CAPITULO V
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—Ni siquiera me hables.— La voz de Iguro era fuerte, bastante demandante para el Pilar del Agua.— No quiero que las personas vean que ando contigo.
Tomioka, como buen hombre obediente que es, hizo su mayor intento para conservar el silencio de su voz, (cosa bastante fácil). Comprendiendo que seguramente Obanai se sentía incómodo por toda la presión del momento.
Y es que, ahora, caminando en medio de un pueblo lleno de personas, se está dando cuenta que Iguro es una pequeña exhibición. Es decir, si lo ves de reojo tal vez no lo distingan como hombre, pero algunas personas con buena vista si que lo hacen, y después le comentan a otras personas cercanas haciendo que todos los ojos estén sobre Obanai.
Tal vez no por la falda, también podría ser por la serpiente que está envuelta en su cuello, pero en este momento Obanai es un pequeño muñeco de exhibición para los aldeanos y sobra decir que no se siente feliz con eso.
Aún con la aclaración de no hablar para que nadie los relacione, Tomioka seguía manteniéndose cerca, ¿qué tan cerca? Lo suficiente para que todos se percaten de la similitud en sus uniformes y piensen que ambos están juntos.
Su hombro chocaba contra el costado del más bajito, podría ser intencional o no, ambos pilares estaban muy concentrados en sus mundos cómo para ponerse a discutir por algo como eso, o al menos así estaba Obanai, ya que es el único al que le molesta la cercanía, contrariamente de Tomioka quien se alegra por cada toque.
Giyū agradecía ser un 'experto' en el arte de controlar expresiones, siempre serio y con su mirada fija en algún lugar, como si se concentrara en todo y en nada a la vez, en una situación como esta, es muy util.
Sobretodo por las pequeñas veces donde se queda mucho tiempo observando a Iguro, en un principio se mantuvo a su propia distancia y sus ojos eran incapaces de alejarse de ese hombrecito, sobretodo, de aquellas calcetas tan largas y seductoras.
Cómo quisiera Tomioka poder ser capaz de ver ese "espectáculo", donde Obanai se esté vistiendo (o desnudando) y deslice la suave tela por su pierna.
Pero todo eso se queda en su imaginación, Giyū es muy bueno actuando sin mostrar sus verdades pensamientos.
Aunque, curiosamente, Obanai en este momento está pensando en porqué diablos Tomioka lo estuvo mirando tanto al principio.
¡Sí, se veía mal! Pero eso no es excusa como para no quitarle la vista de encima, y esas palabras junto a la mirada tan... "extraña" que le dió. Eran para enloquecer a cualquiera.
Iguro pensaba que era un experto adivinando el sarcasmo de las personas, que siempre sabía cuando había tintes de ironías en las palabras ajenas, es por eso que estaba demasiado pensativo sobre Tomioka.
Lo que dijo pareciera verdad, no solo por el tono, sino por su expresión y toque, sin embargo, en el cerebro de Iguro eso no cuadra, ¡seria una locura! Ningún hombre en su sano juicio pensaría que otro hombre se ve atractivo vestido de mujer.
Son mentiras, Tomioka solo está intentando burlarse de él y humillarlo, como todas las demás personas en este instante.
Su cuerpo se contrae, cada pequeño músculo de su cuerpo se tensa mientras sus huesos quisieran volverse añicos por la presión que siente ahora. Todos esos ojos y voces murmurando sobre él lo ponían nervioso.
A Iguro poco le importaba la opinión de las personas, él estaba, en su mayoría, bastante seguro de su apariencia, aunque normalmente se criticara frente al espejo. Sabía cómo controlar la presión, pero ahora duda de su propia capacidad.
Voces, susurros, ojos y señalamientos despectivos, todos ellos iban directo a su persona, Obanai era el blanco de todos en el pueblo y aunque quisiese mostrarse intocable y orgulloso de su caminar, era bastante obvio que su seguridad se desvanecía cada vez más.
