Capítulo 18
«Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también».
-Mario Benedetti.
Han pasado tres semanas, sí, tres semanas. Me he sumergido en el baile, en mis estudios y en mi trabajo. Tres cosas totalmente difíciles, pero no imposibles. En una de mis presentaciones de baile, di lo mejor de mí, y para mi sorpresa, Brad estuvo ahí apoyándome. Después de lo que pasó aquel día con Lina, no quise pensar más en éso.
Ahora mismo estamos en el departamento; los chicos decidieron salir a comprar algunas cosas. Sin embargo, he notado que Brad se ha comportado de manera un tanto extraña últimamente. Siempre habla sobre la distancia. Le he preguntado qué le pasa, si tiene algún problema, pero desvía el tema con una sonrisa o cambia la conversación. Es frustrante no poder ayudarlo.
Por otro lado, Leire ha cambiado un poco; ya no es tan amargada como solía serlo. Parece que ha encontrado algo que la hace feliz. Y Julia... bueno, Julia está saliendo con Matteo. Siempre me cuenta con lujos y detalles cómo le va con él; parece que están disfrutando mucho de su tiempo juntos.
-Estás pensativa-me dice Brad dándome un vaso con jugo fresco.
Acepto la bebida y le dedico una sonrisa tierna. Se sienta a mi lado en el sofá y coloca una película en el televisor. Mientras me acerco a él, pasa su mano por mi hombro y coloca mi cabeza casi en su pecho. Aún siento esos nervios y mi corazón se acelera cada vez que hace eso; es como si el mundo se detuviera por un momento.
-Solo pienso cosas buenas-le respondo con sinceridad.
Él comienza a acariciar mi cabello mientras vemos "Amor a medianoche", una de esas películas que me han hecho llorar infinidad de veces. Es esa historia que conoces de memoria, pero aún así no puedes evitar verla solo por el placer del sufrimiento emocional que te provoca.
-¿Como cuáles?-me susurra, manteniendo su mirada fija en la pantalla.
Suspiré y acaricié su mejilla mientras lo observaba; estaba concentrado en la película, pero sabía que me prestaba atención.
-Como las preguntas que me has hecho estos días-le dije suavemente.
Brad desvió la mirada del televisor hacia mí, frunciendo el ceño como si intentara recordar lo que había preguntado.
-¿Preguntas?-repitió desconcertado.
-Sí, Brad.-asentí-. Me has estado preguntando si puedo viajar.
Él elevó ambas cejas y volvió a fijar su vista en el televisor con aire pensativo.
-No sé... Quizás quiero que me acompañes a todas mis giras.
Me levanté de golpe, mirándolo con los ojos entrecerrados como si lo que acababa de decir fuera un chiste malo, pero su rostro era completamente serio.
-¿Qué?-pregunté perpleja, tratando de procesar sus palabras.
Brad sonrió de lado y se apoyó más contra mí.
-Quiero que me acompañes a mis giras. ¿Es difícil de entender
Abrí la boca, pero la volví a cerrar. Dios, me alegra la idea, pero tantas cosas que tengo que hacer me niegan aceptar.
-Brad...-murmuré-. Yo no puedo...
-Lo sé. Los estudios, me dijiste que ibas a tener vacaciones.
-No. Simplemente que mi trabajo...
-Soy hijo de tu jefe.
Vale, eso lo sé.
-El baile.-murmuré, apenas llevo dos semanas y no quiero dejarlo.
-Curie, joder, yo quiero estar contigo.
Lo miré con una sonrisa tierna y le di un beso corto, un gesto que significaba más de lo que las palabras podían expresar.
-Yo también, Brad. Pero ¿todavía no vas a giras, verdad?-le pregunté con un atisbo de esperanza.
Él suspiró y me miró con seriedad.
-Curie, te tengo que decir algo.-su tono cambió drásticamente.
Lo miré atenta, sintiendo el peso de sus palabras en el aire.
-Estos días hemos estado visitando una discográfica. Hemos estado componiendo canciones y muy pronto las sacaremos. Eso significa que vamos a presentarnos en varios lugares; varios países nos van a reconocer. Y voy a estar ocupado. Pero no quiero alejarme de ti.
Analicé cada una de sus palabras; lo entendía perfectamente. Yo tampoco quería estar lejos de él. En mi mente vino Lina.
