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Una noche ajetreada


Remus corría agitado y apresurado por los oscuros corredores del castillo hacia su dormitorio en la torre Gryffindor, escondiendo la luz de su varita para no ser visto y atrapado por Filch, a la vez que intentaba, junto con James, arrastrar a Sirius e intentar que cerrase la maldita boca. Remus maldecía. Incluso si no hubieran crecido tanto y los tres aún entraran bajo la capa, Sirius no cerraba su boca, lo que haría que fueran atrapados de igual forma y la capa fuese confiscada.

Remus maldijo en silencio, pero no importaba cuánto se negara a ayudarlos, siempre era convencido; no importaba cuánto se resistiera, porque también lo llenaba de entusiasmo y adrenalina las travesuras de madrugada, romper las reglas, y la radiante sonrisa de Sirius cuando todo salía bien. Un abrazo entusiasta lleno de efervescencia de James, una carcajada de Peter, y un "Eres asombroso, lunático", junto a la sonrisa acalorada, con mejillas arreboladas, de Sirius eran cosas que Remus amaba; sin importar los riesgos a los castigos, Remus, siempre le diría que sí a una sonrisa de Sirius. O. Black. Pero esta vez sentía que quería que Sirius cayera por la torre de astronomía y que a él jamás se le hubiese ocurrido que esa noche sería divertido romper las reglas.

Aquella noche era una noche de travesuras. Luego de la ronda de prefectos de Remus, muy llegada la noche, los muchachos no tenían sueño, querían más licor, más cigarros y más carcajadas, y a Remus no le molestó. Los acompañó por un rato, pero hacía frío y era temporada de resfriados cuando a James se le ocurrió, ebrio por supuesto, que sería una pasada que cuando alguien estornudara en la biblioteca y sus alrededores las paredes gritasen dando un susto mortal. Sirius enloqueció de entusiasmo y no hubo cómo hacerlos desistir de la idea ni detenerlos.

Peter apenas se mantenía en pie debido al whisky de fuego, James estaba decidido a llevar a cabo el hechizo en la biblioteca y los corredores cercanos a la misma, tomando su capa de quidditch en vez de la de invisibilidad y haciendo una pantonomía con Sirius sobre lo deshonroso que sería que Remus no participara, que les rompería el corazón, sumando que Sirius lo tomaba del pecho y se tirara al suelo, ridícula y dramáticamente, diciendo como jamás superaría tal abandono. Tropezó con algunas palabras se equivocó con algunas otras y terminaron casi vomitando de la risa cuando Peter mal entendió una palabra sin relación y terminaron hablando de mariposas y traseros voladores, que según una revelación de Sirius, era el verdadero significado de "Butterfly".

Decidido por la mayoría de los miembros del consejo de merodeadores "El señor Lunático, quién no ha participado de una travesura grande desde el jueves de la semana anterior (estaban a martes), está obligado a ser parte de la brigada embaucadora de merodeadores o, sino, estará obligado a...." y Remus no entendió lo último porque Sirius tropezó con las palabras nuevamente y todos se carcajearon estridentemente una vez más, inclusive Remus, quien era el menos ebrio, pero estaba muy ebrio de igual manera.

Lograron convencer a James de que dejase la capa de quidditch y tomara la de invisibilidad, y su cara de sorpresa, luego de poder enfocar su mirada, era inmensa al ver que todo el tiempo no se había percatado de la confusión. Remus tomó el mapa para anticipar a Filch, y cuando comenzaron a recorrer los pasadizos y corredores, chocando paredes y confundiendo a algunas armaduras con fantasmas, colocándolas también al querer atravesarlas mientras cantaban y reían alborotadoramente, llegaron a los corredores cercanos a la biblioteca. Se separaron para alcanzar la mayor cantidad de terreno y paredes posibles, hasta que Remus escuchó gimotear a alguien dando la vuelta a una esquina luego de un rato, apagando la luz de su varita en un susurro decidió acercarse. Al espiar con cautela, considerando que podría ser James escapando de Filch luego de hechizar la gigantesca biblioteca, se percató de que era Sirius reclinado y vomitando a los pies de una armadura.

—Lumos. —Volvió a encender su varita—. ¿Estás bien, Canuto? —Remus habló avisando de su presencia.

Sirius volteó sobresaltado, cerrando los ojos con una mueca de dolor debido al movimiento brusco y su resaca.