Nerviosamente acomodó su falda, en un gesto por hacerla más larga y tal vez así, disminuir los ojos sobre él.
La cantidad de personas aumentó considerablemente al anochecer, iba a ver una especie de feria donde se harían actividades, por eso, aún siendo tan tarde, la vida en el lugar y las luces lo hacían parecer una tarde común y corriente.
Era perfecto para que un demonio hiciese su acto de presencia.
Sin embargo, Obanai desgraciadamente no tenía mente para eso en este momento.
—¡Ey...! ¡¿Quién fue?!— Iguro se dió media vuelta, moviendo su falda y mirando a las personas con muy mala cara, pero fue inútil. Todos los pueblerinos caminaban y estaban entretenidos en sus cosas, nadie parecía sospechoso.— Maldita sea...— Murmuró.
—¿Qué pasó?— Tomioka se detiene, habiendo caminado unos cuantos pasos más al frente, dándose vuelta y mirando al menor.
—... No es tu problema, sigamos caminando.— Susurra, resignandose y decidido a seguir cumpliendo con su labor.
Giyū lo vuelve a mirar, viendo el destello de vergüenza y humillación en los ojos del más bajito. Sintiendo una lastima por él, mientras se pregunta en silencio que habrá pasado.
Con sus sentidos más agudos Obanai se apresura en alcanzar a Giyū, no por nada en particular, solo no quiere alejarse demasiado y perderse entre las personas.
Iguro se va sintiendo paranoico y tímido ante todos, ¡algún infeliz lo había nalgueado! Y no fue accidente, él lo sabía, no era la primera vez que lo tocaban con alevosía entre la multitud.
Pero no tenía idea de quién fue, es por eso que hará como si nada hubiese pasado. Obanai puede con eso, él sabe que puede con eso. Esta situación no es mas grande que él, ¡por supuesto que no!
—Iguro.
—¡¿Qué?!— Grita, sin querer, la voz de Giyū lo había asustado. El pobre estaba muy ensimismado.
Tomioka da un paso hacía atrás, pero mantiene la serenidad. En su mente memorizando todas las muecas que hace Obanai cuando está ansioso.
—¿Qué te parece si vamos a un sitio para dormir y pensar bien nuestros movimientos?— Ofrece, considerando que Iguro solo necesita salir del ojo público.
Sorpresivamente, aunque con una mala cara y evitándole la mirada, Obanai acepta.
—Uh, bien.— Acepta orgullosamente.
Se supone que buscar a un demonio es más difícil que buscar lugar donde quedarse.
¿No?
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—Lo siento, no aceptamos clientes travestis.— La negación de, tal vez, el octavo hotel en la última hora logro que Obanai ni siquiera tuviera los ánimos de enfadarse.
¡Y es que ni siquiera había caso en pelear!
Lo había intentado antes, repetitivamente, pero solo ganaba que los echarán por alterar la paz, supuestamente, sus ropas "lastimaban la susceptibilidad de las personas".
Y eso solo en los mejores casos.
Otros inmediatamente lo tachaban de engendro y falta de moral, señalaban que su sola presencia le hacia una mala publicidad al hotel, y claramente, Iguro no iba a quedarse con esa ofensa, estuvo a punto de golpear a cualquiera, hasta que Tomioka actuaba siendo tan calmado que los corrían sin la necesidad de llamar a ningún trabajador de la ley.
Obanai entendía porque Tomioka podía verse tan calmado ahora mismo, ¡pero es que era obvio! Ese imbécil no es a quien todos tomaron como payasito de circo, desde luego que no tiene ni una maldita idea de cómo se siente.
Resignados, se sientan en un costado del camino, en algún banco, y piensan en lo único que les queda; seguir con la misión sin descanso.
Obanai, como era costumbre, cruza sus piernas mientras mantiene la falda en su lugar. La suave brisa parecía tener la pequeña intención de hacer de las suyas, Iguro prefiere mantenerse preparado.
