Capítulo 36
-¡Prométannos que pasarán Navidad en París, por favor! -dijo mi madre, suplicando.
Brad, a mi lado, sonrió y asintió. Papá lo miraba con desconfianza. No sabía qué había ocurrido aquella noche entre él y Brad, pero la tensión era palpable; Brad solo le respondía con palabras cortas. Mamá, en cambio, le hacía miles de preguntas sobre su madre, Mónica, y él le respondía amablemente.
-Sí, en cuatro semanas estaremos en París -le dije a mi madre.
Ella sonrió y me dio otro abrazo. Kamila se despedía de Brad; ellos se cayeron muy bien. Mientras hablaban en francés, me despedí de mi padre.
Él me miró y negó con la cabeza, sabiendo que aún dudaba de todo lo que había pasado. Aún me sentía molesta por la situación; no podía ocultarlo.
-Espero que no tengas problemas con ese pianista -dijo papá con desdén-. Todavía dudo de su comportamiento.
Asentí, sintiendo el peso de sus palabras.
Kamila me dio un abrazo. Celebrar mi cumpleaños a su lado fue el mejor regalo. A pesar del resentimiento que aún guardaba hacia mis padres por mentirme, sabía que necesitaba tiempo para asimilarlo y poder superarlo.
-Cuida de mi hija -le dijo mi padre a Brad. Él asintió, mostrando una mezcla de burla y nerviosismo.
-C'est comme ça que ça se passera, M. Curie -respondió Brad con confianza.
«Así será, señor Curie».
Mi padre frunció el ceño.
-Tienes un acento increíble -comentó papá finalmente.
Pude notar cómo Brad casi se ríe ante el cumplido.
-Nos vemos en Francia, señor Curie -despidió Brad con una sonrisa.
Mi padre negó lentamente mientras mamá le agarraba del brazo para calmarlo.
-Fue un placer conocerte, querido -dijo mamá-. Me gustas para Kimberly -le guiñó el ojo juguetonamente.
Brad me miró y sonrió.
Al ver a mis padres y a Kamila alejarse en el auto, sentí una punzada en el pecho. ¿Una oportunidad? ¿De verdad valía la pena darle una oportunidad a mis padres? Suspiré profundamente mientras reflexionaba sobre ello.
-Tu madre me cayó bien -me comentó Brad a mi lado, rompiendo el silencio.
Me crucé de brazos y lo miré con los ojos entrecerrados mientras se acercaba lentamente.
-No te acerques a mí -le dije, deteniéndolo-. Distancia.
Él negó lentamente y, con un movimiento fuerte, me jaló hacia él, casi haciéndome caer.
-Me importa ahora una mierda la distancia -me susurra-. O me pones otro castigo, o me voy a volver loco.
No pude evitar reírme mientras me perdía en sus ojos negros.
-Han pasado dos días, Brad -le respondí.
-Dos días de tortura para mí. No te he dado un beso desde el día de tu cumpleaños; ya eso es un castigo demasiado.
Me reí de nuevo. La noche comenzaba a caer y era hora de ir a trabajar. El señor Pascual había estado un poco exigente últimamente. Según Nicolás, esta época del año era cuando más personas iban al bar, y en los últimos días había estado demasiado lleno.
-Curie -me susurra Brad al oído.
-Vale ya -le dije, rodando los ojos-. Pero eso no quiere decir que te haya perdonado por no haberme dicho la verdad.
Elevó ambas cejas y se separó un poco de mí.
-Hablando de eso, ¿cómo te sientes al respecto? No pude preguntarte antes porque sentía la mirada de tu padre sobre mí en todo momento.
Me eché a reír antes de responderle.
-Me dijeron la verdad, aunque es un poco descabellada.
Él me miró atento.
-¿Sabes quién es Gonzalo? -le pregunté.
Frunció el ceño.
-Sé quién es; lo vi salir un día de tu mansión en París.
Lo miré confundida. Él se encogió de hombros.
-Lo vi el día que te vigilé y te seguí.
Negué lentamente.
