mila tomando de la muñeca a su novia-. Su nombre es Yuri.

-No soy bebé -gruñó Yuri mirándola por debajo de su flequillo-. Y hola. Es un gusto, supongo.

-¡Pero qué preciosura! -chilló con las manos en sus mejillas- Eres mucho más adorable que en fotos.

Yuri se contuvo de pegarle unas buenas bofetadas a esa loca. Mila pasó un brazo por la cintura de la otra y apoyó su mentón sobre su hombro.

-Cariño, si quieres lo podemos adoptar -dijo con cierta seriedad pero Yuri sabía muy bien que estaba buscando fastidiarlo.

-Ay, por favor -exclamó indignado.

-Muchachas, les daré los papeles de adopción de este lindo gatito si me permiten ser el padrino -agregó JJ mientras se metía en medio de las chicas, poniendo uno de sus brazos encima de cada una.

Yuri los iba a despellejar vivos a todos. No le molestaba ir preso si era por una buena causa.

-Aunque... -siguió diciendo el canadiense- ¡Hay que hablar primero con el dueño del gatito!

-Sigue hablando y por cada cosa que salga de tu boca cortaré un pedazo más de lengua -lo amenazó Yuri. JJ soltó una carcajada.

-No está muy domesticado, como verán.

Y, en ese momento, Yuri no tuvo ningún arrepentimiento de dar un puñetazo directo a la nariz de JJ.

No volvió a burlarse después de eso. O al menos no en el siguiente par de horas, que era más de lo que Yuri podía pedir.

Lo primero a lo que el grupo accedió hacer fue tomarse un gelato mientras paseaban de camino a la Fontana di Trevi. El sol estaba pegando más fuerte que en Atenas y era un poco difícil el concentrarse en mantener el ritmo del grupo y lamer su gelato. Yuri podía ya sentirlo derritiéndose sobre su mano, los sabores de nocciola y pistacchio escurriéndose desde el cono a sus dedos.

-Bueno, hay que organizarnos si quieren ver lo mejor de Roma en tres miserables días -empezaba a mascullar Michele mientras agitaba su cono de gelato en el aire. Yuri vio que Emil acercaba peligrosamente la lengua para robarle un poco ya que se había devorado demasiado rápido el suyo-. Es un delito quedarse tan poco.

-¿Nos estás invitando a quedarnos más días en tu apartamento? -preguntó Mila que iba de la mano de Sara.

-Claro que no, pero solo estoy siendo objetivo aquí. Es imposible ver siquiera lo principal de la ciudad pero algo se puede hacer... ¡Emil!

El checo, que ya tenía la boca pegada al gelato de bacio y fragola de Michele, fingía un gesto inocente para que el italiano no le incrustara el cono en los ojos.

-Estoy tan emocionado por la Fontana di Trevi -decía Leo sujetando las correas de su mochila, dirigiéndose hacia Yuri y Otabek-. No sé si podré decidirme por algún deseo.

-Y... considerando que tu máximo deseo se ha cumplido, es normal que te pase eso de no tener más sueños importantes -empezó a decir JJ pero recibió un doble golpe de Mila y de Sara.

-No es la gran cosa -dijo Sara encogida de hombros- ¿Verdad, Micky?

La chica tenía una mirada extraña y pícara dirigida hacia su hermano. Michele pareció comprenderla al instante ya que se unió a su juego sin vacilar.

-No se hagan ilusiones -agregó-. Es una fuente y ya.

Yuri tenía el pequeño presentimiento de que estaban mintiéndoles.

Caminaron como una verdadera tropa, espantando a turistas y locales cada vez que alguno del grupo tenía que gritar para ser escuchado por los demás. Ya estaba imaginándose el desastre que sería sentarse a comer en algún lugar que recibiera ocho jóvenes ruidosos.

Ya desde varios metros lejos, Yuri podía ver el amontonamiento sobre lo que parecía ser la Fontana di Trevi. Desde esa misma distancia también divisaba la inmensa escultura del dios Neptuno en su carroza en forma de ostra marina, guiada por dos tritones y tirada por hipocampos.

Pudo sentir que sus ojos se iluminaban con emoción. Sus dedos se hundieron en el brazo de Otabek, como si él mismo no hubiese estado allí al lado suyo a punto de observar la magnífica fuente más famosa de Roma.

Pero entonces se dio con que no tenía agua. Y estaba cercada con enormes paredones transparentes que te permitían ver el interior totalmente seco y desolado.

El grupo original se quedó en shock, completamente decepcionados de lo que ocurría con la preciosa Fontana di Trevi. Sara incluso se tapaba la boca con las manos.