Ella siempre lo acompañaba en los conciertos.
Le devolví la sonrisa con fuerza, sintiéndome más segura sobre el camino que teníamos por delante juntos. La atmósfera estaba cargada de tensión, pero también de una emoción palpable que hacía latir mi corazón más rápido.
-Entiendo-le respondí, tratando de mantener la calma-. Igual no pasa nada, es tu sueño y me alegra que estén creciendo más...
-Curie...-susurró, su voz casi se perdió entre el ruido del fondo.
-Me alegra que estén avanzando-continué, ignorando la interrupción.
-Joder, Curie, escúchame...-dijo, frustrado.
Lo ignoré y seguí hablando.
-Igual yo lo entendería, no te preocupes por mí... Yo solo quiero verte feliz.
-Curie, quiero decirte otra cosa más.
Le lancé una mirada inquisitiva, pero decidí no ceder ante su insistencia.
-No, déjame terminar. Me alegra todo lo que están logrando.
Su expresión cambió y se volvió más seria.
-Curie, ¿sabes el significado de te quiero conmigo?.
Dejé de hablar y lo miré fijamente. Sentía que estábamos en un punto crucial de nuestra conversación.
-Sí, Brad.-le respondí con un tono más suave.
-¿Y sabes qué significa realmente?-dijo mientras arqueaba una ceja.
Asentí lentamente. Su mirada era intensa y no podía evitar sentirme un poco nerviosa.
-A ver. Dímelo.
No entendí muy bien y solo respondí:
-¿Te gusto?-le pregunté con una mezcla de curiosidad y ansiedad en la voz.
Él frunció el ceño y sonrió burlón. Podía ver la diversión en sus ojos, pero también había algo más profundo.
-Ya eso lo sabes, chismosa.
-No estoy entendiendo, Brad.-dije con franqueza. La confusión me estaba consumiendo.
-Bien señorita, ¿recuerdas cuándo te dije el primer día en el bar que me dieras una cerveza?
Asentí lentamente mientras él continuaba hablando.
-Te dije que pusieras la cuenta en nombre de Kyler. Y... después te dije que lo demás lo pediría en otro momento.
Mis cejas se fruncieron en confusión.
-¿Ajá? ¿Y eso qué tiene que ver?
Él sonrió con esa chispa traviesa en sus ojos.
-Es el momento de pedírtelo.
Fruncí el ceño aún más.
-Brad...
Él se rió suavemente, su mirada fija en mí con intensidad.
-Vaya, eres jodidamente sexy, pero a la vez un poco despistada.-me dijo con un tono juguetón.
Me crucé de brazos y traté de mantener la compostura a pesar del calor que empezaba a subir por mi cuello.
-¿Eso es lo que vas a decir? ¿Que soy sexy?
Desvió su vista al televisor antes de volver a mirarme con seriedad.
-Sí... Y también quiero saber si usted, Kimberly Curie, quiere ser mi novia.
Suelto un chasquido, pero al escuchar muy bien lo que dijo, lo miré atónita.
Espera, ¿qué...?
¿Escuché bien?
¿Dijo lo que escuché?
Me está pidiendo que sea su... Joder...
Muero ahora mismo.
-Curie...-murmuró, sacándome de mi estado perplejo-. Quiero que seas mi novia, solo mía. Quiero que estés conmigo.
No lo puedo creer, no puede ser.
Mi corazón empezó a palpitar con fuerza, como si quisiera salirse de mi pecho. Cada latido resonaba en mis oídos, como un tambor marcando el inicio de una nueva melodía.
-Sí, Brad.-le respondí con una amplia sonrisa-. Sí quiero ser tu novia.
Su sonrisa se iluminó aún más y sus ojos brillaron con un destello irreconocible y hermoso, como si estuvieran llenos de estrellas. Me jaló de la cintura y me coloqué sobre él, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío. Unimos nuestros labios en un beso profundo y a la vez intenso. Era como si el mundo se detuviera en ese instante; todos los ruidos externos desaparecieron y solo existíamos nosotros dos.
Una de sus manos viajó a mi muslo, mientras la otra se posaba en mi abdomen, como suele ponerla siempre . Pero esta vez era diferente; mi corazón palpitaba con fuerza y nuestras respiraciones estaban aceleradas. La atracción entre nosotros era palpable, casi eléctrica.
