NARRA YOCE

-Tengo calor, tengo calor, tengo calor -susurro para mí misma una y otra vez, tratando de convencerme de que lo que me hace temblar es eso y no la temperatura tan baja que hay en ésta habitación.

Mantengo mi mente positiva, mi corazón tranquilo y mi cuerpo con fuerzas, confío plenamente en mi hermana y sé que hará todo lo posible por buscarme.

El asunto es que logre encontrarme.

Fui muy estúpida, demasiado. No quiero ver la cara decepcionada de Black cuando vea que me atraparon por ser una ilusa, no quiero ver su rostro contrariado por la molestia que seguro cogerá si se entera de cómo me atraparon.

-¿Tienes hambre? -pregunta la mujer sentada junto a la puerta.

La chica no se ha quitado de ahí desde que me dejaron aquí, hace como medio día.

Asiento dubitativa en su dirección, no quiero que sea una trampa y que, a parte de frío, pase hambre, pero toda inseguridad se va cuando la chica se levanta y sale de la habitación, minutos después regresa con dos caja de KFC, me entrega una y se sienta en su silla con la otra.

Me sorprendo por la comida recién hecha y deliciosa que se ve en la caja, a pesar de todas mis dudas, el estómago me gruñe mostrando su negativa a la idea de devolver la comida así que, haciendo caso omiso de mi inteligencia, agarro un muslo de pollo y comienzo a comer.

-¿Por qué estás aquí? -me pregunta de repente la chica, y me toma desprevenida, ya que llevamos horas aquí y ella ni se había dignado en mirarme.

Muevo mis hombros en un gesto de ignorancia y ella desiste a la idea de seguir preguntando.

Al cabo de unos minutos entra la persona responsable de todo éste ajetreo.

-¡Yoce! -chilla feliz. Mi ceño se frunce y mi mirada se carga de desprecio.

-Eres un ser...

-Silencio, sí, sí, un ser despreciable -murmura quitando importancia-. Black me debe algunas, es mi defensa.

Me quedo en silencio esperando que diga lo que tenga que decir y se vaya.

-¿Crees que tu hermana venga por ti? -hace un gesto de falsa ternura.

-Vendrá -le aseguro.

-Todavía no puedo creer que hayas caído fácil en mi trampa -ríe a carcajadas, la chica en la puerta se queda mirando la situación con interés-. Eres una nena aún.

-¡Cállate! -grito consumida por la rabia.

-¡Eh! ¡Me bajas el tono! -advierte- No sabes con quién te estás metiendo.

Me quedo en silencio conteniendo las lágrimas. Deseo con todo mi corazón que Black pueda encontrarme.

-Es que me da mucha risa -habla de nuevo, volviendo a sumirse en una estruendosa carcajada-. ¿En serio creíste que la que te escribía era tu mamá? ¿Todavía no superas que está muerta porque tu papi la mató?

Una lágrima silenciosa se desliza por mi mejilla, haciéndome parecer débil.

Black estaría muy decepcionada de mí.

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