—¡Mierda —Sirius exclamó sorprendido y luego enfocó la mirada con dificultad debido a la luz—. Eres tú, Lunático, creí que Filch me había atrapado.

Sirius recogió y retiró su cabello hacia atrás en un intento inútil de sacarlo de su cara, ya que este volvió a caer sobre sus ojos y algunos cabellos sueltos se pegaron en su boca.

—¿Miraste el mapa? ¿Sabes dónde está Filch? Diablos, me siento muy mal. —Sirius hizo un ruido con su garganta, pero evitó vomitar, y en cambio, sólo escupió al suelo.

—No. —Remus se apresuró a buscar el mapa dentro del bolsillo de su túnica—. ¡Santa mierda! ¡Las pisadas de Filch están dando la vuelta al corredor en el que se encuentra Cornamenta!

Sirius se colocó junto a Remus, apoyando su cabeza un poco en el hombro del otro chico sintiéndose mareado, y juntos observaron las pisadas en el mapa que marcaba con las etiquetas el nombre "Cornamenta" y "Filch", vieron como casi chocan en una esquina donde James paró en seco y Filch simplemente le pasó por el lado sin detenerse.

—Parece que James tiene la capa puesta. —Remus suspiró aliviado y buscó a Colagusano en las áreas cercanas de aquel lugar—. Peter tiene problemas con Peeves hacia donde Filch se está acercando. —Peter estaba corriendo en una dirección desventajosa.

—Oh, no. —Sirius y Remus observaban el mapa con atención—. ¡Maldición! Peeves acorraló a Peter en un salón vacío.

—Oh, no, Pete —dijo Remus, cuando junto con Sirius vieron que las pisadas con la etiqueta de Filch entraba en aquel salón y se acercaba a Peter.

—¡Maldición! —Exclamó.

Sirius vomitó nuevamente, y se sentó en el suelo.

—Sirius, ¿te encuentras bien? —Remus se apresuró a colocarse a la altura de Sirius en el piso y lo tomó de un hombro con su mano izquierda—. ¿Te puedes levantar? Será mejor que regresemos a nuestro dormitorio y finjamos dormir, encontremos a James y digámosle sobre la situación. Cuando Peter regrese al dormitorio será acompañado de un profesor y si no estamos allí también, estaremos en problemas y...

—Lunático...

—¿Qué? ¿Te sientes mal?

—No tienes idea de cuánto me gusta escucharte hablar, pero me va a explotar la cabeza.

—¿Qué? —respondió Remus confuso.

—Eres hermoso y no sé qué hacer ¡Ah, finalmente perdí la cabeza, mierda!

—Estás ebrio, Canuto, vamos, encontremos a James. —Se apresuró a pasar un brazo de Sirius por sobre sus hombros y se colocaron de pie comenzando a andar.

—No es mi culpa.

—No, por supuesto que no, vamos, baja la voz —Remus respondió quitándole importancia a lo que Sirius decía. Debía mantener su corazón tranquilo y no tropezar en las tonterías de ebrio de Sirius o sería su fin.

—Tú eres el que tiene los dedos malditamente largos ¿Por qué te ves tan bien fumando?, y tu cabello ¡Cómo diablos no te das cuenta de que cuando lees tu cabello te llega a los ojos! ¡Y tu piel pálida! Tu piel pálida es como piel de luna. Odias la luna, yo sé eso, ¡Yo sé eso! Y aun así la amo. A tu piel quiero decir, ningún otro idiota sabe eso de que tu piel es blanca y hermosa como la luna... excepto James, pero él no es idiota, es mi amigo... y no le interesa tu piel... y Peter, pero él no cuenta porque no entiende que te vez hermoso y si lo entendiese lo mataría porque solo yo... solo yo... ¿Qué estaba diciendo, Lunático?... Bueno, no importa, lo que quiero decir es que moriría antes de tocarle un solo cabello de la cabecita de Colagusano... y James, ese bastardo, lo protegería con mi vida y por Lunático haría lo que fuera ¿Sabes? Por alguna razón es al único a quien escucho cuando no escucho a nadie... Pero eso también es su culpa, siempre se preocupa por todo, siempre sabe sobre poesía muggle, hay un poema que no recuerdo de qué diablos habla, pero cuando lo leo solo pienso en él. Desde la primera vez que lo leí él fue lo único que se me vino a la cabeza, y creo que se me vino a la cabeza porque siempre lo tengo en el corazón y ahogándome en mi garganta. Lo amo y ya no sé qué hacer. —Hizo una pausa. Remus había parado de caminar en seco desde hacía un rato, tenía la boca abierta y garganta seca sin poder procesar lo que acababa de escuchar, y sin tener idea qué hacer, qué pensar, qué sentir y mucho menos qué diablos hacer. Le costaba respirar y tenía una ardiente e insoportable sensación de querer rascarse la nuca, no porque le picara, sólo quería hacerlo.

