Capítulo 31
-No.
-No acepto un "no" como respuesta.
-Brad, no insistas.
-No estoy insistiendo, solo te estoy recordando.
Me encogí de hombros mientras negaba lentamente.
La idea de ir a París me atormentaba y al mismo tiempo me llenaba de anhelo. Quiero ver a mis padres, pero la presión de sus expectativas es abrumadora. Conozco a mi padre; él es capaz de decepcionarse de mí en un abrir y cerrar de ojos. Mis padres son esos tipos que sueñan con una hija perfecta, y por Dios, nadie es perfecto en esta vida.
No puedo ser lo que ellos quieren que sea. Sé que desean lo mejor para mí; Flor y Gonzalo me lo repiten todos los días, como si eso pudiera cambiar la realidad. Pero su actitud distante sigue ahí, como una muralla que no puedo atravesar.
Brad me ha estado agobiando toda la mañana con eso.
-Brad, no conoces a mis padres-le dije, frotándome el cabello con las manos.
-Por eso quiero conocerlos. ¿Acaso es mucho? Quiero que lo nuestro sea serio y formal; no le veo nada malo a que quiera conocer a tus padres.
Suspiré pesadamente, sintiendo cómo el peso de la frustración se instalaba en mi pecho.
-Brad, no sabes lo que ocurrió-le dije con voz seria, intentando que comprendiera la profundidad de mi angustia.
-Lo sé, tienes razón; no sé lo que pasó. Pero tú misma me contaste Curie, sobre tu accidente. ¿Acaso quieres seguir toda tu vida así con tus padres?
Mis pensamientos se arremolinaban en mi mente. La imagen de ese día trágico seguía tan vívida como si hubiera sucedido ayer. La culpa y el miedo eran compañeros constantes en mi vida desde entonces.
-Mon amour, lo sé. Pero solo dame tiempo-respondí finalmente, tratando de hacerle entender que no era un asunto sencillo.
-No, Curie, no te voy a dar tiempo. -Su tono era firme.
Mientras Brad arreglaba su maleta, yo lo observaba con los brazos cruzados. Él dejó el equipaje en el suelo y me miró burlón, pero su mirada tenía un matiz de seriedad que me hizo dudar.
-¿Qué es lo que tanto temes? -me preguntó al fin, rompiendo el silencio incómodo.
La verdad era que temía más que la decepción de mis padres: temía perderlo a él también. Pero ¿cómo explicarle eso sin parecer vulnerable?
-Temo a lo desconocido -dije finalmente-. No sé cómo reaccionarán mis padres al verte. No quiero arriesgar nuestra relación solo por una visita.
Brad se acercó un poco más y tomó mis manos entre las suyas.
-Entonces haremos esto juntos. No tienes que enfrentarlo sola -dijo suavemente-. Prometo estar a tu lado.
-Gracias por estar a mi lado-le sonreí con dulzura.
-Tenemos el día para nosotros-me dijo con una sonrisa burlona.
Me eché a reír, dejando atrás la antigua conversación que habíamos tenido.
-¿Qué propones que hagamos?-le pregunté, con curiosidad brillando en mis ojos.
Él se quedó pensativo, mirándome de arriba abajo lentamente. Su mirada tenía un destello travieso, y no podía ni imaginar qué estaría tramando en su mente perversa.
-Iremos a la playa, ma Jolie chismosa-me dijo con una sonrisa pícara.
-¿Playa? ¿Es en serio? ¿En otoño?-inquirí, sintiendo una mezcla de incredulidad.
Él se echó a reír, como si hubiera soltado la broma más divertida del mundo.
-¿No te atreves? Todavía no es invierno. ¿Qué crees? Es lo mejor-respondió, con un tono que me invitaba a dejar atrás las dudas.
La idea no era nada mala. El sol aún brillaba con fuerza y el aire tenía esa frescura.
-Bien, tengo un traje de baño en mi equipaje-dije, sintiendo que la adrenalina empezaba a correr por mis venas.
Pero él me detuvo con un gesto suave y decidido.
-Eso es una opción, pero nos vamos así-propuso, señalando la ropa ligera que llevaba puesta.
Fruncí el ceño y lo miré como si hubiera dicho una ridiculez monumental.