-Es mi abuelo -dije finalmente, sintiendo cómo mi corazón empezaba a acelerarse.
-Espera, ¿él no es el mayor domo?
Asentí.
-Sí, pero en realidad es el padre de mi padre. No sé, Brad; eso es lo que no puedo asimilar ni entender.
-Tranquila. En Navidad lo verás y le preguntarás todo lo relacionado a ese día; estoy seguro de que te dirá mucho -me aseguró con una sonrisa comprensiva.
-Tengo tantas preguntas que no sé por qué no le pregunté a mis padres -dije pensativa.
-Ma Jolie, todavía estás entendiendo parte de las cosas; ve con calma. Solo no dejes que esos recuerdos vuelvan, porque los ataques de pánico podrían regresar -me dijo mientras colocaba un mechón de cabello detrás de mi oreja.
-Pude controlarlo aquella noche -le respondí con una sonrisa orgullosa.
-Lo sé. Sé que puedes controlarlo -dijo él con confianza en su voz.
-Nunca lo había controlado así. He dejado de tomar mis medicamentos y nunca, pero nunca lo había controlado.
-Y lo seguirás controlando.
Leire llegó al estacionamiento, estacionando el auto en el garaje de la casa. En ese instante, Brad me miró con urgencia y dijo rápidamente:
-Kyler y ella...
-¡Shh!-le tapé la boca con un dedo, no quería que Leire escuchara.
Leire apareció con una pequeña sonrisa que se desvaneció al notar que el auto de mis padres no estaba.
-¿Tus padres...?
-Se fueron-le respondí con un tono casual, intentando restarle importancia.
Elevó ambas cejas, sorprendida, y dirigió su mirada hacia Brad.
-He hablado con la discográfica; mañana tienen que estar a primera hora en el estudio-anunció ella.
Brad asintió, y Leire pasó a nuestro lado, entrando en la casa con un aire pensativo. Yo podía sentir la tensión en el aire.
-¿Soy yo o está más neutral?-susurró Brad, observando cómo Leire se alejaba.
-No he hablado con ella-le respondí en voz baja, sintiendo un nudo en el estómago. Había tantas cosas en mi mente, pero lo más preocupante era Kyler.
Él me miró con intriga, esperando más detalles.
-Tuvieron la cita-le confesé finalmente-. Leire lo rechazó.
Brad hizo una mueca de comprensión y asombro.
-Ya lo sabía. Esas miradas durante el ensayo no eran normales.
Suspiré, sintiendo que todo se complicaba aún más.
-Sé cómo es Leire; no es capaz de rechazarlo sin razón. Quizás Kyler quería algo rápido y...
-Y yo conozco a Kyler; sé cómo es él. Es impulsivo, no mide las consecuencias de sus actos. Quizás sí le guste Leire y quería enredarse con ella de inmediato.
La preocupación crecía dentro de mí.
-Necesito hablar con Leire-dije decidida.
Brad asintió y me dio un suave jalón hacia él, dándome un beso cálido que me sorprendió por su intensidad. Sus labios eran cálidos como siempre me gustan, aunque el ligero sabor a cigarrillo era un poco desagradable.
-Nos vemos esta noche en el bar-dijo mientras caminaba hacia su auto.
Asentí mientras lo veía alejarse.
Al entrar a casa, vi a Leire sentada en el sillón, pensativa. Su expresión reflejaba un torbellino de pensamientos que la afectaban profundamente. Sabía que, a pesar de su amargura, había una pequeña posibilidad de que le diera una oportunidad al amor. Nunca la había visto enamorada, a pesar de que muchos chicos andaban tras ella y ella ni siquiera les prestaba atención.
Me senté a su lado en el sillón. Ella me miró de reojo.
-No hace falta que me preguntes; sé lo que vas a preguntar -dijo con desánimo.
Suspiré pesadamente.
-¿Cómo sabes lo que voy a preguntar, Leire?
Ella se encogió de hombros.
-Tu papel de cupido se te da fatal -respondió con una sonrisa amarga.
Fruncí el ceño.
