Capítulo XII
Step se había dejado convencer con mucho esfuerzo de su hermano, y ahora se veía en el espejo dudando de su decisión.
Nate había decidido ser artista desde que tenía cinco años, su habilidad por llamar la atención era parte de su instinto, algo que Step no había heredado, la habilidad y gusto por ser invisible era más bien lo suyo. Durante bebés habían sido separados, Nate había llegado a una gran familia, y se había adaptado tan rápido que parecía siempre haber pertenecido allí.
Cuando conoció a Step ambos pasaban por su pubertad, en cuestión de edad, porque Step había llegado a la madurez de un adulto cerca de los seis, y es que sus condiciones habían resultado cruelmente diferentes, la mujer que decía ser su madre la maltrataba porque sí sin importarle que era una pequeña con necesidades afectivas, y por cómo viviría el resto de su vida había decidido oprimir esas necesidades, pero claro, nadie puede decidir no amar, su hermano derribo su muro unos diez segundos después de conocerla, podría decirse que nueve más que Nathan, quizás era por lo similar del nombre... O porque sencillamente era su destino caer ante ese par de hombres.
—¡Guaaau! Mamá te ves muy hermosa— Expresó el pequeño al ver a su niñera dudosa frente al espejo.
—Gracias... Espera, ¿Insinúas que no soy hermosa siempre?
—Siempre eres bonita, pero hoy eres más bonita. —La sinceridad de los niños es algo inevitable, Step sonrió al salir bien librada de aquella conversación.
Nathan vestía camisa y pantalón blanco, bajo una gabardina azul de cuello rojo, con un cinturón de tela color rojo y dorado, aunque le faltaba una dorada corona todo su vestir decía que era un príncipe salido de un cuento de Disney, Nate vestía casi igual, aunque su gabardina estaba llena de más detalles, cientos de ellos, también portaba una corona real que usaba de medio lado y un cetro con una gran piedra de vidrio que simulaba ser una auténtico rubí precioso.
—¿Intentas robártelo? — Preguntó Step cautelosa al ver que las ropas de los dos chicos combinaban.
—Juro por los dioses olímpicos que es mera casualidad, mi sexy traje sí es de mi propiedad, de un vídeo promocional y pues me lo quedé, en cambio el del nene lo mandé comprar apenas supe que existía, que sea similar y que haya llegado a tiempo no solo es un milagro, también una coincidencia... Apenas me entero de que existe mujer, como podría planear algo con tampoco tiempo...
—Supongo que te creo.
—Ey, eso es cruel... ¿Por qué te mentiría?
—¿Por qué llamaste a James?
—Dos razones, James se enteraría por Ezra, es obvio que sabe quién eres o al menos sospecha un montón, y segundo, ya que por primera vez prestas atención a tu alrededor, James es el Crush de Has.
—¿Crush?
—¡Dios! ¿Qué tan anciana eres? ¡Crush, amor platónico... ¡El tipo que no te presta atención o no sabes que existes, mientras te mueres por él!
—No sé, nunca he tenido uno de esos.
—Eres un monstruo sin sentimientos— Alegó Nate con drama en su voz —Por cierto ¿Qué pasó con tu hermoso vestido de princesa rosa?
—No lo usé antes, no lo usaré ahora... No soy una princesa rosa, ni de porcelana.
—Te ves hermosa... Tienes razón no eres una princesa, eres una reina.
Alexander estaba impaciente, ya hacía casi una hora que su niñera e hijo habían desaparecido con el dichoso cantante, el muy desgraciado se los había robado, a los dos... Sí, sentía celos incluso porque había robado la atención de su niñera, ella... Y, sobre todo, les había hecho creer a todos que era el padre de Nathan, era un horrible ser y otros adjetivos negativos que rondaban por su cabeza los últimos minutos.
—¿Dónde está Nate? — Preguntó un hombre de unos treinta y cinco años o más, tez blanca, cabello rubio y ojos claros, escondidos por unos lentes, llevaba un traje negro con una corbata azul.