Tomioka ve esa acción como algo tierna, se fija en las piernas, después sube hasta el rostro de Obanai. El perfil del más joven viéndose muy atractivo en la luz lunar.
Aún con una mueca llena de vergüenza y enfado, Iguro podía ingeniarselas para verse guapo. O eso pensaba Tomioka con la cabeza llena de fantasías.
—Esto es una mierda.— Habla Obanai, se inclina y esconde su rostro en sus manos, ocultando la humillación.— ¡Juro no apostar nunca más en mi vida!
Tomioka pensó que hablaba con él, es entonces que se mojo los labios, preparándose para hablar, pero...
—Ugh, esto también es tu culpa, Kaburamaru.— Habla Obanai, antes de que Tomioka hiciera el ridículo en contestar algo que claramente no iba hacia él.— No me detuviste, ¡a la próxima muerdeme o algo! Pero no me dejes en una situación así.— La serpiente le sisea a Iguro, y si Giyū no fuese cuerdo, hasta pensaría que sonó ofendida.— ¿Tú me advertiste? Pues no sé, no me acuerdo porque estaba borracho, ¡también me dejaste tomar mucho!— El compañero del Pilar se mueve, enrollandose más en el cuello de Obanai. Abre la boca, amenazando en morder a su dueño e Iguro parece ofenderse.— ¿Te amenacé? Cómo te encanta hacer drama, solo dije que si seguías molestando te dejaría solo a la próxima, ¿eso es una amenaza para tí, Kaburamaru? ¡Qué sensible eres!
La discusión que tenía el Pilar más bajito con su serpiente parece durar para rato, siendo la manera más fácil de distraerse del problema real de este momento: su ropa.
Tomioka se quedó quieto, observando y escuchando a Obanai hablando solo, pero sospechaba que la serpiente le respondía de una manera que solo Iguro entendía. Era eso o el hombre que despertó sus fantasias es un loquito no diagnosticado.
Aún así, sus movimientos y expresiones, el como aún regañando tenía un pequeño destello de cariño en los ojos al ver a la serpiente, y sus manos sosteniendo el borde de su falda cada que la brisa la subía así sea un centímetro, era una vista maravillosa para Tomioka.
Y todo ese cúmulo de cosas lograron hacer que Giyū se riera, pero no de Obanai, o al menos no de una manera humillante.
Era suave, pero viajó a los oídos de Iguro robándole un sonrojo.
—Cara de rata, ¡¿de qué te ríes..?!— Exclama, pero no con fuerza, suena más avergonzado que otra cosa.
—Te ves muy lindo cuando discutes con tu serpiente.— Responde inocente, manteniendo una sonrisa pero el resto de su rostro igual de sereno que antes.
Cómo ya debía esperarse, Obanai ni siquiera contesta, solo parpadea, una y muchas veces, para después girar su cabeza a un costado. Mordiendo su labio bajo sus vendas, cruzando sus brazos casi ofendido. Pero en el fondo, volvía a sentir una especie de sensación cálida en el pecho.
Está vez su halago fue diferente, no lo estaba mirando de esa manera, y ni siquiera se enfocaba en su ropa, sino su rostro. Tomioka parecía estarle halagando a él y Obanai eso le cayó aún "peor".
Ahora se preguntaba si de verdad sus palabras eran ciertas, tanto estás como las anteriores.
—Ugh, por favor, deja de hablarme como si fuese una mujer, ¿no te das cuenta que es asqueroso?— Hace la mejor mueca y gesto de asco que pudiera entregar y todo se queda en silencio.
Escucha como Giyū se recoge y murmura algo, tal vez una disculpa ridícula. Iguro ni siquiera quiere seguir sentado perdiendo el tiempo, al menos esforzarse en terminar la misión está noche sería mejor que nada, pero no quiere seguir estando rodeado de personas.