Remus permanecía estupefacto, no sabía como reaccionar siendo que aquello lo tomó por completo desprevenido. Remus estaba loco por Sirius desde cuarto año, él mismo lo tenía claro, lo ocultaba tanto como creía, y estaba seguro de que Sirius jamás se daría cuenta. Cuando el lobo surgía durante la luna llena se volvía salvaje, y el único que lograba mantenerlo controlado era aquel chico a quien se le ocurrió la locura de volverse animagos solo para acompañar a Remus durante la luna llena. Remus estaba quieto, se le había atorado la respiración, le dolía el pecho y comenzaba a sentir que el lobo enloquecía por dentro, rasgando su interior. Sentía que quería salir corriendo, sentía que debían apurarse y regresar, pero apenas podía parpadear cada muchos segundos y tragar saliva. La noche permanecía quieta, como el castillo completo durante la noche cuando todos dormían, pero el corazón de Remus no. Estaba enloqueciendo, quería gritarle que él también se sentía atraído; no estaba seguro de que fuera amor, pero estaba dispuesto a comprobarlo, quería probar a Sirius, quería que Sirius lo hiciera aullar y él quería hacer enloquecer al mayor de los Black.

Luego de un buen rato de pausa, Sirius continuó.

—Es un genio, parece tener buen comportamiento y puede ser un bandido con buenos modales, y un gamberro con la expresión más tranquila y hermosa que jamás veré. Y cuando se enoja conmigo, cuando se enoja siento que solo quiero saltar sobre él y besarlo hasta que cierre su maldita boca, porque cuando mueve los labios me desconecto del mundo y no puedo ver nada más... Pero no se lo digas porque no quiero espantarlo, estoy enfermo, ¡Merlín! Es tan caliente cuando dice groserías. No se lo digas a James, pensará que soy lo peor por pensar así de nuestro Lunático...

Remus quería decir "¿Qué diablos, Canuto? Deja de ser un idiota y decir sin sentidos" pero todo lo que le salió fue un suspiro y un sonido ahogado y seco de su garganta. Puede que aquello fuera un gran shock, pero estaba seguro de que, si incluso eso era cierto, Sirius jamás lo recordaría cuando estuviese sobrio, y de recordarlo jamás admitiría algo así. Remus limpió su nariz con la manga de su túnica que cubría su pijama al igual que Sirius, James y Peter aquella noche, y se decidió a que en cuanto encontraran a James le entregaría a Sirius para que lo cargara y se ocultaría en su cama cuando regresen. Necesitaba ordenar sus pensamientos y apaciguar sus emociones que estaban a punto de desbordar.

—¿Sabes qué más?

—Cállate, Sirius, no quiero oírte.

—Tiene una mirada tan seria cuando lo saco de sus cabales y tan dulce en otros momentos. Es como mirar miel cuando se ríe y me dan ganas de correr tan rápido, y volar tan alto, y abrazarlo, y cantar desafinado con James mientras finjo no darme cuenta de que Lunático lleva veinte minutos en la misma página y no deja de mirarme mientras sonríe, porque luego de eso se quejará de que somos ruidosos. ¡Por Merlín! ¡Hay días en los que sólo quiero gritar! ¡Gritar, gritar y gritar! —Sirius dijo aquello último gritando, estaba tan borracho que olvidó lo cerca que estaba Filch y que debían encontrar a James y correr a sus camas.

—Cierra la boca —Remus lo reprendió en un susurro, apenas le salieron las palabras. Intentó recomponerse un poco y miró el mapa, James estaba cerca, se acercaba corriendo y Filch estaba cerca también, aunque un poco más lejos que James, pero ambos corrían en la misma dirección por corredores distintos. Aún no se cruzaban por suerte, pero ambos fueron guiados por los gritos de Sirius.