-No me mires así. No quiero que nadie te vea en traje de baño-insistió, con esa chispa de locura.
No es simplemente eso, eres famoso, que van a pensar.
-Bien, cómo tú digas.-mencioné finalmente.
La brisa, entre fría y cálida, acaricia mi cara. A pesar de ser un día increíble para estar en la playa, todo es perfecto. No hay muchas personas; solo estamos él y yo, con el mar extendiéndose frente a nosotros. Mientras caminamos, nuestras manos entrelazadas sienten la arena y el agua en nuestros pies, envolviéndonos en una tranquilidad absoluta. Brad me aprieta la mano y me toma de la cintura, dándome un beso cálido y profundo.
-¿Increíble, no? -me dice, mientras nos sentamos en una piedra gigantesca.
-Es perfecto -le contesto sonriendo.
-Sabes de qué me he dado cuenta -menciona con una sonrisa burlona-. Nunca te invité a una cita.
Sonrío junto a él.
-No hace falta la cita; me siento bien aquí a tu lado.
Él niega con la cabeza.
-No suelo ser ese chico que invita a citas; nunca se me dio bien. Pero, sin embargo, siento que estoy siendo mal educado.
Me echo a reír mientras acaricio su mano.
-No hace falta estar en una cita si estamos en el mejor lugar -le digo, señalando nuestro alrededor.
-El día que tú y yo estemos en una cita será el día en que te pida que seas mía para siempre.
Sonrío y siento cómo mi corazón palpita con fuerza.
-Ese día le daré un nuevo significado a la palabra "cita" -me dice.
-Esperaré ese día, créeme -respondo con sinceridad.
Él se ríe suavemente.
-¿Qué pensaste de mí cuando me viste por primera vez? -le pregunto con curiosidad.
Lo miro de reojo mientras observa el mar.
-Aparte de lo buena y sexy que estás, pensé que eras la chica más chismosa del planeta Tierra -me dice burlón pero sincero-. Puede que algo dentro de mí se limitara a no expresar sentimientos hacia ti, pero ma jolie, como te lo he dicho, esa noche llamaste mi atención.
Sonrío al recordar cómo nuestras miradas conectaron aquella noche: sus facciones marcadas, su piercing y su cabello negro desordenado. Le doy un beso que él corresponde al instante.
-¿Cómo fue tu primera vez? -le pregunto al separarme de él.
Él deja de sonreír y frunce el ceño.
-¿Primera vez? -repite con curiosidad.
-Tu primer beso -corrijo rápidamente.
Él eleva ambas cejas. No sé por qué le estoy preguntando estas cosas, pero tengo curiosidad ahora que sé quién es la chica de su primer beso.
-Bueno, supongo que mi primer beso fue a los doce años -dice mientras se ríe y niega lentamente-. Estaba en la mansión jugando con Ally y ella me besó. No fue para tanto; solo fue un beso inofensivo.
Me echo a reír al imaginármelo tan joven y despreocupado.
-Ally siempre fue así -dice serio-. Ella me enseñó muchas cosas sobre los besos y las relaciones jóvenes.
Oh, vamos Brad...
-Vale, es como dicen: el primer amor nunca se olvida -le digo.
Oh vamos Kim, no sientas celos.
Él niega levemente con una expresión pensativa.
-No se olvida, pero si dejamos ir todos esos sentimientos y los superamos...
Me encogí de hombros ante su reflexión profunda.
-Supongo que ella te olvidó, ¿no es así? -le pregunto, intentando mantener la conversación ligera.
Él notó las preguntas que le hacía y se giró hacia mí, con una expresión seria.
-¿Todavía sigues pensando que la quiero, Curie?
-No estoy diciendo eso, simplemente te estoy preguntando, Brad.
Él me miró burlón.
-Mientes mal -me dice, observando mis manos inquietas-. Estás jugando con tu anillo, eso siempre lo haces cuando estás nerviosa o mientes.
Suspiré pesadamente, sintiendo el calor en mis mejillas.
-Odio que sea tan notable. A veces desearía poder ocultar lo que siento.
Él se echó a reír.
-No te preocupes. Entre ella y yo solo quedó una linda amistad.
