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6 | Cláusulas


Dedicado con mucho cariño a Vatisa11. Gracias por todo el cariño que le das a mis trabajos.

(Narración: Yoon Gi)

Esperar no es lo mío. Cada cosa debe tener su momento exacto para que todo funcione. Lo contrario genera caos y el caos conlleva desorden e indisciplina.

Por eso marco horarios, me muevo en función del reloj y llevo un riguroso planning en donde apunto todas y cada una de las actividades que realizo. Ahí es donde Tae Hyung ha agendado mi reunión con el actor destruye aparatos tras conseguir hablar con los de su agencia.

Dijeron que vendría rápido y yo, como es lógico, entendí que por rápido se referían a que sería inmediato. Presto. Raudo. Instantáneo. Sin embargo, el tiempo ha ido pasando y el tipo no ha dado ninguna señal.

"Unos minutos arriba o abajo no importan".

Recordar la frase me sube la presión. ¿Cómo no va a importar? ¿Pero qué tipo de mentalidad dejada es esa?

—¡Yoon Gi! —El tono de mi asistente, cargado de estupefacción, me sacó de mis pensamientos antes de que me diera tiempo a hiperventilar—. ¡No te lo vas a creer pero hay un hombre dentro de la basura!

—Te lo habrás imaginado. —Mantuve la vista fija en el currículum del actor, junto al contrato que había modificado—. Lo mismo estás estresado y necesitas tu suplicio somnoliento de brisa y olas.

—¡Pero si le estoy viendo por la ventana! ¡Mira!

Me asomé. Por la avenida circulaba, alejándose de la empresa, el camión contenedor de los desperdicios. Hasta ahí todo bien; había acordado con el Ayuntamiento que viniera todos los días. Lo que no resultó tan normal fue comprobar que llevaba a un tipo, sucio y pringoso, colgado del recipiente como un mono encaramado a un árbol.

—¡Esto no quedará así! —gritaba—. ¡Mi traje es de Prada! ¡Cuesta una fortuna! ¡Y mi peluquería! ¡Y mis zapatos también! —continuó—. ¡Voy a acabar contigo, lo juro! ¡Te hundiré! ¡A ti y a la empresa!

Vaya por Dios; otro loco.

—¿Llamo a la policía? —El gesto de Tae Hyung se contrajo—. ¿O a los bomberos para que le ayuden?

—Déjalo —negué—. Acaba de decir que quiere hundir mi negocio así que por mí que se quede donde está.

—Ay, Yoon Gi, no seas así. No sabes lo que le ha ocurrido.

No pero lo intuía. Era un indeseable, se notaba. Y los indeseables estaban mejor en la basura y no en mi edificio. Bastante tenía ya encima con tener que lidiar con Jimin.

—Holita, Yoon Gi.

Mira por dónde. Hablando del individuo con complejo de emperador.

—¿Qué tal llevas el día?

Aquel maleducado no solo entró sin llamar sino que encima se recargó en mi pared de blanco impecable que, después de eso, claro, ya no estaría tan impecable. Tendría una sombra oscura, seguro.

—Tienes mala cara, jefazo —prosiguió—. No me digas que estás alterado tan temprano porque me desmayo de la impresión.

Sí, al parecer lo de desmayarse o morirse era muy lo suyo. Y, por cierto, ¿me estaba hablando con las manos metidas en los bolsillos del pantalón? Inaceptable.

—¿Dónde te piensas que estás? ¿En una reunión con tus amiguitos artistas toca narices? —No me pude contener—. Esta es la oficina de la dirección. Aquí se requiere llamar a la puerta antes de entrar y mantener una actitud decorosa.

—Pero estaba abierta.

—¿Y qué?

—Que no llamé porque sabía que me estabas esperando. —Y añadió—: Pero no te preocupes, que lo arreglo.

Me quedé de piedra cuando retrocedió sobre sus pasos, de espaldas. Salió, cerró la puerta y llamó con los nudillos.

—¡Holita, Yoon Gi! —repitió, con énfasis—. ¡Soy Jimin! He venido porque me has citado. ¿Te viene bien que pase o deseas dejarme esperando fuera un ratito a fin de remarcar tu estatus?

Pero qué...

Insufrible.

—Pasa y siéntate. —Me dejé caer sobre el escritorio, seco, mientras el aludido ocupaba, con el deje propio de un rey, el lugar frente a mí—. No estoy para perder el tiempo así que iré al grano: te he llamado porque quiero ajustar las condiciones de tu contrato.