—Odio cuando habla con Marlene, una vez la besé y salimos por dos días, creí que se enojaría y ni siquiera le importó, fue lo mismo con Mary... ¿Crees que quizás no le importo? ¿Qué quizás lo tengo harto? Él hace mis tareas, me cubre cuando me meto en problemas, miente por mí, cumple mis caprichos más estúpidos y soporta mis malos tratos y malos humos ¡Y me manda a la mierda y luego me consuela! ¡¿Por qué hace eso?! ¡Me vuelve loco con tan sólo devolverme la mirada en clase!

—¡Sirius deja de gritar, idiota pulgoso! —Ahora era Remus quien gritaba, ya no podía más, sentía que iba a morir y dejar a un Sirius borracho allí, en medio del corredor todo melancólico en el cual sería encontrado y acusado de homicidio mágico al tener el cadáver de Remus allí, y cuando le preguntasen qué ocurrió, cómo murió Remus. J. Lupin él diría "No sé, no me acuerdo de que estuviéramos juntos" mientras lloraría abrazando el cadáver del otro joven ¡porque estaba jodidamente ebrio!

Caminaron un trecho y James chocó con ellos, cayendo al suelo junto con Sirius que comenzaba a balbucear algo.

—¡Merlín, Lunático! Filch me pisa los talones y creo que Colagusano fue atrapado ¡¿Por qué diablos gritan?! —James se levantó del suelo, se acomodó las gafas y rápidamente ayudó a Remus a sujetar a Sirius para comenzar a correr a la sala Gryffindor antes de ser atrapados—. Canuto estás como una cuba, hermano. Y Lunático, si vas a gritar al menos no uses su nombre, dile "Canuto", así si eres escuchado al menos no sabrán de quienes se trata.

—Lo siento, Cornamenta, Canuto está enloqueciéndome. Está tan borracho que delira. —Remus ocultó su desesperación.

—¿Merlín o Lunático? Decídete Cornamenta, no seas idiota. Yo elijo a Lunático, pero basta de hablar de Lunático. Oye, Bambi, ¿no crees que Remus es lindo? Mas te vale que no o podría llorar lo que me queda de vida. Esta mañana me dijo "Jodete, Canuto", con la boca llena de pasta dental y el cabello enmarañado, se me saltó un latido y casi me muero... Pero eso fue porque en las escaleras que cambian de lugar me empujaste señalando a Evans y casi caigo sesenta metros al vacío, aunque la relación es que yo pensaba en Remus y Remus no sé en qué pensaba porque Remus piensa en muchas cosas todo el tiempo y ni siquiera estaba con nosotros.

James estaba perplejo, aquello lo tomó desprevenido.

—¿Enserio, Canuto? ¿Bambi? De todos los cuentos Muggles tienes que recordar ese para molestarme? Y Lily también piensa mucho, seguramente, porque es lista y siempre tiene un insulto nuevo para mí... ¡Oh, por Merlín! Eso quiere decir que piensa en mí ¡Lily me ama en secreto!

James también estaba ebrio, pero gracias al cielo no tanto como Sirius, pero si lo suficiente como para que se le pase por desapercibido que Sirius llamó a Remus "Lindo" y dijo demás cosas. Sirius continuó balbuceando algo sobre que los lobos no eran tan peligrosos si se trataba de Remus, pero que Remus era más peligro que una jauría de lobos cuando le gritaba a Sirius, mientras preguntaba a Remus "¿Se dice Jauría o manada, compañero? Ah, no le digas a Remus que pregunté eso, es que él es tan listo y creerá que soy un idiota, pero..." y luego no se le entendió nada debido a una arcada y tos.

—¡Estudiantes fuera de la cama! ¡Estudiantes fuera de la cama!

—¡Mierda! Filch nos tiene ¡Hay que correr! James acomodó el peso de Sirius en uno de sus hombros y junto a Lunatico comenzaron a correr. Remus intentó comenzar a correr con Sirius y James, pero James tropezó y Sirius gritó "¡Mi corazón es el que corre, compañero, corre por un chico que tiene el labio inferior más grande y me muero por hacer gemir!"

Eso fue suficiente, Remus se paralizó, Sirius no paraba de decir estupideces y James reía a carcajadas en el suelo buscando sus gafas.

