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24. Cita uno

En Multimedia - San Lucas

Es tan irónico que mi yo del pasado dijera que nunca más se volvería a enamorar. Y ahora aquí estoy yo confundida por mis sentimientos hacia Melanie.

Lo que siento por ella, es una gran confusión. Mi corazón me dice "arriésgate" pero mi cabeza dice "no" pues ya tuve suficiente del amor.

Pero es por eso que he decidido salir con Melanie para definir mis emociones.

Quizás si salgo con ella pueda quitarme esta confusión de una buena vez por todas.

Así que cogí mi iPhone y busqué a Melanie en WhatsApp.

Posteriormente escribí y le mandé un mensaje:

Yo: ¿Te gustaría salir a un lugar conmigo?

Melanie: ¡Sure! ¿A dónde iremos?

Yo: Es una sorpresa. ;) 

Melanie: ¿Una sorpresa? Está bien. Me gustan las sorpresas.

Yo: Te veo en una hora.

Seguido de eso, le pedí la dirección de su casa y me dijo:

Melanie: Claro, ya te la pasó.

Acto seguido, Melanie me pasó la dirección de su casa y yo le dije que en una hora la iría a recoger.

Solo quiero sacarme de dudas.

[...]

Después de salir de bañarme, me subí a mi auto y puse música. Donde ahí sonó "Adore You" de Harry Styles.

Un temazo.

Antes de llegar a la casa de Dashton, pase por una florería y pensé en comprarle unas flores.

Una vez que compre las rosas, ahora sí salí del auto y metí mis manos en el bolsillo de mi abrigo café mientras esperaba a Melanie.

Un momento después, salió Melanie de la casa y la miré.

Vestía una chaqueta azul casual, con una blusa blanca estampada y ceñida a su cuerpo, con unos jeans ajustados azules sumado a unos Converse blancos.

Me miró y con un tartamudeo pronunció:

-H-Hola. 

-Hey -respondí. Acto seguido, le di el ramo de flores que contenía una nota que decía "Buenas tardes, bonita".

-Gracias -dijo esbozando una gran sonrisa.

Parece que le gustó.

-Vámonos -sentencie y le abrí la puerta de mi auto deportivo negro.

-¿A dónde tan caballerosa? -dijo y un sonrojo cubrió mis mejillas.

-Para con eso -agregué un tanto nerviosa.

Una vez que di la vuelta y me subí, prendí el auto.

Giré la llave y el auto arrancó. Un momento después, Melanie bajó el cristal para que entrará el viento, lo cual se lo agradecí. Pues el calor está fatal.

Había silencio entre nosotras, pero no era incómodo. Era cómodo de hecho. Yo estaba concentrada en la autopista, hasta que Melanie habló:

-¿Es tuyo? -preguntó con interés señalando con la mirada un collar en forma de corazón compartido. 

-Sí. Aunque siempre he intentado deshacerme de él.

-¿Por qué? -respondió.

-Es... Complicado -le dije.

Un instante después, Melanie me miró y me dijo:

-¿Ya me vas a decir a dónde vamos?

-Nope -dije.

-Oh, vamos -tocó mi hombro-. Dime.

-Te daré una pista, empieza con c.

-No se me ocurre nada -respondió lanzando un bufido. Yo solté una carcajada.

-Ya lo verás.

[...]

Finalmente llegamos al establecimiento.

Era una cafetería llamada »Coffee Free« que obviamente no eran gratis, válgame la redundancia.

Un segundo después, Melanie abrió la puerta para salir, pero yo sujete sus manos.

-Yo lo hago -dije. 

-¿A-Ah? S-Sí...

Me baje del auto y le abrí la puerta a Melanie. Ella, se bajó un momento después tras agradecerme ese gesto.

Posteriormente caminamos hacia la cafetería y abrimos la puerta.

El ambiente te hacía sentir como en los años 80s. Había música Jazz y una rockola.

La decoración era de mi interés.

-Es precioso -pronunció Melanie. 

-Qué bueno que te gustó -dije.

Seguido de eso, nos sentamos en una mesa de color café oscura. La cual portaba un jarrón de flores con varios cubiertos, tales como servilletas.

-¿Puedo tomar su orden? -preguntó una camarera.

-Sí, mira un Capuchino, ¿y tú? -me dirigí a Melanie y noté como se puso medianamente nerviosa.

-Uno normal -dijo finalmente.

-En un momento se los traigo -dijo la camarera antes de irse.






-¿Ya habías venido antes? -me preguntó.

-Es la primera vez, de hecho -contesté.

-Ya veo.

Acto seguido, llegó la camarera con nuestra orden y Melanie y yo bebimos nuestro café. Noté como a su café le puso más de tres cucharadas con azúcar.

