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2

Poco después de la una, cuando la conferencia paró para almorzar, Zayn alcanzó a Liam cuando él se dirigía a una salida. El monigote, Marshall, estaba con él, casi pegado a su lado, pero Liam captó el mensaje en sus ojos.

—Te veré más tarde, Josh —musitó, sin realizar intento alguno de presentarlos.

—¿Estás seguro? —Marshall parecía dispuesto a defender a Liam cómo si se tratará de una doncella.

—Está seguro—corroboró Zayn.

—Entonces te veré luego, Liam —dijo el otro, apartando la vista de los ojos duros de Malik.

—Es todo un caballero, ¿eh? —murmuró Zayn, con voz divertida e irritada al mismo tiempo, mientras Josh Marshall se alejaba.

—Ha intentado ser un amigo.

—Mientras no intente otra cosa —lo tomó por el codo y lo guió por el recibidor atestado, sin prestar atención a las miradas especulativas clavadas en ellos.
Era tan poderoso y tan seductor que Liam sintió que el antiguo deseo bullía en su sangre. Eso sucedía cada vez que se encontraban y él tenía que aceptar que no era capaz de controlarlo. Lo achacaba a las hormonas. Zayn siempre lo había afectado de esa manera.

—¿Has tenido tiempo para comer algo? —preguntó Zayn cuando salieron al pavimento iluminado por el sol. Parecía tan guapo, tan vital, tan perfecto, que Liam revivió otra vez su pérdida.

—Zayn, ¿no has entendido que no quiero estar contigo? —intentó contener sus emociones.

—Tenemos que discutir cosas, Liam —con urgencia lo tomó por el brazo—. Me asombra tu frialdad.

—Es injusto —protestó Liam—. Después de todo, fuiste tú…

—Me pregunto si podríamos dejar el tema de mi abyecta infidelidad para hablar de nuestra hija —los ojos le centellearon—. Quiero verla. Si es posible, antes de que regrese al rancho.

—Claro que puedes verla — Liam movió la cabeza consternado—. ¿Alguna vez te lo he negado?

—Me negaste bastante a menudo tu cuerpo —soltó con amargura.

—Quizá mi orgullo herido tuvo algo que ver con eso —apartó la vista.

—Supongo —convino cansado—. No podemos quedarnos aquí. Por algún motivo que jamás entenderé, la gente parece sentir curiosidad por nosotros.

—Estar ante el ojo público te vuelve vulnerable, Zayn. No puedes moverte con libertad.

—Entonces, larguémonos —alzó la mano para llamar un taxi que pasaba y que se detuvo de inmediato—. Dispones de una hora. Me alojo en el Sheraton. Su restaurante es bastante bueno.

A pesar de su preocupación, Liam se encontró en el asiento del taxi mientras cubría la distancia que había entre el Centro de Convenciones y el hotel. Estar con Zayn era como tener un puñal al cuello. Bajo ningún concepto podías desafiarlo. Era el resultado de ser educado como un príncipe de las llanuras.

En el restaurante, Liam miró alrededor y vio un par de caras que conocía socialmente; una pareja que los saludó con la mano antes de volver a concentrarse con diplomacia en sus menús.

—¿Qué vas a pedir? —inquirió Zayn.

—No quiero mucho —rió sin ganas.

—¿Qué te parece marisco?

—Decide tú, Zayn —intentaba sonar indiferente, pero el leve temblor en su voz lo delató.

Se les acercó una camarera joven, que le sonrió a Zayn.
—Es agradable volver a verlo otra vez, señor Malik. ¿A su acompañante y a usted les apetece beber algo?

—Para mí nada, gracias — Liam sacudió la cabeza. Al menos había alguien que no veía el Canal 8.

Zayn se recostó en la silla, le sonrió a la chica y pidió una cerveza.
—También queremos ver el menú.

—Desde luego, señor Malik —regresó a los pocos segundos, sin dejar de sonreírle a Zayn.

Con ironía Liam pensó que un hombre tan sexy y dinámico como Zayn Malik tendría que estar registrado como un peligro para los demás. Se recostó
también y trató de ocultar todo el dolor que había en su interior. ¿Cómo debería sentirse una persona al saber que el hombre al que adoraba tenía una aventura con alguien más?

No cabía esperar que Sharim Garland adoptara una postura moral elevada. Sharim era víctima de la obsesión sexual. Había sido el chico de Zayn desde siempre. Su padre, George Garland, era un importante ganadero, millonario, y amigo de toda la vida del
difunto sir Clive Malik. Sharim había sido asiduo en la casa de los Malik y al parecer ambas familias habían albergado esperanzas de que algún día sus hijos se casaran. Pero Liam había entrado en escena y destruido las esperanzas de todos. No era de extrañar que Sharim quedara roto, aunque al final había conseguido vengarse.

