CUARENTA
—¿Entonces se van?
Axel arrugó el rostro y sacó su labio inferior mostrando un puchero.
—Así es, pero regresaremos pronto —aclaré, tratando de sonar tranquila—, sino fuese por el trabajo te obligaría a irte con nosotras... pero sé lo importante que es para ti.
—No regresarás pronto, Macki... no me mientas, no a mí.
Lágrimas se formaron en mis ojos, empañando mi vista.
—Lo siento, yo...
Axel se levantó del sillón y se sentó a mi lado. Sus brazos me rodearon y su rostro se hundió en mi cuello.
—Tranquila, sé que lo necesitas —sus manos empezaron a hacer círculos en mi espalda y su respiración calentaba mi cuello. Lloré más fuerte—. Te amo más que a nada, cuando Yoce y tú regresen aquí estaré esperando. Son mi familia.
—Eres nuestra familia —logré decir.
Axel se separó de mí y limpió mis lágrimas con sus pulgares.
—¿Saint?
Giré los ojos con fastidio y me puse las manos en el rostro.
Gruñí.
—¿Por qué me preguntan por él? Sí, me gusta mucho... pe-pero no es como si lo ame, ¿No? —Axel sonrió con sorna— Ay ya... quizás me despida, no lo sé.
—Si te conozco bien, sé que te irás como por dos años máximo, ¿Crees que él espere por dos años?
Me jodía que Axel conociera todo de mí a pesar de haber pasado muchos años sin habernos visto. Me jodía porque me hacía dudar de todo lo que hacía.
—¿Quién dijo que quiero que me espere? —respondí, tratando de sonar indiferente.
—Las elecciones son en dos meses —Axel estaba riendo despreocupadamente, burlándose de mí—, creo que Saint se postuló este año.
—Quizás gane —dije con sinceridad—. Yoce cumplirá dieciséis el mes que viene, la llevaré a un parque acuático o a un teatro para compensar la inestabilidad que tiene conmigo.
Axel me miró significativamente.
—Ella te ama —yo asentí, la nariz me empezó a arder por las ganas de llorar—. Eres como su madre ¿Lo sabes?
Asentí al mismo tiempo que mi cara se arrugaba por el llanto.
—Le estoy fallando cada vez más —mi mejor amigo negó—. Basta, Axel. La he hecho pasar por mucho.
—Ambas —me miró—, ambas han pasado por mucho.
Negué repetidas veces reprochándome a mi misma.
—Es una niña, y-yo debí pro-protegerla, y-y no lo hice.
—¡Ya basta! —Axel agarró mis hombros y los movió bruscamente, dejé de llorar de inmediato— ¡Deja de lamentarte, de culparte por todo, de llorar! ¡Ésta no es mi Macki, no es la chica que puede con todo! ¡Basta!
Yo asentí aún en trance. Axel me acercó a él y me abrazó nuevamente.
—Te deseo lo mejor de este mundo, aquí te esperaré y te veré como una relacionista internacional muy solicitada.
Yoce y yo habíamos quedado en estudiar en línea desde el lugar donde nos quedaremos, no sabíamos si funcionaría, pero con las palabras de mi mejor amigo toda duda se disipó.
—Te amo —le susurré al oído.
—Y yo a ti —susurró él devuelta.
Luego de dejar a Axel en su apartamento caminé hasta el mío y seguí empacando ropa y cosas que utilizaríamos. Teníamos el dinero suficiente para estar de vacaciones por más de dos años, pero no estaba segura de dejar todo atrás nuevamente. A pesar de que hace una semana había cambiado mi nombre legalmente, y que ahora se suponía debía ser una persona distinta, no quería cambiar nada.
Porque "Black" es parte de mí.
"Black" son todas esas mujeres que sufren, lloran, se levantan, resurgen y viven.
"Black" es fortaleza, fue mi fortaleza. Mi coraza indestructible, empoderada, inteligente, inigualable. Y a pesar de que mi otra yo también tenía sus positivos, "Black" siempre será la mejor parte de mí; y no me refiero a lo bueno.
