Capítulo 17
«La perfección es una pulida colección de errores».
- Mario Benedetti.
No he dejado de caminar de un lado a otro en el salón de clases. Estoy nerviosa y ansiosa. La sensación en mi estómago es como un nudo que no se deshace.
Leire y yo duramos hasta las tres de la mañana estudiando, y ahora me duele un poco la vista. Mis compañeros están igual de ansiosos que yo, algunos murmuran entre ellos, mientras otros revisan sus apuntes por enésima vez. Una de mis compañeras me mira y sonríe burlonamente.
-¡Os tía, joder! Deja de moverte, me estás mareando-mencionó con una risa burlona.
Leire la fulminó con la mirada, y ella se encogió de hombros, como si no le importara.
-Lo siento, Clara. Estoy nerviosa-le respondí a mi compañera, tratando de mantener la calma.
Ella sonrió y desvió su vista a su cuaderno, pero su expresión seguía siendo un reflejo del estrés que todos compartimos. El murmullo en el aula crece a medida que el reloj avanza hacia el inicio del examen. La presión es palpable, como un peso que se asienta sobre nuestros hombros.
Trato de concentrarme en mis respiraciones, inhalando profundamente para calmar mis nervios. Miro por la ventana y veo cómo el sol brilla intensamente; parece tan ajeno a toda esta ansiedad que nos rodea. Debo de tranquilizarme, si no quiero que mis ataques de pánico y mis pensamientos negativos regresen a mí.
-Kimberly, anoche estudiamos mucho. Estoy segura de que vamos a salir bien-me dijo Leire, mientras ponía una mano en mi hombro con una sonrisa alentadora.
La voz del profesor resonó en todo el salón de clases, marcando el inicio del examen. Mis compañeros se acomodaron en sus asientos, algunos ajustando nerviosamente sus lápices, mientras otros cerraban los cuadernos con un golpe suave. Yo, en cambio, me quedé paralizada, atrapada entre la ansiedad y la determinación.
La sala se llenó de un silencio incómodo; el aire parecía denso y pesado. Miré a mi alrededor, viendo las caras de mis compañeros, algunas llenas de confianza y otras reflejando la misma inquietud que sentía.
Es hora del examen, Kim. Tú puedes
Con un último vistazo a Leire, quien me sonreía tranquilamente, noté que, a pesar de todo, había mantenido la calma. Su serenidad era contagiosa y me ayudaba a encontrar un poco de paz en medio de mi nerviosismo.
Levanté la vista hacia el profesor y esperé a que comenzara a repartir las hojas de examen. Cada segundo parecía una eternidad, pero sabía que tenía que concentrarme y dar lo mejor de mí.
Eso siempre me lo repito en todos los exámenes.
-No quiero ver cuadernos ni libretas encima de sus mesas-mencionó el profesor, con una mirada seria que recorrió el aula-. Si os pillo fijándoos, os quito el examen.
Hizo una pausa, asegurándose de que todos comprendieran la gravedad de sus palabras. Luego, continuó con un tono más amable:
-Quiero desearos buena suerte a todos. Confiad en lo que habéis estudiado y dad lo mejor de vosotros.
El profesor pasó por cada mesa, entregando los exámenes con una expresión seria. Le dio el de Leire y, al llegar a mí, me miró fijamente. Asintió con la cabeza y, con un gesto firme, me dio el mío.
Sentí cómo el corazón me latía más rápido mientras tomaba la hoja. Era el momento que había estado esperando, pero también temía. Miré a Leire, quien me sonrió con ánimo, y eso me dio un poco de confianza.
Con el examen en mano, respiré hondo y me preparé para enfrentar lo que venía.
Tú puedes Kimberly.
Narra Brad.
Estamos en la sala de ensayos, y los chicos me miran de reojo. A pesar de que la música suena a nuestro alrededor, hay un murmullo de curiosidad en el aire. No han querido preguntarme la razón de mi sonrisa, y no lo voy a negar: después de hablar con Curie anoche y confesarle toda la verdad, me siento más aliviado.