Tuve la necesidad irresistible de quitarle la camiseta y sentir su piel contra la mía, pero el sonido de unas llaves me hizo separarme rápidamente de él.
-Mierda-susurró Brad con frustración.
Doble mierda.
¿Por qué siempre nos interrumpen?
En ese momento, los chicos y Leire y Julia entraron como torbellinos, con sonrisas de oreja a oreja y algunas cosas en sus manos que parecían ser bocadillos y bebidas. Yo me acomodé el cabello nerviosamente y traté de fingir que estaba normal, aunque mi corazón seguía latiendo desbocado.
Brad carraspeó para despejar la tensión del momento y se levantó frotándose el cabello con una expresión divertida en su rostro. Las chicas notaron algo extraño en el ambiente; sus miradas curiosas pasaron rápidamente entre nosotros.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó Leire con una sonrisa pícara, cruzando los brazos y mirándonos con curiosidad.
-Nada... sólo estábamos... hablando -dijo Brad, intentando parecer casual, pero la risa nerviosa que me salió del pecho no ayudó en absoluto.
Julia arqueó una ceja, claramente no convencida por la respuesta de Brad. Su mirada se movía entre nosotros como si fuera un detective en busca de pistas.
-Hablando, ¿eh? -dijo Julia mientras sacudía las cosas que traía en las manos-. ¿Por qué no nos cuentas más sobre esa conversación?
-¿Me trajeron lo que pedí? -le preguntó Brad a los chicos, cambiando de tema con un ligero toque de desesperación.
Leire se acercó y me entregó mi helado de chocolate, el cual disfruté al instante. Cada vez que como helado me acuerdo de Kamila; le encanta el helado. Ya viene mi cumpleaños y también las navidades. Un torbellino de pensamientos me invadió: ¿será que pasaré las navidades en casa de mis padres? ¿Estarán todavía pendientes de Kamila? ¿Me dirán la verdad sobre lo que pasó?
Volvieron esos pensamientos a mí y eso no me gusta nada. Intenté concentrarme en el momento presente, pero la inquietud se instalaba a la sombra de mi mente.
-No saben lo que pasó -expresó Julia, viendo a Brad y luego dirigiendo su mirada hacia mí-. Una fan me regaló una pulsera con el nombre de Matteo -chilló emocionada, mostrando su nueva joya como si fuera un trofeo.
Yo le sonreí, aunque sabía que había más detrás de esa pulsera. Después de todo, Matteo y Julia habían estado en el centro de varias polémicas sobre sus relación.
-Brad, tío, ¡te vas a comer todo! -mencionó Kyler, lanzándole una mirada fulminante a Brad, como si estuviera dispuesto a arrebatarle lo que tenía en las manos si no se apuraba.
Brad puso los ojos en blanco y realizó un gesto dramático con las manos. Se encogió de hombros y siguió disfrutando de sus galletas de vainilla y chispas de chocolate, que me dijo eran sus favoritas. Lo bueno es que cada día lo conozco un poco más y me gusta aún más su forma de ser.
-¿Entonces le enseñamos a las chicas la nueva canción compuesta por los Invencibles? -sugirió Dominik, mientras miraba a todos con una chispa de emoción.
Kyler seguía mirando las galletas de Brad con un deseo casi desesperado, pero Brad, decidido, le negó con la cabeza.
Finalmente, Brad se sentó nuevamente a mi lado, disfrutando del momento.
-Si es el momento -dijo Leire con una sonrisa radiante en el rostro; parecía emocionada por lo que iba a suceder.
Comenzaron a organizar algunas cosas frente al televisor y, tras unos instantes de expectativa, apareció una imagen en la pantalla. Cuando vi la foto quedé sorprendida: era la misma que había tomado Nicolás y en una esquina estaba su nombre. No pude evitar sonreír y miré a Brad.
-¿Fue tú idea? -le pregunté con curiosidad.
Brad asintió con firmeza.
-Tiene talento. Es hora de que la gente lo conozca -respondió con un brillo especial en sus ojos. Sabía que estaba tratando de llevarse bien con Nicolás; me lo había prometido. Sin embargo, también creía que en el fondo de su corazón realmente lo quería.