-Muy mala idea de que sean amigos -respondí, cruzando los brazos en un gesto de desconfianza.
-Lo es, pero lo decidimos así; era lo correcto. Ambos merecíamos seguir adelante sin rencores.
-¿Y por qué terminaron? -le pregunté, sintiendo curiosidad.
Él suspiró profundamente, como si la respuesta le pesara.
Brad nunca me contó de ella, siempre hablamos de nuestras vidas, pero no me comentó de ella.
-Se mudó. La distancia fue demasiado para nosotros -dijo finalmente.
Elevé ambas cejas.
-Curie, no pienses cosas que no son. Ella y yo solo somos amigos.
-No estoy pensando cosas raras -respondí rápidamente-. Ahora dime, ¿qué plan tienes para París?
Me miró rápidamente por la pregunta inesperada que le hice.
Un silencio incómodo se instaló entre nosotros mientras pensaba en mi respuesta. Tenía que ser honesta conmigo misma: por un lado, Brad tenía razón; debía ir a ver a mis padres y pedirles explicaciones sobre todo lo que había pasado en el pasado. Pero los nervios y el mal carácter empezaban a invadir mis pensamientos como sombras perturbadoras.
Y entonces estaba Kamila en mi mente; mi pequeña Kamila... ojalá mis padres estuvieran más pendientes de ella y no hubieran dejado que la distancia nos separara tanto.
-¿Lo pensarás? -me pregunta Brad, sacándome de mis pensamientos con su voz suave y ronca.
Asentí dudosa, sintiendo el peso de la decisión sobre mis hombros.
-Sí, pero tenemos que ir con la mentalidad de que puede pasar cualquier cosa. Ahora sé que puedo hacerlo porque estoy a tu lado.
Me dio un beso en la frente.
-Esa es mi chica-mencionó, pero algo en su voz sonó preocupado.
-¿Por qué siento que me estás ocultando algo, Brad?-pregunté, frunciendo el ceño mientras lo miraba a los ojos.
-¿Qué? No, nada, nada.-me respondió, levantándose de la roca y extendiendo su mano para ayudarme a levantarme.
Caminamos hacia dentro del mar, las olas acariciaban nuestros pies y el sol brillaba intensamente. De repente, él me quitó la camiseta y quedé solo en sujetador. Miré a mi alrededor con nerviosismo; no quería que la gente pensara mal de nosotros.
Él se quitó la camisa y, con un gesto travieso, me echó agua en el cabello. Me reí a carcajadas mientras él se sumergía en la profundidad del agua. Nadar no era lo mío; me sentía torpe y fuera de lugar, como una estúpida tratando de mantenerme a flote mientras él sonreía burlón desde abajo.
Cuando emergió nuevamente, nos encontramos en la superficie y compartimos un beso que hizo que todo lo demás desapareciera. El ruido del mundo se desvaneció; solo existíamos nosotros dos en ese momento perfecto.
-Era necesaria el traje de baño-mencionó él al oído, su aliento cálido provocando escalofríos por mi piel-. Quiero quitarte eso de encima...
-Eres un pasado-dije riendo, disfrutando del instante aunque una parte de mí aún se sentía inquieta por su actitud.
Al llegar al hotel, los chicos nos miraron de arriba abajo. Estábamos empapados, mientras ellos se concentraban en afinar sus instrumentos. En medio de ese bullicio, Kyler no pudo contener una sonrisa burlona al verme.
-Se fueron sin mí-dijo, sacudiendo la cabeza lentamente y con un aire de broma.
Nicolás, que estaba conversando con Dominik, me miró con una ceja levantada, evaluándonos a ambos.
-Brad, Leire no ha llegado. Es mejor que te cambies, porque si te encuentra así, te matará-le advirtió Matteo con un tono serio pero divertido.
Brad asintió rápidamente y salió del salón. Yo decidí quedarme; estaba empapada, pero no quería distraer a Brad. Sabía que se distraía fácilmente y no quería arruinar su enfoque.
-Si me hubieras dicho, yo también me hubiera ido contigo, nena-me dijo Kyler con una sonrisa pícara.
-No había plan para ti, querido-le respondí con un tono burlón.