Pensé que no iba a hablar conmigo, y en ese instante, todos esos pensamientos negativos vinieron a mi mente como una tormenta. ¿Qué pasaría si Curie no me entendía?, Pero, para mi sorpresa, me alegra que me haya comprendido. Su mirada atenta y sus palabras de apoyo me hicieron sentir que, por fin, alguien veía más allá de la fachada que había construido.
Ahora entiende por qué soy así de misterioso y reservado. No es solo una forma de ser; es un mecanismo de defensa que he desarrollado con el tiempo. La verdad es que temía ser juzgado. Pero esa noche, al abrirme a ella, sentí que la carga se aligeraba.
Mientras miro a los chicos ensayar, me doy cuenta de que quizás no tengo que llevar esa carga solo. Tal vez pueda compartir más de mí mismo con ellos también. Este nuevo entendimiento me da una chispa de esperanza. Kyler y Matteo también merecen saber la verdad.
No estoy en el piano, porque he querido mirarlos.
De verdad, nuestra manager tiene que volver. Sin su guía, nos sentimos un poco perdidos, como si estuviéramos navegando sin brújula. Ella no solo organizaba nuestras ensayos, sino que también nos mantenía unidos y enfocados. Cada vez que miro a los chicos, veo la misma preocupación reflejada en sus rostros. Ojalá se le pase a Leire su molestia. Una molestia que siente, por culpa de nosotros.
-Deberíamos de ensayar estando tú en el piano, Brad. No podemos concentrarnos -mencionó Kyler, acomodando su guitarra con un ligero suspiro de frustración.
Sus palabras resonaron en la sala, y sentí una punzada de culpabilidad. Sabía que tenía que estar en el piano para que todo fluyera como debía. Kyler siempre ha sido directo, y en este caso, tenía razón. Sin el sonido del piano marcando el ritmo, la magia de nuestra música se desvanecía.
-Lo sé, lo sé -respondí, con la misma frustración que Kyler. La presión comenzaba a hacerse palpable en el aire.
-Matteo, debes afinar más la voz -se queja Dominik, mientras juguetea con los palillos de batería entre sus dedos.
Matteo se volteó y le dio una mirada desafiante a Dominik.
-Mira, Dom -le dice con tono firme-, es mejor que no des tus opiniones así. Deberíamos de ensayar con Brad. Suena extraña la canción sin el piano.
Yo lo miré con el ceño fruncido, tratando de encontrar lo raro de la canción. Las notas flotaban en mi mente, pero era como si algo estuviera fuera de lugar, una chispa que no lograba encender.
-¿Qué es lo que suena extraño? -pregunté, buscando claridad en medio de la confusión.
Matteo cruzó los brazos, su mirada aún fija en Dominik, como si esperara una respuesta que pudiera arreglar todo.
Dominik se encogió de hombros, como si él también estuviera perdido en la confusión.
-Suena raro porque no estás tú, Brad -menciona Kyler, frotándose el cabello con las manos, claramente frustrado.
Mierda.
Caminé frustrado hacia el piano. Pero de repente, la puerta de la sala se abrió bruscamente. Todos dimos un brinco, excepto Kyler, que sonrió ampliamente al ver a quien entraba.
-¡Leire! -exclamó, su rostro iluminándose con una alegría que todos compartimos.
No soy de emocionarme mucho al verla, pero joder, la extrañé.
Matteo relajó sus hombros y apoyó su cabeza en el micrófono, dejando escapar un suspiro de alivio. Era evidente que su ausencia había pesado en todos nosotros, pero ahora que Leire estaba aquí, algo en la sala cambió. Dominik aplaudió con entusiasmo, como si celebrara el regreso de la persona que mantenía todo en equilibrio.
Kyler, por otro lado, seguía con esa sonrisa amplia en su rostro.
En mi mente vino Curie, seguramente anoche habló con Leire. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa al pensarlo. Creo que estoy cambiando mi carácter un poco.
¿Y si le dejo un mensaje? Pero rápidamente descarté la idea.
Leire nos miraba con una ceja arqueada y una pequeña sonrisa burlona, aunque es complicado que ella sonría genuinamente. No le quise preguntar por Curie, por qué me iba a matar. Y no me iba a responder.