-Sé que fue tu idea; nadie más sabe que me gustan los tulipanes, excepto Julia y tú.
Fruncí los labios, sin querer imaginarme qué le había dicho a Kyler aquella noche.
-Leire, quiero que entiendas que Kyler solo hizo eso porque siente algo por ti. Yo simplemente quise ayudarlo.
-Kim, sé cómo es Kyler; lo sé perfectamente. Fue el primero al que conocí y con quien me abrí en amistad. Pero ver cómo cambió de su personalidad tranquila a convertirse en alguien superficial me hizo darme cuenta de que no estaba bien.
-Leire, a veces las apariencias engañan...
-Sí, lo sé -interrumpió-, pero tú misma has visto cómo es Kyler. Es demasiado mujeriego. No puedo dejarlo entrar en mi vida sabiendo que todos los días se acuesta con una chica diferente.
-Leire, ¿y si cambia por ti? ¿No te has puesto a pensar en eso?
Soltó una risa sarcástica.
-Él no va a cambiar por mí, Kimberly. Lo conozco demasiado bien; no dejará de enredarse con mujeres solo por mí. Prefiero estar así: distanciada y enfocada en mi trabajo y mis estudios.
Negué lentamente. Por un lado, tenía razón: Kyler no era ningún santo. Pero tampoco era justo cerrarle la puerta sin darle una oportunidad.
-Estás siendo muy injusta contigo misma -le dije con firmeza.
-Kim, no te metas. Yo no soy tú, que se enredó con Brad sin pensar.
Negué nuevamente.
-Estás siendo muy injusta con Kyler. Sé que te gusta y que sientes algo por él; hay esperanzas en tu corazón. No es justo tratarlo así.
-No te metas en mi vida, Kimberly -replicó molesta-. Yo respeté tu noviazgo con Brad; respeta mi decisión. Si no quiero estar con Kyler es por una razón válida.
Sonreí burlona.
-¿O sea que sí le vas a dar esperanzas?
Ella negó con la cabeza.
-No quiero dar esperanzas porque no estoy enamorada de Kyler. Es un tipo buenísimo y tiene su encanto, pero siempre será solo mi chico versión manager para mí.
-Leire, por Dios, no mezcles tu carrera profesional con tus sentimientos -le dije tratando de hacerla reflexionar.
-Basta, Kimberly. Basta por Dios -exclamó exasperada.
-Bien -me encogí de hombros-. ¿Qué tanto conoces a Kyler?
Ella abrió la boca para protestar pero decidió guardar silencio.
-Ves, no lo conoces bien porque si lo hicieras ya sabrías que está locamente enamorado de ti. Cada vez que caminas o hablas, todo en ti le llama la atención. Debes tener cuidado con cómo lo rechazas; no sabes si eso realmente le duele.
-¿Dolerle? -repitió ella incrédula-. No creo; hace rato estaba hablando con una chica fuera del hotel.
-Leire...
Se levantó y se frotó el cabello con las manos, visiblemente frustrada.
-No quiero hablar del tema -dijo mientras se alejaba del sillón.
En eso, Julia abrió la puerta y entró hecha una furia.
-¡No puedo creerlo!-grita molesta-. ¡No puedo creerlo!
Leire y yo nos miramos las caras, dejando atrás nuestra antigua conversación. La tensión en el aire era palpable, y el ambiente cambió de inmediato.
Julia se dejó caer en el sillón mientras negaba lentamente con la cabeza, como si intentara deshacerse de la frustración que la consumía.
-Ese hijo de...-se detuvo de golpe y nos miró con ojos desafiantes-. ¿Qué hacen ustedes dos con esas caras? ¿Acaso hay un velorio?
-¿Y qué haces tú con esa cara? ¿Te volviste loca?-le respondió Leire, cruzando los brazos con desdén.
-No, Leire, simplemente el hijo de... El profesor no quiso que participara en un evento de fin de año donde todos participarán y yo no. Porque, según él, soy la mejor en estilismo y ya las personas lo saben.
