Capítulo 9
"La felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz."
-Anatole France.
Narra Brad:
Mientras acomodamos los instrumentos, Matteo me pregunta con curiosidad:
-¿Me vas a decir?
-Las baterías están a la izquierda -le respondo, echando un vistazo a las baterías-. Si Leire las ve allí, os matará.
Matteo ha estado agobiándome toda la mañana, preguntando insistentemente sobre el motivo de mi felicidad. No es que no quiera contárselo, pero siempre he sido reservado con él. Algo en su actitud me resulta extraño; parece que quiere saber algo más.
-Brad, tal vez no confíes en mí porque he actuado como un gilipollas estos días, pero me molesta que el único al que le cuentes las cosas sea a Dom.
Suspiré y lo miré con el ceño fruncido.
-No seas chiquito, Matteo -le digo mientras ruedo los ojos.
Él suelta un resoplido y se dirige hacia la batería.
-Ayer salí con la amiga de Kimberly -menciona en un susurro.
Al escuchar ese nombre, mi corazón empieza a palpitar como un idiota. Sabía que Matteo tenía algo que contarme.
-Increíble -digo acercándome a él para ayudarlo-. ¿Cómo te fue?
Se encoge de hombros y sonríe de lado, como si estuviera recordando algo divertido.
Con solo ver esa sonrisa pícara en su rostro, no puedo ni imaginar lo que hizo con la amiga de Curie.
-¿Leire sabe? -le pregunto, arqueando una ceja.
-No hicimos nada malo -me guiña el ojo-. Fuimos a cenar y luego la llevé a las carreras.
Elevé ambas cejas y solté la batería rápidamente al suelo al escuchar lo último. Él abrió los ojos al darse cuenta de lo que había dicho.
-¿Volviste a las putas carreras, Matteo? -exclamé molesto mientras frotaba mi cabello.
-Bro, era inevitable... yo...
Lo interrumpí bruscamente arrojándole el micrófono en el abdomen.
-Sabes lo que ocurrió en la última carrera, Matteo -dije tratando de mantener la calma.
Hoy amanecí con un increíble humor, pero Matteo me lo estaba arruinando.
-Sí, lo sé; fui yo el afectado. Ella sabe lo ocurrido y más bien me apoyó a seguir con eso. No vengas a cagarla tú.
-Joder, Matteo, yo...
-Tú no hiciste nada.
-Matteo, era tu puto...
-Esa noche tenías que haber frenado y no dejar que me chocaran.
-Matteo, no vuelvas a joderte la vida.
-Vale, porque no dices que antes de que pasara esa estupidez éramos los mejores amigos. ¡Cambiaste solo porque fui el culpable de que Dom casi muriera en ese puto accidente! Esa carrera era importante para mí y aún así me dejaste atrás porque también querías ganar. Porque querías que Dom también ganara.
Era la primera vez que lo veía tan molesto. Cerré mis manos en puños mientras mi cabeza se llenaba de ira.
-No fue mi puta intención, ¿vale? Deja de agobiarme todo el tiempo; soy el maldito culpable de que tu cuerpo tenga miles de cicatrices.
-Eres un capullo.
-Matteo... -mencioné más calmado-. No quiero ser el mismo idiota de antes.
Su rostro se relaja y suspira más tranquilo.
-Sabes que aparte del canto me gustan las carreras -dice con un brillo en sus ojos.
Sonreí. Matteo es un chico muy atento y no quiero ser yo quien le arruine otra vez la vida. Solo quiero que esté bien y evitar otro accidente como aquel que nos ha atormentado todos estos años.
-Sé que ambos no somos los mismos -continué-. Pero lo que pasó quedó en el pasado. Dijimos que no iba a haber rencores. ¿Vale?
Le dediqué una pequeña sonrisa y sentí que había logrado suavizar un poco la tensión entre nosotros.
