Capítulo XXIV
En parte era ilógico que Nathan fuera grosero, a Alex no le cabía en la cabeza la idea de que el pequeño se portara mal con una mujer tan elegante y discreta como Angelica, aunque no le parecía prudente el hecho de que se hubiera levantado minutos antes para llegar a la mesa de ellos.
—¿A qué te refieres que fueron groseros?— Preguntó curioso Alex, aunque parecía no darle importancia al seguir con su cena como si no le importara.
—La mujer no me saludó y el niño me dijo cruelmente que me callara y volviera a mi asiento, sé que no debí ir allá, pero no era para que me insultaran de tal modo.
—Seguramente fue tu culpa, es que el pequeño Nathan es un genio prodigioso, así que no acostumbra a hablar con personas de menor IQ que él, su madre también es muy lista lo que los hace un par muy peculiar, por supuesto hablan con Alex porque es muy listo, poco suelen tolerarme aunque Stephanie es una santa, siempre se digna a hablarnos a nosotros los dignos mortales... La vieras cuando trabaja, no hay nadie como ella.
La defensa de Víctor era concluyente, no le creía ni un poco lo que hablaba esa mujer, pero le molestaba de más que se atreviera a difamar a su adorado sobrino, y es que a él le permitía lo que quisiera, incluso ser vulgar y grosero.
—No digo que...
—Sí, Nathan es un chico especial, es el hijo de alguien importante así que yo que tu cuidaría las palabras con las que te diriges al pequeño amo— Víctor entró en el personaje que el mismo pequeño había inventado.
—Aún así no es excusa para que se porte grosero— Contestó Alexander, no estaba de acuerdo en que Nathan fuese así, aunque se tratase de un papel, no es que creyera ciegamente en las palabras de su futura inversionista, pero le daba el beneficio de la duda.
—Exacto— Angelica se pegó de la única esperanza que le había dado su artimaña.
Mientras tanto en la otra mesa...
—Ya no quiero estar aquí— Reprochó Nathan, aunque la comida ya estaba servida, la bruja como el mismo la llamó minutos antes le había quitado el apetito.
—Cariño, no dejes que eso te indisponga, la comida se ve deliciosa y aunque no estoy de acuerdo a como dijiste tu opinión, no te he reprochado por eso.
—Esa bruja, no me cae bien.
—Bueno, en la vida vas a encontrarte muchas personas que no te caigan bien o que en realidad son malas personas, pero debemos seguir hablando o en este caso haciendo negocios.
—Yo no haría negocios con personas que no me agradan, es lógico.
—Querido, espera a crecer y aprender de lo que es lógico.
—Igual, ya no quiero comer... ¿Vamos a la casa? Me quiero ir.
—Ay Dios, te tengo muy mimado... Está bien— Ella miró al mesero y este llegó enseguida, ya que la miraba al menos cada cinco minutos, igual que algunos otros.
—¿Desea algo más, Madame?
—Por favor, retira la comida y ponla para llevar, mi hijo no se siente bien.
—Sí señora, enseguida ¿Desea que llame un médico o algún profesional que pueda ayudarle?
—No es necesario, muchas gracias.
Al mesero levantar los platos, un hombre que hace rato la observaba se acercó.
—¿Todo está bien señorita?— Habló un hombre joven de cabello rojo y traje elegante.
—Claro que sí, caballero, todo está bien.
—¿Sucede algo con la comida o con los comensales? Sí tiene algún inconveniente con alguna persona solo dígamelo y me encargo.
—Ahora que lo menciona... Tengo un problema con uno de mis hermanos mayores, está saliendo con una buena amiga mía y está haciendo el tonto, en vez de comprometerse.
—No sé de que hablas... No estoy saliendo con ella— Dijo completamente sonrojado.
—Entonces aclara las cosas, ella gusta de ti, créeme no quieres mal entendidos.
—Lo sé, es complicado.
—No imagino un asunto sencillo para la familia Stottlemeyer.
—Te queda muy bien ese vestido, siempre pensé que te quedaría muy bien, no me equivoqué.
—Me lo regalo Da... Él.
—Lo sé, pero yo lo compré, aceptémoslo él nunca tuvo buen gusto, contigo solo tuvo suerte.
