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5

Zayn llegó al hotel y pasó al lado de Sharim sin verlo, hundido en un sillón grande mientras bebía una última copa para hacer acopio de valor. Dios sabía que la ciudad multicultural de Brisbane estaba a rebosar de hombres atractivos, muchos de los cuales exhibían una herencia Mediterránea, pero en cuanto vio a Zayn Malik atravesar el vestíbulo, experimentó por el cuerpo la misma necesidad de siempre.

Nadie podía eclipsarlo. Nadie. Esa era su tragedia.

Una mujer joven que había cerca le susurró a su amiga:
—¿No es un sueño?

—Diablos, es famoso —repuso la otra—. Se trata de Zayn Malik. Ya sabes, el magnate ganadero. ¿No te acuerdas de que se casó con Liam Payne? Pero el matrimonio se rompió.

—Qué terrible —manifestó la primera mujer, asombrada—. Imagino que otra persona se interpuso. ¿Quién no lo intentaría con un hombre así?

«Exacto», reflexionó Sharim con pensamiento sombrío. «Soy un hombre duro y persistente y esta es mi última oportunidad».

Esperó siete minutos, luego se levantó con cierta inseguridad y se alisó la camisa negra. Zayn siempre había admirado su figura. Y también le gustaba el negro. Hacía juego con su aspecto sofisticado, y el modelo era todo menos austero.

Envalentonado por las miradas de admiración que le lanzaban, se dirigió hacia los ascensores, consciente del temblor que sacudía su cuerpo. Le dio la impresión de que siempre había estado enfrascado en algún elaborado plan para conseguir que Zayn se comprometiera con él. Realmente era una condición crónica. Pero durante un tiempo lo tuvo, hasta que el dorado Liam se lo arrebató. En ese entonces su madre y él habían empezado a vender la piel del oso antes de haberlo cazado. Habían estado seguros de que conseguirían un compromiso. Incluso casado con su preciado Liam, Zayn tenía que mantener contacto con él.

Zayn le abrió a la segunda llamada. Lo miró con esos ojos magnéticos y excitantes.

—Sharim — Zayn movió la cabeza—, como sigas así terminarás por ser un fulano.

—Eres malo, cariño —hizo una mueca—. Vivo como quiero, Zayn. Me gusta provocar las situaciones.

—No me digas —miró hacia el pasillo—. ¿Has traído a un fotógrafo contigo?

—Eso no me gusta —musitó, convencido de que cedería—. Jamás te he lastimado a ti ni a tu preciada reputación.

—Exageras, desde luego —se encogió de hombros, levemente divertido—. Una de las cosas que he averiguado sobre ti es que te importa un bledo quién resulta
herido.

—Por el amor del cielo, Zayn, ¿después de todos estos años intentas decirme que no significo nada para ti? Me permitiste amarte. Fuimos amantes. Ahora me das a entender que no sirvió para nada. ¿Por qué eres tan insensible a mi dolor? Diablos, te amo tanto que permitiría que me destruyeras. Lo que sucedió en el Sandpiper Inn no fue del todo culpa mía.

—Fue especialmente por tu culpa —lo corrigió Zayn—. Lo tramaste tú.

—Tuve que hacerlo —Sharim alzó la barbilla—. No me importa si estás casado. El matrimonio ya no es lo que solía ser.

—Sharim —dijo casi con amabilidad—, debes aceptarlo de una vez por todas. Amo a Liam. ¿Entendido? Amo a nuestra hija. No he perdido las esperanzas con
mi matrimonio. Jamás quise herirte o lastimar tu orgullo. No te engañé. Nunca te hablé de matrimonio, aparte de lo mucho que tu madre y tú os afanasteis en atraparme. Te tengo cariño. ¿Por qué no iba a ser así? Crecimos juntos. Compartimos
las mismas raíces. Pero, por el amor de Dios, continúa con tu vida y deja que yo siga con la mía.

Sharim dio la impresión de haber recibido un golpe.
—Qué miserable desagradecido eres. No puedes descartarme de esta manera. Te di los mejores años de mi vida. Déjame pasar.

—La respuesta es no —los ojos de Zayn se oscurecieron—. Ya estoy metido en suficientes problemas.