¿Lo siguiente? Remus tuvo que arrastrar a Sirius hacia una pared junto a James para poder cubrirse con la capa de invisibilidad. Filch pasó junto a ellos oyendo vestigios de risas aún, y cuando lo perdieron de vista al estar lo suficientemente lejos los tres corrieron a su dormitorio.

Al llegar los tres se metieron en sus camas, a excepción de Remus porque Sirius se lanzó sobre la suya sujetándolo por la cintura, sin que este se pudiera escapar sin importar cuantos codazos le diera al otro chico, ni cuantas groserías le gritase. Comenzaron a escucharse pisadas rápidas acercándose a la puerta de la habitación compartida por los cuatro merodeadores, y cuando escucharon a quien creyeron era McGonagall acercarse Sirius fingió dormir y Remus se tapó la boca con ambas manos para que McGonagall no descubriese dónde estaba. Suplicaba que no corriese las cortinas, porque además de estar aún con las capas y pantuflas puestas, Sirius abrazaba a Remus intentando meter su mano bajo la camiseta del alterado muchacho que contenía su voz como podía.

La puerta del dormitorio se abrió y cerró de un portazo.

—¡Filch me tenía acorralado y ninguno de ustedes vino por mí al rescate! —Era Peter que había atravesado el marco de la puerta con efusividad y cerrado la puerta de un portazo.

—Casshate, Colagusno, ¿Quién eres, una plince...? —Sirius respondió a la protesta de Peter, y antes de terminar de hablar se quedó dormido, babeando la sien y cuello de Remus, quien de un manotazo y una patada tiró a Sirius de su cama, pero este no se despertó y quedó tirado allí, en el suelo. Dormido como si estuviera muerto... Excepto por sus ruidosos ronquidos.

James al escuchar que era Peter quien entró en el cuarto, saltó de su propia cama:

—¡¿Cómo escapaste?! ¡En el mapa te vimos acorralado!

—¡Maldición! Mi cabeza. —Peter se quejó del dolor de cabeza que aquella noche y la bebida prohibida para estudiantes que tanto habían consumido—. No logró verme la cara, me cubrí con la túnica y salí corriendo por sobre un pupitre.

—¡Eso es, compañero! —James palmeó entusiastamente el hombro de Peter, bostezó y cayó rendido en su cama durmiendo poco después.

Sirius tenía un terrible mal humor aquella mañana, James lo despertó arrojándole los zapatos del uniforme que cayeron sobre el joven Black al salir de los dormitorios, tarde para el desayuno con Peter detrás de él. A Sirius le dolía la cabeza igual que al resto, pero extrañamente se descubrió a sí mismo durmiendo en el suelo, con un chichón en la cabeza y un terrible dolor en una costilla. Al mover el cuello sintió otro horrible dolor además de náuseas. Al sobresaltarse se mareó y su cuello hizo "crack", ahogó un lamento y se retrasó al darse un baño y descubrir que su varita era la de Remus, por lo que Remus debía de tener la de Sirius, y el joven Black no se arriesgó a limpiar la saliva y el vómito de su túnica con magia de una varita que no era la suya. Asistiría a clases sin capa.

Sirius llegaba tarde a su primera hora: Transfiguración con McGonagall. Había considerado no asistir, pero necesitaba intercambiar varitas con Remus y esa era la única razón por la cual asistirá clases, no dejaría a su Lunático sin su varita en una demostración mágica delante de todo el salón, delante de Lucius Malfoi. Además, cuando MacGonagall hiciera pasar al frente a Remus y este no pudiera hacer el hechizo ¿Qué explicación daría? ¿Que tomó por error la del señor Black? "¿Qué hace con la varita del señor Black?" Preguntaría MacGonagall...

Sirius se detuvo en seco ante el pensamiento de la supuesta interacción profesora alumno ¿Qué diablos hacía Remus con la varita de Sirius? Sirius dio por hecho que era Remus quien tendría su varita porque era él quien tenía la de Remus. Sirius intentó recordar algo de la noche anterior. Recordó mencionar un poema y todas sus alarmas se encendieron ¡No! ¡No, no, no, no! Debía aclarar esto antes de ver a Remus ¿Qué demonios le había dicho? ¿Qué había pensado Remus? ¿Qué tanto había dicho? No podía presentarse en clase así. De todas formas, estaba veinte minutos tarde.

Remus lo mataría en el mejor de los casos.