—Mami ¿De quién hablan?— A Kane se le agrandaron los ojos al escuchar tan peculiar palabra.
—De nada importante, mi amor— Le guiñó el ojo.
—Ese nene ¿Te dijo mami?
—Sí, porque es mi mamá, obvio— El pequeño se sentía cada vez más irritado por la presencia de extraños junto a sus padres.
—¿No lo sabías? Pensé que el chismoso de James te había contado.
—¿Qué debió contarme James?
—Es una historia larga, por ahora los presento... Nathan, te presento a mi otro hermano, Kane. Kane, te presento a mi hijo, Nathan.
—¿Otro hermano? ¿Cuántos tienes?
—Son solo tres, cariño, tu tío James, tu tío Nate y él, el tío Kane.
—Hola tío Kane, es un gusto conocerte.
—Así que eres el niño que Nate, sacó en la televisión la vez pasada, es un gusto conocerte para mí también.
En eso llegó el mesero con la comida y la cuenta.
—¿Esa es la cuenta? ¿Verdad?— Habló Kane con el mesero.
—Sí, señor.
—Damela, la casa invita— Kane tomó el papel y lo firmó, dejando al mesero boquiabierto.
—Sí señor, permiso— Dicho esto el hombre se retiró despavorido.
—No sabía que ahora tenías un restaurante.
—Es un bistró, y yo tampoco sabía que tenías un hijo, necesito que me lo expliques Lauren.
—Después... Lo prometo— Ella tomó una servilleta y el bolígrafo que él tenía en la mano para anotar su número telefónico —Este es mi nuevo número, llámame y hacemos una cita, tengo muchas cosas que contarte.
—Esta bien. Te ves hermosa, pero diferente, sino hubiera venido aquí a saber porqué te marchabas, jamás me hubiera dado cuenta que eras tú.
—Si no sabías que era yo ¿Por qué te acercaste?
—Porque es la primera vez que alguien viene con un niño, jamás hubiera esperado que uno se portará tan bien y educado como tú pequeño, por lo que ví esa mujer los incomodó, probablemente porque es un niño así que no iba a permitir una injusticia— Step sonrió al escuchar eso.
—Siempre eres tan buen chico— Le acarició la mejilla —Te amo tanto por ser tan dulce.
—Y yo a ti— No pudo evitar abrazarla, Kane era el más amable de todos, era el salvador de las causas perdidas, a pesar de todo, los dos compartían un lazo especial que con el tiempo se fue olvidando, pero en ese momento se dieron cuenta que era irrompible.
Stephanie se marchó con Nathan, de cierta manera ella esperaba que el pequeño no notará como la había llamado su hermano, pero a la vez se sentía cómoda para decirle si este le preguntaba, después de todo ese era su nombre, al menos el que usaba siempre.
Poco a poco estaba recuperando su vida y retomando el control de sus sentimientos, poder que antes le había quitado su esposo, pues su feliz matrimonio se había convertido en una pesadilla en la cual tenía que reprimir lo que pensaba y sentía, como si se tratara de un robot frío y calculador.
Al llegar a casa decidieron compartir tan deliciosa cena con algunos empleados de la casa, los cuales poco a poco habían empezado a adquirir la costumbre de acompañar a Step y Nathan en sus comidas cuando Alex no estaba, poco después de comer y de compartir un buen momento, el pequeño se sentía somnoliento, así que su niñera le propinó un rico baño y lo llevó a dormir.
Step no se había podido cambiar a una ropa más cómoda, bueno, más casual, porque se sentía realmente cómoda en lo que llevaba puesto, y es que su hermano había elegido muy bien, algo de buen gusto y de calidad, pero sin atraparla en una prenda que la hiciera sentir extraña.
Mientras estaba sentada en la mesa del comedor, metió la mano al bolsillo para buscar algo que había guardado cuando había estado en su apartamento, una argolla y un anillo de oro, este ultimo incrustado con un gran y costoso diamante.