-¿Y se van a quedar ahí parados como unas estatuas? ¡Pónganse en sus lugares, ahora! -dijo con esa autoridad que siempre nos hacía movernos.
Sonreí y seguí mi camino al piano, sintiendo cómo la energía comenzaba a fluir de nuevo en el grupo.
-¡Os tía, te amo! -exclamó Kyler, lanzándole un beso en el aire con burla, como siempre buscando hacer reír a todos.
Leire rodó los ojos, pero no pudo evitar que una risa suave escapara de sus labios.
Es nuestra manager, la que siempre ha estado con nosotros. Me alegra saber que está de vuelta, aunque claramente sabía que no iba a durar mucho tiempo sin nosotros.
Todavía tenemos la idea de crear más canciones; queremos que la banda crezca más. Anhelamos ser mejores de lo que somos, y por algo tenemos el nombre de Invencibles. Fue idea de Kyler un día ponernos ese nombre, y desde entonces hemos luchado por vivir a la altura.
-Algo nos sale mal, pero no sabemos qué -le mencioné a Leire.
Ella asintió y nos miró fijamente, como si estuviera evaluando cada uno de nuestros movimientos.
-El piano no está como debería de estar, las baterías tampoco; Kyler está muy a la izquierda. Matteo, tienes que relajar los hombros -mencionó rápidamente, con esa seguridad que siempre nos inspira.
Hicimos lo que ella nos ordenó, ajustando nuestras posiciones. Cuando comenzamos a tocar de nuevo, la música se escuchaba mejor.
-Mucho mejor -mencionó asintiendo, y la energía en el aire se sentía diferente, más vibrante.
Después del ensayo, decidimos contarle a Leire lo que teníamos en mente.
-Queremos más músicas -dijo Kyler de manera directa, sin rodeos.
Yo le dediqué una mirada fulminante y carraspeé para hablar.
-Hemos estado pensando en componer más canciones. No sé, llevamos tiempo cantando lo mismo y repitiendo lo interpretado. Es momento de crecer como Invencibles.
Leire suspiró, considerando nuestras palabras.
-Me gusta la idea; seguramente fue de Kyler -mencionó mirando a Kyler con una ceja enarcada.
Kyler asintió orgulloso, disfrutando del reconocimiento.
-Si están decididos a componer, háganlo juntos; no Brad nada más -continuó Leire-. Igual les tenía una buena noticia que puede que les dé más interés en componer.
Conozco la cara de Leire; sé que está a punto de compartir algo emocionante. Sonríe pícaramente y se acomoda el cabello, aumentando la anticipación en el ambiente.
-Hoy en la mañana recibí una llamada -explicó-. Eran de una discográfica; han escuchado sus canciones y han quedado fascinados. Sin embargo, les dieron la oportunidad, a pesar de que ustedes ya hayan firmado con otra discográfica.
Era un gran giro en nuestra historia. La idea de que otra discográfica estuviera interesada en nosotros era un gran paso hacia adelante. Pero eso significaba muchas cosas.
Primero, más dedicación a la banda. Eso significaba ensayos más largos, más tiempo invertido en componer y perfeccionar nuestras actuaciones. Era emocionante, pero al mismo tiempo, la presión aumentaba.
Segundo, estar todos los días ocupados. La música siempre había sido mi pasión, pero ahora se sentía como una obligación. ¿Tendría tiempo para mí mismo? ¿Para Curie?
Tercero, tendría que decir mi verdadera identidad. Ese era el pensamiento más complicado.
Cuarta... viajar a todos lados si somos más reconocidos en varios países. Joder, pero no puedo. La idea de estar lejos de ella por tanto tiempo me desgarraba por dentro. A pesar de que ahora sí reconozco lo que siento por Curie, no quiero que esa distancia nos separe.
Solo con pensar eso, me pongo de mal humor, he tenido que controlar mi humor, mi impulsividad. Pero esa idea no me gusta nada, ahora es que estoy comenzando a darme cuenta de lo que siento, como me siento, no quiero que todo eso cambie. Sin embargo, hemos estado deseando esto por mucho tiempo.