—Hola James— Saludó Hasley al verlo, ella portaba un vestido amarillo, con corte de princesa y un escote sobre sus pechos, se veía preciosa y elegante, así buscaba llamar la atención del hombre delante de ella, pero, como siempre su vista estaba en otro lado, lejos de ella y sus preciosas joyas con las que buscaba llamar su atención.
—Eh, hola...— Dijo sin fijarse en la chica.
—Tu hermano anda desaparecido con una chica...— Explicó Ezra a su amigo.
—¿Qué hay de raro en eso? No creo que esa sea la razón por la que me llamabas con urgencia, incluso hasta Nate me envió una docena de mensajes...— James empezó a enojarse al pensar que Ezra y Nate se habían confabulado para hacerlo venir a la fiesta.
Aunque lo disimulara, realmente se daba cuenta de los esfuerzos de Hasley por hacerse notar, pero él no la miraría con esos ojos, para él solo era la hermanita menor de su mejor amigo, y aunque se lo había dicho con claridad a los tres hermanos Has no se daba por rendida.
Ezra le había patrocinado el capricho a su adorada hermana menor, pero cuando se enteró de la verdad, solo dejó ayudarla, aunque tampoco le explicó a ella, todo lo que pasaba por el mayor Stottlemeyer.
James amaba a Lauren como si fuese su hermana menor de sangre, además Nate hacía lo posible en la época en que se conocieron de introducirla en la familia, no importaba si fuera a la fuerza, nunca se integró del todo, aunque todos las acogieran como parte fundamental de la familia, sus padres la trataron como hija y sus hermanos igual, y ella al ser la menor, James sintió la necesidad de protegerla y cuidarla, para que las cicatrices físicas y emocionales algún día se convirtieran en un pasado distante.
Pero la situación se había ido de las manos con la chica Miller, a quien conocía desde pequeña, cuando está llena de celos al ver la chica nueva en la vida del chico que le gustaba, le había hecho la vida imposible las primeras semanas de colegio de Lauren, sí, al pasar a la gran familia y con su capacidad intelectual, los Stottlemeyer habían llevado a la nueva integrante al mejor colegio de la ciudad, por supuesto al cuidado de sus hermanos, lo que en realidad despertó la rivalidad en cientos de chicas, James y Ezra estaban en último año, pero no por ello pasó el asunto desapercibido para el chico de lentes.
A Lauren parecía no importarle, pero para James había sido un disparo al corazón, la única responsabilidad en su vida, y había fallado con creces, así que de cierta manera empezó a odiar a todas esas chicas en especial a Hasley, y el rencor seguía ahí, casi dos décadas después. Para el tiempo ocurrido, la morena había cambiado su actitud, y le había pedido perdón sincero a Lauren, se había sentido terrible al ser tan cruel con la hermanita de James, y luego de hacerle bullying a un ser humano como tal, y aunque no se había enterado de que James estaba al tanto de lo que había sucedido en esa etapa dr su vida, realmente había llegado a sentir cariño por la otra chica.
La mayoría ya estaban listos para la sesión de fotos, y por supuesto comenzaron por la cumpleañera y su familia, luego los más allegados, James se preparaba para irse, harto de esperar a su caprichoso hermano menor, pensando en que seguramente había armado alguna artimaña para que tomara en cuenta a la morena.
De repente, la sala se quedó en silencio, Nate venía con el pequeño príncipe en brazos, y si antes había algún parecido, ahora cualquiera podría jurar que eran padre e hijo, ya que el estilo y color de las ropas les daban mayores semejanzas, sin mencionar que los dos eran muy guapos, un par de obras de arte andantes.
Para variar Step se había quedado retrasada, su vestido le quedaba demasiado largo así que temía caerse aunque llevara sin que se notase sus zapatos deportivos, su vestido consistía en un corsé de alta costura y falda en corte de princesa hasta el suelo, de tul verde grisáceo, bordado de flores y galantes mariposas a mano en tonos lilas y rosas, el estilo semi transparente le daba un aura de princesa de cuentos de hadas, el detalle curvilíneo vaporoso del vestido e incluso el descubierto de sus hombros perlados, llamaba la atención a lo delicado y sensual que era su cuerpo. En definitiva, la reina de las hadas estaba presente, junto a su pequeño príncipe y quizás ¿El rey?