Siempre pensé que si algún día veía a una mujer como mi madre, como yo cuando huí, débil, vulnerable, caída... Iría, le entregaría a "Black" y me quedaría a ver cómo resurgía.
Porque "Black" no me pertenece. Nunca lo hizo.
Mientras arreglaba todo y guardaba algunas cosas, encontré la carta que Yoce había escrito, la que era para su futuro amor. La desdoblé y la leí nuevamente, deleitándome con lo talentosa que podía ser mi hermana.
Una idea pasó por mi mente así que doblé la hoja y la guardé en mi bolillo trasero.
—¡Llegué yo!
La voz de Yoce invadió todo el apartamento hasta que apareció por la puerta de su habitación donde yo me encontraba ordenando su ropa.
—¿Cómo fue tu último día de clases?
Ella unió todos los dedos de su mano derecha e hizo una mueca de satisfacción.
—Perfectly.
Sonreí y seguí doblando ropa, ella pasó y se tiró abruptamente a la cama, ya ni me esforzaba en regañarla.
—¿Sabes que si quieres quedarte nos quedaremos? —pregunté suavemente.
Ella se rió.
—¿Me estás jodiendo? Quiero tener vacaciones desde hace tiempo —ella me miró—, deberíamos irnos mañana mismo.
La miré.
—Si es lo que quieres no hay ningún problema —me levanté y besé su frente—, termina esto que debo hacer algo antes de irnos.
No esperé a que respondiera y salí de la habitación.
Tecleé un rápido mensaje y a los minutos me llegó la respuesta:
"Siempre disponible para ti. Nos vemos allí".
Sonreí triste a la pantalla y salí del apartamento directo hacia la cafetería donde sería nuestro encuentro.
No quedaba lejos de mi edificio así que luego de caminar diez minutos llegué al lugar. No veía su rostro ni su espalda por ningún lado y no quería entrar sin él, así que esperé, mirando hacia los lados, por unos minutos.
Unas manos aparecieron en mi campo de visión, acelerando mi pulso por los recuerdos de los hombres de Armin haciendo los mismo con pañuelos para secuestrarme, pero al reconocer el perfume masculino que tanto me gustaba, sonreí y relajé mis hombros.
—¿Quién soy? —su voz hizo estragos en mi estómago y su barba, que había rebajado considerablemente estos días, hicieron cosquillas en mi piel.
—No lo sé, ¿Quién eres?
La sonrisa estúpida no desaparecía de mi rostro, y se ensanchó aún más cuando un beso delicado fue depositado en mi cuello.
Los recuerdos de esta semana a su lado me hicieron suspirar desvergonzada.
Sus besos, sus diálogos, su caminar, su comida, su cama, su ropa, todo de él me estaba volviendo loca.
—A ver... soy el hombre más guapo, más inteligente, sensual y fantástico del mundo —intenté girarme, pero él me mantuvo ahí hasta que habló nuevamente—. Además soy el hombre que más te ama.
Mi respiración se hizo inexistente y mis manos se congelaron. A pesar de haber pasado todos los días de esta semana juntos, de habernos demostrado lo mucho que nos necesitábamos, nunca, ni por seña, nos habíamos dicho "te amo".
Y yo no podía responder.
Por eso me giré sonriendo y pegué mis labios a los suyos.
Sus manos viajaron a mi rostro y sujetaron mis mejillas, yo agarré su camisa y la apreté entre mis dedos, alzándome un poco para alcanzar sus labios puesto que no llevaba tacones.
Sus labios, sus besos, su sabor, todo de él era gloria.
—¿Quién soy? —murmuró en mis labios.
—Saint —respondí en un suave jadeo.
***
Oiiieeeee Blackenzie's (Créditos del nombre a Mailyn) ya vamos terminado el libroooooo ¿Queeeeee?
✨✨✨✨ Black en deportivas ✨✨✨✨
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