Mi identidad. Ese sería el grave problema. Mi padre no le va a gustar en nada; es capaz de todo para dejar la banda.
Mierda, ¿por qué todo se me complica?
-Brad, ¿no te gusta la noticia? -me pregunta Leire, dándose cuenta de que no he mencionado nada.
-Claro -le respondí, tratando de sonar convincente.
Dominik me miró, como si supiera lo que eso significaba. Para mí, no me importaría decirles la verdad, pero me frustra lo que pueda pasar después. Y sé que también piensa en Shinais.
Mi móvil vibra y rápidamente lo prendo, viendo un mensaje de Curie.
Curie: Hola Agus, lo siento, quería decirte Agus en vez de Brad. Anoche me lo dejaste muy claro.
Sonreí y miré a los chicos que estaban hablando entretenidos.
Yo: Y te dejé claro que tu nombre es horrible ;)
Miró rápidamente mi mensaje y respondió:
Curie: ¿Ah sí? Pensé que te encantaba.
Me mordí la mejilla aguantando la risa.
Yo: Eso te lo repito más tarde, y después te lo demuestro con besos. ¿Qué dices?, señorita bailarina chismosa ;)
Me imagino que su cara estará sonrojada.
Curie: Ver para creer.
Yo: ¿Estuvo bien el examen?
Curie: Estuvo de joda. Te espero fuera de la academia. Ya estoy aquí, te escribo luego. Te quiero.
No pude evitar esbozar una sonrisa.
Yo: Yo te quiero a ti.
Y con eso apagué el móvil sin darme cuenta de que los chicos me miraban burlones, excepto Leire, que estaba en su teléfono.
-Volvió el idiota enamorado -mencionó Matteo lanzándome un cojín.
Lo atrapé con mi mano.
-Lo dice el imbécil que le gusta Julia.-le dije, con una sonrisa burlona.
Matteo abrió los ojos de par en par y yo reí. Leire levantó la vista de su teléfono y negó con los ojos entrecerrados.
-No se enamoren chicos; hagan como yo, un ser oscuro -mencionó Kyler con una sonrisa pícara.
Todos lo miramos con curiosidad.
-Qué asco ser tú, Kyler -le dijo Dominik-. Te follas a la primera chica que ves.
-¡No! -exclamó Kyler dramáticamente.
-Dom tiene razón -dije encogiéndome de hombros.
-Amigo, ¡apóyame! -reprochó Kyler mientras Leire lo miraba con una ceja enarcada.
-A ver -mencionó ella-. ¿Te has enamorado?
Kyler abrió la boca para responder, pero se contuvo y luego finalmente habló:
-Sí -dijo mirándola con una ceja arqueada.
Observamos aquella discusión que iba a comenzar con interés.
-Ay Kyler, por favor -exclamó ella mientras él soltaba un suspiro frustrado.
-Joder Leire...
-Todos aquí sabemos que eres el tipo más patético en el amor -dijo Dominik alzando las cejas.
Kyler se encogió de hombros y replicó:
-Lo dices tú que no te has enamorado nunca -le dijo desafiante.
Leire no pareció afectarse por su comentario; en cambio, nosotros lo mirábamos atentos y burlones. Matteo me hizo una señal con su mano para captar mi atención.
-¿Y quién dijo que no me he enamorado? -intervino Leire desafiando a Kyler.
Kyler sonrió burlón
-Enamórate de mí -respondió con ironía.
Abrimos los ojos de par en par al escuchar aquellas palabras de Kyler.
Joder kyler.
Ambos se quedaron viendo fijamente de manera desafiante. Leire carraspeó nerviosa
-¿Como haríamos con las músicas?-mencionó ella ignorando a kyler...
-Hablaremos después, me tengo que ir-dije levantándome de golpe.
Y salí de la sala, antes que los chicos me insultaran.
Narra Kimberly.
Después de salir de la universidad, aún con los nervios a flor de piel, decidí pasar por casa para cambiarme de ropa. Me puse mi atuendo más cómodo; pensar en bailar de nuevo me llenó de una emoción increíble. Kamila siempre me decía que quería bailar como yo, y ojalá que algún día tenga la oportunidad de experimentar esa pasión por el baile, al igual que su hermana.