—¿Y cómo está mi pequeña princesa? —preguntó Zayn—. Espero que no peor.

—Esta mañana tuve una reunión con su maestra y con la psicóloga del colegio. Por eso llegué tarde al Centro de Convenciones.

—¿Y? —como de costumbre, iba directo al grano.

—Nada ha cambiado, Zayn. Ojalá pudiera contarte otra cosa. Allison mantiene su silencio con todo el mundo menos conmigo. Pero, asombrosamente, no se retrasa en los estudios. Figura entre las tres primeras de la clase y le va de maravilla con el dibujo.

—¿Por qué no va a ser inteligente? —soltó para ocultar su propio dolor—. Dios sabe que tú lo eres y que yo conseguí sacar un par de licenciaturas —de hecho, había terminado con honores en economía y derecho—. Esa psicóloga no debe ser muy buena.

—No es la única a la que ve Allison —protestó Liam—. La llevo a una excelente profesional, Zayn.

—Quizá intenta enseñarme una lección que jamás olvidaré —repuso con dolor.

—Te adora. Lo sabes —aseguró Liam.

—Pero no me habla. Me considera responsable de nuestra separación. Pero no pienso aceptarlo en su totalidad —alzó la cabeza—. Tú desempeñaste tu parte.

—Tuve que dejarte, Zayn —soltó un suspiro angustiado—. No podía ser de otro modo.

—La verdad es que no quieres respetar tus votos matrimoniales.

—¿Y si hubiera sido yo el infiel, Zayn?

Zayn lo miró con unos ojos tan deslumbrantes como el sol sobre el hielo.
—No creo que vaya a responderte esa pregunta. Pero puedo decirte esto. Despedazaría al tipo involucrado en ello, aunque tú jamás te irías. Te amaba apasionadamente. Me casé contigo y pienso mantener los votos. Hasta que la muerte
nos separe.

—No esperas mucho, ¿verdad? —lo observó desconcertado—. Tengo veintiocho años. Podría tener una vida larga. Podría enamorarme otra vez, casarme,
tener más hijos. Los quiero. Pero primero necesitaría el divorcio.

—¿Por qué causa? —desafió.

—Por Sharim Garland, Zayn. ¿Has llegado a romper con él?

—Eso sería casi imposible —se hundió con gesto cansado en la silla—. Lo conozco de toda la vida. Su padre es mi padrino, el mejor amigo de mi padre. Nuestras madres siempre han sido íntimas. Sharim ha sido muy amable con Hilary. Le ha mostrado mucha comprensión. Solo Dios sabe por qué Hilary ha salido tan poco atractiva.

Era un misterio. El padre que Zayn y Hilary tenían en común, sir Clive, había sido un hombre muy atractivo. Los dos se parecían mucho a él, pero así como Zayn había salido guapo, Hilary, que medía un metro ochenta y tenía una buena complexión, exhibía unos rasgos demasiado fuertes, aparte de un carácter hosco y beligerante. Liam siempre había considerado a la hermanastra de Zayn con simpatía e intentado ser amigable, aunque había hecho falta tiempo para que ella la aceptara.

—No cambies el tema a Hilary —advirtió—. Y no creas que te es absolutamente leal.

—¿A qué diablos te refieres? —inquirió Zayn irritado.

—Es una conclusión que me ha costado aceptar, Zayn. Hilary tiene problemas. Tú conoces la mayoría. Pero algunos no. Sé que adora el suelo que pisas. Pero tú eres más grande, fuerte y brillante de lo que ella podrá llegar a ser jamás. Y eres el que manda. Fuiste el heredero de tu padre. Sin embargo, Hilary fue
la primogénita.

—Demonios, Li —en su angustia recurrió a su diminutivo—. Hilary jamás podría dirigir Regina Downs, y menos aún un imperio ganadero. Peor, a los hombres no les cae bien. Le muestran deferencia y respeto, pero solo porque saben que tienen que hacerlo.

—Hilary sabe cómo sacar la arrogancia —lo había presenciado innumerables
veces, en su intento por imitar a su hermanastro, su autoridad—. Es una mujer que necesita desesperadamente atención.

—De acuerdo, coincido en eso, pero a ti te quiere mucho.

—¿Sí? —musitó, sintiendo que de algún modo Hilary la había traicionado—. Después de todo, fue Hilary quien me aconsejó que te dejara.