Ese pequeño detalle hizo que Matteo y yo pasáramos de ser los mejores compañeros a los peores. Todos los integrantes de la banda, Kyler, Dom, Matteo y yo, nos volvimos adictos a las carreras de coches hace cuatro años. Éramos los buenos de la ciudad, y nadie sabía que éramos parte de la banda que recién comenzaba a hacerse conocida en España. Hasta que Matteo sufrió fuertes lesiones en la piel y una costilla rota. Siempre me echaba en cara que era mi culpa por su accidente esa noche. Era una carrera mixta; no fue mi intención no detenerme cuando lo chocaron. Vale, era un chico todavía, nuevo en esas cosas.
-¿Te gusta Kimberly? -me preguntó, tomándome desprevenido.
Su pregunta me hizo esbozar una pequeña sonrisa.
-La sonrisa me lo dice todo -respondió,
Solté un chasquido sin darle importancia. Pero joder, no se en realidad si me gusta, o solo es una obsesión.
-A tomar por culo, no voy a seguir hablando contigo, tío -dijo, aunque no es que no quisiera contarle a Matteo lo que sentía cada vez que veía a Curie. Sabía que él sentía lo mismo por Julia.
Es solo que algo dentro de mí se negaba a aceptar esos sentimientos. Odiaba sentirme como un idiota cada vez que pensaba en ella; su mirada era algo que no podía sacarme de la cabeza. Su voz, sus mejillas sonrojadas al mirarme y sus labios se habían convertido en una droga de la cual me estaba volviendo adicto. Había dicho que me alejaría de ella, pero algo me decía que debía quedarme cerca.
-Bien, solo irán Brad y Matteo; las preguntas serán las mismas de siempre. No hay polémicas ni nada que os pueda preocupar -mencionó Leire dándonos una tarjeta de invitación que la radio le había dado.
Me había olvidado de la entrevista. Tenía tantas cosas en mi cabeza que asimilar que olvidé prepararme para la entrevista de mañana.
-Yo quiero estar presente -reprochó Kyler, dándole un portazo a la mesa.
Leire lo miró con las cejas arqueadas.
-¿Ahora te encanta estar presente en una entrevista? -le preguntó con los brazos cruzados.
Kyler no respondió y se encogió de hombros.
Dom lo miró burlón mientras masticaba un chicle.
-Solo quiere ligar con la fotógrafa -mencionó Dom con una sonrisa vengativa.
Kyler lo miró con los ojos abiertos.
-No seas tolai, bro.
-No soy tolai; digo la verdad...
-Kyler, os encargaréis de responder los primeros comentarios de las publicaciones en las redes sociales -dijo Leire-. Dominik, ya sabes cuál es tu trabajo.
Dom asintió. Él es el encargado de editar junto con nuestro productor. Un trabajo que yo quisiera tener; como líder de la banda tengo que responder todas las preguntas de la prensa e ir a las entrevistas de radio. Pero esta entrevista será especial: siempre estuvimos esperando la llamada de esta radio para ser invitados a su programa y finalmente se cumplió. No puedo cagarla.
-Hora de ensayo; pónganse en sus lugares -finalizó Leire.
Narra Kimberly:
-¿Otra vez faltó a clases?-me pregunta Julia, mirando el asiento vacío donde se sienta Leire.
Frunzo los labios y asiento mientras meto mis cuadernos en la mochila. Leire no puede seguir en esto. No quiero que termine la carrera, pero creo que no le está poniendo dedicación. Se la pasa todos los días en casa de los invencibles.
-¿Crees que la expulsarían?
-Leire es muy inteligente, no creo que dejen salir a estudiantes buenos. Quizás le den una charla sobre lo que tiene que hacer en la universidad-expresé, sintiéndome un poco decepcionada.
-Tantas cosas y no te pregunté: ¿cómo te fue con el cantante?-le pregunté mientras ponía mi mochila en el hombro, casi perdiendo el equilibrio.
Julia me sostiene rápidamente.
-Niña, estás muy débil últimamente. El pianista te tiene débil...
-Julia, te hice una pregunta.
Esa es su manera de desviar el tema.
-Bien, tenéis que saber todo con lujos y detalles-me jaló hacia la salida del salón de clases-. Estoy flipando; nunca en mi vida había sentido eso con alguien más. Ese hombre es muy majo conmigo.