La primera vez que vio ese diamante quedó sorprendida, no solo por la vergonzosa petición de matrimonio, sino porque jamás había visto y menos usado una joya tan costosa, sus nuevos padres eran millonarios, pero eran muy sencillos a la hora de usar accesorios, además no es como si ella usara todo lo que le daban incluyendo los recursos que estos le suministraban, cargaba con el peso de sus primeros años de vida y la idea de todas las necesidades que sufrió, la primera vez que uso unos pequeños zarcillos del dorado metal sintió que hubiera podido morir de hambre mientras muchos otros gastaban su dinero en cosas tan banales como las joyas.
Cuando supo el valor del anillo y que con este se podría alimentar al menos a veinte personas de por vida, quiso venderlo, pero Damián le dijo que era el anillo de la familia, al principio creyó que era una de sus mentirillas, pero Ehlena se lo confirmó una noche, la mujer por supuesto estaba enojada, pues tan valioso objeto tanto material como sentimental, estaba en una niña que apenas había cumplido los dieciocho.
Sí, el regalo del cumpleaños número dieciocho para Lauren, había sido el anillo y la promesa de amarla hasta la muerte y quizás más, lastima que la promesa apenas si alcanzó siete años más. Estaban tan enamorados, que nadie pudo predecir el cruel futuro que les aguardaba, en la argolla estaba grabado el símbolo de infinito con la fecha de la boda, la cual sucedió seis meses después en una oficina de administración pública, sin ninguna otra compañía que el del otro.
Estaban dispuestos a perderlo todo y empezar de cero, Damián había salido de su casa con las únicas prendas que había comprado con su propio dinero, su padre le había gritado que sí cometía la locura en la que estaba pensando ni eso podría sacar de su hogar, su madre también estaba furiosa, eran demasiado niños para pensar en cosas tan serias como el matrimonio.
Lauren por el contrario le había dicho a sus padres su decisión, Leland quería salir corriendo y ahorcar a Damián, pero su esposa no se lo permitió, incluso les ofreció pagarles un apartamento, pero la adolescente se negó como lo hacía siempre, no quería ser una carga para sus padres y además quería empezar como igual con su nueva pareja.
El lugar que alquilaron era poco más que un nido de ratas, pero era todo lo que podían pagar con el sueldo de ambos cerca de la universidad, porque ambos cursaban apenas la mitad de su carrera, claro que Damián ya tenía veintidós y estaba a punto de terminar, pero ahora saliendo de la comodidad de su familia, la posibilidad de conseguir trabajo en una buena firma se veía cada vez más complicado.
Por suerte para Damián, quien siempre había estado en el periódico del colegio y luego de la universidad, había hecho sus propios contactos, uno de estos lo llevó a trabajar como dj nocturno en una emisora, como era independiente y relativamente nueva la paga era poca, y el trabajo era mucho, ya que ayudaba con el equipo legal, contabilidad y recursos humanos, con la misma paga de medio turno.
Lauren trabajaba en una biblioteca, allí aprovechaba para dar clase particulares a los primíparos en su carrera, luego a cualquiera que le pidiera ayuda, era muy buena estudiando así que lo tenían que avisarle con tiempo para ella preparar la actividad, después de las clases tenía que limpiar y acomodar todo lo que dejaran desordenado los visitantes.
Los días eran tan agobiantes que no se veían sino un par de veces a la semana y constaban de apenas unos minutos, Damián sacó adelante la emisora atrayendo la mirada de empresas más grandes e importantes, a Lauren le costó menos tiempo salir de la biblioteca y poner su propio estudio de educación particular, contrató otros estudiantes adelantados de diferentes carreras que necesitaran dinero en jornadas cortas, por supuesto el estudio era la cochera de uno de sus compañeros, la dividían unas paredes de cartón y así podían estudiar varias personas al tiempo.
Allí, había llegado Víctor, aunque no fue Lauren quién le ayudó, y ellos no sabían eso ni siquiera en el presente, la universidad le dio una planta a Lauren para ello y muchos más llegaron a ayudar, uno de los decanos le ofreció un gran trabajo a su alumna predilecta en su firma, la estaba entrenando para llevarla a la fiscalía, la había observado lo suficiente para saber que podía convertirla en su pupila.
Con lo poco que habían podido ahorrar en esos meses de duro trabajo compraron una botella de champan y dos copas de cristal baratos, no podían permitirse más, pero tenían todo lo que deseaban el uno al otro. Todo se había puesto muy romántico en la cena con velas, aunque la razón no tenía nada que ver con el amor, sino con la falta de pago del servicio de energía, aprovecharon la oscuridad para recuperar el tiempo y los besos perdidos en su ausencia.
