Capítulo 15;; Media Noche
Pov Nayeon
Subió al segundo piso de la casa siguiéndole los pasos a la madre de Yeji, estaban solas en la habitación en la que dormía y podían hablar libremente sin problemas.
Eso le aterró con anticipación.
— ¿Cómo pudiste decir eso frente a mi familia? — Hizo un claro énfasis en el "mi" para dejarle claro que no pertenecía a la familia.
Pudo comprender sus razones y le dolieron bastante, trató con todas sus fuerzas de hablar sobre Yeji y no sobre lo que sucedió entre ellas pero aún así sabía que había hablado de más.
Estaba arrepentida.
— Me iré esta media noche, sólo quería despedirme.
La madre de Yeji miró la hora en su reloj de mano y después le lanzó una filosa mirada que le atravesó hasta los huesos.
— Faltan 15 minutos. Creo que se te hace tarde.
La manera hiriente de correrla le dolió y le hizo tragar saliva con dificultad mientras pestañeaba tratando de contener las lágrimas.
— Chaeyoung... — Gimió su nombre con la voz rota, sabía que era la última vez que la vería y por eso quería decirle lo mucho que la amaba pero sabía que su relación era tan unilateral que sus sentimientos sólo serían un dolor de cabeza para la otra.
— Y no regreses nunca.
Después de eso no tuvo las fuerzas de insistir o sostener la mirada si quiera. Solo se giró y salió de la habitación soltando lágrima tras lágrimas, fue por sus cosas ya empacadas y bajó las escaleras agradecida por no ser vista por nadie al salir de casa. Al menos había disfrutado al 100% a la pequeña que fue la única dispuesta a quererla, aunque sólo logró escucharla decirle madre una vez.
Fracasó con la pequeña y con la madre fue su segundo fracaso, sabía que su tiempo se había acabado y cómo no tenía nada más que hacer ahí se dirigió a la tienda donde pertenecía antes de volver a ser un maniquí inmóvil en medio de la calle.
Pov Chaeyoung
— ¿Mamá?
La voz de su hija le hizo despertar del pequeño shock en el que se encontraba. Al levantar su vista pudo sentir que varias lágrimas se deslizaron al mismo tiempo por sus mejillas y avergonzada se limpió rápidamente con las mangas de su ropa sin si quiera entender como es que aquella despedida la había sofocado tanto.
— ¿Sí?
— ¿Dónde está Nayeon?
Y lo vió, vió todo el miedo en el rostro de su pequeña. No podía estar más enojada con esa mujer que además de dejarla sin aliento estaba segura de que le rompería el corazón a su hija.
— Ella tuvo que irse con su familia, todos debemos estar en familia en estas fechas y ella...
— ¡No! — Su voz además de sonar distorsionada por el grito desgarrador se transformó en un gemido de dolor. — ¡No mamá! ¡No! ¡Ella tenía que estar con nosotras, ella no! — Y las lágrimas surgieron en el rostro de su hija, se acercó para abrazarla y consolarla pero fue en vano, ella dió un paso atrás para mantenerse lejos. — ¡Mamá no entiendes! ¡Sí ella se va ahora ya no regresará jamás! ¡Mamá la vamos a perder para siempre! ¡Tenemos que ir por ella!
— Yeji por dios, cálmate. Ella está bien...
— ¡No mamá! ¡Tengo que ir ahora! — La niña la dejó por completo confundida, parecía saber que se iría esa noche pero había algo más detrás, razón por lo que la siguió pero al detuvo cuando abrió la puerta que daba a la calle.
— ¿A dónde crees que vas Son Yeji?
— Voy por mi mamá.
Tensó la quijada con rabia, su hija llamaba madre a una mujer que apenas había conocido hace menos de un mes. Estaba en verdad enojada y casi volviéndose una versión femenina de Hulk o Grinch por la temporada navideña.
— ¿Mamá? — Cuestionó la mayor conteniendo su ira.
— Sí. Yo desee que fuera mi madre y me lo concedieron. Un maniquí volvió a la vida con mi deseo y no voy a perderlo. Si tú tienes algo que decirle deberías hacerlo ahora porque nunca más volverá si no se lo decimos.
— ¿Maniquí?
La niña suspiró tensa pues notaba que moría por salir corriendo de ahí pero la palabra maniquí le hizo volver al día en que estaban en el centro comercial y vio un anuncio dónde se buscaba un maniquí idéntico a Nayeon. Y de pronto el nombre Im de la tienda la dejó aún más sorprendida por las continúas coincidencias, sin embargo creer que se trataba de un maniquí era cosas de niños, no podía ser verdad.
— Mamá debes creerme, Nayeon es un maniquí y si no vamos por ella nunca más la volveremos a ver con vida.
Su hija rogaba en llanto con las manos juntas.
— Por favor, creeme mamá.