-Eso es fabuloso-le dije con una pequeña sonrisa, tratando de calmarla. Pero ella me miró como si le hubiera dicho que el cielo es amarillo.
-No lo es, Kim. No podré participar; estaré de jurada. Yo quiero participar, no quiero estar sentada en una silla viendo a todos desfilar como si fuera un trofeo olvidado.
Leire intentó intervenir para suavizar la situación.
-Calma, Julia-le dice con un tono más conciliador-. Deberías sentirte orgullosa. Te dijeron que eres la mejor; yo estaría gritando de alegría.
Julia negó con la cabeza, claramente todavía molesta.
-Bien, ¿y de qué hablaban antes de que entrara yo?-nos preguntó con curiosidad.
Me mordí la mejilla, sintiendo que el momento era delicado. Miré a Leire, esperando que ella tomara la delantera en la conversación.
-Estábamos hablando de Kyler...-empecé a hablar.
-De los chicos y cómo han evolucionado; cómo Kyler hace bien su trabajo como guitarrista-intervino Leire rápidamente.
Julia elevó ambas cejas con interés.
-Y en cómo te mira también-añadió ella con una sonrisa traviesa.
Casi me echo a reír porque sabía que Julia no era tonta; se daba cuenta de todo lo que pasaba a su alrededor.
-No quiero hablar de eso-le respondió Leire, intentando cambiar de tema y evitar el sonrojo que comenzaba a asomarse en sus mejillas.
-Oh vamos, Leire. Kyler está buenísimo; es respetuoso y tiene una personalidad que te mueres. Seguro en la cama es un...
-¡Julia!-murmuré, intentando detenerla antes de que dijera algo demasiado atrevido.
Ella levantó las manos en señal de rendición pero sonrió pícara.
-Vale ya, pero en serio. Kyler es un gran hombre, Leire. Deberías darle una oportunidad...
Leire se levantó del sillón y empezó a alejarse de nosotras mientras decía:
-Las dos se pusieron de acuerdo para amargarme la tarde...
Julia me miró intensamente después de ver a Leire partir hacia la cocina.
-Dime todo lo que sabes.
*
-Y eso se prepara así-me dice Jonas, mientras me enseña a hacer un cóctel especial.
El bar está demasiado lleno. Las chicas ya no pueden más con tanto trabajo y, sinceramente, yo tampoco. Mis pies arden y mis piernas duelen. El olor al alcohol me parece desagradable en este momento; no quiero seguir así.
Jonas me mira con una ceja enarcada.
-Me contó Nicolás lo de tu familia. La verdad, eres una chica valiente por poder estar así tan tranquila después de lo que ocurrió.
Suspiré, dejando la bandeja lista con las bebidas.
-Siempre hay que dar una segunda oportunidad.
-No siempre-me dice con una mueca-. Dependiendo de quién sea. Por ejemplo, a mi ex no le daría una oportunidad.
Rodé los ojos.
-Jonas, eso es muy diferente.
-Lo sé, querida, pero de verdad, depende de quiénes sean.
Asentí esta vez dándole la razón.
-Sofía, ¿cómo estás con ella?
Él suspiró y miró hacia Sofía, que estaba hablando animadamente mientras anotaba un pedido.
-Bien, ya no es tan aburrida; ahora sí se divierte conmigo.
Negué riendo mientras seguía preparando los chupitos. En ese momento, una silueta que conozco muy bien se acerca a la barra.
Su cabello rubio, sus ojos color azul y su sonrisa tierna me resultan familiares, pero sé que no es lo que parece. Mi ceño se frunce al verla.
¿Qué hace ella aquí?
Nicolás la abraza como la última vez que la vimos. Dara también se acerca y la abraza fuertemente, sin olvidar pegar un chillido al reconocerla.
-¿Y esa preciosura?-me pregunta Jonas viéndola de arriba abajo.
No le respondo; mi mirada está tan concentrada en ella que no me he fijado en nada a mi alrededor. ¿Por qué Dara la abraza como si también la conociera? Recordé que es amiga de Nicolás desde hace mucho tiempo; supongo que también la conoce.