Elevé ambas cejas y recordé a Brad. No he sabido de él desde anoche. Ya lo extraño. No sé qué me pasa con él; si esto que estoy comenzando a sentir es real o solo una obsesión estúpida. Anoche me acosté muy feliz y me levanté igual. Y ahora mismo me siento casi como Julia.
Caminamos hacia la salida de la universidad, y Julia todavía me tenía sujeta del brazo, como si temiera que alguien la escuchara.
-Ahora sí. Esos chicos, aparte de cantantes, corren en carreras de coches-expresó con voz chillona.
Mi ceño se frunció.
-Anoche, después de que Matteo y yo cenamos, me dijo que me llevaría a un lugar especial. Vale estaba emocionada; pensé que iba a ser algo inolvidable para ser nuestra primera cita-tomó aire, hablando rápidamente-. Y resulta que me llevó a una pista abandonada; había muchos autos. En una carrera fui su copiloto. Me encantó la adrenalina; fue algo...
-¿Julia, sabes lo peligroso que son esas carreras de autos?-le dije tratando de no sonar molesta.
No quiero arruinar su felicidad, pero estoy traumada con todo lo que me ocurrió cuando era pequeña.
-Sí lo sé. Pero no pasó nada malo; ganamos la carrera y me llevó a casa. No hicimos nada peligroso o pícaro.
Negué lentamente.
-No es para tanto.
-¿Te gusta Matteo, verdad?-le pregunté mientras veía sus ojos brillar por la felicidad.
Tomó aire y exhaló como si aquella pregunta le provocara un revoltijo en el estómago.
-Me conoces; sabes cómo me siento cada vez que me enamoro de un chico. Lo que me pasó con Abram me dejó decepcionada. Pero joder, Matteo es diferente; es muy majo.
Sonreí. Creo que soy la única que la entiende; me pasa lo mismo con Brad.
-Anoche hablé con Brad... -le dije finalmente. Julia me miró atenta-. Lina y él no son novios; me lo aclaró.
Julia elevó ambas cejas y frunció el ceño.
-¿Acaso son amigos con derechos? -mencionó con sarcasmo.
Asentí. Ella volvió a elevar las cejas dramáticamente y soltó una risa pícara.
-Ese sí es un tío con estilo.
-Algo me dice que Brad esconde algo muy importante.
-Le pregunté a mi chico por la vida privada de Brad y en realidad nadie lo sabe; solo Leire y Dominik.
Sé perfectamente que Leire conoce la vida de Brad. Por esa razón no quiere que yo me acerque a él... ¿Pero por qué? Será tan mala su vida... Sé que su madre murió; solo eso nada más. Y sé que en realidad no es tan odioso como pensé.
Caminamos hacía el coche de Julia. La clase de hoy no estuvo tan aburrida como las pasadas, entendí muchas cosas, respondí a la preguntas de los debates.
Me iba a subir al auto cuando una mano tocó mi hombro, obligándome a detenerme de golpe. Al principio, su presencia me extrañó, pero pronto recordé la camisa.
-Hola, Kimberly.
-Hola, Sainy...
Ella se echó a reír como si mi saludo fuera un chiste increíble.
-Es Shinais. No quiero quitarles tiempo, ¿tenéis la camisa?
Recordé que todavía no le había pedido el autógrafo.
-No lo siento, no tengo la camisa, deberías de pedirlo tú.-le dije.
Ella sonrió.
-No pasa nada, solo quería decirte que debes de ser más prudente, Lina ya sabe que hay una chica en la vida de Brad.
Mi ceño se frunció.
-No se de que hablas-me subí al auto.
-No pasa nada, cuando la tengas me la das.-me dijo finalmente yéndose.
-¿Y esa chica quién es? -preguntó Julia con el ceño fruncido poniendo el auto en marcha.
Suspiré y la miré con fastidio.
-Es la amiga de Lina.
De repente, Julia frenó y me hizo dar un respingo; mi corazón palpita con fuerza y tuve que controlar mi respiración.
-Mierda, lo siento... -susurró acercándose a mí.