La mayor cerró los ojos con fuerza rendida y tomó los abrigos para salir de ahí.
— ¡Ya volvemos Dahyun! ¡No nos esperes despierta!
Su hija sonrió nublada por las lágrimas al escucharla y con abrigos puestos salieron de ahí disparadas deteniendo al primer taxi en la calle principal. Dieron la dirección del centro comercial y al llegar ahí entraron por la parte trasera donde estaba el estacionamiento. Ahí vieron como entraba Nayeon y eso en verdad la shockeó aún más pues le habían abierto las puertas como si la estuvieran esperando adentro. Su hija jaló de su brazo para hacerla avanzar y alcanzar las puertas abiertas.
Nayeon caminó como si estuviera robotizada, le inquietaba saber que sucedía con ella, el misterio tras ella y porque le dolía tanto verla partir y pensar que no volvería a verla jamás como su hija decía.
Pero alguien se puso frente a ellas, una señora mayor con las manos en cada cadera como si estuviera apunto de regañarles por estar en una propiedad privada.
— Pequeña Yeji ¿Qué haces aquí de nuevo y con visita?
La niña le dirigió una mirada nerviosa a su madre y después miró a la señora controlando sus sentimientos para saber explicarse.
— Nayeon volvió, sólo faltan unos minutos a las 12, se volverá una maniquí otra vez. Queremos impedirlo.
— ¿Y por qué no lo hicieron antes?
— No sé, yo le decía que la quería conmigo. Y le dije mamá. Y...
— Es mi culpa hija, sólo, ¿Podría decirnos dónde está Nayeon? Necesitamos decírselo.
— Tu lo sabes Yeji, antes de que sea tarde.
Su hija corrió y ella fue detrás de ella al mismo ritmo, estaba completamente oscuro y no le agradaba la idea de perder a su hija ahí.
Su hija se detuvo en seco y casi cae sobre ella, por suerte no fue así pero entonces cuando levantó su mirada vio algo realmente escalofriante, se encontraban frente al maniquí de la niña pequeña y dónde supuestamente estaba el maniquí perdido.
Escuchó el llanto de su hija crecer pues el maniquí que tanto se parecía a Nayeon estaba ahí sin expresión, sin vida. Tuvo que abrazarse a si misma sintiendo un escalofrío y un dolor enorme en su corazón al pensar en que lo que creía su hija podría ser real. Pensó en la posibilidad de ser todo algo montado pero ¿Por qué? ¿Para qué? Su hija lloraba a los pies del maniquí gimiendo el nombre de su niñera y lo mucho que la amaba, que era su madre también. Ahora eso era algo que no le molestaba, lo que le molestaba era esa duda, ese extraño sentimiento de dolor en su interior que desconocía totalmente.
Estaba aturdida.
Su hija sostenía un collar y cerraba los ojos aún con lágrimas empapando su rostro pero toda la escena fue interrumpida por la señora de hace un momento.
— Le costará mucho olvidarla.
— ¿Dónde está Nayeon? ¿Usted la conoce? — Estaba cansada de la fantasía, sólo quería escuchar algo coherente.
— Por supuesto, yo le di vida y una oportunidad de vivir con amor. Pero creo que no lo logró porque regresó. — Negó con tristeza. — Nayeon estará bien cómo maniquí, ¿Pero ustedes?
— Señora por favor, sólo dígame algo real.
— Que no creas en la magia no significa que no sea real.
— ¿No volverá a despertar?
Su hija interrumpió la poco amigable conversación que sostenía con la señora.
— Creo que podría con otro deseo de navidad.
— ¿Podría volver a desearla pero esta vez para siempre?
— Puedes, te estaré esperando en la siguiente navidad pequeña. Por ahora no puedo hacer nada más por ti.
Chaeyoung miró exhausta a su pequeña hija, su tristeza le rompía el corazón. Tanto como mirar al maniquí de Nayeon sin vida.
— Volveré. — Su hija habló con perseverancia.
— También espero verla a usted.
Incómoda sólo tomó a su hija y la llevó fuera de la tienda para volver a casa, y a pesar de estar a altas horas de la noche nada malo les ocurrió al regresar. Llevó a su hija hasta la cama y la cubrió dándole un beso de buenas noches en la frente.
— Mamá... — Se escuchó su hija en medio de la oscura habitación.
— ¿Sí?
— Te amo, no me dejes nunca.
Sus ojos le hicieron una mala jugada y sintió como se humedecían, estaban dispuestos a llorar a chorros pero controló aquello aspirando el oxígeno suficiente para poder contestar correctamente.
— Jamás Yeji, siempre te amaré y siempre estaremos juntas. Te lo prometo
Fin💝
N/A: No estoy llorando, No estoy llorando, No estoy llorando jsjs 🤧
Bueno espero les haya gustado, habrá epílogo no se preocupen 🦋
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