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Capítulo 4;; Consiguiendo el árbol perfecto

Pov Yeji:

Por lo que podía ver, sus madres se habían acostumbrado a verse y saludarse cada mañana; eso la hacía sentirse cómoda en verdad. Estaba agradecida con su madre de sangre pues le permitió vivir con su madre al menos el tiempo que duren las fiestas. Pensar en eso la hacía sentir realmente mal, porque sabía que todo tenía que terminar.

— Yeji, nena ¿Me ayudas con esto?

La voz de Nayeon se escuchó desde la cocina, su madre se acababa de ir al trabajo y como iba tarde no pudo acompañarlas. Tenía clase y contaba los días para que acabara. Corrió hasta la cocina y le ayudó a secar cada plato que lavaba su casi mamá.

— ¿Qué te parece si luego de clases conseguimos un árbol de navidad?

La idea la hizo saltar internamente, moría por ver algo de alegría en casa.

— Claro, me parece muy buena idea.

Ambas terminaron con lo que hacían y se dirigieron a clases, tuvo que dar un respiro profundo para darse un poco de ánimo pero justo cuando entró se topó con su peor pesadilla.

— Miren, sí vino a clases la apestosa. — Comentó el clon de la izquierda pero pronto Yuna; la cabeza del grupo habló.

— Oh Lia, no tienes que decir eso. Debes respetar si a las personas no les gusta bañarse.

Yuna y su grupo siempre eran una pesadilla, sólo quería ir a clases y que el tiempo pasara rápido para volver a casa. Pasó de largo pero como siempre se pusieron en su camino para mirarla con suficiencia.

— ¿Pasa algo? ¿O por qué la reunión?

Le debía todo a Ryujin, era la única que lograba deshacerse de ese trío y no sabía porqué.

— No es nada, ya nos íbamos. — Dijo Yuna agitando la mano como sin darle importancia. — Vámonos, Chaeryeong, Lia.

Y como siempre ese par la siguió, se preguntaba si tenían cerebro propio o sólo eran robots de Yuna. Su amiga le dedicó una sonrisa y se aferró a su brazo para caminar juntas hacia sus respectivas clases.

— Ahora sí me vas a tener que decir quién es esa mujer con la que vas y vienes antes y después de clases.

Entonces se sintió mal pues estaba tan feliz y distraída con su nueva mamá que olvidó decirle a su mejor amiga algo tan importante.

— Ella es como mi mamá postiza hasta navidad. — No mentía pero su amiga la miró como sí acabara de decir una locura.

— ¿Una niñera?

— Creo que algo como eso.

Dijo sin darle importancia, lo cierto es que tenía importancia pero no sabía cómo decírselo a su amiga para que entendiera y no la juzgara de loca. Quizás luego encontraría la forma de contarle.

Para cuándo terminaron las clases, Nayeon le había llevado como prometió a conseguir el árbol de Navidad pero cualquier cosa que estuviera imaginándose de lo que sería era totalmente erróneo.

Nayeon la llevó a la tienda departamental de la que había salido, dónde pidió su deseo. La diferencia aquí era el horario y estaba preocupada por la oscuridad del sitio. Por suerte su madre no la soltó en ningún momento, la mayor por su parte se veía sonriente recorriendo los pasillos.

— ¡Oh mira! Él es Bambam.

Se detuvo frente a un maniquí que usaba un traje bastante formal y entonces conectó cables; su mamá los conocía a todos los maniquíes porque ella era uno antes.

— Oh, es muy guapo.

La vió arrugar la nariz en desacuerdo y susurró a su dirección como si no quisiera que le escuchara el maniquí.

— Es un poco petulante.

— Oh.

Fue lo único que pudo decir pues de nuevo su mano fue tomada y siguieron caminando no sin antes saludar a dos maniquíes más.

— ¡Hola Tzuyu! ¡Te ves bien Jihyo!

Estaba sorprendida pero a la vez extasiada con tanta magia; adoraba la magia y la idea de los maniquíes con vida mucho más.

Algo que no pudo olvidar fue el auto dentro de la tienda que tenía un maniquí dentro, uno muy sonriente y agradable a la vista. Su mamá con el dedo índice tocó su nariz haciéndolo volver en vida pues eso bastó para que empezara a parpadear y volteara en dirección a ellas.

La menor tuvo que cubrirse la boca por la impresión.

— Hola Jackson.

— ¡Nayeon! ¡Mira mi coche!