-Damas y caballeros. ¡Es momento! -anunció Kyler emocionado, mientras devoraba palomitas como si estuviéramos en el cine.
Leire hizo un gesto para que guardáramos silencio y finalmente le dio play al vídeo.
Lo primero que apareció fue Brad. El lugar estaba sumido en la oscuridad, y solo se veían sus manos iluminadas tenuemente. Ese tatuaje en su dedo, esas venas marcadas y esos anillos brillando sutilmente me hicieron contener el aliento.
Comenzó a tocar el piano con una destreza impresionante, creando una melodía perfecta que llenaba el aire. Era silenciosa e hipnotizante; cada nota parecía llevarme lejos del mundo real. Me encantaba cómo tocaba el piano.
-Sueñas alto con un poder-comienza a cantar Brad en el vídeo, y como siempre, escuchar su voz me da un escalofrío. Es tan perfecta que parece casi irreal. Su canto llama mi atención; solo escuchar su voz hace que mi corazón se acelere-. No sé exactamente a dónde voy. En este momento, «nada es real», y es difícil de demostrar. Solo sé que te extraño, y eso no lo puedo negar. Sueña en mí. No tengo claro a dónde podré ir en este camino tan largo, pero estoy decidido a llegar hasta ti.
La cámara enfoca a Kyler y a Dominik, quienes comienzan a tocar sus instrumentos, dándole más vida a la canción. La energía en el aire se siente palpable.
-Quiéreme a mí-canta Matteo. -Te he pensado más de lo normal; verte sin ropa me dejó sin más que pensar. Tus ojos color miel, tus curvas... todo en ti es real y jodidamente especial.
«especial».
♪♪♪♪♪♪
-Oh, Oh, Oh, Oh, Oh, Ohhh-me sorprende escuchar la voz de Kyler resonando con fuerza. -Sueñas alto con un poder... Solo sé que te extraño-la cámara se centra en él mientras los acordes de la guitarra llenan el aire con una melodía cautivadora.
Las voces de fondo se entrelazan creando un coro armonioso que acompaña la intensidad de la interpretación.
-Quiereme a mí-canta Matteo para cerrar la canción con una nota poderosa. -Te he pensado más de lo normal; todo en ti es real y jodidamente especial...
Dominik concluye la actuación con determinación: -Voy decidido para llegar a ti.
Todos tienen un talento increíble. Especialmente Brad. Nunca pensé que todos en la banda cantaban; solo sabía de Brad y Matteo. Pero, ¿Kyler y Dominik? ¡Vaya sorpresa!
Es una banda estupenda, claro que saben cantar.
Miré a Brad, llena de orgullo por él, y en un impulso, lo besé delante de todos. En ese instante, el aire se llenó de tensión y emoción. Todos ahora saben que estamos saliendo, aunque no tienen idea de que soy su novia oficial.
Nos separamos y los chicos nos miraban con burlas en sus rostros. Leire nos observaba con una expresión imperturbable, mientras que Julia se mordía los labios y levantaba ambas cejas como si estuviera disfrutando del espectáculo.
-Joder, amigo, la vas a dejar desinflada -mencionó Kyler con una risa burlona.
-Somos novios -replicó Brad con una sonrisa juguetona pero un destello de seriedad en sus ojos.
¡Soy su novia! La emoción burbujeaba dentro de mí mientras los chicos nos felicitaban entre risas. Pero Leire seguía ahí, como un enigma sin resolver, analizando cada palabra que salía de la boca de Brad.
-¿Lo pensaste? -le preguntó Leire a Brad, su rostro serio como si estuviera realizando un examen.
Brad dejó de sonreír y asintió lentamente. Me molestaba que hablaran en clave; era como estar fuera de una conversación secreta.
-Bien, te falta decirle a los chicos. Es momento, Brad. Debes decirlo -insistió Leire con firmeza.
Los chicos lo miraron confundidos, excepto Dominik, que asentía con aprobación. Tomé la mano de Brad y le dediqué una mirada alentadora. Sabía que esto era importante para él. Le tiene que decir a los chicos acerca de su identidad. No sé porque Leire toma éstos momentos.
El suspiró profundamente y miró a Matteo y a Kyler.