-Vale, no pasa nada -dije con un tono algo agitado.
-¿Desde cuándo conoces a las amigas de Lina?
Controlé mi respiración, tratando de no perder la paciencia.
-La conocí en París, en el restaurante donde se presentaron Los Invencibles.
Julia hizo una mueca.
-¿Una camisa? ¿Un autógrafo? ¿Qué carajos está tramando Kimberly?
-No sé. Ella se acercó a mí con amabilidad y me pidió eso.
-Y tú, como buena tía, te creíste todo eso. Joder, Kim.
Me encogí de hombros, intentando no darle mucha importancia.
-No estaba pendiente de eso. Solo trataba de recuperarme mentalmente de todo lo que había pasado.
-¿Vas a trabajar hoy? -me preguntó, desviando el tema.
-Sí. Necesito hablar con papá y preguntarle por Kamila.
Aún no estaba tranquila; quería que mi hermana estuviera bien. Ojalá mis padres tuvieran un poco de corazón y estuvieran más pendientes de ella.
-¿No has pensado que algo pasa con tus papás? -mencionó Julia mientras estacionaba el coche en una cafetería.
-No sé, Aran me comentó que tiene que decirme algo importante sobre mi padre, pero no estoy segura.
-Deberías investigar por tu cuenta y no depender de los demás. Yo te puedo ayudar...
-No, Julia. Quiero dejar las cosas así...
Me interrumpió bruscamente:
-No me jodas. ¿Quieres seguir así con tus padres? Si yo digo que vamos a investigar, lo haremos.
Iba a hablar, pero me volvió a callar:
-Te callas.
Se bajó del coche y cerró la puerta de un portazo.
¿Será que mis padres esconden algo?
Sonreí y cerré la puerta, olvidando un poco del susodicho. No sé qué va a pasar entre él y yo; lo único que sé es que mi corazón se acelera y mis mejillas arden cada vez que lo veo. Sus ojos negros son hipnotizantes, su piercing en la nariz es intrigante, el olor de su perfume es embriagador y sus labios cálidos son irresistibles.
Entré en la cafetería y vi a Julia esperándome impaciente. Ese es uno de sus problemas: se estresa rápido y pierde la paciencia.
-Pensé que te ibas a quedar en el auto -me reprochó mientras devoraba un pedazo de pastel de chocolate.
Negué con la cabeza y me senté, sonriendo como una niña chiquita sin razón aparente. A veces, un simple mensaje puede sacarme una sonrisa.
-¿Y de qué me perdí? -preguntó Julia, observando mi cara estúpida.
-Pues de nada.
-Kim.
-¿Eh?
-No hagas eso.
-¿Hacer qué?
-Comer rápido.
Dejé de comer mi pastel y la miré. Joder, olvidé cuánto me conoce.
Desvié la mirada hacia la entrada de la cafetería y vi a mis antiguas compañeras de baile riendo mientras pedían al mesero. Llevaban puesta ropa cómoda para bailar.
Suspiré y seguí comiendo mi pastel.
-Deberías volver al baile -dijo Julia, mirándome con seriedad.
La miré con una expresión burlona por su estúpido comentario.
-¿Qué? ¿Vas a renunciar a lo que te gusta por un puto capricho? No todo es trabajar, estudiar, trabajar y estudiar, Kimberly. Y tus pies ya están mejor.
Miré de nuevo a las chicas, quienes me vieron y me saludaron. Julia me lanzó una mirada que decía que tenía razón.
Tomé mi móvil y le respondí a Brad:
Yo: Hola. Sí, claro.
Lo vio inmediatamente. Sonreí otra vez, olvidando que Julia estaba frente a mí.
Brad: Vale.
-Uy, pero mira cómo te pone tu media naranja -comentó Julia con picardía.
La miré entrecerrando los ojos, pero ambas comenzamos a reír como locas.
*
-Dos cócteles tropicales.-pidió Nicolás.