—¡Hey, Canuto! —Saludó James risueño al verlo cerca del aula de transfiguraciones al salir. Sirius levantó la cabeza de la columna en la que estaba apoyado, para comprobar que Remus estuviese allí también. Este corrió la mirada, parecía de mal humor. De muy mal humor—. Canuto ¿Tienes la varita de Lunático? Él me pidió que te diera la tuya porque... —James se acercó a Sirius entregando su varita al joven Black.

—Debo ir a la biblioteca. —Remus esquivó a sus amigos sin mirar a Sirius, sorprendiendo a James y Peter, quienes no tenían idea de lo que ocurría.

—Remus lleva de mal humor desde la mañana —dijo Peter.

—Le explicó a la profesora MacGonagall que olvidó su varita en el dormitorio. MacGonagal lo reprendió y luego me dijo que te entregara tu varita —agregó James—. ¿Sí tienes la de él, cierto? ¿Por qué tiene tu varita y tú la de él?

—SÍ. Yo la tengo y no lo sé, Cornamenta, algo ocurrió anoche —respondió Sirius impasible.

—¿Algo como qué Black? Habla —James insistió.

—¡No lo sé!

James se rascó la cabeza pensativo.

—Bueno ¿Vas a entregarle a Lunático su varita? En diez minutos tenemos Defensa contra las artes Oscuras, va a necesitarla.

—Le entregaré su varita, ustedes adelántense —afirmó Sirius a James.

—No se tarden. Es su materia favorita y ya vamos tarde ¡La clase es en el gran comedor! —advirtió James.

—¡Ah! James, dame el mapa.

—¿Qué? Canuto te ves fatal ¿Estás seguro...? —dudó James al sacarlo de su túnica y mirando hacia los lados.

—Solo dámelo. —Sirius se lo arrebató de las manos—. ¡No tardaré! —aseguró Sirius echándose a correr.

—¡Canuto no pierdas el mapa! —gritó James alejándose.

—¡No lo haré!

Sirius revisó el mapa una vez se alejó de sus amigos y estudiantes que pasaban por el lugar. Miró si Remus se encontraba en la biblioteca como había dicho y en efecto allí estaba.

Al entrar en la biblioteca, Sirius sabía en la sección donde Remus se encontraba debido al mapa, y caminó hacía allí.

—¿Lunático? —Llamó con cautela acercándose despacio.

—¿Qué quieres Canuto? —Remus acababa de devolver un libro prestado en el librero y contaba con los minutos justos para llegar a tirmpo a su siguiente clase, pero no mencionó nada sobre eso.

—Entregarte tu varita.

Remus lo observó calculadoramente mientras estiraba su brazo para tomar su varita.

—Gracias —dijo Remus expectante de si Sirius decía algo que le diera alguna pista de si recordaba lo de la noche pasada. Se hizo un silencio sepulcral y Sirius quiso lanzarse y arriesgarse a saber qué había pasado la noche anterior. Y en lo posible averiguar porqué le dolía tanto su costilla derecha.

—Bueno... ¿Estamos bien? Quiero decir, no recuerdo qué pasó anoche, solo se que duele mi costilla como la mierda y que debería ir a la enfermería, pero si intercambiamos varitas y estás enojado debí haber hecho o dicho algo estúpido.

—¿Cómo lo sabes? —respondió Remus cruzándose de brazos y reclinándose sobre un librero.

—Bueno... Estás enojado y...

—No estoy enojado y tú sabes que con decirle a MacGonagall que olvidé mi varita, sin mencionar la tuya, no me metería tanto en problemas. Vamos, Sirius, tampoco está rota, no hay razones para enojarse. —Remus decía aquello sin espacios para replicas, y lo decía muy firme. Estaba intentando presionar la paciencia del mayor de los Black. Podía ser que Sirius ya no fuese un heredero, que ya no fuese considerado un Black, pero aquella tormentosa furia tan conocida proveniente de su familia ya se había manifestado un sin fin de veces y Remus quería que saliera, que hablara, que gritara.Sirius recordaba algo de lo que había dicho o por lo menos lo intuía, Remus estaba seguro y quería que Sirius se explicara, que se lo dijera sobrio. Remus ya no le permitiría mantener aquel secreto, ya no sufriría más aquello que lo volvía loco ¿Gustarle Sirius? No, no, no, claro que no, estaba loco por él, su deseo no era solo romántico ¡Era carnal! y el lobo estaba inquieto, se acercaba la luna llena y se acercaba un desastre si Sirius no se sinceraba allí y ahí mismo.