Su madre se rió muy divertida y negó un poco para luego poner la mano en el hombro de la pequeña y acercar más a la menor para presentarla correctamente al chófer.

— Jackson, ella es Yeji y la cuido por las fiestas. Y Yeji él es Jackson, un amante de los coches.

Ambos se sonrieron pero el primero en romper con el silencio fue Jackson.

— ¡Hola Yeji! ¿Te gusta mi auto? ¡Es realmente veloz!

El entusiasmo hizo reír a la menor pero Nayeon negó pues no había forma de pararlo. Su mamá puso una mano en el hombro del sujeto y suplicó a su manera.

— Necesitamos que uses tu gran auto y nos lleves a un sitio ¿crees que puedas con eso?

— ¡Es el mejor vehículo que encontrarán en el país! ¡Y el más seguro por supuesto!

Ambas se sonrieron al conseguirlo, subieron a la parte de atrás. Ahora la menor se preguntaba cómo harían para sacar el auto de la tienda razón por lo que las palmas de sus manos empezaron a sudar de los nervios.

Pero eso sólo fue el comienzo, todo empeoró cuando arrancó el coche, pisó el acelerador y el coche corrió por los grandes pasillos de la tienda haciendo gritar a las pasajeras de atrás.

— ¡Oh por dios! — La niña se aferró al asiento de adelante.

— ¡Cuidado Jackson! ¡Las cajas de regalo!

Hermosos adornos navideños que estaban por los pasillos volaron por el impacto del coche contra ellos.

Pero eso no fue lo peor, la menor estaba casi segura de que habían hecho caer a varios maniquíes al suelo.

— ¡Lo siento Jihyo! — Su madre gritó muy cerca de la ventana.

La niña de 11 años no supo cómo pero vio a un maniquí abrir la puerta del estacionamiento, estaba realmente impresionada con todo.

Pero cuándo estuvieron en las calles sabía que Jackson era un buen chófer, aunque un poco hablador.

— ¡Más rápido que un trueno! ¡Es el mejor coche de todo Seúl!

— Oh dios Jackson, mira al frente y después hablamos.

— ¡Oh sí! Lo siento.

Ambas se rieron pues se vió como un niño regañado. Más tarde pararon en un lugar donde vendían un montón de pinos de todos los gustos y tamaños, la que eligió fue la pequeña como también fue la que pagó todo con la tarjeta de su madre y sin más que hacer ahí, volvieron a casa.

Con ayuda de Jackson cargaron el pino hasta el interior de la vivienda donde exhaustas agradecieron al noble chófer.

— Muchas gracias por la ayuda, querido Jackson.

— Sí Jackson, no hubiéramos podido hacer nada sin ti.

También dijo la pequeña haciendo sonreír a ambos.

— Ya saben que si necesitan un buen chófer sólo deben llamarme. — Le guiñó a la pequeña haciéndola reír. — Pero ahora me iré antes de quedar tieso en medio del camino.

Ambas se mostraron preocupadas pues habían notado que estaba más rígido y con esa expresión ambas se apresuraron a despedirlo.

— Vete ya Jackson, ahora, con cuidado.

Agitaron las manos en despedida y al no ver más el coche volvieron a casa para decorar el árbol antes de que llegara su madre.

Aún no tenían muchas cosas pero sacaron cajas viejas que tenía guardadas de las anteriores navidades y lograron encontrar esferas y adornos bonitos que colgar.

Y porque su nueva mamá era una creativa creó cajitas de regalo con papel con su ayuda mientras escuchaban música de la época para levantar el ánimo festivo.

— No tenemos luces. — El tono de la niña fue triste.

— No las necesitamos. Ven aquí.

Le animó a acercarse y le mostró como lograr colgar velas en el árbol sin causar accidentes.

— Al menos por hoy, ya mañana iremos por luces para el árbol y para afuera. Tengo una gran idea sobre cómo vamos a decorar el jardín.

— ¿Qué falta? — Preguntó la niña revisando de pies a cabeza el árbol.

— Lo más importante.

La menor seguía sin notarlo, pero fue hasta que Nayeon sacó de entre las cajas la estrella que tenía lugar en la punta del árbol.

La sonrisa de la pequeña fue enorme cuando pudieron ponerla juntas, se abrazó de la cintura de su mamá con fuerza demostrando lo feliz y agradecida que se sentía con ella.

— Gracias Nayeon, por todo, feliz navidad.

— Feliz navidad nena.

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