❠ ♯04⨾ Primera reunión。
ᴄᴜᴀᴛʀᴏ
Cómo extrañaba el agua limpia y caliente, darse un baño fue el mejor regalo del mundo. Incluso le hicieron masajito y le pusieron pepinos en los ojos.
Y ella creyendo que esa cosa de gente rica nunca lograría alcanzarla en la vida.
Una vez totalmente arreglada, y ya en la entrada de la residencia, solo le piden su tarjeta y revisan sus cosas por seguridad. Finalmente, la dejan pasar ya que se les avisó con anticipación que México estaba buscando empleadas.
Le sorprende lo que ve, las calles son inmensas, están perfectamente pavimentadas, y hay botes de basura cada quinientos metros, justo a lado hay bebederos, y bancas para detenerse a descansar.
Tienen el suficiente presupuesto para contratar a personal de jardinería que se encargue de mantener la apariencia de las calles, pues hay árboles, arbustos y flores perfectamente colocadas, y que no dejan que ni una sola rama se salga de sus formas habituales, circulares o cuadradas.
Los países tienen calles exclusivas para ellos, donde viven junto a sus Estados. Por ejemplo, la calle de España solo le pertenece a él, y a lo largo hay casas personalizadas y diseñadas por el mismo español.
Claro que el diseño de esas calles depende del gusto personal de cada país, así que una calle puede ser moderna, y la otra poseer un estilo tradicional.
Tal parece que los países están organizados tal cual sus territorios, por lo que debe correr para no llegar tarde a la residencia de México.
Espera, si sudo mucho habré gastado todo mi dinero a lo tonto, piensa agitada. Prefiere caminar entre la sombra, y evitar sudar o hacer algo que la haga ver mal físicamente. Pero la prisa la estresa, ¿qué debería hacer ahora?
No tiene de otra que correr, por lo que se quita el abrigo para no sentir el calor, y acelera.
─Auch, mis pies ─sollozó al aire, aguantándose por el bien de su futuro.
Puede verlo, y está impresionada.
La calle de México es espantosa, tiene baches, y la banqueta tiene zonas rotas por las raíces de los árboles. El pasto no estaba ni cortado, y la mayoría de las casas les hacia falta una buena pintada. Hablando un poco más del estilo, se notaba que la mayoría de los países les gustaba mantener las tradiciones.
Era hermosa, una verdadera lástima que no recibiera los cuidados necesarios.
Hay una cartulina en una de las casas, la más grande de la calle, presumiblemente. Aquella dice en letras grandes «Casa de México aquí», puede ver que alguien le dibujó un órgano reproductor masculino a la cartulina, y se ríe cuando le vienen a la mente sus recuerdos de la secundaria (o lo poco que disfrutó de ella).
Por alguna razón hace algo de frío, por lo que el sudor que temió que apareciera nunca lo hizo. Acomoda su ropa, y se coloca su abrigo nuevamente. Toma su mochila, y teme que se vea muy polvorienta, por lo que la sacude antes de atreverse a entrar.
Camina en dirección a las rejas que dividen el patio delantero de la propiedad de la calle, y cuando las toca estas se caen. Suelta un chillido, la recoge sin esfuerzo y la deja en su lugar, con un golpecito se arregla.
Escucha voces dentro de la casa, pues las ventanas están abiertas. Ella acerca sus nudillos a la puerta y toca levemente, no pasa mucho tiempo para que se escuchen los seguros siendo abiertos.
Sin esperarlo, una banda de animales sale disparada de la entrada justo hacia ella, eso la termina tumbando en el suelo. Puede ver a un chihuahua con un collar de picos, un xoloitzcuintle con una pañoleta roja, y un ocelote con una pulsera verde hecha de bambú.
Le gruñen entre los tres, y ella solo puede observar con admiración a los animales. Jamás había tenido a un ocelote encima, este viaje le estaba dando muchas experiencias nuevas (máximo había tenido cocodrilos bebés encima).
Cada uno posee sus nombres en sus accesorios, el chihuahua se llama «Leticia», es una perrita, el xoloitzcuintle posee un nombre bordado en su pañoleta que dice «Chiqui», y por último, aquel ocelote de la pulsera, tenía accesorios de letras que deletreaban el nombre «Belladona».
─¡Ay ay ay! ¡Mis pompis! ─se quejó, ignorando que los animales le gruñían.
El dueño de la casa no se tarda en aparecer, estaba viendo su reacción por la ventana, evaluando como reaccionaría en una situación como esa.
Se recarga en el marco de la puerta, y con una mirada de pocos amigos chasquea la lengua, sus amigos animales levantan la cabeza ante el águila real, y llegan hacia él con alegría.