Él se echó a reír.
-Qué lástima-dijo mientras me guiñaba un ojo.
De repente, se volvió más serio y me preguntó:
-Oye, dame consejos. Me dijeron que eres muy buena siendo cupido versión mujer. ¿Hay algo que pueda hacer para que Leire me dedique un tiempo?
Carraspeé, pensando en lo complicada que es Leire y casi reí por el cupido.
-No lo sé. Leire es un poco...
-Sé cómo es. Pero ¿no hay posibilidades de que me ayudes?
-¿Ayudarte en qué? ¿En conquistarla?
Su sonrisa se amplió al escucharme.
-Sí. Soy el único romántico del grupo. Quiero que me digas otros gustos de Leire.
Gustos de Leire... Esa era una pregunta interesante. Leire era una chica algo amargada; rara vez hablaba sobre sus sentimientos porque decía que no le interesaba del todo. Pero si Kyler estaba realmente interesado en ella, sabía que su corazón bondadoso podría hacer la diferencia.
Se me ocurrió una idea traviesa mientras sonreía pícaramente:
-Tengo una idea-mencioné con picardía-. Esta noche en los premios, te diré lo que debes hacer para conquistarla.
*
Me miré en el espejo por quinta vez. No puedo creer lo hermosa que me veo, es como si fueran sacado a otra Kimberly. Julia me termina de cerrar el vestido en la parte de atrás, mientras sigo viéndome en el espejo.
Mi vestido está demasiado hermoso, Julia hizo un gran trabajo en diseñarlo, de verdad tienen un talento increíble, es color rosa largo, las mangas caen en mis hombros. Es precioso.
Me terminó de arreglar el cabello en un moño alto dejando caer unos flequillos en mi frente. El collar de la melodía con la mariposa se ve perfecta en mi cuello.
-Y... Listo-dijo terminando de poner labial en mis labios.
Le sonreí con dulzura.
-¿Que haría yo sin tí?-le pregunté con una sonrisa burlona.
-No lo sé, ayúdame ahora tú a mí con mi peinado.-me dijo finalmente riéndose.
Su vestido está aún mejor, es azul cielo, largo escotado, como a ella le gusta, está maquillada, pero su cabello es un desastre.
-Bien, déjame arreglarte esto...
La puerta de la habitación se abrió y entró Leire..
Mis ojos se abrieron de par en par.
Dios mío...
Leire estaba aún más preciosa, su vestido vinotinto corto le quedaba demasiado bien, no se le veía ni tan corto, ni tan largo, su cabello está suelto y listo, mientras sus zapatillas negras altas combinan con su vestido, su tarjeta en su cuello esta combinado con un collar super sencillo pero hermoso.
-Dime que hiciste con la Leire original-le dijo Julia apuntandola con el cepillo.
Leire, al pesar, se que no se vistió sola, pero igual, hizo un gran trabajo.
-Estas preciosa-le digo con una sonrisa pícara recordando a como Kyler se pondría al verla así.
-Por tí cambiaría mi género Leire-le dice Julia en risa.
-No pierdas tú tiempo-le respondió Leire riendo-. Ustedes están hermosas, las adoro.
Nos dimos un abrazo, pero ella rápidamente se alejó de nosotras.
-Esta noche es especial para los chicos; es su último día de gira. Los veo más atentos a la banda y eso me alegra. Gracias por estar a su lado-nos dijo con sinceridad, su mirada brillando de emoción.
-Eres una manager demasiado hermosa, Lei-dijo Julia con una sonrisa que iluminaba su rostro.
-Ahora sí, nos vamos. Los chicos ya están en los autos-anunció Leire, dándonos un último vistazo lleno de complicidad.
Terminé de arreglarle el cabello a Julia; a pesar de ser rápido, le quedó súper bien. La textura de sus ondas caía perfectamente sobre sus hombros, realzando su belleza natural.
Al salir de la habitación, decidimos tomar el pasillo del hotel. Estaba nerviosa; esa noche les darían un reconocimiento a los chicos y un premio especial. La idea de la prensa me ponía ansiosa; mis padres seguramente ya saben que soy novia de Brad.