-Refacción -fue todo lo que dijo Leo, luciendo como si acabaran de atravesarle el estómago con una lanza.

-¡No! ¡No voy a poder pedir mi deseo! -lloriqueó JJ.

-Hay un lugarcito allá con agua de la fuente para que puedas arrojar tu moneda -quiso consolarlo Michele mientras señalaba a lo que se refería. Era un cuadrado de cerámica que estaba ya lleno de monedas y que tenía en el fondo de la pared una foto de la Fontana di Trevi en todo su esplendor.

-¡Se va a cumplir solo a medias! -seguía gimoteando Jean.

-Y yo que quería que se sorprendieran cuando la vieran... -dijo Sara totalmente apenada con lágrimas en los ojos- Es lo más bonito que hay en Roma...

Mila pasó sus brazos alrededor del cuello de su novia.

-Tú eres lo más bonito que hay en Roma.

-¡A no desanimarse! -exclamó Emil con una sonrisa- Podemos arrojar una moneda solo por tradición y luego iremos a ver más cosas. Roma tiene tantas cosas bonitas como Praga -les guiñó un ojo.

-Roma tiene más cosas bonitas que Praga -lo corrigió un ceñudo Michele.

-Ya quisieras tú -le discutió Emil divertido.

-Mira, no discutiré con ignorantes -lo detuvo Michele mientras agitaba la mano-. Si nos apresuramos, podemos visitar el Panteón de Agripa y luego correr a las catacumbas. En la tarde noche podemos ver la Piazza di Spagna y la Piazza Navona. Las dos están preciosamente iluminadas.

-¡Oh! -exclamó Mila dando saltitos- ¿Y podemos rentar motocicletas?

-¿Motocicletas? -replicó Yuri con fascinación en su tono de voz.

-Creo que te refieres a los scooters -Michele rodó los ojos.

-Lo que sea. Sara y yo tomaremos una.

-No hace falta alquilar -rió la morena-. Micky y yo tenemos una cada uno de cuando veníamos de vacaciones con nuestros padres. Mi hermano es un sentimental y no las quiso vender.

-Cállate -le ordenó sonrojado.

-No es que nos abunde el dinero como para rentar scooters... -pensó Leo.

Algunos de los presentes soltaron bufidos con cierta tristeza. JJ le pegó un golpe en la cabeza a su amigo.

-Leo, que pesimista.

-Tomaremos turnos, entonces -propuso Sara-. Mañana nos dividiremos para dar un paseo.

Aquello sonaba razonable para todos. Yuri recordó a Otabek en Ámsterdam diciéndole como él prefería los medios de transporte motorizados -como las motocicletas- por encima de las agotadoras bicicletas.

Y cuando se giró a verlo pudo ver una ligera sonrisa abriéndose paso en su rostro. Yuri hubiese querido tener la fórmula para que ese gesto no se le fuera nunca de sus facciones. Le iba muy bien.

Tal como Michele había propuesto minutos atrás, casi corrieron al Panteón de Agripa en la Piazza della Rotonda, el cual tenía entrada gratuita exactamente como el Museo Británico. Por mucho que ahora Yuri viera el robo del tótem con ojos muy distintos, de verdad que esperaba que JJ no tratase de hurtar ninguna otra cosa por allí.

Por supuesto, Leo se sentía como en su lugar en el mundo y no tardó en comenzar a relatar sobre su construcción por el Emperador Adriano luego de que el templo original de Agripa fuese destruido. Estaba dedicado a todos los dioses romanos y tenía una arquitectura clásica del estilo romano. Cada vez que Leo mencionaba la palabra dioses acababa soltando un pequeño suspiro enamorado.

-¿Pensando en tu pequeño dios griego? -lo codeó JJ cuando el grupo se dispersó ligeramente. Yuri no tenía idea como es que terminó solo con esos dos.

-Es más bien mi musa -volvió a suspirar-. Me dan ganas de componer canciones en honor a él.

-¡Cuando regresemos a Canadá le haremos una con mi banda! A los muchachos no les molestará. Serás el novio más malditamente romántico del continente entero.

-¿Hacer canciones no está algo... obsoleto? -intervino Yuri, que fingía observar los detalles de las columnas y del techo abovedado.

-¿Tú que sabes? Seguro piensas que un paseo en motocicleta es romántico -le espetó JJ de brazos cruzados. Yuri se giró hacia él para plantársele de manera amenazadora.

-¡Y estoy seguro que para ti unas flores asquerosas es algo romántico! Tonto básico.

-Pero dejen de pelear -exclamó Leo interponiéndose entre ambos-. Se habían estado llevando bien los últimos días.

