Llegada
—¡Vodka! —Llamé por séptima vez a la perra de mi prima, que mal se oye eso, aún en mi mente. Lo diré de otra manera para tranquilizar mi alma.
Grité el nombre del can, hembra, pug, que pertenece a mi prima María. Sí, así está mejor.
Di unos pasos y me dispuse a observar la arbolera del bosque en busca de ese pequeño animal. Debí ponerle una cadena, pero es que no tenía idea de que mordería su correa para echarse a correr, ¿tan mal le caigo a la perra que es capaz de esconderse para que su dueña me mate?
Solté un suspiro y volví a caminar, empiezo a preguntarme si deberán buscarme a mí después, mi sentido de la orientación no es muy bueno que digamos.
—Cuando te encuentre te haré tacos de suaperro maldita Vodka —murmuré tratando de esquivar las ramas.
Odio venir al bosque, odio los bichos que allí habitan y espero que el cosquilleo que siento en mi espalda sea mera sugestión y no una araña. Ayúdame niño del pasito perrón o quien sea.
Volví a llamar a Vodka cuando tropecé con una raíz sobresaliente y caí de hocico, menté madres a full.
Levanté la vista y a unos cuantos metros logré divisar unas extrañas setas, ¿serán comestibles? Empiezo a tener hambre.
Me levanté e intenté sacudir la tierra de mis jeans blancos, yo del pasado te odio por elegirlos para sacar a pasear a Vodka.
Volví a mirar los peculiares hongos, no había notado que formaban un círculo perfecto, que peculiar. Curiosa me acerqué y las observé, la idea de meterme en el centro de la circunferencia cruzó por mi mente y cuando menos me lo esperé ya lo había hecho. Bravo (Tn).
Coloqué los brazos a cada lado de mis caderas y me dediqué a mirar el panorama, árboles, árboles y más árboles. ¡Oh, espera! Otro árbol.
Reí para mis adentros cuando noté una luz posarse en mi clavícula, luego otra y otra.
—Eh, no. ¡Fuera bichos! —intenté sacudirlos, contrario a lo que esperaba llegaron muchas otras luces, tantas que terminaron por cegarme.
Unos instantes después pude abrir los ojos, inmediatamente comprobé que no tuviera esas luces o bichos encima mío. Entonces noté que mi alrededor había cambiado.
Levanté la vista y miré todo el lugar; colores brillantes, arquitectura que nunca había visto y lo que más llamó mi atención fue un ¿gran diamante? en el centro de la habitación. De manera inconsciente empecé a caminar hacia él.
—¿Pero qué carajos? —grité al ver que el supuesto diamante comenzaba a brillar.
—¡Óyeme tú! —escuché una voz femenina a mis espaldas.
Me giré asustada y vi una chica de cabello azabache sosteniendo un bastón en llamas.
Espera... ¿Bastón en llamas? ¿Y además azules? ¿La chica tiene cola y orejas? Ay... Creo que me comí las setas.
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