_______________ levanta la cabeza, y se encuentra con la mirada profunda y ojerosa de un país. Los rayos del sol se reflejan sobre sus ojos, y juraría que estos poseen un brillo único, como un topacio. Sus cabellos azabaches largos y aceitosos, por seguramente no haberse bañado en un buen tiempo, logran cubrir la mayor parte de su frente y un poco de sus hombros. Su rostro tiene aquellos colores distintivos de su bandera, pero unos prominentes bellos faciales logran cubrir estos colores.
Lleva una camisa blanca medianamente abotonada, parece que tiene calor. Posee bello en su pecho, no muy grueso, pero es algo notable. Lleva unos simples pantalones negros, y unos zapatos elegantes.
Ese va a ser mi jefe, piensa, admirando cada detalle. Ella se levanta rápidamente, acomoda su ropa y luego se inclina levemente.
─Buenos días, señor, vengo por la entrevista ─dice, casi ahogada por los nervios.
─¿Tú nombre es? ─interroga fríamente.
Su altura también era intimidante, tendría que acostumbrarse a ver gente más alta que ella de ahora en adelante.
─______________ Ramírez, señor ─responde, aún sin atreverse a enderezarse.
Es observada por el país, puede notar muchas cosas, pero no menciona absolutamente nada.
─Pásale, sin pena. ─Sonríe, dejando la puerta abierta para dejarla entrar.
La de cabellos _________ se endereza con lentitud, y da unos pasos para ingresar a la residencia. Se lleva una sorpresa desagradable, la casa de por sí se veía muerta por fuera, pero por dentro era lúgubre. Parecía que no habían limpiado en años, y el desorden la impresionaba.
Esa solo era la entrada principal. Desvió la mirada al techo, el cual tenía manchas de quien sabe que. Había insectos, y estaba segura de que vio una rata pasar entre el montón de libros tirados en la sala.
Puede observar que hay un sillón, donde se sientan dos países más que puede reconocer como Colombia y Perú. Aquellos visten bastante similar a México, lo único diferente son los colores.
Colombia posee bastantes músculos, se ve mucho más arreglado que México. Posee cabellos castaños largos, que puede amarrar en una coletilla, su camisa es más amarillenta que blanca, y mantiene las mangas de su camisa enrolladas hasta los codos. Sus pantalones son de un café muy oscuro, y usa unas botas.
Perú por otro lado tiene el cabello corto, pero de color marrón, es el más bajo del grupo (comparándolo con los demás países, ya que entre personas no había uno solo que lograra superar a un país en estatura). Lleva una camisa negra y pantalones blancos.
Hay uno más que no había visto, estaba parado y recargado en la pared. Por sus colores y su escudo puede asumir que es Argentina. El más alto del grupo, y el único que viste de blanco.
Sus cabellos son rubios y largos, y le gustaría decir algo de sus ojos, pero estos son cubiertos por una banda blanca con el escudo de su bandera.
Delante de ellos habían unas mujeres paradas en fila, unas cinco solamente. Probablemente eran las otras chicas que buscaban el trabajo, sus características físicas la superaban, eran muy atractivas, podrían ser modelos de revista si querían. Vestían de manera muy elegante, y se maquillaban muy bien.
Ella apenas y sabía ponerse labial. Lo único en lo que era superior era en altura, las superaba por quince o veinte centímetros.
Instintivamente se posiciona a lado de las mujeres, mientras México toma asiento en el espacio que había en el sillón. Observa a las mujeres una a una, evaluandolas con la mirada.
Colombia lleva tiempo fumando, por ello las ventanas están abiertas. Apenas se percató de que el cigarrillo lo había dejado cuando ella entró, pero volvió a tomarlo tan pronto su compañero se sentó.
─Invitame uno ─pide, y el colombiano le extiende la cajetilla.
México toma un cigarrillo, Perú saca un encendedor de su bolsillo y le acerca la llama para ayudarlo a encenderlo.
─Gracias ─dice con el cigarrillo en la boca.
─Cuando guste, licenciado ─responde el peruano muy seriamente.
El silencio se alarga, nadie sabe que decir. México exhala el tabaco de sus pulmones, y luego se levanta para arrastrar una mesita hacia ellos.
─Tú, la de rojo ─habla, señalando a la primera chica de la fila─. ¿Traes tu currículum?
_____________ mira sin discreción a la chica de rojo, viste muy elegante. Con una camisa blanca, una chaqueta roja y una falda pegada a sus muslos de color rojo. Posee una cadena de oro, y unos aros en sus oídos que combinan con su cadena.
─Claro que sí ─afirmó, sacando una carpeta de su bolsa.
─Saquen sus currículums y déjenlos sobre la mesa ─ordenó, y así lo hizo la primera, llevando la delantera.
Perú toma aquel, para comenzar a leerlo con atención, mientras que las demás iban dejando sus carpetas sobre la mesita. Ella fue la última, porque eran muchos papeles y no quería que se desordenaran.
A México le llama la atención ese detalle, y levanta una ceja (aunque no sea visible).