Todos estaban estupefactos, por el cambio, a pesar de ser solo el vestido, ya que traía el cabello suelto y no portaba ni una sola joya, sin mencionar que tampoco usaba maquillaje de acuerdo a la ocasión, a James le costó reconocerla, pero cuando Nate se detuvo a esperarla para ofrecerle su mano como guía, la conclusión llegó a su cabeza de inmediato, esa mano solo le pertenecía a una mujer, al menos a una que jamás consideraría como tal, a sus ojos e incluso a los de Nate, solo era un niña hermosa que amaba con todo su corazón, su hermanita.
Quería correr a abrazarla y darle besos por todas partes, después de casi cuatro años la había vuelto a encontrar, había desaparecido sin dejar una nota ni un adiós, antes de ese suceso era un ateo más, después oraba para que estuviera bien y poderla hallar de nuevo, estaba tan feliz que quería llorar, pero con el mayor de sus esfuerzos se retuvo de no hacerlo, parecía de otro mundo, no era la misma persona que se había ido años atrás.
Espero impacientemente a ser notado, pero antes de poder ser visto Alexander King, ocupo toda la vista de la chica, y aunque intentó apoderarse del pequeño en brazos de Nate sin éxito, al menos pudo dirigirla al poner su mano en la cintura de ella.
Ante la escena algunos estaban asombrados, otros intrigados, pero uno que otro iracundo como un volcán a punto de hacer erupción y destruir todo a su paso, como la rubia que no dejaba de prestar atención a la "intrusa", no es que Alexander King fuese el hombre que amara y con el que se quisiera casar, bueno, al menos no por sentimientos sinceros es más habían muchos ceros de por medio que lo hacían uno de los hombres más deseables de la sala, el problema era que los hombres más ricos en el lugar tenían puestos sus ojos en ella y eso era aún peor.
Si tuviera fuerza definitivamente se comería la copa, en vez de beber su dorado líquido, pero la fiesta apenas iba a la mitad, así que antes de que terminara tendría que llevar a cabo algún plan para demostrar que solo era una mujer cualquiera.
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—¿Desde cuándo soy tan afortunada que mi jefe me lleva desde la cintura?
—Desde que mi empleada, me abandona por el primer personaje que aparece.
—¿Estás celoso por mí o porque Nathan decidió inconscientemente adoptar otro padre? — Preguntó con malicia la niñera.
—No tientes a su suerte, Señora King.
—¿Ahora soy la señora King?
—Cada vez que vamos a un hospital te conviertes en la señora King ¿Acaso no es para los lugares públicos?
—No sabía que un hombre de su alcurnia pudiera tener celos infantiles.
—Primero que nada ¿Alcurnia? ¿De qué siglo eres? Segundo, tengo razones de peso, para estar celoso, posesivo y furioso, un desconocido se roba a mi esposa e hijo.
—No es un desconocido, Nathan lo reconoció como el hombre de la televisión y no sé por qué sino no ve ese tipo de programas ni pasa mucho tiempo... Además, es un idiota que está jugando contigo, a propósito, te quiere hacer pasar un mal rato.
—Sí, claro... Más bien quiere pasar contigo un buen rato, ya sabes para conquistar a la madre, se empieza por el hijo.
—No es esa clase de persona, empezando porque él sabe que no es mi hijo, al menos no biológico— Dijo pensando esto último mientras un suspiro brotaba desde el fondo de su ser. La realidad los golpeaba como una fuerte ola contra un acantilado, pero ninguno de los dos era tan fuerte.
Duraron un par de minutos en silencio, hasta que los Nathan posaban en el trono demostrando la química que tenían, y sacando una que otra risa y gestos de tiernos de sus ahora autonombrados fans.