Desde que llegué, he notado que Nicolás está raro. No sé si está molesto conmigo, pero algo le pasa. No me trata como siempre y, al preguntarle a Dara, ella tampoco sabe qué ocurre. Entiendo que todos tienen vidas privadas y problemas personales, pero no me gusta cuando la gente actúa así; me hace sentir incómoda.
Antes de entregarle los dos cócteles, lo miré y no pude quedarme con la intriga.
-¿Estáis bien? -le pregunté.
A veces pronuncia el acento español y me olvido de que soy francesa. Me miró extrañado.
-Estoy bien, Kim.
-Vale -le sonreí mientras le daba los dos cócteles.
-¿Desde cuándo Brad y tú se conocen? -me preguntó antes de ir a llevar el pedido.
Él se quedó pensativo y yo reflexioné sobre lo que iba a decir.
-¿Por qué la pregunta?
Se rascó la nuca, incómodo.
-Solo es curiosidad.
Y se fue a entregar el pedido, dejándome con la palabra en la boca.
-Hombres... -mascullé.
-Tenéis que entenderlo -me dice Jonas con una sonrisa pícara, apoyado en la barra.
Elevé ambas cejas.
-Así como tú entiendes a Sofía.
Silencio. Él también elevó las cejas, apoyándose más en la barra.
-Sofía y yo nos entendemos muy bien -respondió con una sonrisa amplia y divertida mientras miraba hacia ella, que estaba anotando un pedido. En realidad, le miraba los glúteos.
-¡Joder! Es tan...
Le di dos golpes en la espalda para hacerlo reaccionar.
-Sigue preparando los cócteles.
Han pasado más de tres horas y gracias al cielo el bar no está tan lleno. Eso es bueno. Desde lejos puedo ver a Nicolás hablando con Dara; ella le sonríe de una manera inexplicable, como si fuera feliz cada vez que habla con él. Aunque a veces parecen quererse matar.
Brad no me ha vuelto a escribir; supongo que ya debe estar en camino. Hoy le preguntaré más sobre su vida. Si realmente quiere que lo nuestro funcione, tiene que contarme un poco más. ¿Realmente habrá un "nosotros"? Mi respuesta es un tal vez.
Como ya no hay cócteles por preparar, decidí revisar mi teléfono y escribirle a Leire.
Leire: Hola tía ;)
Suspiré y guardé mi móvil en el bolsillo de mi falda. Desde que es la manager de la banda, Leire se ha distanciado de todas nosotras, de sus estudios y de todos en general.
-Es hora de cerrar el bar -mencionó mi jefe apareciendo de la nada.
Su cara me resulta familiar; es como si lo hubiera visto antes. Cada vez que lo veo, me recuerda a alguien.
Nicolás y los chicos se acercan al jefe. Nicolás vuelve a endurecer el rostro y le entrega las llaves.
-Gracias, Nicolás -agradece el señor Pascual-. Estoy muy agradecido con todos vosotros; os habéis comportado muy bien con los clientes. Dara, me gusta cómo entregas las cuentas bien ordenadas; Sofía, los clientes están sumamente agradecidos por tu atención; Nicolás, me sorprendes cada día. Y cómo olvidarme de los protagonistas de todas las noches -nos mira a Jonas y a mí-. Nadie se ha quejado de los cócteles ni del vino hasta ahora. Felicidades por hacer muy bien vuestros trabajos. Por eso mañana tenéis el día libre.
Solté todo el aire que ni sabía que tenía acumulado en mis pulmones. ¿Un día libre? Vale, me encanta la idea. Amo mi trabajo.
Llevaba media hora esperando a Brad y nada. No se había comunicado conmigo, lo cual me extrañaba demasiado. ¿Y si se arrepintió? Joder, no. Si me deja plantada, os juro que le doy una ostia.
No aguanto mis pies, mis piernas están cansadas y siento mis párpados pesados. Tengo frío; creo que fue una mala idea esperarlo. Mejor me voy a casa a descansar.
Desde lejos, puedo ver un auto negro lujoso acercarse, y no hace falta que lo reconozca: se detiene de golpe, parece que venía muy rápido.
Baja la ventanilla del auto y lo primero que veo son esos ojos negros y ese piercing. Antes de darme la vuelta para subirme al auto, siento la puerta abrirse.