─¿Qué son todos esos papeles en tu mochila? ─cuestionó, y pronto los demás países la estaban mirando.
Ahhh, ¿qué le digo? Se alarmó.
─R-Respondo al señor México ─avisa, y saca una de las hojas como ejemplo─. Saqué algunas hojas de mi currículum, y dejé solo lo que consideré importante.
─¿Algunas? ─Lo que veía ahí bien podría ser las mismas páginas que tiene la Biblia─. ¿Cómo que algunas? Si son un chingo.
Argentina no podía ver, pero se conformaba con escuchar la reacción del mexicano.
─Pásame todas esas hojas, las quiero ver ─pide Colombia con curiosidad.
Ella hace caso automáticamente y sin cuestionar nada, y saca los papeles de su mochila, dejándola tan vacía que parece una bolsa aplastada. Le cuesta un poco de trabajo, pues son demasiados y no los quiere arrugar, sin embargo, estos terminan en las manos del colombiano.
Las mujeres elegantes mirarían sorprendidas a la que creyeron era una indigente sin clase (aunque razón tenían), se veía que tenía mucha experiencia, pues jamás habían visto un currículum tan impecable.
No obstante, creen que las casi interminables hojas son solo un intento presumido de verse mejor que ellas.
─¿Por qué quieren este trabajo? Respondan una por una ─indagó el de escudo de águila, sin despegar la mirada de uno de los currículums.
Mientras tanto, Perú y Colombia lo ayudaban leyendo lo demás. Eventualmente Colombia se entretuvo demasiado con el montón de papeles, y eso causó que apareciese su curiosidad.
─Creo que me ayudará para conseguir contactos en este mundo de... ─hablaba y hablaba la chica de rojo, estaba haciendo un monólogo de sí misma.
─Siguiente. ─Sino fuera porque México le cortó su discurso, ella seguiría hablando.
─Me adapto mejor a este trabajo que todas las demás ─aseguraba la siguiente chica, haciendo que las otras sintieran enojo.
─Yo soy una maestra en ser ama de casa, apuesto a que nadie es mejor que yo, por eso quiero el trabajo ─afirma la siguiente.
Así prosiguen, mujeres con objetivos yendo hacia la grandeza y a la punta de la pirámide. Siente que su sueño es bastante inferior a diferencia del de las demás, pues ella solo desea el trabajo porque lo necesita.
─La última. ─Las demás mujeres la miran, y se siente nerviosa.
Rasca su mejilla, y siente que suda frío.
─Respecto a adaptarme, no tengo problemas en hacer cualquier cosa... Quiero este trabajo porque lo necesito, así que... ─Hay una gran diferencia en sus razones con las ajenas.
México deja los papeles sobre la mesa, y la observa dudoso.
─Eres la hermana de Enora, quien es la asistente de mi vecinito ─menciona, y eso impresiona a las demás mujeres.
─¿La famosa Enora tenía una hermana? ─murmuran incrédulas.
─¿Por qué alguien que tiene un familiar cercano con tanto dinero tendría que necesitar un trabajo como este? ─cuestionó algo enojado.
Los demás también fruncen el ceño ante la mención de la famosísima mujer, y cuando la ven bajar la mirada con algo de pesar, sienten confusión.
Pero levanta la cabeza, y sonríe como si no le doliera su situación.
─Mi hermana no es el tipo de persona que regala el dinero, ella es muy buena, cree que puedo sacar mi potencial esforzándome más ─confiesa, peinando sus cabellos hacia atrás.
México toma el cigarrillo de su boca, y lo apaga aplastando la llama en el cenicero.
─¿Ni siquiera a su propia hermana? ─preguntó. ─¿Sabes algo? Sinceramente, ni siquiera Estados Unidos sabe que existes, y conoce perfectamente bien a Enora, son cercanos, ¿entiendes lo que quiero decir?
Ella niega, no puede entender sinceramente que es lo que él le quiere decir.
─Mi hermana se preocupa por mí, no quiere malacostumbrarme. ─Su respuesta los hace fruncir el ceño.
¿Qué acaso es tonta?
No, realmente no hablaría mal de su hermana, ella estaba segura de que hacia las cosas porque se preocupaba por ella, aunque le dolieran o su mente le gritara que se tratase de una injusticia.
─Bueno, ¿tienen uniforme? Vamos a hacer unas pruebas ─informó.
Así es como la supuesta entrevista finaliza.
2347⨾ palabras
Pobre, la justifica
frente a los demás 😔
¿Les gustó el capítulo?
Espero que sí.
Canónicamente, rayita
sabe leer, pero le cuesta
un chingo, hay muchas
palabras que no conoce,
y cuando lee en voz alta
lee muy lento, y se toma
muchas pausas. Tiene
muchas faltas de ortografía
cuando escribe.
En fin, no tengo nada
más que decir, gracias por
leer.
Un beso, muak 😚💞
ATTE⨾ 02 ~
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