Sin embargo, algo en ella no me cae del todo bien. Lina era chocante, sarcástica e irónica; ya lo sabía. Pero Ally parece ser una chica normal. Aun así, hay algo dentro de mí que me dice que esté cerca de Brad no es buena idea.
No son celos... No son celos.
Julia tiene razón: no puedo ponerme celosa. Conozco a Brad; sé que no es capaz de hacer nada de lo que me imagino.
Ella se gira hacia mí y me sonríe amablemente.
-Hola, Kimberly, no sabía que trabajabas aquí-me dice con una pequeña sonrisa.
Intenté devolverle la sonrisa, pero me fue imposible.
-Hola, Ally. ¿Y tú qué haces aquí?
Bum, toma eso perra.
¿Espera? ¿Le dije "perra"?
-Recuerda que le dije a los chicos que viviré un tiempo aquí. Solo será un tiempo.
Elevé ambas cejas.
-Qué bien.
Ella frunció el ceño.
-¿Eres francesa?-me pregunta.
-Sí, lo soy-le respondí.
-Vaya, qué bien. Siempre quise aprender francés. Brad me enseñó algunas palabras como "te amo", "te quiero", "ma jolie", "ma femme".
Una presión desconocida se instaló en mi pecho al escuchar las últimas palabras.
-Son las más fáciles-le respondí de mala gana.
¿Es en serio? ¿Brad le decía así? Y viene y me dice a mí eso.
-Bueno, supongo que tú me enseñarás algunas-me dice con una sonrisa.
-Claro.
Ni lo sueñes, estúpida.
En ese momento, Jonas me interrumpe:
-Kim, debes de preparar el otro cóctel.
Asentí y saqué dos vasos, todavía podía sentir la mirada de Ally sobre mí.
-Es curioso. Agus siempre me decía que sus gustos eran diferentes a los tuyos, y mírate ahora-comentó Ally con tono burlón.
Cerré los ojos tratando de no perder la paciencia y le sonreí forzadamente.
-¿Qué? ¿Te sorprende que esté con él?
Ella soltó una risa ligera.
-No, al contrario. Me alegro mucho de que estés con él. Eres una gran mujer.
Fruncí los labios mientras intentaba mantener la calma.
En ese instante, Brad apareció en el bar con una pequeña sonrisa, pero al ver a Ally su expresión se amplió aún más.
Joder. Muy mala idea que seas amigo de tu ex.
-Hola muñeco-le dice Ally dándole un abrazo efusivo.
-Hola, Ally. Por fin en casa-respondió Brad al separarse de ella.
Me mordí la mejilla mientras Jonas me miraba burlón y susurraba en mi oído:
-Cuidado y se comen al niño bonito.
Comenzaron a hablar animadamente; Brad ni siquiera me miró desde que llegó. Estaba tan entretenido hablando con Ally que perdí la noción del tiempo.
Ally rompió el silencio:
-Kim, ¿nos das dos chupitos?
Brad me guiñó un ojo, pero al ver que no le sonreía, su expresión se tornó seria.
-Sí, claro-le respondí mientras le daba los dos chupitos. Pero antes de tomarlo, Ally me miró y dijo:
-No, mejor tres. Uno para ti también.
-Lo siento, tomarán ustedes solos; yo no puedo beber -dije mientras limpiaba la barra con desánimo.
Ya no había casi gente; la mayoría se había ido. Ally era la protagonista de la noche. Todos estaban tan concentrados hablando con ella: Nicolás, Dara e incluso Jonas... claro, y Brad también se olvidó de mi existencia por completo.
-¿Te cae mal?-me pregunta Sofía, mirando hacia los chicos que ríen animadamente en la mesa.
-No-respondí, aunque en el fondo sabía que no era del todo cierto.
-Kim, no te engañes a ti misma. Sé que te cayó mal. Pero no dejes que esos celos te consuman. ¿Por qué no te acercas a ellos, hablas un poco, te unes a la conversación con tu novio? Estar aquí en la barra solo va a llenarte de pensamientos oscuros.