—Vamos, Canuto, ¿En serio me haras decirlo? —Remus era consciente de que la enorme y gigantesca biblioteca estaba vacía y de que todos los alumnos del castillo estaban en sus clases y los profesores dándolas. —¿Por qué no repites lo de anoche? ¿Por qué no hacemos todo aquello que mencionaste, aquello que gritaste y tan difícil se me hizo que callaras?

—¿De qué estás hablando?—Sirius frunció el ceño muy confundido ¿De qué diablos estaba hablando Remus?

—¿Qué? —Remus se sobresaltó—. ¿Hablas en serio? ¿En serio no recuerdas nada?

—Bueno —dijo Sirius pensativo, intentando recordar—. Recuerdo mencionar un poema y creo que dije alguna estupidez, por eso quería aclarar lo que haya dicho ahora.

—¿Poema? ¿Qué poema? ¿De qué diablos hablas?

—¡¿De qué diablos hablas tú?!

—¡Dijiste que te gustaba y que querías hacerme aullar!

Sirius calló con la boca abierta y mirada incrédula, eso lo tomó desprevenido. Miró a Remus como si hubiera perdido la cabeza pero Remus perdía la paciencia y no se dejó intimidar por aquella falta de credibilidad.

—¿Te gusto, Sirius? —Remus ya no se veía tan confiado luego de hacer aquella pregunta.

Sirius no dijo nada pero miraba a su Lunático como si tuviera miedo de afirmar aquello que el otro muchacho preguntaba, ¿Qué pasaría entonces? Podía decirle que sí, pero si Remus no sentía lo mismo no sabría cómo mirarlo a los ojos, su relación ya no sería la misma ¿Qué pasaría si a Remus le resulta incómodo o si le daba asco? ¿Qué si le gustaba? Sirius esnifó una risa ante la ridícula pregunta repitiendo en su mente, una y otra vez.

—¿Qué si me gustas, Lunático? —Sirius escupió otra risa, pero esta vez también sacudió la cabeza de forma en que le quitaba toda seriedad y Remus se asustó.

—Sabía que era una estupidez de borracho. Tengo que irme, tengo clases. Y tú también por cierto. —Remus pasó por el lado de Sirius agachando la cabeza. Le dolían los dientes y los huesos. Esa noche era luna llena.

—¡Remus! —Sirius lo sujetó de un brazo deteniéndolo. Al ver el dolor en los ojos del joven delante de él y viéndolo partir decepcionado le confirmó a Sirius que debía ser valiente. Hubieron muchas señales antes, pero Sirius jamás estuvo del todo seguro. Remus lo miraba durante instantes que se hacían eternos durante las clases, sesiones de estudio y cuando estaban juntos, pero Sirius fingía no darse cuenta o solo le sonría y le guiñaba un ojo. Remus se ponía especialmente tímido con respecto al contacto físico, y era por eso que Sirius se metía más con James y Peter al hacer cosquillas, darles golpes juguetones y abrazos mientras les frotaba la cabeza hasta que sus caras se ponían rojas debido a la fricción excesiva. Pero con Remus era cuidadoso, siempre cuidadoso, a Remus lo abrazaba sin golpes ni manotazos, a Remus le sonreía dulce sin hacer chistes burdos. Con Remus era especialmente cuidadoso y protector—. ¡Sí! —Sirius lo miró desesperado—. Me gustas, Lunático, me gusta mucho, más que cualquier otra cosa.

—¿En serio? —Remus lo miraba desconcertado y dubitativo.

—Sí ¿Qué hay de ti?

—Bueno... ¿No te vas a reir?

—¿Qué? ¡Por Merlin, Lunático!

—¡Está bien, está bien! Sí, me gustas también.

—Genial.

—Genial.

Se miraron un poco incómodos sin saber bien qué hacer o cómo continuar.

—¿Y ahora qué? —preguntó Remus respirando más tranquilo. A lo que Sirius respondió encogiéndose de hombros.

—¿Quieres saltarte defensa contra las artes oscuras? —preguntó Sirius casualmente.

—Claro. ¿A dónde deberíamos ir? Aunque no podemos deambular por todas partes, nos verán y estaremos en problemas.