—No te entiendo — Zayn pareció muy aturdido.

—Entonces olvídalo.

—¿Cómo podría? —apretó los dientes—. Quiero hablar.

—Sería estupendo, pero ya es demasiado tarde —lo observó como si quisiera penetrar en su alma.

—Jamás oí que Hilary dijera una palabra en tu contra.

—¿Estás seguro? —los ojos le brillaron.

—Coincidimos en que sabías cómo hacer daño. En cualquier caso, Hilary intentaba consolarme. Está entregada a Allison.

—Lo sé —asintió—. Estamos dando vuelta en círculos. Este tema no soluciona nada.

—Entonces, ¿por qué lo has sacado? —retó—. ¡No puedo creerlo! ¿Hilary te dijo que me dejaras?

—No te miento, Zayn —bajó la cabeza—. Sé que no pretendía que fuera por mucho tiempo, pero pensaba que necesitabas que te enseñaran una lección.

—¡Por el amor de Dios! —movió la cabeza atónito—. Hilary se ha esforzado en mostrarse comprensiva.

—Quizá quiere que las cosas vuelvan a como estaban antes —indicó Liam—. Sharim y tú, la elección de la familia. Como eres el padre de Allison y un hombre muy influyente con amigos en puestos poderosos, podrías obtener la custodia de nuestra
hija. En otras palabras, todo el paquete.

—Nunca he oído algo más estúpido en toda mi vida —frunció el ceño.

—Quizá los celos ablandan el cerebro —soltó una risa frágil—. Últimamente he leído bastante sobre psicología. Cuando empecé a unir las piezas, se me ocurrió que Hilary tenía una especie de amor-odio en lo referente a ti. Tú eras el preferido de tu padre. Su hijo maravilloso. Tu madre te idolatraba. Sir Clive siempre fue amable con Hilary, pero se notaba que tenía que esforzarse. Ella carece de encanto, y tanto a ti como a él os sobraba. Su propia madre murió siendo ella niña, lo cual debió representar un golpe terrible, y Hilary y tu madre jamás se llevaron bien, a pesar de los esfuerzos de Madeleine. Siendo tan distintas, aunque Hilary daba la impresión de
aceptarme, quizá en el fondo estaba resentida conmigo.

Zayn lo meditó, luego salió en defensa de su hermanastra.
—¿Quieres olvidar los momentos en que te apoyó? Lo que dices es absurdo.

—No quería enfadarte —desvió la vista.

—Estoy enfadado, Liam. Créelo. Tuve una aventura insignificante de una noche con Sharim que ni siquiera recuerdo mucho. No es una excusa, pero estaba muy
borracho y poseído por un demonio. Me avergoncé a mí mismo y te hice daño. He suplicado tu perdón y no soy un hombre que suplique. Pero tú vas a ahorcarme como si hubiera cometido un crimen horrible.

—La infidelidad es un pecado —señaló Liam con voz queda, pensando en el efecto terrible que había tenido en él.

—Y he recibido mi castigo. Lo acepto, pero no puedo permitir que nuestra hijita sea castigada por lo que sucedió entre nosotros.

—¿Y que quieres que haga, Zayn? —preguntó desesperado.

—No me impongas una situación imposible —espetó—. Te he echado de menos más de lo que podría expresar. Echo de menos a mi pequeña. Quiero que estemos juntos para siempre. No que sea así. ¿Es que no te queda nada de amor hacia mí?

— Zayn, me he vuelto muy precavido —intentó explicar al tiempo que mantenía serena la cabeza.

—Lo veo —el indómito Zayn Malik parecía vacío—. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas venir con Allison a pasar las navidades en casa? Debes saber que ella te necesita allí. Hemos de solucionar el problema que aqueja a nuestra hija juntos.

—Me asusta volver, Zayn —sentía que podría desmoronarse con el dolor.

—¿Asustado? Tú no —su voz vibrante se suavizó.

—No quiero que vuelvas a seducirme.

—Pensé que atesorabas nuestra vida sexual —se encrespó.

—Así es. La atesoraba —fracasó en contener una lágrima—. Pero no soporto cuando me mientes.

—¿Mentirte? Demonios… —se acercó—… ¿es que no te lo confesé de inmediato?

—Lo hiciste aquella vez —movió la cabeza.

—No hubo otras veces, Liam —soltó Zayn—. Lo prometo.

No era del todo verdad. Recordó la ocasión en que lo había sorprendido apartándose del abrazo apasionado de Sharim. Recordó con intensidad el asombro, la sensación enfermiza que lo dominó, el modo en que tuvo que sostenerse en una silla.