Eso no hizo click solo en Yuri sino que parecía haber provocado algo también en Jean. Ambos estaban recordando su noche juntos en Atenas mientras bebían cerveza Mythos y simplemente le hacían un poco de compañía al otro.

No se quedaron más que unos diez minutos extra que ya tuvieron que correr a la parada de bus más cercana para tomar la línea que los dejaría en las catacumbas de Roma. Los ánimos parecían más altos ahora, y es que era bastante normal considerando el morbo curioso que los jóvenes solían tener. Por supuesto les atraerían las catacumbas.

Pensó irremediablemente en Otabek y sus experiencias cercanas a la muerte. No le había mentido a Yuri todas aquellas veces que decía tener una cierta fascinación con las cosas muertas -por algo era estudiante de arqueología- sino que existía una razón extra que subyacía en el fondo de su alma. Y no lo decía como algo malo, más bien como esas extremas ganas de algunos de conocer en profundidad las cosas que lo aquejaban.

-¿Por qué será que siempre estamos con Emil a la hora de visitar algo tenebroso? -preguntó Mila en general.

-Porque soy el padre del terror -respondió fingiendo una voz de ultratumba.

-Eso es porque entrarás en la universidad de cine el próximo semestre, tonto -le recalcó Michele.

-¡Arruinas la magia, Micky! Voy a ser un gran director y tengo que meterme bien en el papel.

-¡Emi! ¿Vas a ir a la universidad? -Leo abrió los ojos con sorpresa.

-¡Sí! Poco después que se fueron llegó la carta de admisión. Quizás estoy un poco viejo, pero qué va. Voy a ser la sensación entre los recién graduados de secundaria.

-Serás un anciano -intervino Yuri, sintiéndose bastante confiado para poder empezar a molestar a Emil también.

-¡Yuri, eres un gatito cruel! -fingió Emil estar ofendido- Quizás me quite estas barbas de Emperador Adriano que me dan casi una década más de edad -Se acarició el rostro pensativo.

-La barba no se toca -dijo Sara-. A Micky no le agrada eso.

El aludido apenas soltó un bufido pero no fue capaz de negarlo. Yuri notó con sospecha como todos en el grupo parecían andar en una especie de parejitas, con la excepción de JJ y de Leo pero éste último andaba perdido en sus fantasías, lo que prácticamente lo hacía estar medio presente, medio ausente en el grupo.

-Si alguien se pierde nos encontraremos luego afuera -masculló Michele-. No armaremos escuadrones de búsqueda.

-Ojalá te pierdas tú -susurró Mila, aunque no tan despacio como para no ser escuchada.

Se metieron entonces en las oscuras y húmedas catacumbas. Leo salió de su ensoñación para comenzar a narrar algunos datos históricos a los que Otabek aportaba con ganas. Yuri estaba seguro que entre los dos podrían ganarle a cualquier tipo con doctorado en historia ya que incluso narraban datos curiosos que tal vez ningún erudito los mantendría presentes.

Como que los cuartos donde yacían las tumbas familiares, que se llamaban cubículos, significaba literalmente cuarto de dormir. Incluso tuvieron a JJ y Emil fingiendo echarse una siesta sobre el apestoso suelo de la cripta.

-Venga, que estemos ahora en las Catacumbas no quiere decir que queden exentos de ir a las de París -agregó Emil con una sonrisa emocionada.

-¿Cómo sabes que iremos a París? ¡Ni nosotros lo hemos decidido!

-¿Qué desgraciado visita Europa y no se hace una parada por París? Es criminal. Y digno de morir en la hoguera.

Yuri intercambió una mirada con el resto del grupo. No iba a mentir ni fingir nada. Él quería ir a París. Era una ciudad a la altura de su estilo y no solo eso, sino que era también donde Yakov y Lilia se habían comprometido años antes de adoptar a Yuri. Y eso no significaba que para él era un símbolo de mal augurio o desastres sino todo lo contrario. Podía ser tal vez el único lugar en el mundo donde sus padres se habían querido de verdad, sin peleas o diferencias que creaban una brecha abismal entre los dos.

No quería que para él terminase así. No importaba quién fuese la persona, Yuri no quería que, en un futuro, lo único que quedara de algún viejo y dulce amor no fuese más que las memorias de París.

Tendría que ir y hacer la prueba, tal vez. Arriesgarse a sentirlo todo en la ciudad del amor.

El resto de la tarde y la noche fue divertido, comiendo todo tipo de pastas en un pequeño bar cerca de la residencia de los gemelos Crispino. Desde fetuccini o tagliatelle hasta cellentani o penne -lo que se ganó varios chistes obscenos de parte de los más inmaduros- con salsas carbonara, pesto o arrabiata. Comieron hasta prácticamente explotar pero eso no los detuvo de pedir una gran variedad de dulces y postres, como el tiramisú o la panna cotta. Yuri desfalleció sobre la cama matrimonial que compartiría con Sara y Mila.