—¿Te asusta Liam? —se burló mientras le rodeaba la cintura con los brazos.

—No seas idiota, Sharim —se apartó—. Estoy enfadado.

—Yo tampoco soy feliz —de pronto la fachada de Sharim se desmoronó—. Solo quiero disculparme. Arreglar esto. La vida es demasiado breve para darle la espalda a tus amigos. Por favor, Zayn… —se escurrió por debajo de su brazo y entró en la
suite—. ¡Es estupenda! —miró alrededor.

—¡Sharim! — Zayn casi gritó, luego se lo pensó mejor. No sabía lo que podía hacer Sharim con unas copas encima—. Jamás te  he tratado mal, pero estoy a punto de echarte.

—No —clavó la vista en él, luego se dejó caer en un sillón—. Aguarda un segundo, Zayn. No he venido a seducirte.

—¿De verdad? —enarcó las cejas—. Pensé que esa era la idea que tenías.

—Hasta ahora has sido toda mi existencia —musitó Sharim.

—Entonces, lo siento —no pudo ocultar la compasión de su voz—. Te han malcriado demasiado. Nunca sabes cuándo dejarlo. Debes conseguir lo que quieres.
No importa que pongas en peligro la felicidad de otros. Sé que quieres de verdad a Allison, pero mira qué le ha sucedido desde que Liam y yo nos separamos. ¿Es que Allison no te importa?

—Claro que sí —sonó sinceramente dolido—. Sé que es horrible, pero no es solo culpa mía. Tú estabas conmigo en el Sandpiper Inn.

—Ah, el Sandpiper Inn. Lo único que recuerdo es despertar y encontrarte en mi cama. Me dijiste que habíamos pasado una noche fantástica, pero no recuerdo nada. Únicamente que te dejé mientras charlabas con uno de mis colegas.

—Bob Wilding —asintió—. Bebimos unas copas juntos.

—Recuerdo decirte que salieras de mi habitación más tarde ¿Es posible que entraras en mi habitación por la terraza? —lo miró con tanta acusación en los ojos que Sharim comenzó a encogerse, luego, al acercase con rostro amenazador, se puso a irradiar culpa.

—Ah, bueno, tarde o temprano ibas a averiguarlo —reconoció Sharim, y su voz, por lo general fuerte y clara, titubeó como la de un niño.

—De modo que, después de todo, no traicioné a Liam —en medio de la sorpresa y la ira, Zayn se sintió extasiado.

—Mantén tus sueños, cariño —Sharim soltó con amargura—. No lo hiciste.

—¡Dios mío! —le dio la espalda—. El daño que se ha hecho. ¿Y por qué? No te amo, Sharim. Amo a Liam. Y los dos hemos estado terriblemente preocupados por Allison.

—Pero, querido —espetó—, pensé que podrías amarme si Liam no se interpusiera entre los dos. Lo imaginé tantas veces que me convencí de que era verdad —se levantó—. Será mejor que me vaya. Necesito beber para mitigar el dolor—comenzó a atravesar la habitación con paso cansino, y se sobresaltó un poco
cuando el teléfono sonó.

—No lo toques —advirtió Zayn, alertado por algo en su expresión. Existía la clara  posibilidad de que fuera Liam—. Sharim…

Sin vacilar, él alzó el auricular y habló con voz seductora sin dejar de mirar a Zayn.
—Suite de Zayn Malik, soy Sharim.

—¡Zorra! —musitó Zayn mientras imaginaba la cara aturdida de Liam al otro lado de la línea.

—Vaya, no ha contestado nadie —repuso Sharim, pero la expresión que puso reveló que su tono despreocupado era mentira. Al final se dio cuenta de que ningún ardid en la tierra llegaría a funcionar. No podía conseguir que Zayn lo amara. Lo más valeroso que podía hacer era irse a la cara oculta de la luna.

[...]

Zayn quería creer que no era Liam quien había llamado, pero tenía el presentimiento de que había sido él. Cuando llegó a la casa de Bella, esta salió a recibirlo a la puerta, lo tomó por el codo y lo llevó al salón.

—Cielos, me gustaría decirte otra cosa, Zayn —manifestó—. Pero Liam no se encuentra aquí. Tendrás que llevar a Allison tú solo.