Aún en el banco donde permanecen sentados, habían pueblerinos caminando de un lado a otro, algunos ignorandolos y otros mirando a su persona con asco. ¡Cómo quisiera borrar esas caras!
Y es que, Obanai detesta que cuestionen su hombría y odia que sea difícil defenderla.
Sobretodo porque no tiene una alta estatura, un cuerpo musculoso, una gran fuerza o una verdadera personalidad masculina.
Ahora aquí, sentando en una banca con unas medias hasta los muslos y una falda que se movía a la más mínima brisa, no le sorprenden los gestos . Al menos la prenda no es corta como para decirle insultos aún más denigrantes.
—Oh, Dios.— Susurra volviendo a la realidad, el frío en sus piernas le recordaba lo descubierto que estaba. Aunque agradecía lo suave de la tela.— Tomioka, si quieres vete a descansar, yo buscaré al demonio.
—¿Eh? ¿por qué?.
—A tí sí te dejan quedarte en los hoteles, no creo que debas verte envuelto por esta estupidez. Además...— Confiesa, mirando a un costado.—... no quiero que las personas piensen cosas.— Por el silencio es que se da cuenta que debe explicarse.— Las personas dicen que tú y yo somos... bueno, como sea que se le digan a ese tipo de relaciones. No quiero que sigan pensando que hacemos esas cosas.
Tomioka lo mira, no se había dado cuenta de esos susurros, a decir verdad, fuera del obvio rechazo de las personas, no se había propuesto a escuchar lo que decían de Iguro, y ni siquiera se quiere esforzar en hacerlo, sabe que será molestarse por nada.
Aún así, al ver aquella expresión avergonzada, pero sobretodo, dolida en Iguro, es que Tomioka decide acercarse un poco, dudando en el proceso al ver como el cuerpo de Obanai se tensaba. Siendo ya muy tarde cuando sus manos estaban justo a lado del muslo de Iguro, sus dedos rozando sutilmente el comienzo de las calcetas blancas y, tal vez, la piel. Pero eso solo si decidiera hacerlo.
El menor aguanta la respiración, se contrae y vuelve rápidamente hasta Giyū, demasiado nervioso para hablar, demasiado intimidado por Tomioka como para alejarlo.
—No te dejaré solo en la misión.— Dice, mirando inexpresivo al menor, pero aún así, su voz cargada de una emoción diferente. Hasta él mismo dejó de respirar.— No te preocupes por lo que dicen las personas, a mí no me molesta que piensen eso.
—P-pero es denigrante y-.
—Lo es solo si tú piensas que es así.— Lo interrumpe, con valor levanta su mano y la posa sobre el muslo de Obanai, justo en dónde lo cubre la falda para no hacerlo sentir incómodo, y aprieta. Guardándose el calor creciente en su pecho al verlo dar un salto en respuesta.— Vamos juntos a buscar un lugar donde quedarnos, o vamos juntos a cumplir con la misión.
Obanai se sonroja y vuelve girar el rostro, mirando a Kaburamaru un segundo, mordiendo fuertemente sus labios y con el corazón acelerado.
—N-No me toques, por favor.— Susurra, nervioso por los pequeños tocamientos que recibió antes. No quiere tener manos ajenas en su cuerpo. Cuando Tomioka vuelve a alejarse, es que puede soltar el aire retenido.— Va-Vamos... Vamos a intentar buscar hospedaje una vez más, si fallamos, terminaremos a como de lugar la misión.
Tomioka evita responder, pero asiente, perdido por las sensaciones y cosquilleos dulces pero sobretodo, picosos, que siente en su mano elegida para tocar a Obanai.
Quisiera tocarlo mucho más.
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El capítulo completo.
No sé porqué Wattpad me dice que es borrador pero a todos les aparece el capítulo publicado. Pero aquí está, solo me quedaba un poquito.
Espero que les haya gustado, los quiero <3
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