Al llegar al estacionamiento, vi a los chicos hablando o, mejor dicho, discutiendo. Matteo, el que más protestaba, le reclamaba algo a Kyler, quien solo lo miraba con una mueca de desdén. Dominik estaba recostado contra el auto con una actitud relajada y despreocupada, mientras que Brad tenía una expresión de fastidio que se disipó al verme. Su mirada recorrió mi figura de arriba abajo con un brillo impresionante mientras se acercaba.
-Santisimo-murmuró dándome su mano y llevándome a dar una vuelta-. Qué orgullo decir que todo esto es propiedad de Brad.
Me eché a reír ante sus palabras. Pero él no se quedó atrás; llevaba una camiseta de manga larga ajustada con tres botones desabrochados que dejaban entrever su piel bronceada. Encima se puso un saco negro que acentuaba su figura y tenía unos vaqueros un poco ajustado. Su cabello desordenado le daba un aire rebelde que me encantaba; y ese piercing... era mi debilidad total.
-Qué orgullo decir que Agustín Pascual, conocido como Brad Fernández, él pianista engreído y odioso, es propiedad mío-le respondí con picardía, repitiendo sus palabras.
Él sonrió con orgullo.
-Soy propiedad tuyo y de todas mis fans-me guiñó un ojo.
Negué lentamente mientras mi mirada se enfocó en Kyler, quien observaba a Leire de arriba abajo sin poder contenerse. Nadie se dio cuenta del intercambio porque la mayoría estaban distraídos con sus propias conversaciones. Sin embargo, Leire, mientras hablaba por teléfono, sacó el dedo medio como respuesta a algo que Kyler había dicho en voz baja.
¿Qué pasaría entre ellos dos cuando se conocieron? Conociendo a Kyler, podría haber hecho mil cosas para romper el hielo o hacerla reír. Pero por lo que se de Leire, no creo que fuera capaz de hacer algo tan atrevido como para provocar una reacción explosiva.
-Vamos, chico engreído-le dije a Brad, señalando hacia el auto donde los chicos ya se estaban montando.
Todos se veían más nerviosos de lo que había imaginado. A diferencia de los días anteriores, hoy no tenían que cantar. Solo debían esperar el reconocimiento que tanto anhelaban y saber si serían los ganadores del premio.
-Oye, Brad, no puedes compartir-dijo Kyler con un tono burlón refiriéndose a mí.
Nicolás, sentado a su lado, rodó los ojos con desdén. Él estaba vestido casi igual que Dominik, con una camiseta negra ajustada y jeans rasgados, pero Kyler se destacaba con su saco azul oscuro que le combinaba perfectamente con su tono de piel y sus rizos desordenados.
Brad no le respondió a Kyler; simplemente me tomó de la mano y me dio una sonrisa reconfortante.
-¿Quieres callarte?-intervino Matteo con seriedad, su mirada fija en Kyler como si pudiera hacer que se callara solo con su intensidad.
-No estoy hablando contigo-respondió Kyler sin inmutarse.
Elevé ambas cejas, sorprendida; nunca había pensado que Matteo sería el problemático de la banda. Pero cuando Julia le tomó la mano suavemente, vi cómo su expresión se relajaba poco a poco.
-Ay ya, problemático-dijo Kyler con un tono burlón-, un día aparecerá alguien y te dará tu ostia por idiota.
Leire rodó los ojos y se inclinó hacia Kyler para susurrarle algo al oído. En un instante, él se sonrojó intensamente y carraspeó nerviosamente.
Al llegar al lugar, la escena era un torbellino de emociones. Había mucha gente afuera, ansiosa por ver a sus ídolos. El auto se estacionó justo en la entrada, que no era como esas entradas glamorosas que suelen mostrar los famosos en las redes sociales; no, esta era diferente. Solo había una alfombra azul que contrastaba con el bullicio de los fans, una valla que separaba a las personas y dos vigilantes que intentaban mantener el orden.
Suspiré profundamente mientras Nicolás, fue el primero en bajarse. Se posicionó frente a la puerta del auto, captando nuestros rostros con su cámara. Siempre me sentía incómoda cuando me tomaban fotos desprevenida.