—Eso no es problema, Bella —la observó—. ¿Dónde diablos está Liam?

—Su jefe lo ha enviado a hacer un reportaje. Dejó un mensaje anoche. Solo quiere a Liam. Es tan bueno.

—¿Por eso me llamó al hotel? —gimió.

Bella lo miró y recordó el sufrimiento del castaño.
—¿Crees que fue inteligente dejar pasar a ese tipo a tu habitación, Zayn? Ese atrevido Sharim. Necesita un psicólogo. Causa demasiados problemas.

—Dime algo que yo no sepa —intentó mantener la serenidad—. No lo invité, Bella. Apareció ante mi puerta, pasó por debajo de mi brazo y se estableció en el sillón.

—¿No lo echaste? —preguntó con ojos centelleantes—. ¿Siendo tan fuerte y tan grande?

—Podría haberlo hecho —convino—, pero, para decirte la verdad, me preocupaban los gritos que pudiera dar. Algunas personas te sorprenden cuando las cosas no salen como quieren.

—¿Me pides que te crea? —inquirió con suavidad tras meditarlo.

—No te lo pido. Lo espero… y mucho más —repuso sin ambages—. La aparición de Sharim anoche podría haber provocado más problemas, pero me liberó de mucho dolor. Al final reconoció que no sucedió nada entre nosotros en el Sandpiper Inn. Absolutamente nada. Me engañó, maldita sea. Tanto sufrimiento, pero en última instancia todo se redujo a una trampa.

—¿Está listo para contárselo a Liam? —preguntó Bella esperanzada. Había tratado con Sharim las suficientes veces como para saber hasta dónde se hallaba dispuesto a ir para conseguir lo que quería.

—No se siente tan mal, Bella —comentó con ironía.

—De modo que sería tu palabra contra la suya, ¿no?

—Sí, y Liam se ha puesto como un basilisco, ¿verdad?

—Echaba chispas —confirmó— y se sentía muy agotado, ¿Puedes culparlo cuando ese Sharim domina la situación?

—¿Y por qué no habló?

—Tú sabes muy bien por qué. Se siente acosado por ese tipo.

—Ya no —afirmó Zayn con voz sombría—. Liam va a tener que confiar en mí.

Cuando Zayn y Allison llegaron a la consulta del doctor O’Neill, descubrieron que Liam los esperaba allí.

—Pensé que te habían asignado un reportaje —comentó Zayn sin hacer caso de su expresión reservada.

—Aguardará —repuso sin mirarlo. Se agachó para besar a Allison en la punta de la nariz—. ¿Cómo estás, cariño?

En respuesta, la pequeña suspiró. Al instante había captado las vibraciones que había entre sus padres. A pesar de lo pequeña que era, percibía lo que sucedía detrás de los ojos tiernos de Liam. Sabía exactamente lo que sentía y lo mucho que quería a su padre. Pero no se lo comunicaría a él. Lo más triste de todo era que Allison sabía que su padre Zayn también era maravilloso. La angustiaba mucho que vivieran separados,
uno de los motivos por los que el mago malvado le había robado la voz.

No recordaba cuándo había sucedido. Ni siquiera cómo. Simplemente le pareció que
dejó de hablar. Sabía que haría llorar a papá Li si se lo contaba. Cuando veía a papá Zayn, era como si una cuerda tensa le atenazara las cuerdas vocales. El mago lo había causado. Lo odiaba. Muchas veces tenía ganas de hablar con Nonna, pero las palabras no le salían. Nonna se lo contaría a papá Liam. Papi Liam y Nonna hablaban todos los minutos que pasaban juntos. Eran muy buenos amigos. Al final fue Nicholas el que acudió en su ayuda. Nicholas, su espíritu
guía. La ayudaba a contener el pánico cuando la voz no salía. Era tan peculiar.

Unos minutos más tarde, el doctor O’Neill apareció en la puerta con una sonrisa, estrechó la mano de su alto y maravilloso padre pelinegro antes de pedirle a ella que se reunieran para hablar. El doctor O’Neill era muy amable, con unos chispeantes ojos azules y un hermoso pelo blanco, a pesar de que no era viejo. Papá Liam decía que tenía
un gran sentido del humor.