-¿No les molesta que un hombre duerma con ustedes? -preguntó un poco reacio a dormir con ellas dos.

Las muchachas, que había estado abrazadas mirando hacia la pantalla del teléfono, se giraron para observarlo con algo de sorpresa.

-Pero y si igual no vas a intentar nada con nosotras -pensó Sara-. A ti te gustan los hombres, ¿no?

-Además ninguna de nosotras quiere contigo -agregó Mila-. Porque eres un bebito, muy distinto sería si tuviéramos a Emil u Otabek aquí.

-Vaya, eso es muy halagador en muchos sentidos -se cruzó de brazos un poco ofendido.

-¡Oh, vamos! Tendrás la mejor noche de chismes con nosotras -dijo Sara con una sonrisa-. Y sabemos cómo dar buenos consejos.

-No me interesa chismear sobre nadie -contestó un poco brusco.

Yuri no quería ponerse a husmear sobre la vida de los demás. Desde la charla en Barcelona con Otabek que tenía una nueva manera de ver a los secretos que poseía otra persona. Mila parecía presentir que Yuri estaba pensando en algo turbio ya que inclinó la cabeza hacia él, su brazo deslizándose por el suyo hasta que consiguió abrazarlo.

-¿Otabek te lo ha dicho?

Sara dejó de reírse en cuanto escuchó la voz de su novia. Se deslizó por la cama hasta quedar con medio cuerpo sobre las piernas de Mila y su mano buscando también la de Yuri. Si esas dos empezaban a darle cariñitos se pondría a gritar o a llorar, lo que fuera que saliera primero.

Yuri trató de ignorar las miradas intensas de las dos muchachas todo el tiempo que pudo.

-Es algo bueno, ¿sabes? -siguió diciendo Sara- Significa que confía en ti.

-Exacto. Otabek te lo ha dicho porque te considera una persona especial -habló Mila-. Piensa que todos nosotros nos enteramos porque las cosas se le escaparon de las manos, pero contigo decidió apuntarle a la verdad.

-Aparte no debes sentirte mal. Es parte del pasado y Beka no querrá que eso te ponga triste.

-No estoy triste por eso -refunfuñó Yuri alejando las manos cariñosas de las mujeres.

Mila suspiró. Sara lucía algo confundida, y también frustrada por no poder ser un poco más útil. Yuri se llevó las rodillas hasta el pecho.

-¿Quieren ver películas divertidas? -preguntó la dueña de casa sentándose de repente.

-Cualquier cosa que no incluya romance -masculló el ruso.

Sara sonrió con emoción y corrió a buscar el control de la televisión para buscar alguna película en la cuenta de Netflix de su hermano. Al final escogió una sobre tres hombres que querían matar de las maneras más estúpidas a sus jefes. Yuri no estaba riéndose ni un poquito.

-¿Sabes? Creo que no te divierte porque es algo que tú totalmente harías y te sientes tocado -le comentó Mila cerca de la mitad de la película.

-Tienes mucha razón. De hecho, deberíamos escribir un guión sobre ello y tú haces el rol de la jefa.

Mila hizo un gesto como de nada mal mientras se encogía de hombros.

-De hecho ya me siento como jefa. O como esos jeques que tienen todo un harén de esposas para sí mismos.

Él entendía lo que decía, ya que la muchacha pelirroja estaba acostada en el centro de la cama con Sara acurrucada sobre su costado izquierdo mientras que Yuri estaba obligadamente cerca de su hombro derecho ya que Mila lo abrazaba con firmeza por los hombros.

-No soy tu esposa -gruñó Yuri-. Ni tú serás la mía.

-Lo seré en cuanto libre un combate a muerte con espadas y escudos contra Otabek por tu mano -se burló Mila.

-¡Sh! ¡La película! -exclamó Sara.

Mila chasqueó la lengua hacia su novia, que miraba embelesada a la pantalla del televisor como si fuera lo más interesante del mundo. La pelirroja se inclinó entonces hasta Yuri.

-Igual creo que no se va a dejar vencer.

-¿Por qué? -le replicó con algo de desconfianza.

-Tengo un presentimiento -susurró por última vez antes de volver a acurrucarse contra la cabeza de Sara.

Al día siguiente se hizo el sorteo de las scooters, mientras el resto no tendría más opción que viajar en el transporte público de la ciudad de Roma -que siempre iba atestado de personas y era más bien sofocante-. Yuri tuvo que hacerse la idea de ir allí ya que no contaba con un permiso internacional para conducir por mucho que le hubiese gustado probar alguna de esas bellezas.