-Chicos, yo... -carraspeó-. Saben que a lo largo de estos años siempre me he comportado como un gilipollas; salía de los ensayos sin avisar o faltaba sin razón. Todo tiene una razón; ya es momento de que sepan quién soy realmente.
Matteo frunció el ceño mientras Kyler dejó de comer y lo miró con seriedad; primera vez que veo a Kyler así. En cambio, Julia me hacía gestos preguntándome qué estaba ocurriendo.
-Brad -mencionó Matteo-. Yo entiendo; el otro día me lo dejaste claro. Se lo comenté a Kyler. Sabemos que eres hijo de Pascual y hermano de Nicolás. No pasa nada; somos tus amigos y siempre te hemos apoyado en todo. Eres nuestro líder, y aún así has hecho lo imposible por mantener la banda y llevarla adelante.
Brad sonrió al escuchar esas palabras de apoyo.
-Eso ya sé que lo saben -dijo Brad frunciendo los labios-. Pero el riesgo de que deje la banda si mi padre se entera no... No quiero eso para nosotros -expresó con preocupación-. Mi padre haría lo imposible por eliminar la banda solo porque piensa que estudio emprendimiento. Por eso no quiero que nadie se entere, ¿entienden?. Por eso me creo un identidad falsa y tienen que darme tiempo para decirlo públicamente, pero antes mi padre debe de saberlo. Solo denme tiempo.
Tenía razón; no conocía al señor Pascual, pero por lo que me contó Brad, era capaz de cualquier cosa para proteger su imagen familiar. Me recordaba a mis propios padres.
-No pasa nada, hermano -dijo Kyler con confianza-. Somos tus amigos y siempre contarás con nosotros. Ahora dime: ¿quieres más galletas?
Leire sonrió al escuchar eso justo cuando atendió una llamada en su móvil. Era un alivio ver cómo la tensión se disipaba entre nosotros.
Los chicos comenzaron a charlar animadamente sobre anécdotas pasadas. Y kyler, como se follaba a cada chica que veía.
Kyler siempre tan... directo.
Me sobresalto al ver la hora en mi móvil. Voy a llegar tarde a mi trabajo.
-Voy a llegar tarde-le mencioné a Brad, y él, aunque un poco sorprendido, se levantó también sin dudarlo.
Cogí mi bolsito que estaba en la mesa desordenada de los chicos. Me despedí de ellos con una sonrisa.
Estamos en el auto, el silencio es palpable. Todavía no hemos mencionado nada; él está pensativo, mirando la carretera de reojo de vez en cuando. ¿Qué habría pasado si los chicos no hubieran llegado a tiempo? ¿Pasaría lo que tenía que pasar? Esa pregunta rondaba en mi mente como un eco inquietante.
Suspiré profundamente y Brad despegó su vista de la carretera por un instante.
-¿Qué sentiste en el accidente?-me preguntó de repente. Fruncí el ceño, recordando aquel momento aterrador.
-Miedo, terror y dolor-le respondí, mientras revivía las pocas imágenes del accidente y las cosas extrañas que sucedieron después.
Mi corazón empezó a palpitar con fuerza; decidí cerrar los ojos para calmarme y controlar mi respiración.
-Curie, no quise preguntarte... lo siento-me susurró arrepentido, su voz llena de preocupación.
Me encogí de hombros y abrí los ojos lentamente. Él me miraba con una mezcla de preocupación y ternura.
-Tranquilo, he aprendido a lidiar con mis ataques de pánico; ya no me dan constantes-le aseguré con una pequeña sonrisa para tranquilizarlo.
Asintió, pero su expresión seguía siendo preocupada, mientras detenía el coche frente a la disco. Todavía no podía creer que Brad es el hijo de mi jefe es difícil de superar. No tenían mucho parecido; ahora sí la tienen. En cambio, Elissa se comportaba con normalidad, sonriendo como si todo estuviera bien. Pero yo sabía que no era así; había algo oculto detrás de esa fachada.
Antes de bajarse del auto, él se quitó el piercing y se arregló el cabello con movimientos precisos. Vaya doble personalidad la suya. Cuando finalmente se bajó del auto, yo hice lo mismo y caminé a su lado. Me miró con una cara de reproche que me hizo fruncir el ceño en confusión.
-¿No puedes esperar que te abra la puerta del auto para que te bajes?-me preguntó con una ceja enarcada, sus labios curvándose en una ligera mueca.