¡Hablar! ¿No resultaba gracioso cuando estaba atrapada en un hechizo? Pero el mago no podía impedirle que dibujara cosas para su amable doctor.

Mientras su pequeña hija desaparecía con sus intensos pensamientos en la consulta del doctor O’Neill, Zayn se sentó junto a su esposo en el cómodo sofá de piel. De las paredes colgaban varios cuadros con escenas infantiles.

—¿Querrían un café? —preguntó Judy Richmond, la recepcionista dulce y algo anticuada que siempre parecía darse cuenta de cuándo los padres necesitaban estar unos momentos juntos y a solas.

—Sería estupendo — Zayn esbozó una sonrisa encantadora.

—Vuelvo en unos minutos. No se preocupen si suena el teléfono, contestaré desde la extensión.

—Ha sido muy amable —murmuró Zayn cuando la recepcionista se trasladó al  cuarto de al lado.

—Es una mujer muy amable —repuso Liam con frialdad—. Debe serlo, ya que el doctor O’Neill trabaja con niños.

—¿Qué sucede, Liam? Estás gélido.

—Nunca más volveré a estar cálido contigo —soltó con desprecio.

Zayn asintió, viendo las cosas desde su punto de vista.
—Si me concedes un momento, podría explicarte la presencia de Sharim anoche.

—Dudo que pudieras hacerlo aunque dispusiéramos de todo el tiempo del mundo, Zayn. Lo que me cuesta entender es por qué deseas dar una explicación.

—Aquí es imposible —musitó mientras escuchaba el sonido de las tazas al lado.

—Me alegro de que lo comprendas.

La primera reacción de enfado se vio seguida de una oleada de dolor.
—Pretendo decírtelo antes de regresar a casa —anunció, mirando su perfil.

—¿Cuando será?

—La conferencia termina mañana. Volé en el Beech Baron. Partiré a media tarde.

—Al menos la conferencia ha sido un éxito —musitó Liam mientras miraba sus manos sin anillos—. Regina ha superado el bache.

—No solo Regina —corrigió—. Los precios del mercado están subiendo. Hemos tenido la mejor temporada en años, y el dólar bajo nos brinda una ventaja. Todos necesitamos algo positivo después de años duros, ¿o es que lo has olvidado?

—El ganado es únicamente una parte de tu amplio abanico de intereses, Zayn —señaló Liam.

—Es posible —se encogió de hombros—. Hemos tenido que diversificamos, pero el negocio del ganado es nuestra vida. Es lo que soy por encima de todo lo
demás, Liam, un ganadero, como lo fue mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo. Me aseguraste que era la vida que tú querías.

—Ah, pero entonces no creía que nuestro matrimonio pudiera fracasar — incapaz de resistirlo, lo miró fugazmente a los ojos.

—Fracasará solo si tú lo permites, Li.

—Oh, eso es estupendo viniendo de ti —murmuró y cerró los ojos.

—Hablemos de ello afuera —sugirió Zayn con ganas de tomarlo en brazos—. Estamos aquí por nuestra hija. Su bienestar se encuentra por encima de nuestras necesidades. ¿De acuerdo?

—Desde luego —era la triste verdad a la que se había enfrentado—. Lo que suceda con nosotros y nuestra relación parece estar acabado, pero no el hecho de que somos padres.

—Yo no acepto que nuestra relación se haya acabado, Li —manifestó con claridad—. Tú necesitas tanta seguridad y consuelo como Allison. Quiero que luego nos sentemos a charlar sobre esto.

Liam juntó las manos en el regazo.
—Debo volver al trabajo, Zayn. Parece que deseas que acepte a Sharim Garland como parte de tu vida. Jamás lo haré.

—La verdad es que Sharim está fuera de mi vida.

—Pues tiene una manera extraordinaria de demostrarlo —espetó.

—Liam —comenzó con intensidad—. Se me ha marcado como algo que no soy. Yo nunca lo creí. Pero me han hecho sufrir. Todo eso ha terminado. Quiero a mi hija. El impacto de nuestra separación ha sido enorme sobre ella. Sé que tú lo reconoces. Te quiero de vuelta. No te confundas al respecto. Y tómate unos minutos para analizar la enorme angustia que provocaría un divorcio. No me arrebatarás a mi hija. No tengo intención de ser padre a tiempo parcial. Será mejor que lo entiendas.