Leire había regresado al departamento de los Invencibles, y me alegró saber que estaba con los chicos.
Con el corazón acelerado por la expectativa, decidí enviarle un mensaje a Brad. Me sentí un poco estúpida después de escribirle un "te quiero"; el arrepentimiento me invadió en un instante. Sin embargo, su respuesta fue tan inesperada que mis mejillas se encendieron como si estuviera en medio de un ensayo.
Mientras conversaba con mis compañeras de baile, la líder del grupo nos enseñaba unos pasos difíciles. Para mi sorpresa, ya dominaba esos movimientos a la perfección. No sé cuántas veces ensayamos esos pasos, pero lo que sí sé es que mis músculos dolían y me sentía cansada. A pesar del agotamiento, todo se sintió increíble; había algo mágico en ese momento.
El ensayo finalmente terminó y mientras bebía agua, escuché a las chicas hablando animadamente. De repente, una de ellas se sobresaltó dramáticamente al ver algo a través de la puerta de vidrio. Las chicas se acomodaron rápidamente y una exclamó emocionada:
-¡Es Brad!
Fruncí el ceño y me giré para verlo recostado en la puerta con esa sonrisa burlona que tanto conocía.
Hijo de...
No podía creer que estuviera allí.
-¿Qué hace aquí? -preguntó una de las chicas.
-Qué extraño -mencionó otra con curiosidad.
No lo puedo creer... Dime que no es cierto...
Es cierto.
Agarré mi bolso de mano y solté un profundo suspiro. En ese momento lo voy a matar.
Me despedí rápidamente de las chicas, pero ellas ni siquiera me prestaron atención; estaban demasiado ocupadas discutiendo sobre quién sería la valiente que le hablaría primero.
Lo siento, tías, ese pianista es mío.
Abrí la puerta, y él me sonrió burlón mientras fumaba un cigarrillo, dejando que el humo se disipara en el aire. Sentí las miradas curiosas de mis compañeras que nos observaban, y eso me hizo sentir incómoda, como si estuviera en el centro de un escenario.
-¿Nos vamos?-le pregunté, lanzando una mirada rápida a mis compañeras que intercambiaban suspiros y murmullos.
Él disfrutaba del momento. Miró a mis compañeras y les guiñó el ojo antes de tomar mi mano. No podía evitar sentir ese revoltijo en el estómago, una mezcla de nerviosismo y emoción.
-Te vi bailar-mencionó, echando un vistazo hacia mí con una media sonrisa.
Elevé ambas cejas con incredulidad.
-¿Y a las demás también?-le dije, sintiendo cómo la molestia brotaba en mi voz.
Su sonrisa burlona se ensanchó.
-Sí, a todas. Pero tú... tú tenías algo especial.
Le solté la mano de golpe, incapaz de contenerme mientras él se reía con esa voz profunda que me hacía temblar. Me quedé mirando su perfil perfecto, con el cabello desordenado por el viento.
-No seas exagerada-me dijo, intentando calmarme con una sonrisa despreocupada.
-No lo soy. Solo cuido lo que es mío-respondí con firmeza, sintiendo cómo mis mejillas ardían ante la sinceridad de mis palabras.
De repente, su expresión cambió. La risa desapareció y su rostro se tornó serio, pero había un brillo travieso en sus ojos. Me di cuenta de lo que había dicho y me sentí avergonzada.
-¿Soy tuyo?-preguntó frunciendo el ceño, aguantando la risa que estaba a punto de estallar.
-No yo...
-¿Soy tuyo, Curie?-repitió con ese tono juguetón que me hacía querer golpearlo y abrazarlo al mismo tiempo.
-Yo no quise decir eso...
-Si yo soy tuyo, tú eres mía-sentenció con firmeza.
En un movimiento suave pero decidido, me jaló de la cintura y unió nuestros labios en un beso inesperado. Fue un beso que me dejó sin aliento, sin tiempo para pensar o hablar. Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encontraron intensamente; había algo eléctrico entre nosotros.