Con lo que tampoco contaba era con que Otabek saldría ganador del pequeño sorteo.

-Me llevaré a Yuri conmigo -dijo como un hecho.

-Eso es favoritismo -se quejó JJ de brazos cruzados- ¡Tu mejor amigo soy yo!

-Qué pena que nadie lleve a sus mejores amigos a dar paseos en scooter -intervino Mila que ya estaba acomodada detrás de Sara en el vehículo de ellas-. Mucha suerte con los turistas, JJ.

El canadiense alzó las manos bastante ofendido y siguió a Michele, Leo y Emil hacia la parada del transporte público. Al primero no parecía molestarle el haber tenido que ceder su scooter a Otabek sino que lucía más fastidiado por tener que soportar todo el camino al Coliseo y el Foro Romano a JJ.

-¿Vamos? -preguntó Otabek hacia Yuri.

-¿Me dejarás manejar?

-No -respondió tajante mientras se calzaba el casco-. Agárrate de mi cintura.

Yuri rodó los ojos pero hizo lo que le pidió, apretando su pecho lo más que podía contra la ancha espalda de Otabek. Sin planearlo, los cascos de ambos chocaron ligeramente sacándoles unas nerviosas risas a los dos. Otabek estaba observando detenidamente en el mapa de su celular las calles que debía seguir para llegar al Coliseo.

-¿Tienes idea de cómo llegar al menos? Me voy a reír mucho de ti si nos perdemos.

-No te voy a dar tiempo a reírte si eso pasa.

Yuri se espantó un poco por el tono serio que Otabek usaba pero sus ojos almendrados parecían buscar complicidad en los de Yuri.

Así que se la dio.

Y luego el scooter arrancó. Yuri sentía el viento caliente de Roma golpeándole debajo de donde el casco terminaba. Sus ojos se entrecerraban un poco a causa de la basurilla que le molestaba en la vista pero no quería perderse las callejuelas de Roma por las que pasaban ni tampoco los caminos adoquinados entre edificios de piedra rojiza que tanto le recordaban a las películas del lugar.

Yuri mismo se sentía en una película en ese momento.

-¡Agárrate más fuerte o te vas a caer! -le gritó Otabek desde adelante.

-¡Déjame sentir la libertad! -chilló de regreso.

Otabek se detuvo entonces en un semáforo, por lo que pudo dirigirse a Yuri en un tono de voz ligeramente más bajo:

-Tu libertad irá cargada de una quebradura y un raspón como no te agarres.

-Me da igual. Es el mejor tipo de libertad.

Otabek negó con la cabeza pero segundos antes de que el semáforo cambiara se soltó del scooter para tomar los brazos de Yuri y cruzarlo por detrás de su espalda hasta que sus manos volvieron a encontrarse encima de su duro estómago.

Yuri decidió que era mejor no replicar nada más. Solo dejó que el viento le azotara los rebeldes mechones que sobresalían del casco y que el calor de su cuerpo se fundiera con el de Otabek. El kazajo conducía mucho más rápido de lo que se esperaba para una personalidad tan tranquila como la suya pero no se estaba quejando; le encantaba la velocidad.

-¿Te molesta si damos una vuelta extra antes de ir al Coliseo? -preguntó Otabek a Yuri, aunque ya debía de saberse la respuesta.

-Eso va a cabrear a Michele -pensó-. Y la verdad es que no me desagrada la idea para nada.

-Es curioso que lo conoces de apenas ayer y ya lo convertiste en una de tus víctimas.

-¡Pues si yo estoy enojado todo el tiempo lo mínimo que pueden hacer los otros es enojarse también!

Otabek soltó una pequeña risa.

-Quizás nos retrasemos un poco más de lo debido. Aunque no demasiado porque no quiero perderme el Foro Romano -Yuri rodó los ojos ante sus palabras.

-Luego le pides a Leo que te cuente los hechos de la tarde, ahora vamos a dónde tú querías ir.

Otabek no dudó entonces en girar por el primer cruce que tenían. Anduvieron por Roma varios minutos más hasta que Yuri pudo ver a uno de sus costados una inmensa masa de agua que atravesaba la ciudad casi al medio: era el río Tíber.

-El río existe desde los orígenes de Roma, de la época que data la leyenda de Rómulo y Remo. Es casi indestructible -decía Otabek mientras se desaceleraba para que también pudiera dar algunas hojeadas rápidas a la hermosa vista.

-Como tú -dijo Yuri de manera inconsciente. Pero no se arrepentía de sus palabras- ¿Alguna vez te has tocado esos músculos que tienes?