—¿De modo que he de tolerar tus infidelidades o luchar contra ti por su custodia?

Las manos de Liam temblaban, Zayn las tomó y las sostuvo con firmeza.
—No me empujes demasiado, Liam, y no me achaques infidelidades. ¿Qué me dices de ese pusilánime de Josh Marshall? ¿No va detrás de ti?

—No seas ridículo —se soltó las manos cuando anhelaba su contacto.

—Diablos, Liam, vi el modo en que te miraba.

—¿No te gusta la idea de que otro hombre me mire? —alzó la barbilla.

—Podrían engancharse —lo observó con ojos burlones—. Da la casualidad de que sé que me has sido fiel, Liam.

—¡Ah, sí! —se sonrojó—. ¡Apuesto que has pagado a alguien para que me siga!

—¿Qué esperabas cuando hablabas de divorcio? Como te he dicho, no pienso ser un padre a tiempo parcial. Si no piensas confiar en mí, tendré que llegar hasta ti a través del chantaje emocional. Dentro de unos minutos creo que el doctor O’Neill nos va a revelar que la respuesta a los problemas de Allison radica directamente en
nosotros.

[...]

A la mañana siguiente, impulsado por la conversación con el doctor O’Neill, Liam decidió entrar en acción y solicitó una reunión con la dirección del Canal 8. No importaba lo floreciente que fuera su carrera, el bienestar de su hija significaba
mucho más para él. Con tono sereno, informó a los que ocupaban la mesa de conferencias de que no iba a renovar su contrato en ese momento, una bomba que hizo que se pusieran rígidos por la sorpresa y la consternación. Los «motivos personales» que mencionó no parecieron derretir el hielo. Recordó que la gente de la televisión tendía a ser muy egoísta. En una industria altamente competitiva, la
prioridad máxima eran los índices de audiencia.

—Es algo bastante duro, Liam —censuró su jefe inmediato—. Tienes un gran futuro. Si es dinero lo que…

—Lo he pensado con mucho detenimiento, Joe —movió la cabeza—. Es obvio que no quiero defraudar a la cadena, pero mi hija tiene algunos problemas que deben afrontarse ya.

—Seguro que podemos hablarlo —insistió con expresión tensa—. Debe haber otras opciones.

Comprendió que básicamente era insensible a sus problemas personales.
—Lo siento, Joe —se disculpó—. Puedo proporcionaros cuatro semanas para que busquéis a alguien que me sustituya. Luego vienen las fiestas de Navidad. Allison y yo regresaremos a la propiedad que tiene mi marido en Channel Country.

—¿Quieres decir que os habéis arreglado? —preguntó uno de los máximos ejecutivos de la cadena, provocándole un resentimiento momentáneo a Liam.

—Para serte sincero, no hemos hablado de una reconciliación — respondió—. La cuestión es que ambos nos sentimos muy preocupados por nuestra hija.

—Por supuesto, Liam —intervino de repente Joe Gannon—. Lo entendemos, pero desearía que esto no sucediera. Después de todo, hemos hecho mucho por ti.

—Y os estoy muy agradecido —miró con sinceridad a cada uno de ellos—. Y lo digo en serio. Habéis sido maravillosos al promocionarme, pero por encima de todo soy padre.

No le sorprendió cuando unas horas más tarde contestó al teléfono y Joe le comunicó que no necesitaban que se quedara hasta diciembre. Miranda Frost
ocuparía su puesto hasta que pudieran encontrar una «cara» nueva.

Con ironía pensó que era estupendo. «Nadie es indispensable». Despejó su
mesa a media tarde.

—Nunca volverán a aceptarte, Li —le dijo con cierta satisfacción una colega que había sido relegada por Liam—. Has hecho un trabajo bastante bueno,
he de reconocerlo, pero encontrarán a alguien mejor. Siempre sucede así. Nuestros
quince minutos de fama son tan efímeros.

[...]