Negué con la cabeza, sintiendo cómo una punzada de incomodidad se instalaba en mi pecho. No quiero estar allí. Ellos parecen tan felices, compartiendo anécdotas y riendo juntos. Yo me siento como un pez fuera del agua, incapaz de encontrar mi lugar entre ellos.
-No, Sofía. Ya es tarde. Debería irme-dije con un tono decidido, aunque mi voz temblaba ligeramente.
Me quité el delantal y tomé mi bolsito con manos temblorosas. La verdad es que no sé si lo que siento es celos o simplemente un profundo disgusto por la situación. Brad le sonríe a Ally de una manera inexplicable, y eso me hace pensar que quizás todavía guarda sentimientos por ella. No quiero pensar en eso.
Caminé hacia la salida, pero antes de salir decidí despedirme; no quiero que mis celos sean tan evidentes.
-Bueno, tengo que irme. Espero que tengan una linda noche chicos-dije, intentando sonar convincente mientras forzaba una sonrisa.
Brad me miró con el ceño fruncido, como si intentara descifrar qué estaba pasando por mi mente.
-¿Ya? ¿Tan rápido?-preguntó Ally con un tono de sorpresa en su voz.
-Sí, tengo que hacer unas cosas en casa-respondí evasivamente, sintiendo cómo mis palabras se deslizaban sin poder contener mi desasosiego.
Ella arqueó una ceja, como si no le convenciera del todo mi respuesta.
-Qué lástima-dijo ella.
Nicolás también me miró con curiosidad antes de volver a sumergirse en la conversación con Ally.
Me despedí nuevamente y caminé hacia la salida.
Cuando estaba ya montándome en el auto, una mano tomó mi brazo.
-Curie-suspiré, girando para encararlo.
No podía ocultar los celos que burbujeaban dentro de mí.
-¿Qué te pasa?-me preguntó, su voz cargada de preocupación-. Te noto extraña.
-Estoy bien-respondí, dándome la vuelta, pero él me detuvo nuevamente.
-No, no lo estás. Te noto inquieta.
-No quiero hablar, estoy cansada.
-Curie...
-No quiero hablar-repetí con firmeza.
-Solo dime qué te ocurre.
-¿Qué me ocurre? Ni yo sé qué me ocurre. ¿Cómo quieres que te dé una explicación de algo que no entiendo?
Negó lentamente, como si estuviera desentrañando un misterio.
-Sé lo que te pasa. Estás celosa de Ally.
El solo pronunciar su nombre me hizo apretar los dientes.
-No quiero hablar del tema-dije, intentando darme la vuelta, pero su mano se cerró más fuerte en mi brazo.
-No hace falta que mientas. Te conozco demasiado bien. Te lo repito: Ally no significa nada para mí. Lo nuestro quedó en el pasado; no siento nada por ella, solo la quiero como una amiga. Y es injusto cómo la tratas; me he dado cuenta de que la tratas con desdén. Ella no te ha hecho nada, Curie...
-No la he tratado mal, Brad.
Él frunció el ceño, y por un momento vi en sus ojos una mezcla de decepción y frustración.
-Ma jolie, te conozco -me dijo con seriedad, y casi puedo jurar que no es el mismo Brad de antes.
-¿Y qué te preocupa? Si lo que te preocupa es que la estoy tratando mal, estás equivocado. No estoy tratando mal a nadie. Y que sea la última vez que me llames "ma jolie", porque así la llamabas a ella.
El frunció aún más el ceño, confundido y molesto.
-Yo a ella no la llamaba "ma jolie". ¿De qué hablas?
-No te hagas el desentendido -le respondí con un tono cortante-. ¿Sabes algo? Quédate hablando con ella. Yo me iré a casa.
Esta vez no me detuvo. Me subí a mi auto y dejé atrás todo lo que sentía: el enojo, los celos, las inseguridades... No quería seguir así. Me hervía la sangre; sabía que no debía tratarlo así, pero soy mujer y sé cómo nos comportamos cuando seguimos sintiendo algo por alguien, especialmente si es nuestro exnovio.
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