Estaban tan enamorados... Step no supo en que momento se había vuelto a colocar la argolla y anillo en el dedo correspondiente, tenía los codos sobre la mesa y las manos recargadas a su rostro, mientras trataba de descubrir en que momento todo se había roto giraba con sus dedos esos objetos que le recordaban su promesa.
—¿Un centavo por cada uno de tus pensamientos?— Habló después de los diez más tortuosos de su vida, llevaba el suficiente tiempo delante de ella, para saber la dirección de sus pensamientos al ver sus manos.
—No creo que tengas suficiente dinero para eso— Sonrío mientras escondía sus manos en los bolsillos —¿Quieres algo de beber? ¿Cómo te terminó de ir?
Step se levantó para irse a la cocina, pero Alex la detuvo del brazo y la halo hacia su cuerpo, con su otra mano dirigió su rostro para tenerla a escasos centímetros. La besó, pero no era una sensación tierna o dulce, era un beso cargado de deseo y posesión, estaba celoso, sentía miedo de que volviera a donde pertenecía, porque le pertenecía a otro hombre.
La curiosidad mató al gato, que frase tan falsa, a los gatos solo los lleva a la caza, los que mueren por su curiosidad son los humanos y más cuando saben que el resultado los llevará al fondo del abismo, Alex hurgo en el bolsillo de la falda para encontrar el circulo metálico.
—¡Basta! ¡¿Qué estás haciendo?!— Step le empujó al sentir la interrupción en el pequeño escondite de sus manos.
—Yo... —Se iba a disculpar, pero la pequeña herida que le dejó la piedra del anillo le causó mucha ira — ¿Cómo puedes seguir pensando en alguien que te ha hecho tanto daño?
—Mira, no me lo tomes a mal, pero ese no es tu asunto.
—¿No es mi asunto? Eres mi... mi...— Iba a decir mi chica, por un instante había olvidado la realidad.
—Soy tu empleada, lo que sucedió entre nosotros fue fuera de las horas laborales como dos extraños que nunca más se volverán a encontrar— Esas palabras eran dolorosas tanto para Alex como para Step, tenía que ser firme por los dos.
Ella ya había notado lo que sentía por él, mucho antes de que pasaran la noche juntos, pero se había estado negando así misma, porque como su hermano le había dicho antes se sentía como si estuviera cayendo tan bajo como su esposo, después de todo ese papel aún seguía firmado y solo la hacía una infiel a un hombre que yacía en malas condiciones.
Lo mejor era resolver su situación legal, para considerar la sentimental, y eso que esa parte era solo de ella, porque también era obvio que Alex tenía asuntos que arreglar con la madre de Nathan, la cual podía aprovechar de su romance secreto en un juzgado para quedarse con el pequeño.
—Dime que no sientes nada por mí— Alex se negaba a rendirse, pero con los sentimientos negativos a flor de piel, lo tenían confuso —O ¿Acaso siempre estuviste pensando en él, mientras estabas conmigo?
Ella apenas abrió la boca, se negó a oírla, sin importar lo que dijera no había nada bueno para él, sino no lo hubiera detenido antes, con su orgullo herido y el corazón lastimado se alejo.
—Tienes razón, solo somos dos extraños que nunca se volverán a ver— Luego se marchó sin dar vuelta para mirar lo que dejaba atrás.
Stephanie hubiera querido gritar que no era así, era cierto que la primera vez se había dejado llevar por la tristeza y cierto deseo de venganza, pero no era que pensara en otro mientras recorría su cuerpo... Aunque quisiera hacerlo, no hubiera podido, pero era más difícil explicar lo que pasaba por su cabeza y corazón, ya que ni ella lo tenía muy en claro.
La mañana llegó lentamente, Step estaba sentada sobre su cama mirando los dos objetos que probablemente habían causado el desastre de la noche anterior, no sabía que hacer, ni que decir ahora en adelante, como iba a ser su relación a partir de ese momento.
El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención.
—¿Mami, ya estás despierta?
—Sí, cariño... Ya estoy despierta— Ni siquiera había pegado un ojo en toda la noche.