El segundo en bajarse fue Leire. En cuanto puso un pie fuera del auto, la multitud estalló en gritos:
"¡Manager hermosa!", "¡La más bella!", "¡Leire, una foto!", "¡Leire, te queremos!".
Luego se bajó Dominik, y los gritos se intensificaron aún más. Pero lo que realmente hizo vibrar a la multitud fue Kyler. Al verlo salir del auto, la gente casi se volvió loca; él era el más querido de todos.
Matteo se bajó junto a Julia. Ella siempre había tenido un talento especial para estar en el centro de la polémica; su sonrisa era magnética y atraía miradas curiosas.
Brad asintió hacia mí como diciendo "estoy listo", y yo simplemente asentí también. Al bajarnos, los gritos aumentaron otra vez; los murmullos sobre quién era yo y qué había pasado con Lina flotaban en el aire como un eco lejano.
Brad tomó mi mano y comenzamos a avanzar rápidamente hacia el interior del lugar. A medida que cruzábamos la entrada, una sensación de alivio me invadió; dentro ya no había voces ensordecedoras ni miradas inquisitivas, solo un ambiente más controlado donde algunos invitados se tomaban fotos sobre la alfombra azul junto a un fondo decorado con los nombres de los premios.
Los chicos pasaron por esa alfombra mientras varios fotógrafos y Nicolás les tomaban instantáneas en cada paso que daban. Julia y yo decidimos colocarnos en una esquina alejada para no llamar demasiado la atención, pero Brad no estaba dispuesto a dejarme escapar tan fácilmente. Me señaló a su lado con una pequeña sonrisa pícara que me hizo reír.
Nos tomaron varias fotografías juntos antes de decidir adentrarnos más en el lugar. En comparación con lo que uno ve en las redes sociales o en televisión, este evento era bastante diferente; era más íntimo y menos ostentoso de lo que imaginaba.
Leire trataba de alejar a la prensa con su encantadora personalidad y respuestas rápidas; después de todo, ella era la representante del grupo. Mientras tanto, nosotros seguimos caminando hacia el corazón del evento.
Había muchas sillas dispuestas en el amplio salón, y un escenario que brillaba bajo las luces. Nos sentamos en una fila, y Julia quedó a mi lado, con una sonrisa burlona en su rostro.
-Me siento como Victoria's Secret -me dijo, guiñándome un ojo.
Yo sonreí, mirando nuevamente el lugar. Brad, a mi lado, me tomó la mano con firmeza; podía sentir su nerviosismo y la ansiedad que emanaba de él. Casi iba a decir que estaba asustado, pero sabía que esos momentos eran parte de su mundo.
Cuando anunciaron a los finalistas para la banda del año, el ambiente se volvió eléctrico. Los primeros en ser mencionados eran una banda de jóvenes talentos que hacían rock. El segundo grupo era uno cuyas canciones me encantaban; claro que los conocía muy bien. La tercera mención quedó suspendida en el aire entre gritos y aplausos ensordecedores. Brad me apretó la mano con más fuerza.
-Y por último, el premio a la mejor banda del año va para... -el presentador hizo una pausa dramática mientras miraba un papel en su mano-. ¡Los Invencibles!
Brad soltó un suspiro profundo; no pude contenerme y lo abracé con todas mis fuerzas. Me correspondió al instante, levantándose junto con los chicos. Se merecían ese premio; son realmente los mejores. Mientras estaban en el escenario, el presentador le entregó el trofeo al líder de la banda: mi chico.
-No saben lo felices que estamos de estar aquí esta noche y de ser ganadores de estos premios -dijo Brad, su voz temblorosa del nerviosismo que lo caracterizaba-. Estamos muy agradecidos con todos nuestros fans por ser los protagonistas en todo momento de nuestra carrera musical.
Los chicos asentían con sonrisas radiantes.
-Lo importante en todo esto es la unión, el esfuerzo y ser positivos en todo momento, ¿no es así chicos? -miró a su banda, quienes asintieron entusiastas.
En ese momento Matteo tomó la palabra:
-Sí, lo esencial es la unión y el amor que le tenemos a la música. Pero todo esto que somos ahora es gracias también a una persona que ha estado desde el principio con nosotros. Ha estado en las buenas y en las malas, aguantando y teniendo paciencia con nosotros en todo momento. Gracias a ella hemos descubierto que no solo somos compañeros ni amigos; somos una familia unida. Aparte de ser nuestra manager y representante, es la mejor mujer que la vida nos ha regalado: Leire, gracias por ser nuestra manager Maléfica.