Otabek giró la cabeza entonces hacia el frente pero Yuri podía ver el rubor que empezaba a nacerle desde las orejas.

-Entrené mucho en los últimos meses. Ayuda a desestresar -miró de reojo a Yuri-. Lo cual no te vendría mal así todos dejaran de relacionarte con un gatito indefenso.

-Los gatos no son indefensos -se defendió Yuri pero se sentía estúpido hablándole desde más abajo del hombro-. Los gatos tienen unas garras que te podrían romper toda la cara y son tan sigilosos que nunca te das cuenta que andan allí hasta que los tienes encima de ti.

-Sí -coincidió Otabek silenciosamente-. Algo así me pasó contigo. No me di cuenta hasta que ya me era imposible quitarte de mi corazón.

-¡Otabek! -le chilló mientras lo golpeaba en la espalda- ¿Cómo dices eso así de la nada?

-Prometo hacer una advertencia antes -rió-. Pero es lo justo considerando que a mí nadie me advirtió de ti.

-Basta ¡no me hiciste advertencia para esa última!

Otabek no dijo más nada, pero Yuri casi podía verlo haciendo una sonrisa burlona.

Y por suerte él no podía mirarlo ya que también estaba tratando de ocultar la mueca que se iba formando en su propio rostro: una pequeña sonrisa enamorada.

Yuri y Otabek aparecieron en la zona del Coliseo enganchados del brazo, riéndose tontamente y más que nada hablando sobre la gata que acababan de ver en una caja junto a un montón de gatitos bebés. Eran pequeñas bolitas blancas y grises que jugueteaban entre ellas o peleaban con la comida que les dejaban los turistas o los vendedores ambulantes.

Recordó repentinamente a Armani, su obesa y muy floja gata. De alguna manera había empezado a extrañar su gruñona presencia en su vida.

-¿Qué pasa? -preguntó Otabek preocupado- ¿Es por los gatitos?

-¿Eh? Bueno... algo. Extraño a mi tonta gata -confesó cabizbajo-. Y lo peor es que la muy infeliz seguro ni siquiera está triste de que me haya ido.

-Considerando que la has abandonado... creo que entiendo a tu gata.

Yuri estuvo a punto de replicarle algo a Otabek pero cerró la boca justo en el momento en que vio que se les acercaban varias figuras conocidas.

-¡Pero miren quienes han aparecido! Qué grata sorpresa.

-Ojalá pudiera decir lo mismo de ti pero eso no es posible -Yuri vio como JJ le ignoraba su comentario malicioso.

-Se han perdido el pasear adentro del Coliseo, no los íbamos a esperar toda la vida -dijo Mila acomodándose los lentes-. Estábamos yendo al Foro en cuanto recibimos tu mensaje.

-Bueno, me alegra que me esperasen para eso -respondió Otabek casi de forma sarcástica. Aunque ambos sabían que era ilógico ya que era él quien decidió retrasarse sin ningún motivo más que dar una vuelta con Yuri.

-Te perdiste mi sesión de fotos con Julio César -habló JJ- ¡El gran emperador del pasado y el rey del presente!

-Ojalá tú termines como él muy pronto -masculló Yuri, que aún no se desenganchaba del brazo como Otabek.

-¿Es decir que todos ustedes conspirarán en mi contra y acabarán conmigo a puñaladas?

-Sí.

-¡Wow! ¡Miren eso! -exclamó Leo mientras señalaba hacia un montón de ruinas no tan la lejanía, que se veían como si estuvieran en desnivel por debajo de un barandal que las separaba del camino.

-Ah, sí. El Foro Romano -dijo Michele como si nada-. Nos trajeron en primaria a verlo un montón de veces, antes de mudarnos a Toronto.

-Micky, qué amargado. Déjalos disfrutar -regañó Emil pero se oía más bien divertido.

El grupo se apresuró a observar todo el montoncito de ruinas de lo que alguna fue el gran Imperio Romano. Leo y Otabek mencionaban emocionados qué pedazo de roca pertenecía a cuál templo: si a Saturno, si a Vesta, si a Venus, si a Jano, si a Cástor y Pólux. También les presentaron la sede del Senado de Roma -la Curia Julia- y señalaron la eterna inscripción que podía observarse en cada baldosa o cartel de la ciudad: SPQR. El lema de la ciudad desde sus orígenes, que significaba El senado y el pueblo de Roma.

-Estas baldosas también son de la época -le comentaba Otabek solo a Yuri-. Estás caminando por la misma avenida por la que los grandes emperadores desfilaron.

-Dudo mucho que hayan desfilado, seguramente tenía a alguien que lo hiciera por ellos mientras los cargaban de paso.