Pensó en las veces en que Hilary tuvo que ocultar las cosas para luego reconocer los encuentros de los dos ante la insistencia de Liam.

La camarera se acercó otra vez y los miró.
—¿Está listo para pedir ahora, señor Malik?

Zayn asintió con gesto distraído, miró el menú y terminó por solicitar el plato del día, emperador con patatas y ensalada para dos. Ninguno tenía hambre.

Guardaron silencio unos momentos mientras esperaban, luego Zayn comenzó a interesarse por su trabajo, escuchando con atención lo que Liam le contaba. Siempre había sido un buen oyente.

—¿De verdad es lo que crees que quieres? —inquirió al final.

—Tengo que vivir, Zayn. Es lo único que sé hacer —repuso a la defensiva.

—Cuando puedes tener todo el dinero que necesitas —soltó una risa cáustica.

—Pero no quiero aceptarlo de ti.

—Eres mi esposo—le recordó con expresión tensa.

—También un hombre independiente. Y con éxito.

—No pretendo menospreciar tu ambición, Liam. Eres magnético en la televisión. Pero no se te da muy bien ocultar el corazón roto. Todo aparece en esos hermosos ojos miel.

—Ninguno de los dos puede esquivar el dolor —respondió.

—Pero podemos enfrentarnos a él. Quiero que vuelvas, Liam. Moriría antes que decepcionarte otra vez. Y hay más. Deseo más hijos. Tuyos. Quiero un varón.

—Claro, un macho debe tener un varón —sonrió con un poco de amargura.

—Yo debo tener un varón, varones, que puedan recibir su herencia —lo corrigió—. Adoro a mi hija, pero jamás esperaría que una mujer trabajara ni una
cuarta parte de lo duro que trabajo yo. Sabes que se trata de un mundo muy físico, y muy peligroso. Amo a mi pequeña Allison con todo el corazón. Quiero lo mejor para ella. Y eso solo puede pasar cuando sus padres estén juntos.

Era infructuoso intentar defenderse de su poderoso encanto.
—No lo sé, Zayn. No podría soportar pasar de nuevo por momentos tan terribles.

—Haré que funcione, Liam —su sonrisa apareció—, lo prometo.

—Deja que lo piense —movió la cabeza—. Como tú, estoy terriblemente preocupado por Allison, pero tengo compromisos. Un contrato que respetar —de
hecho, se lo iban a renovar con la promesa de un fuerte aumento salarial.

—Te quedan dos meses para que venza. ¿No se te ocurrirá algo? Si hace falta, los indemnizaremos.

Qué maravilloso era que te sobrara el dinero.

—Es mucho lo que pides, Zayn. No te prometo nada aparte de acompañar a Allison. Sé que le encantará, a pesar de lo mucho que le gusta ir a verte.

—Es la pequeña a la que solían chiflarle los cuentos que le narraba en la cama—gimió con dolor.

—Eran tan buenos que la hacían dormir —a pesar de sí mismo, sonrió.

—Porque era muy pequeña. Soy un gran narrador de cuentos.

—Que Dios me ayude, pero así es.

—Liam, déjalo —musitó—. Ya me tuviste en el potro de tortura, pero es suficiente. Mi corazón, mi cabeza y mi cama están vacíos sin ti.

Era un verdadero mago. Comenzaba a flaquear.
—Parece tan lejano…

—Los peores catorce meses de mi vida. Los he contado —respondió con suavidad y ternura.

—¿Madeleine está en el rancho? —inquirió inquieto.

—En este momento no —se burló de Liam con los ojos—. Mi madre viene y va, pero regresará en cuanto sepa que Allison y tú habéis vuelto.

—Vayamos paso a paso, Zayn —temía su propio deseo—. No te hagas ideas de que voy a volver a ocupar nuestro dormitorio.

—Me sorprendes, Liam —enarcó una ceja—. ¿Cuándo te he forzado?

—Un par de veces —mintió. Ambos habían estado jugando.

—Te doy mi palabra —se encogió de hombros.

Lo recorrió despacio con la vista y a Liam se le aceleró el corazón. Había pasado una eternidad desde que le hizo el amor. Mirarlo bastaba para que sintiera como si se hallara en caída libre. Lo embriagó la sensación, pero le daba miedo caer a tierra.

—¿Debo creerte? —lo inmovilizó con sus ojos grandes y líquidos.

Zayn se adelantó para tomarle las manos.
—No se me ocurre nadie en quien puedas confiar más.

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