El salón estalló en aplausos ensordecedores, silbidos y gritos de admiración. Pude notar cómo las lágrimas se deslizaban por las mejillas de Leire al escuchar esas emotivas palabras; era raro verla llorar así. Los cinco se acomodaron para una fotografía memorable mientras Leire les agradecía con gestos efusivos hacia el público. En ese instante nos señaló a nosotros y nos lanzó un beso volador.
Era un momento único e irrepetible; sentí cómo mi corazón se llenaba de orgullo por Brad y sus amigos. La conexión entre ellos era palpable, una mezcla perfecta de talento y amistad sincera. Mientras celebraban su triunfo en el escenario, comprendí que ese instante quedaría grabado para siempre en nuestras memorias como uno de los mejores días de nuestras vidas.
Al terminar el evento, Brad no me soltaba. Estábamos abrazados mientras la gente los felicitaba. Esa noche se merecía una celebración especial.
-Bien-mencionó Leire con una sonrisa burlona-, supongo que hoy, doce de noviembre, faltando dos minutos para la medianoche, debemos irnos a un lugar, ¿no es así, chicos?
Su mirada traviesa me hizo dudar. Brad me dio un beso en la mejilla y sentí cómo mi corazón se aceleraba.
Doce de noviembre... Oh Dios, doce de noviembre...
Recuerdos llegaron a mí como un torrente indomable.
No, por favor, ahora no. Traté de respirar bien.
Vamos, Kimberly, tú puedes.
Pero la presión en mi pecho aumentaba; apreté la mano de Brad con fuerza.
-Ey, ¿estás bien?-me preguntó Brad, su voz resonando como ecos en mis oídos.
La ansiedad comenzó a invadirme; mi respiración se tornó errática y las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas.
Recuerdos, los recuerdos llegaron a mí en este preciso momento:
-Kim, vamos despierta-la voz de mí abuela-, mi niña...
El sonido de la radio.
-El presidente está enterado de todo los guardias no harán alcabalas...
-Gonzalo...
El nombre de Gonzalo resonaba en mi mente como un eco aterrador. Disparos, un estruendo... Su imagen aparecía nítida entre mis recuerdos: el guardaespaldas que había estado siempre a mi lado en esos momentos oscuros.
Gonzalo iba en el accidente... Era él quien había intentado protegerme aquel día fatídico.
No quiero dejar que los ataques de pánico puedan conmigo. Suspiro y traté de relajarme. No puedo recordar, no ahora. Temo a que no pueda seguir respirando, temo a todo, temo a la verdad.
-Kim, por favor-insistió Julia-. Concéntrate en el aquí y el ahora.
Al abrir los ojos, le sonreí con esfuerzo pero no podía respirar. Traté de alejarme y controlar mi respiración.
Vamos Kimberly.
Inhala.
Exhala.
Inhala.
Exhala.
Poco a poco mi respiración se fué controlando.
-Kim, vamos Kim, respira-me dijo Julia con voz suave pero firme-. Eso es preciosa, felicidades, pudiste controlarlo...
Leire a mí lado me abrazó.
-Esa es mi chica favorita-me dijo Leire.
-Feliz cumpleaños mi amor-me dijo Brad dándome un abrazo cálido-. Lo lograste. Pudiste controlarlo, no sabes cuánto te quiero.
Sonreí a pesar del nudo en mi garganta. Aunque ese día siempre traería consigo los peores recuerdos y un vacío en mi pecho que parecía inquebrantable, era también una nueva oportunidad para enfrentar mis pensamientos.
Ahora más que nunca necesitaba respuestas; debía hablar con mis padres y entender qué había sucedido aquel día trágico. Las sombras del pasado no podrían seguir controlando mi vida; era hora de tomar el control y buscar la verdad.
Con cada latido de mi corazón, sentí que la celebración aún podía ser especial si lograba transformar ese dolor en fuerza y determinación.
Es mi cumpleaños...
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