Otabek se quedó pensativo unos segundos.

-Es probable que tengas razón -se dirigió entonces hacia Leo, que charlaba con Mila y Sara sobre algo que las estaba haciendo reír- ¿Podemos al menos volver a ver el Coliseo de afuera?

-¡Pues no me voy a negar a eso!

Regresaron entonces a través de la Via dei Fori Imperiali hasta que dieron con el inmenso Coliseo Romano, antiguo circo donde los gladiadores luchaban a muerte entre ellos o con animales. Yuri podía odiar un poquito la historia a veces pero eso no quitaría que el estar frente a ese tipo de monumentos antiguos no sintiera ese pinchazo de que seguía siendo un ser insignificante en el mundo.

-Ahora que estamos todos nos podemos tomar una selfie -JJ sacó entonces de su bolsillo trasero uno de esos palitos metálicos que usaban los estúpidos, según Yuri, para tomar fotografías-. He tenido que pelear con un vendedor porque me dijo que iba a vendérmelo a 5 euros y luego me quiso cobrar 10.

-Te vio la cara.

-Ya hicimos sesión de fotos hace un rato -se quejó Michele. Sara se le colgó del hombro.

-Micky, sonríe. Ahora.

JJ se puso entonces en el medio de todos luego de que acomodara su teléfono en el aparato. Como Sara algo baja tuvo que pedirle a su hermano que la alzara un poco, que ya tenía suficiente con Emil colgándose de su otro hombro. Mila estaba sacando la lengua entre JJ y Otabek, mientras que Leo se acomodaba al otro costado del canadiense.

-Eh, Leo, colega -lo llamó- ¿Puedes tomar tú la foto?

-Ya va a empezar -masculló Mila rodando los ojos.

-No te atrevas a arruinar la selfie.

-¿Con qué arruinará la selfie? -preguntó Yuri a Otabek, aunque lo hacía para no alterarse por la mano del kazajo que rodeaba su espalda y estaba posicionada en su cintura.

-No tardarás en averiguarlo -dijo con un suspiro.

Jean entonces cruzó las manos con ambos dedos índices hacia arriba y sus pulgares inclinados ligeramente hacia el costado. Parecía como si estuviera haciendo unas...

-¡Es el JJ Style! -chilló a todo pulmón.

Yuri iba a contestarle algo grosero pero sintió los clicks de las fotografías tomada por Leo en modo ráfaga.

Ahora tendrían una sucesión de fotos, con JJ haciendo su tonta seña y Yuri gruñéndole a la cámara con el Coliseo de fondo. Si lo pensaba bien, aquello era lo más acertado que podrían encontrar de la realidad.

-Tomemos otra selfie en el Arco de Constantino -propuso Leo mientras les marcaba el camino hacia dicho monumento, nada alejado del Coliseo-. Los arcos del triunfo servían para condecorar las victorias militares aunque podían usarse para que un nuevo gobernante se presentara.

JJ empezó a esbozar una sonrisa espeluznante.

-JJ, no -exclamó Yuri casi arrojándose sobre él.

-JJ, .

El muchacho empezó a trotar a los saltos mientras se alejaba de Yuri, en dirección al Arco de Constantino. Por supuesto que tampoco pudo evitar que el muchacho, luego de mirar hacia los costados por si algún guardia observaba, se trepara por la reja que protegía el arco con éxito antes de saltar al otro lado.

-Yo les juro esta vez -mascullaba Yuri mientras lo veía parado justo abajo del arco alzando las manos y gritando por Leo para que le tomase una foto-, si JJ llega a ir preso, no lo iremos a sacar. Se tendrá que quedar hasta que decidan que ha dejado de ser un peligro para la humanidad: o sea, nunca.

-Descuida que nadie planeaba hacerlo -fue Otabek el que dijo aquello con las manos en las caderas como si fuera un madre decepcionada.

-¡Uy, un guardia! -intervino Emil señalando hacia un costado del arco.

En el mismo momento en que el checo mencionó la palabra guardia, todos salieron huyendo como verdaderas ratas, fingiendo ser inocentes turistas que tomaban fotos o simplemente paseaban en pareja por el lugar.

Yuri estaba junto con Otabek de espaldas hacia el arco, pero pudo girar la cabeza justo a tiempo para ver como sacaban a rastras al idiota de JJ del Arco de Constantino. Al igual que la vez que lo vio con el rostro enterrado en el inodoro en Dublín, esa imagen sería una que no planeaba olvidarse jamás.