-¿No te gusta el café con azúcar? -observó.

-Casi no. Me gusta más cargado.

-A mi si me gusta con mucha azúcar -dijo.

-Aquí hay más sobres de azúcar -dije señalando unos sobres.

-Gracias -dijo y cogió otros dos más.

Posteriormente los colocó en el café y con la cuchara le dió varias vueltas al vaso, haciendo que el sonido de la cuchara golpeteando el vaso, se escuchará.

Todo era un gran silencio, hasta que Dashton volvió a hablar y me preguntó por ese collar.

-Ese collar... ¿Era compartido?

-Sí -respondí dándole un sorbo a mi café.

-Oh... ¿Y qué pasó con esa persona? ¿Era tu amiga?

-Fue más que eso -dije sin decir más al respecto.

-Entiendo... -dijo y después agregó: -Discúlpame si pregunté por algo indebido.

La verdad es que no me molestaba hablar de esto con Melanie.

Así que todo estaba bien.

-No te preocupes. Es bueno hablar de esas cosas -respondí.

-Y bueno... Chica con complejo de escritor, deberías decirme de que trató la primera parte de Millonarios en Apuros.

-Tienes razón -esbocé una torcida sonrisa-. Pues... En la primera parte, se muestra la primera batalla entre ambos bandos. Antes, Henry y Charlie tenían más amigos. Uno se llamaba Klenc, pero murió por culpa de Brown. También salieron los papás de Henry y Charlie, pero murieron a causa de la mafia. Y lo más loco y genial de la primera parte, es que Henry y Charlie se besaron ebrios.

-¿QUÉ? ¡NO PUEDO CREER QUE SE BESARÁN!

-Yo tampoco pude creerlo -dije soltando una carcajada.

Dashton soltó una carcajada también.

-Me la paso muy genial contigo -me dijo repentinamente.

-Yo igual. 

-Oye, Allison...

-¿Dime? -contesté.

-¿Recuerdas la vez en la que estaba hablando con Lucía y tú llegaste?

-Sí.

¿Me dirá sus sentimientos?

-¿Tú.. Escuchaste algo?

-No, no escuché nada. ¿Por qué? -respondí.

No quisiera que las cosas cambien entre nosotras porque Melanie sepa que yo sé lo que ella siente por mi. 

Por eso preferí mentir.

-¿No escuchaste nada? -preguntó incrédula.

-No. ¿De qué hablaron?

-Ah, d-de nada importante...

-Dime -agregué tocando su mejilla.

-Verás... Sobre eso... Yo...

-Aquí está su cuenta -dijo la camarera.

-Gracias -respondí.

Joder. Toque su mejilla. ¿Qué demonios me pasa?

-¿Cuánto debo pagar yo? -dijo Melanie.

-¿Bromeas, Lanie? Nada -respondí con una amplia sonrisa.

-¡No bromeó! ¡Hablo en serio!

-Jajaja, déjalo así. Yo pago.

-No puedo aceptarlo -dijo.

-Tendrás que aceptarlo, Lanie.

-Oye.

-Aquí tiene -dije dándole varios billetes a la camarera.

-Ey, yo también quiero pagar.

-Déjalo así.

-No puedo dejarlo así -replico.

-La próxima vez tú pagas -dije pausadamente.

-S-Sí -dijo nerviosa.

-Tartamudeas mucho cuando hablas conmigo -dije burlona-. Vámonos.

-N-No es cierto -espetó ella avergonzada.

-Seguro, Lanie.

-Ey, chica con complejo de escritor, ¿tienes algún problema?

-¿Y qué si lo tengo? -dije dandole un ligero apretón en su abdomen.

Un instante después me reí.

No me la pasaba tan bien con alguien de esta manera desde hace mucho tiempo.

[...]

-¿De regreso a casa? -le pregunté con una sonrisa.

-De regreso a casa -respondió Melanie.

Prendí la radio y la canción que sonó fue "San Lucas" de Kevin Kaarl.

-Me encanta esa canción -dijo Dashton.

-A mi también -agregué esbozando una torcida sonrisa.

De camino a su casa, ambas escuchábamos la canción en un completo y eterno silencio. Ninguna decía nada. Solo disfrutábamos del momento.

Y me gustaba esto.

Lo que éramos nosotras antes de la tormenta.

Dile ya a tus papás que no vas a regresar.

Te vas con un loco que no te para de amar.

A vivir salvajes, libres allá en San Lucas.

Tus ojos brillan más que la luna, sol y mar.

Yo era un oceano apunto de quedarse sin agua por mis ilusiones muertas.

Y ella... Ella era lo más hermoso que pudiera haber visto.

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