-La última vez me lo dijiste en francés, petit ami-le respondí con un tono juguetón.
Al escuchar eso último sonrió genuinamente
-Correcto, mariee-dijo, dejándome ver esa chispa traviesa que siempre me encantaba.
Esbocé una sonrisa mientras él me tomaba de la mano con delicadeza. Entramos juntos en la disco. Rápidamente nos dirigimos a la barra; allí estaba Jonas acomodando unos vasos de vidrio. Al vernos entrar, alzó una ceja como si estuviera evaluando nuestra entrada triunfal.
-Vaya, ahora sí es oficial-mencionó burlón, su voz resonando con un tono de burla que me hizo sonreír.
Brad le dedicó una mirada asesina, y Jonas se encogió de hombros, sin inmutarse.
-Calma, Bradcito. Yo también tengo novia-le guiñó el ojo, recordándome a Sofía. -Igual-me miró con picardía-, comerte en momentos de despecho está anotado en mi calendario.
Brad tensó la mandíbula, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa ante la ocurrencia de Jonas.
-Te dejo sin pelotas, Jonascito-le dijo, guiñándole el ojo.
En ese momento, Sofía llegó y saludó a Jonas con un beso en los labios que parecía casi decorativo. Su mirada se posó en mí y noté que su respiración estaba agitada.
-Oh, nueva pareja-me dijo con las cejas enarcadas, un brillo travieso asomándose en sus ojos.
Mientras hablábamos, llegó Nicolás con Dara. Dara nos saludó y se dirigió a la caja.
-¿Qué hay chicos?-dijo Nicolás con una sonrisa amplia que iluminaba el ambiente. Al darse la vuelta, miró a Brad. Cuando pensé que iba a pasar lo mismo de siempre entre ellos, me equivoqué; Nicolás lo saludó con un gesto de cabeza que Brad imitó en un gesto cordial pero distante.
Me puse a ayudar a Jonas mientras los chicos hacían su trabajo. Brad también colaboraba limpiando algunos vasos cuando una voz resonó en el lugar.
Brad maldijo por lo bajo y no pudo evitar girarse hacia la fuente de la voz.
-¿Agustín? ¿Qué haces en este lugar?.
El señor Pascual observaba a Brad con una expresión confundida. La atmósfera se volvió tensa mientras todos los ojos se centraban en ellos.
-¿Qué haces limpiando esos vasos, y vestido así?-preguntó con un tono de desaprobación que hizo eco entre los presentes.
Brad tomó aire antes de responder.
-Hola Papá-dijo finalmente, tratando de mantener la compostura mientras la incomodidad flotaba en el aire como un denso humo.
Pensé que se iba a presentar una discusión, pero afortunadamente no fue así. El ambiente en la sala era ligero.
-Hijo, necesito tu ayuda -le dijo el señor Pascual con una amplia sonrisa, su voz resonando con calidez y un toque de urgencia.
Agustín, conocido como Brad, se levantó del asiento. Al mirarlo, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, sintiéndose aliviado al notar que su padre no parecía preocupado, o molesto. Nicolás observó la escena con su habitual neutralidad, aunque había un brillo curioso en sus ojos.
-Vaya, por fin los dos hermanos conviven en el mismo lugar -comentó el señor Pascual, su tono era casi festivo, como si celebrara un pequeño milagro familiar.
Jonas soltó un comentario sarcástico:
-¿Qué carajos?
Sofía le dedicó una mirada fulminante que podía haber derretido hielo.
-Sí, papá, estamos unidos -dijo Nicolás, pasando su brazo por encima del hombro de Brad con confianza-. ¿No es así, hermano?
Brad asintió.
El señor Pascual sonrió satisfecho al ver a sus hijos así. Con un guiño cómplice y lleno de orgullo, se alejó del lugar, llevándose a mi novio y a Nicolás como si fueran parte de un plan que solo él conocía.
¿Qué pasará si se entera que Agustín pascual realmente es un pianista famoso conocido con una identidad llamado Brad Fernández.?
Nota del autor:
Hola, Hola, Hola, Holaaaaaaaaaa. Vale, ya casi, es noviembre. No me cansaré de decirles ❤️
Nos vemos en el siguiente capítulo. 🔥😼
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