-Eres jodidamente hermosa, Kimberly-susurró él, como si cada palabra fuera un secreto compartido solo entre nosotros dos.
Me sorprendió escuchar mi nombre salir de sus labios; era extraño pero también encantador. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro involuntariamente.
-¿Te encanta mi nombre ahora, Agustín? -pregunté juguetonamente, sintiendo cómo la tensión se desvanecía lentamente.
Era raro llamarlo así. Pero en ese momento todo parecía diferente.
-Me encantas tú-respondió con sinceridad antes de volver a unir nuestros labios en otro beso apasionado que hizo que todo a nuestro alrededor desapareciera por completo.
Nos separamos del beso, pero una voz femenina nos hizo voltear bruscamente hacia donde provenía esa voz.
-Vaya, entonces los rumores eran ciertos-mencionó esa voz sarcástica y fastidiosa.
Brad abrió los ojos con frustración. La tensión en el aire era palpable.
-Así que es esta-me dijo Lina, viéndome de arriba abajo con una mezcla de molestia y una sonrisa sarcástica-. Shinais tenía razón. Hay alguien en tu vida. Por eso te estás comportando como un verdadero idiota, por eso me evitas.
No pude evitar mirarla también de la misma manera que ella. Había algo en su mirada que me irritaba.
Estúpida.
-Lina, basta-mencionó Brad, intentando calmarla.
-¡No, Brad! No sabes con quién te has metido, eres un idiota. Me engañaste.
La acusación resonó en mí como un eco ensordecedor. La confusión y la rabia se entrelazaban en mi pecho.
-Lina, tú y yo no tenemos nada...
-¡Nada!-gritó ella furiosa-. Eso no me lo decías antier noche cuando me pedías que estuviéramos juntos.
Escuchar eso me dio una maldita punzada en el corazón. No puedo creer que sea verdad. Brad, no. Él me había asegurado que no había pasado nada entre ellos; solo estaba molesta y herida. Pero esas palabras... ¿cuánto daño podían hacer?
-Yo no te dije nada, Lina-dijo él controlando su voz, tratando de mantener la calma-. Solo te dije que no quería seguir más como estábamos; deja las tonterías.
Las palabras de Brad deberían haberme tranquilizado, pero solo aumentaron mi ansiedad. La mirada desafiante de Lina se centró en mí.
-Bien, y tú qué me ves-expresó ella mirándome con desprecio-. No sabes con quién te has metido; eres una estúpida.
El ardor de sus palabras fue como un puñetazo directo a mi orgullo.
-A mí no me digas estúpida, Lina -le respondí con firmeza, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir por mis venas.
Ella soltó una risa amarga antes de darme la espalda.
-Te odio, Brad, y te odio a ti también, Kimberly.
Pasó por mi lado chocando su hombro con el mío con un desdén palpable.
-Más te vale cuidarte las espaldas -murmuró antes de desaparecer en la distancia, llena de furia y resentimiento.
Quedé paralizada por un momento, procesando lo que acababa de suceder y las palabras que aún resonaban en mis oídos como un eco perturbador. ¿Será verdad? ¿Brad y ella pasaron la noche juntos?
Negué lentamente, eso no es cierto.
Brad tomó mi mano con despreocupación, pero yo sentía cómo mi corazón latía desbocado ante la incertidumbre.
-No pasa nada -dijo él suavemente, intentando convencerme a ambos-. No le creas; ella es así de impulsiva. Te llevaré a casa.
Y seguimos caminando. A pesar de sus palabras tranquilizadoras, la inquietud crecía dentro de mí como una sombra oscura. ¿Qué pasaría si lo que Lina decía era cierto? Las dudas comenzaban a arraigarse en mi mente mientras las palabras de Lina seguían sonando como campanas en mi cabeza: "Eres una estúpida".
Ahora reflexiono sobre lo que podrá hacer Lina, considero la identidad de Brad y pienso en todo lo que eso implica.
Joder.
Nota del autor:
Holiss, como dije en el capítulo anterior voy a actualizar de vez en cuando.🤭
Ya casi es noviembre😍.
Y díganme, ¿quieren matar a la Lina?.
¿O a la Shinais?.
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