—Mami ¿Cuándo tengo que ir a la escuela?
—La próxima semana amor ¿Estás ansioso por ir?— El pequeño afirmo con la cabeza aunque no entendía muy bien a que se refería —Sí quieres, después del desayuno estudiamos un poco.
—Sí, mami— Salió corriendo.
Step se levantó de la cama, para asearse y alistarse para el nuevo día. Al salir notó una nota adhesiva en la pared fuera de su habitación.
"Necesito que revises los nuevos contratos con las empresas, están en el escritorio, puedes empezar luego de las clases de la universidad, he llamado a la escuela y recibirán desde hoy a Nathan"
A.K.
La pelinegra sentía como se le movía el mundo ¿Le estaba quitando a Nathan como venganza por haberlo rechazado?
—Mammiiii ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?— Para entonces Step se había sentado en el suelo.
—Nada bebé, estoy bien, es solo que me sentí mal por un momento, pero no es nada, te tengo una sorpresa.
—¿Cuál?— Preguntó desconfiado el pequeño.
—Vas a ir a clases hoy ¿Estás feliz?
—¿Vas estar conmigo?
—No puedo, recuerda que también comienzan mis clases.
—Entonces, no iré, tu estás blanca como mi leche, el abuelo dijo cuando estábamos en la playa que algunas personas son blancas, pero cuando no y se ponen blancos como mi leche es porque están enfermos.
—No estoy enferma, es solo que me faltó el aire porque me puse de pie muy rápido de la cama y así... No es nada, ven, no quiero que te pierdas tu primer día de clases— Step fingió estar feliz, algo que el pequeño aún no podía diferenciar así que le creyó.
Se armó de todo el valor que pudo para ir a la oficina de su jefe, para recoger los papeles que él le había dejado, entonces encontró otra nota.
No lo malentiendas, el trabajo de oficina es para que ocupes tu tiempo, aproveché que Víctor ni tu sabían del primer día de clases de Nathan para que no te influya, estoy buscando mi coraje para dejarlo ir, por eso me fui temprano... Ya deja de atormentarte, tiene el celular para que te llame en el instante, porque obvio no me va a llamar a mí.
A. K.
Stephanie sintió como el alma le volvía al cuerpo, estaba muy preocupada, al fin pudo reconocer que Alex era un hombre maduro, no se iba a dejar llenar de odio solo porque lo había rechazado, quizás no pudiera entender las razones, pero se lo respetaba y le daba toda su confianza.
Lo que no esperaba era que las notas y los mensajes de texto fueran los únicos medios de comunicación por las siguientes dos semanas, se iba temprano y llegaba muy tarde, usaba el horario del almuerzo para pasar tiempo con su hijo, pero en lo que tenía que ver con Step no había nada fuera de las letras. Lo bueno de todo eso era que podía concentrarse en su estudio, y además ayudaba con la parte legal, como había prometido antes, todos los días llevaba y traía al pequeño de la escuela.
Los primeros días Nathan estaba emocionado, ahora no tanto.
—¿Qué pasa cariño?
—Nada mami.
—Es que ya no hablas casi de la escuela ¿No te gusta?
—No mucho, todos los niños son muy tontos y no saben nada, hay unos que ni siquiera saben leer, y los que saben lo hacen muy mal, no creo que necesite ir a un lugar así.
—Cariño— Step lo fue a abrazar, pero el dio un respingo cuando puso sus manos en los brazos del pequeño —¿Te duele?
—No mami, no pasa nada— El pequeño se asustó al sentirse descubierto.
Al ser tan listo lo habían sacado de su aula de clases y lo habían dejado en una más avanzada, los niños grandes le habían hecho la vida imposible, por ser un sabiondo y unos que pronto pasarían a secundaria le habían quitado el dinero de sus onces y lo habían golpeado por el mero gusto de intimidarlo, luego le habían amenazado de que si le contaba a alguien lo lastimarían más o peor aún a quien le contara.
Step sentía como le hervía la sangre de solo imaginar lo que había sucedido, así que sin previo aviso o permiso, le quitó la camisa y el saco al pequeño, para descubrir una serie de moretones alrededor de su pecho y brazos.