Me detuve en seco cuando sentí su mano en mi cadera, jalándome hacia él. Me di la vuelta y me encontré con esa mirada hipnotizante.
-Hola, chismosa -dijo con una sonrisa.
Sonreí y miré sus labios. Dios, ¿por qué es tan perfecto? Él miró los míos y sentí mis mejillas arder. Joder, odio cuando me pone así.
-Joder, estás como un tomate -dijo mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, como lo hizo el otro día.
-Brad, estás invadiendo mi espacio personal.
Él rió negando con la cabeza.
-¿Crees que me voy a alejar de ti solo porque estoy invadiendo tu espacio personal? -me acercó más a él.
-Brad...
-Shh -puso su dedo en mis labios-. No digas nada.
Seguí mirando sus ojos, que tenían un brillo increíble.
-Brad, basta...
Se separó de mí y carraspeó. Caminó delante de mí y me abrió la puerta del auto.
-Ma Jolie -mencionó con una pequeña sonrisa pícara.
Sonreí y negué lentamente.
-Merci -agradecí mientras subía al auto. Antes de encender el motor, me miró con complicidad.
-Eres mala.
Fruncí el ceño.
-¿Eh?
Sonrió mientras encendía el auto.
-No sabes saludar a tu novio.
Hice una mueca al escuchar eso; él rió por mi reacción, imaginando lo que estaba pensando.
-Delante de tu ex soy tu novio -sonrió con confianza.
-Vale, se me había olvidado -repliqué con un tono juguetón.
-¿Cómo te fue hoy? -me preguntó mientras colocaba música.
-Bien; creo que fue un día tranquilo.
Me miró elevando ambas cejas en señal de incredulidad.
-¿Suelen ser siempre días pesados?
Asentí con la cabeza.
-Casi siempre.
-¿Tu jefe no es un capullo? -preguntó con rostro serio.
-No -negué-. Es un jefe normal; igual que su esposa.
Él soltó una pequeña risa sarcástica al escuchar "esposa".
-Esposa... -masculló burlón.
-Sí -respondí sin entender su risa sarcástica; olvidé que era bipolar en ocasiones.
-Vale, lo siento -dijo tras varios segundos de silencio. Era el momento adecuado para hacerle la pregunta que tanto me intrigaba desde hacía tiempo.
-Brad...
Él bajó la velocidad del auto y me miró atentamente.
-¿Por qué Nicolás y tú se llevan tan mal?
La pregunta no le sorprendió como pensé que lo haría; en cambio, sonrió de lado como si conociera un secreto divertido.
-Olvidé que eras chismosa -masculló burlón.
-Estoy hablando en serio -insistí con firmeza.
Su sonrisa desapareció al instante.
-Curie no...
-¿No confías en mí?
Tragó grueso y se quedó pensativo. Vale, no hacía falta que hablara: ya sabía que no confiaba en mí ni en nadie; esa era parte de su personalidad complicada.
-Sí confío en ti...
-¿Y por qué no me dices?
-No se trata de confiar; se trata de saber hacer las cosas bien -explicó finalmente después de meditarlo un poco más.
-Vale; según tú, ¿qué cosas quieres hacer bien?
Él meditó sobre su respuesta antes de hablar nuevamente:
-Quiero estar bien contigo, Curie.
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza; no pude disimularlo y sonreí rápidamente ante sus palabras llenas de significado profundo.
-¿Me vas a decir? -traté de continuar la conversación sin dejar las cosas así entre nosotros.
Finalmente, él suspiró.
-Curie... Nicolás y yo somos hermanos.
Mi mente quedó en blanco ante esa revelación inesperada.
-¿Qué?
Nota del autor:
salut comment allez-vous. Holiii, vale me he estado tardando mucho en actualizar, pero... Falta poquito para dejarlos completo. Os quiero agradecer por estar siempre aquí, ya vamos por los 2k y espero que ésto sea apenas el comienzo.❤️ Os amooo.
Y bien. Nos vemos en el siguiente capítulo😫.
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