—Tenemos golosinas suficientes de honeydukes en los dormitorios.

Sirius y Remus pasaron toda la mañana juntos, ocultos, pero dieron su primer beso y Remus se sintió volar. Sirius no perdía ocasión en distraer a Remus y robarle un beso cada vez que este volteara hasta que inevitablemente la hora del almuerzo llegó y James irrumpió en el cuarto alborotado y jadeando:

—¡Aquí están! —gritó James dando zancadas hacia donde Sirius y Remus se encontraban sentados en el suelo, detrás una cama. Peter se asomaba por la puerta.

—¡¿Donde diablos estuvieron toda la mañana?! ¡Canuto, creí que Lunático te había matado por ser un imbécil y te había dejado en alguna parte!

—Como no encontramos ningún cadáver pensamos que tal vez estarían aquí —agregó Peter

—No te pongas como una perra Cornamenta, solo salteamos las clases —se quejó Sirius.

—¿Solo ustedes dos? —James preguntó con duda frunciendo el ceño.

—No, también invitamos a Dumbledore y McGonagall pero se fueron pronto porque debían dar clases.

—"Ja, ja" —respondió James.

—¿Entonces Remus ya no está de mal humor? —Preguntó Peter.

—No, Pete. Solo estaba enojado porque esta noche es luna llena y estoy inquieto, es todo. Lamento mi comportamiento.

—Hablando de eso ¿Remus, por qué me duele la costilla? Desperté en el suelo hoy. —Sirius preguntó.

—Porque te pusiste como una cuba y no parabas de decir tonterías y te golpee —respondió Remus cuidadoso de hacia dónde se dirigía la conversación.

—Te pasaste un poco —respondió Sirius frotando el lugar del golpe.

—Se nos pasará la hora del almuerzo —advirtió Peter.

Todos bajaron corriendo las escaleras que daban de los dormitorios a la sala común dirigiéndose al gran comedor, y antes de atravesar el retrato de la Dama Gorda Remus detuvo un segundo a Sirius sujetándolo del suéter:

—Lo siento Sirius, ¿te duele? —preguntó sintiendo culpa.

—Estoy bien, Lunático, deja de preocuparte por todo. —Miró hacia todos lados que nadie veía y lo besó en los labios.

—¡Oigan qué hacen! ¡Nos quedaremos sin comer! —Protestó James al ver que no lo seguían.

—¡Sirius! —llamó Remus y Sirius, que se disponía a cruzar el retrato, volteó una vez más—. ¿De qué poema hablabas?

—"¡Tú, ángel rubio de la noche, mientras el sol descansa en las montañas, enciende tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno! Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado sobre las flores que cierran sus dulces ojos al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo, te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.

La lana de nuestras majadas se cubre con tu sacro rocio; protegelas con fervor."

A Remus se le tiñeron un poco las orejas de un color carmesí

—A la estrella nocturna de William Blake —razonó Remus.

—Sí, siempre me ha hecho pensar en ti como un ángel rubio de la noche, aunque tu cabello no es tan claro, imagino tu tea por lo fuerte que eres y mi amor por ti lo veo como una corona. "Sonríe a nuestro lecho nocturno" no creo que tenga mucha relación con respecto a lo que el autor intenta decir pero, imagino la casa de los gritos en esa oración. Relaciono el poder en tu transformación durante las lunas llenas y el amor del perro por el lobo cuando corremos juntos esas noches. Me siento como un león y tú, claramente, serías el lobo.

—¿Quién diría que el vulgar Sirius Black tendría un lado poético? —bromeó Remus para disipar la vergüenza del momento.

—¡Oye! También puedo ser un galán cuando me lo propongo —bromeó Sirius—. Ya vamos o James se pondrá histérico.

Ambos jóvenes atravesaron el retrato y corrieron tras James y Peter quienes comenzaron a quejarse de qué diablos hacían que tardaban tanto. Sirius se adelantó y tomó a James de los hombros frotando su cabeza y así los cuatro corrieron hacia el gran comedor.



__________________________________-

Holaaa!!

Finalmente terminé este fic. Siempre me cuestan mucho los finales por esa razón me llevan tanto tiempo.

Le agradezco muchísimo a mi veta @CarolinaSacco siempre dispuesta a corregir todos mis horrores narrativos jajajaj mil gracias, y a ustedes por leer.

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