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CAPÍTULO 1

Suelto otro suspiro al estacionar el auto, dejo caer mis manos a mis muslos y recuesto la cabeza en el respaldar del asiento. Ha sido un largo día y difícil como todos. Salgo del auto dispuesto a dejar los problemas allí dentro y adentrarme a mí hogar para poder relajarme.

Me merezco unas minis vacaciones del estrés del trabajo aunque sean solo por unas horas.

Al llegar a la sala de estar noto que la casa está en total silencio y no es normal cuando a esta hora ya Chan  debería haber llegado. Decepcionando de que no este, me dispongo a tomar una ducha para descansar un rato antes de que deba ponerme a cocinar. Ya listo, solo me quedo en bóxer y me recuesto bajo las sábanas. Tardo un poco en conciliar el sueño gracias a que mi mente sigue dando vueltas una y otra vez a los problemas por resolver y al estrés que me genera todo el asunto. Luego de unos minutos, caí en los brazos de Morfeo disfrutando de la tranquilidad que el sueño puede entregarme.

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La voz se escucha lejana, pero mis ojos se sienten pesados y abrirlos me cuesta bastante. Siento un peso sobre mi abdomen y luego siento besos suaves sobre mi mejilla, que viajan a mi frente, párpados, nariz, mis labios... Una risa suave deja mis labios y lo escucho reír cerca de ellos aún. Su aliento acaricia mi piel y de a poco abro los ojos para encontrarme con los suyos.

—Te ves hermoso durmiendo —dice aún sobre mí. Lleve mis manos a sus hombros.

—¿Podrías despertarme así todos los día? —Inquiero, soltando un suspiro.

—¿Día difícil? —Deja un suave beso en mis labios.

Cierro mis ojos en ese breve tacto y resopló cuando se aleja, quejándome.

—Como casi siempre, cariño —acaricio su nuca.

—¿Qué puedo hacer para mejorarlo? —Comienza a besar mi cuello con suavidad mientras sus manos acarician levemente mi torso desnudo.

—Que nos quedemos así para siempre —sostengo su rostro por las mejillas, acariciándolas.

—Amo complacerte en todo y lo sabes —vuelve a dejar un beso casto en mis labios—. Pero dudo que podamos hacer eso.

—¿Por qué? —Me queje, haciendo un leve puchero.

Sonríe y me pareció tan tierno verlo reír de esa manera que lo acerque a mí para besar sus labios, un beso extenso porque lo necesito desde el momento en que llegue a a casa. Pero, él se alejó de mi tan rápido que me dejó con las manos en el aire. Fruncí el ceño.

—¿Qué?

No dijo nada, sino que volvió a inclinarse y besar mi cuello, mordió y chupó mi piel robándome un suave gemido.

—Deja que te consienta —susurra sobre mi piel.

Hice un sonido de afirmación asintiendo levemente. Sus besos de a poco bajaron a mi clavícula, subieron por mi mandíbula hasta estar cerca de mis labios otra vez. Cuando creí que me besaría, sus labios fueron a mi oído, lamiendo y mordiendo mi lóbulo. Él conoce perfectamente mis puntos débiles. Su mano se escabulleron a uno de mis pezones mientras besa la piel detrás de mi oreja.

—Respondiendo a tu primera pregunta —recuerda, deja nuevamente un suave beso en la comisura de mis labios—. Pensé que ya te había despertado de esta manera.

—Pero no siempre.

—La mayoría del tiempo despiertas primero que yo.

—Deberías despertar antes, entonces.

Suelta una suave risa y hace un movimiento de cadera, que hace que nos rocemos. Jadee y él volvió a reír. Esconde su rostro en mi cuello y yo lo abrazo por el suyo, suspirá causándome escalofríos y luego deja varios besos en mi piel.

—Me encantaría despertarte cada mañana así, amor.

—¿Sólo así? —Inquiero y se perfectamente que él ha interpretado muy bien mi tono de voz.

—¿Algo más que desee, señor? —Besa mi cuello.

—Cuando se trata de tí mis deseos no tienen límites, ¿quieres que te diga o que te muestre? —Mis manos se mueven suavemente por su espalda.

—Eso de mostrarme, suena tentador.

—¿Podrás resistir la tentación?

Alejó su rostro lo suficiente para estar ahora mirándome fijamente, mientras nuestras respiraciones calmadas se mezclan y sus ojos me miran con un brillo intenso de deseó y lujuria.

—Jamás he podido resistirme cuando se trata de tí, Changbin.

Su voz salió ronca, subiendo el nivel de calor en mi cuerpo. Sentí como mi cuerpo ardió desde la punta de mis pies hasta mis mejillas y tras eso un escalofrío me recorrió. Siempre he amado cómo esos ojos cafés me miran; con amor y al mismo tiempo con tanto deseo que cuando lo hace, solo me dedico a perderme en ellos para olvidar todo a mi alrededor.

—Te haré un masaje —sus manos acarician la curva entre mis hombros y cuello—. Estas tenso. Date la vuelta.