Su madre estaba en el jardín plantando flores.
—¡Cariño! —Bella alzó la vista sorprendida—. Pensaba en ir a
buscar a Allison.

—Está bien. Iré yo, mamá —se dejó caer en una de las sillas blancas del jardín— . Tengo una noticia. Ya no trabajaré más para el Canal 8.

—¡Qué! —exclamó su madre al tiempo que movía la cabeza perpleja.

—No puedo decir que me sorprenda —comentó con resignación—. Se lo hicieron a Grant Symons, ¿lo has olvidado?

—Es un negocio implacable —se irguió y se quitó los guantes de jardinería—. ¿Qué ha sucedido? —inquirió indignada.

—Puse a rodar la pelota, mamá —explicó—. Les comuniqué que no pensaba renovar mi contrato. El doctor O’Neill fue claro ayer. Los problemas de Allison reflejan el hecho de que somos una familia disfuncional.

Bella bajó la vista a sus manos.
—Imagino que no muchos niños se refugian en el silencio —convino en voz baja, sentándose junto a su hijo.

A Liam le escocían los ojos por el deseo de llorar.
—El doctor O’Neill dijo que ese distanciamiento de la familia, sus compañeros, maestros y demás personas debía tomarse muy en serio.

—¡Cómo si no lo hiciéramos! —Bella se sentía frustrada. Era una abuela entregada que se había enfrentado a muchos problemas en la vida y no era capaz de
liberar a su propia nieta.

—Ha alcanzado la fase en la que creo que Allison es impotente para liberarse a sí misma de ese refugio de silencio autoimpuesto —musitó—. El otro día me contó que se «congelaba como un bloque de hielo» cuando alguien quería que hablara. Me partió el corazón. No puedo continuar así, mamá. Me domina la ansiedad en todo momento. Allison es tan pequeña y se halla tan perdida. Adora a Zayn, mas la rodea tanta confusión de emociones que parece que temiera hablar.

Bella abrazó a su hijo y le apoyó la cabeza en el hombro.
—Volverá a hablar, cariño, cuando se sienta segura. Lo sé. Rezo por ello. Creo que no deberíamos dejarla ver mucha televisión durante un tiempo. Es una niña tan imaginativa que empiezo a creer que se siente como un personaje de un cuento
sometido a un encantamiento. Un día estaba sentada en la hamaca con la espalda hacia mí y se lo murmuraba a su amigo invisible. Lloraba al contárselo a Nicholas.

—Estoy segura de que Nicholas no le hace daño. La ayuda —afirmó con convicción—. Los amigos invisibles son importantes en este mundo —como las hadas o los ángeles.

—Quiere a su padre —comentó Bella—. Quiere a sus padres juntos como solía ser en el pasado. Exige un constante contacto diario con los dos. Otra cosa que echa mucho de menos es Regina. No deja de hacer dibujos de su entorno. La tierra, la arena, las colinas, los animales, los pájaros, las flores silvestres.

—Lo sé — Liam suspiró mientras su madre le palmeaba el brazo—. Expresa su añoranza de regresar allí. Hace muchos dibujos de las estrellas y de esos espíritus de
los que le habla Zayn. Adora las leyendas aborígenes. Creció con ellas —mientras hablaba la invadieron muchos recuerdos hermosos.

—Los dos sois personas muy inteligentes y cariñosas —besó la mejilla del castaño—. Sé que podréis encontrar una solución. En cuanto a Sharim Garland, inspira pena. Es uno de esos tipos que no acepta que una relación se ha acabado. Pero no dejes que destruya tu matrimonio, Liam, te lo suplico. No le quites tu confianza a tu marido. Deja que hable contigo.

—Mamá —volvió a suspirar—, Zayn puede hipnotizar a los pájaros. Podría convencerte de que el blanco es negro. Pase lo que pase, los dos hemos de hacer a un lado nuestros conflictos por el bien de Allison. Vendrás a pasar la Navidad con nosotros, ¿verdad?

—Intenta impedírmelo. Por encima de todo, cariño, quiero que Allison me reciba con un gran grito de júbilo. Creo que eso sucederá tanto como que Dios está en el cielo.

El marido que lo había impulsado a alejarse, en ese momento llamaba a Liam de vuelta a su reino privado.

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