Roma era casi como un viaje al pasado. Allí por donde miraras que daban los viejos recuerdos del Imperio Romano. Yuri podía fantasear en su cabeza con aquella época de gladiadores, lanzas y emperadores; llenas de sangre y pasión, de muerte y guerras por conquistas que no parecían tener ningún fin. Pero también fue una época de belleza, de vasta sabiduría y creadora de conocimientos o conceptos que se mantenían en pie hasta la actualidad.

Se preguntó cómo es que las generaciones futuras recordarían su época. Quizás como la de los turistas que se encargaban de destrozar cada ciudad que visitaban.

-Bueno, para el día de hoy nos queda visitar las Cuatro Fuentes, algunas iglesias, el monumento a Vittorio Emanuele... y para mañana nos quedará la Ciudad del Vaticano y el Castel Sant'Angelo.

-Podemos ver primero el monumento y luego las iglesias -propuso Michele-. Es probable que las fuentes estén en refacción también si la Fontana di Trevi también lo estaba.

-¡Oh! ¿Podemos ir a las iglesias que se ven en la peli Ángeles y Demonios? -preguntó Emil como un niñito emocionado.

-No seas morboso.

-Yo secundo a Emil -dijo Mila. Sara asintió a su lado.

Michele rodó los ojos algo cansado.

-Me conozco Roma de arriba abajo y ahora debo recorrerla otra vez haciendo de guía turístico gratis y personalizado.

-Siempre es lindo recorrer Roma -lo regañó su hermana-. Siempre se aprende algo nuevo.

-Como que pueden arrestarte si te metes en monumentos cercados -habló JJ por primera vez luego de un rato. Se seguía sobando las muñecas.

-Solo un subnormal como tú no pensaría en algo como eso.

Se dirigieron en tropa hacia el inmenso e inmaculado monumento a Vittorio Emanuele, donde se podían apreciar unas largas escaleras que llevaban a la estatua del primer rey de la Italia unificada. Todo bordeado por atrás por unas preciosas columnas corintias de mármol blanco.

-Esa de allí es la tumba del soldado desconocido -señaló Leo hacia el fondo-. Fue el cuerpo de un desertor austro-húngaro que se unió al ejército italiano en la Primera Guerra Mundial. Es uno de los once cuerpos que se encontraron sin identificar luego de una batalla, y ahora descansa para siempre al lado de la llama eterna.

-Es poético -dijo Yuri mirando hacia el lugar que les mostraba su amigo-. Mucho mejor que acabar como una momia en el museo.

-Ser una momia en el museo es todavía mejor que acabar en un cementerio común y silvestre.

Se hizo un pequeño silencio entonces luego de las palabras de Otabek. Ahora que Yuri estaba al tanto, todos los presentes compartían la incomodidad de saber del oscuro pasado de Otabek Altin. Para algunos podía incluso ser difícil el reaccionar luego de un comentario de su parte.

Pero sorprendió a todos quien fue la persona que se atrevió a tomar la palabra:

-Todos acabaremos así: como momias o cenizas o tal vez como una tumba de un sin nombre. Lo que importa es que no sea antes de tiempo. Ya que tenemos la certeza de que moriremos, al menos tengamos la incertidumbre de cuándo es que ocurrirá.

Otabek, a pesar de todo, arqueó la comisura de sus labios. Yuri pudo verlo dirigirse hasta JJ, que tenía los ojos azules brillándole un poco, y atravesar su brazo por la espalda de su amigo hasta que su mano descansó sobre su hombro.

Era una imagen que llenaba el alma de cualquiera. La sonrisa de Otabek y la familiaridad con la que abrazaba no solo a su mejor amigo sino también a su salvador.

-En eso, JJ -empezó a decir Otabek- te doy completamente la razón.

Capítulo más largo de lo esperado, ya que pensaba hacerlo un poquitín más corto y así traer el doble pero me emocioné escribiendo sobre Roma :c

¡Regresó Emil! ¡Y tendremos a Sara y a Micky dando vueltas por allí! Hay reunión de otps en este cap :') además, en el próximo ya cumple años nuestro bebé Leo.

De todas formas les digo que sí planeo traer la primera parte de París antes del finde, así que me pondré las pilas ♥️ pospuse una actualización de Stolen Kingdom para darle prioridad a esto solo por esta vez

Y en noticias que quizás no le gusten a muchos...

Estaba revisando en los borradores la estructura original del fic y... ¡Quedarían solo 12 capítulos! :'c y un par de ellos mucho más cortos de lo que veníamos viendo. Ya me duele pensar en este detallito. Igual, puede variar en uno o dos, tanto más como menos

Así que nada, espero les guste ♥️ muchísimas gracias por todos los votitos y mensajitos lindos.

El cap va dedicado a @Desv_Rosia que espero le haga justicia a tu bella Italia ♥️

Nos veremos en la semana :D Besitos

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