Salgo de mi éxtasis y el levanta un poco sus caderas sosteniéndose sobre sus rodillas, permitiendo así que que pueda darme la vuelta fácilmente. Se sienta sobre mis glúteos no sin antes tomar algo del velador. Salgo de dudas de qué es cuando siento un líquido frío recorrer desde mis hombros hasta mi espalda. Sus manos comienzan a hacer leves presiones en mis hombros y aquello al principio causa dolor por el estrés acumulado, pero él sabe hacer lo suyo muy bien y los tendones se relajan, haciéndome disfrutar mucho más de sus manos sobre mi cuerpo.

—¿Estás bien? —Me pregunta, dejando un beso en mi cuello.

—Ahora excelente, cariño —cierro los ojos disfrutando.

Lo escucho reír y sus manos bajan a mi cintura, presionando allí. Mientras sus labios siguen besando y chupando mi cuello.

—Deberías concentrarte en tu trabajo, ¿no crees?

Siento su respiración en mi oído y abro los ojos para verle. Sus labios dejan un rápido beso para luego susurra:

—Estoy haciendo mi trabajo con mucha concentración.

—Me encanta tu concentración —murmuro cerrando los ojos nuevamente perdido en los movimientos de sus manos.

Me relajo por completo, dejando de sobrepensar todo y me concentro en sus caricias, sus suaves besos y en su deleitosa voz cuando me dice cosas lindas al oído. Me sumerjo tanto en el masaje que cuando reaccionó es cuando siento que pasa algo en mi espalda para sacar el aceite. Intente girarme para tenerlo de frente pero sus manos fueron a mis hombros y comenzó a besarlos, bajando lentamente por mi espalda.

—¡Ay! —Me quejo entre risas cuando me da una nalgada.

Él suelta una carcajada y luego deja un beso sobre la tela del bóxer.

—No pude evitarlo, te dije que contigo jamás puedo resistirme.

—Me dolió.

—Y te encantó.

—No puedes afirmar eso —lo miré sobre mi hombro.

Alzó una ceja soltando una risita, me giró y su mano fue directo a mi semi-erección. Sentí mis orejas calientes y le sonreí con inocencia.

—¿No te encantó? —Apretó un poco su agarre.

—Chan...

—¿Mmm?

—Bésame.

Sonrió con sus ojos aumentando el brillo, se inclinó y rozo mis labios, llevándo entre sus dientes el inferior. Duro tortuosos segundos sólo rozando, acariciando y observando mis labios, hasta que acabó con la mínima distancia que se sentía asfixiante al no tener sus rojos y carnosos labios entre los míos.

Besarlo siempre ha sido mi lugar seguro. Suena demasiado estúpido si lo pongo de esa manera, pero cuando él me besa de una manera tan apasionada demostrando con ese acto que lo soy todo para él, se me es imposible no transportarme a un lugar donde sólo él y yo existimos. En medio del caos del trabajo y de la vida en sí, él es el único que puede transmitirme tranquilidad y agarrarme cuando siento que me desplomare de golpe por las cosas que me agobian.

Su lengua se encuentra con la mía y una oleada de calor se concentra en mi vientre cuando muerde mi labio inferior para luego intensificar aún más el beso, abriendo su boca más para devorar la mía.

Un suspiro suave escapa de mis labios cuando deja suaves besos en ellos, que forman una sonrisa mientras él me mira a los ojos. También sonríe, pero no detiene sus besos y la alegría en sus ojos se que es el reflejo de los míos.

—Te —deja tres besos más— amo, Binnie.

—Te amo, Channie.

Sonrío tomando sus mejillas respondiendo a sus cortos besos, donde en algunos de ellos atrapo uno de sus labios y él solo sonríe. Durante el proceso nuestros ojos no se apartan del otro y eso sólo aumenta la emoción en mí. Es tan jodidamente gratificante estar así con él después de un día tan agotador.

—Bien, cariño —dejó un último beso y se aleja—. Debes alistarte, saldremos en diez.

Se bajó de mí y salió de la cama caminando en dirección a la puerta, antes de salir dijo "ponte algo elegante pero casual" y siguió su camino. Hasta hora noto que él lleva pantalón negro y una camisa de vestir vino tinto resaltando su piel blanca.

Aún confundió me levanté para vestirme. Opte por algo sencillo como él; pantalón negro, camisa azul eléctrico. Me tome mi tiempo en acomodar mi cavello de lado, a diferencia de él que siempre lo lleva de una forma desordenada pero jodidamente hermoso y obviamente sexy. Me perfume y solo me coloque un reloj de accesorio, cuando salgo de la habitación lo encuentro en el gran sofá negro, concentrado en su celular.

—¿A dónde vamos? —Me senté a su lado.

Alzó su vista y guardo su teléfono para luego acariciar mi mejilla y dejar un corto beso en mis labios.

—A distraernos de nuestros trabajos, ¿nos vamos? —Asentí con una sonrisa.

031224

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