—Nelson da la vuelta, vamos para la escuela de nuevo.
—Sí señorita Stephanie— El conductor, se estaba controlando por no empeorar la situación, pero tenía ganas de atropellar a las personas que maltrataron al niño que había ayudado a cuidar desde que nació.
—Dime quién te hizo eso— La voz de Step era seria.
—No mami, estoy bien— Dijo mientras empezaba a llorar.
—Sí no me dices quien fue, voy a ir a allá y los voy a culpar a todos, lo cual es cruel porque no todos tienen la culpa —El pequeño seguía negando —Mira, soy super fuerte nadie me puede hacer daño y yo te protejo a ti y a tu papá, así que estamos bien, pero no quiero lastimar a alguien que no tiene la culpa— Dijo con voz suave.
—Eran unos niños grandes...
—Ay cariño, la escuela tiene que ser un lugar lindo, así que lo arreglaremos para que sea así, cada vez que te pase algo debes contarme— Lo vistió de nuevo y le abrazó, mientras el pequeño lloraba, llegaron pronto porque no se habían alejado mucho antes —Nelson, por favor no le cuentes al señor King, todavía...
—Esta bien señorita.
Bajo con el niño en sus brazos, no lo iba a dejar caminar para que no lo vieran triste, pero estaba furiosa, si con sus sentimientos pudiera manifestarse con el clima o los recursos naturales, entonces un tsunami, un huracán y un volcán estarían a poco de acabar con la ciudad.
—Busco a la rectora— Le dijo a la secretaria que miraba concentrada su computador.
—Lo siento mamita, la rectora se encuentra ocupada en estos momentos.
—Dígale que tiene cinco minutos, o voy a hacer que todos aquí trabajen en el polo norte al final del día cuidando morsas.
—Señora madre de familia, por favor, entiendo que...
—Oh no, usted no entiende nada y saque ya a la rectora así sea de su bolsillo, antes de que su próximo empleo sea pedir monedas en el semáforo, créame puedo hacerlo.
Como Stephanie no levantó en ningún momento la voz y se veía perfectamente calmada, creyó en sus palabras, por suerte.
Después de varias llamadas y teclear varias veces en su computadora.
—Está en la sala de juntas con el grupo directivo, le ruego que espere un poco ya que están discutiendo las propuestas económicas y también están con los profesores.
—Perfecto ¿Dónde es esa sala?
La mujer mayor dudo un poco en decirlo, pero al final cedió.
—En el segundo piso, la primera puerta a la derecha hay un aviso.
—Gracias.
Unos minutos después entró como huracán a la sala, llamando la atención de los presentes.
—Disculpe, pero estamos ocupados— Habló el hombre que estaba hablando.
—¿Y usted quién es?— Preguntó indiferente.
—Soy el director ejecutivo, y usted no puede estar aquí—Habló altanero.
—Está despedido, lárguese—Todos quedaron estupefactos.
—¿Quién se cree?
—Cállese o váyase, señora rectora, varios de sus estudiantes golpearon a mi hijo y llevan días intimidándolo, espero que para mañana antes de que empiece la jornada escolar me digan quienes son y cite a sus padres que yo misma me encargaré de esa situación, sino es así insisto que busque otro empleo.
—Señora, entendemos que esté enojada, pero hay que analizar cada detalle quizás el niño sufra en casa...
—George, siéntate— Ordenó la rectora —Claro que sí, señora King, lamentamos mucho lo que sucedió e inmediatamente buscaremos a los responsables, pero no tiene que involucrarse más allá de eso o a su esposo.
—Señora —Habló de nuevo el mismo profesor de antes —Eso le pasa a su hijo por dárselas de genio, un niño como él no debería estar en las clases de los más grandes.
Stephanie sintió que sí el hombre se hubiera parado a golpearla no se habría enfurecido tanto, saco de su bolsa el celular y luego marcó un número de memoria.
—Hola James— Habló cuando este contestó después del tercer tono —Alguien golpeó a Nathan en la escuela...
—No hagas nada, ya voy para allá... Estaba en altavoz, papá escuchó, ya vamos para allá.
Dos minutos después los celulares de todos alumbraban por los mensajes que llegaban... Mientras la rectora se masajeaba la sien por la imprudencia de su docente.
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