No contestó. Moví el clip del bolígrafo varias veces. Se aireó la camisa de seda blanca. Ajá; esa me la sabía.

—Tae Hyung, sube el aire acondicionado.

—No, no, no —El chico recargó el codo sobre la mesa, con la atención puesta en mi bol de dulces, antes de que a mi secretario le diera tiempo a mover un dedo—. Hace frío.

Ya.

—Solo estoy cansado porque he venido con demasiada prisa —continuó—. ¿No tienes algo para aliviar el esfuerzo?

Qué esfuerzo ni qué esfuerzo.

—Coge caramelos —le indiqué.

—No, no, no. —De nuevo aquel soniquete que empezaba a odiar—. Solo he mirado los dulces porque no doy crédito a la enorme cantidad de calorías que tienen. ¿Tu te los comes? Te vas a poner gordo.

Resoplé. Uf; por Buda y por todas las deidades juntas. Brisa. Olas. Mares. Océanos. Respirar. Otra vez la brisa. Mares. Océanos. Vale, a centrarse. Cuanto antes le perdiera de vista, mejor.

—He redactado unas cláusulas nuevas.

Tae Hyung le alargó una copia del documento metido en una carpeta de cuero con un bolígrafo y después salió del despacho, en silencio.

—Léelo —le insté—. Ahora. Ya. Para ayer.

Jimin abrió el dossier con una sola mano y una parsimonia que me crispó aún más los nervios. De verdad, ¡pero qué tipo!

—Aquí hay mucho texto —protestó.

—Es lo que tienen los contratos, ¿sabes?

Sus ojos castaños, de un color claro parecido al de las hojas de otoño, navegaron por mis letras, primero con aburrimiento y después, poco a poco, con una sorpresa creciente que le hizo componerse y sentarse recto, como debía ser.

—Oh... Vaya... —Movió las hojas—. "El abajo firmante se compromete a no dirigirse al CEO contratante bajo apelativos de ningún tipo, incluyendo su nombre personal" —leyó—. "Deberá utilizar en todo momento la respetuosa acepción Señor Min".

Me echó una ojeada. Asentí. Regresó a las líneas.

"Del mismo modo, mantendrá una actitud formal que se limitará al saludo". —Arrugó la nariz—. "No invitará a la parte contratante a batidos ni a ninguna otra cosa, evitará tratarle como un igual y no entrará en estancias de la compañía sin autorización escrita". —Volvió a mirarme—. Yoon Gi, esto que has escrito suena muy hosco.

—Lo que tu llamas hosco yo lo llamo orden —maticé—. Y, si no estás de acuerdo, no tengo ningún problema en cancelarte. No estoy dispuesto a ingresarte una cantidad de dinero estratosférica mientras mantengas esa actitud incivilizada.

Se mordió el labio. Me crucé de brazos. Hizo un puchero. Adopté la postura de "tu cara de niño bueno me da igual". E iba bien. Genial, diría. Pero entonces rompió a llorar y ahí, por desgracia, ya no me dio tan igual.

—En realidad pretendía ser amable... —Se cubrió la cara con las manos—. Te ofrecí batido para darte las gracias... Es que me sentía muy culpable por todo... De verdad mi intención no fue mala...

—A ver, anda, no te pongas así. —Me revolví en el asiento, incómodo y para qué negarlo, también desconcertado ante su reacción—. Cálmate.

—Es que lo he hecho todo mal... —Tanteó con la mano mi caja de pañuelos, cogió tres y trató de limpiarse las lágrimas—. Desde el principio ha sido un error...—Tomó otros tres—. Perdóname...

—Va, va, ya está, olvidemos las cláusulas —zanjé. Si había algo que llevaba aún peor que el desorden era ver a alguien arrepentido de ese modo—. Acepto tu intento de amabilidad.

Alzó el rostro. Su expresión boquiabierta me pareció incluso simpática. De verdad, ver para creer. Tan solo unos segundos antes quería asesinarle y ahora se me antojaba incluso agradable.

¿Era cosa del estrés? Definitivamente necesitaba otra de las nauseabundas infusiones de Tae Hyung.

N/A: Espero que hayan leído a gusto, sin alarmarse porque "hay mucho texto" jajaja
Lxs espero en la siguiente actualización ❤️.

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