—Parece un buen tipo— Comentó Alex para romper el hielo que ahora se formaba entre los dos.
—Por lo general, lo es... Lo conozco desde hace algún tiempo, te prometo que te le contaré algún día.
—Sé que sonará muy raro y poco cuerdo, pero —Dejó que el aire saliera —confío en ti, aunque esto nos explote en la cara algún día.
—Ven, vamos a tomarnos unas fotos su majestad.
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Todos esperaban su turno para ser fotografiados en el trono, aunque por el desordenado Nate, había empezado a hacer uso de su celular para tomarse fotos con Step en cualquier lugar, con Nathan y Adrián, luego se fueron incluyendo Ezra, James y Hasley.
Por cuestión de negocios, Víctor había estado alejado, pero ahora volvía para encontrarse con un grupo de jóvenes riéndose.
—Ey ¿Por qué se divierten? Yo soy el que me divierto siempre, y ustedes me dejan y lo hacen sin mí... Que crueles.
—Chicos— Hablo Hasley —Ya paren de reírse, llegó el señor negocios y se acabó la diversión.
—Ja, ja... Ja. Que graciosa y además todos se ven guapos y yo, solo me veo sexy... Qué triste.
Las selfies siguieron por un rato, de verdad la estaban pasando bien.
—Mami, quiero ir al baño— Dijo Nathan, mientras hacía ese baile incómodo porque estaba a punto de mojar sus pantalones.
—Vamos rápido mi amor— Por suerte Step, conocía muy bien al pequeño, tanto que sabía que cuando se divertía olvidaba sus necesidades fisiológicas, ni si quiera le iba a reprochar por ello, ya que cuando trabajaba le pasaba igual... Le pasó igual y olvidó cosas importantes.
Step y Nathan fueron corriendo hacia el baño, tratando de evitar un accidente, aun así, habían hecho del incidente un reto, cuál de los dos llegaba primero, por supuesto el menor ganó, y no porque hiciera trampa, sino por el largo vestido que usaba la niñera.
Después de resuelto el asunto habían apostado lo mismo, aunque Step se había resuelto caminar, solo daba pasos largos en vez de intentar correr y no tropezar con el mismo vestido, al llegar al salón de la fiesta Alex les esperaba fuera.
—No tardaron mucho esta vez. — Comentó Alex al verlos llegar.
—Se está divirtiendo mucho ¿Crees que iba a esperar tanto tiempo fuera?
—No lo había visto reír tanto antes.
—Eso es porque pasa demasiado tiempo con cuidadores y no tiene amigos, aunque ahora todos los que tienen son adultos, debe empezar a socializar con niños de su edad... Me siento terrible, solo me he dedicado a enseñarle cosas, pero no lo llevo a los parques llenos de niños.
—En parte es mi culpa, no quiero que nadie lo reconozca o lo lastime, pero tienes razón, por cierto, no sabía que mi hijo de tres años sabía leer... Eso ¿Cuándo pasó?
Mientras Álex y Step hablaban cerca de la puerta del gran salón, lejos de la multitud Nathan se había ido a buscar a su nuevo adulto favorito, que al parecer su edad mental era la misma... Después de todo Nate, tenía un alma de niño que era libre.
—Cuando tengo descanso en la universidad, Nathan hace muchas preguntas, quiere saberlo todo— Contestó Step —Al principio le enseñaba solo las vocales, pero en una semana ya las había aprendido bien, me di cuenta que si él ve, seguido las letras aprende como suenan, en especial porque cada vez que veo una letra hago su sonido o pronunciación sin pensar, así que él lo repite, por eso puse el abecedario en su cuarto y los números en el mío, aunque ya se sabía el orden numérico hasta el diez, así que el resto fue fácil.
—¿Y en francés?
—Tengo clase de francés, no puede leer todo en español, solo algunas palabras, en realidad solo las que conoce o se le hacen familiares, así que lo mismo es en inglés y francés... Por eso sabía que podía leer un par de platos en el menú... En el salón de francés, hay un menú pintado en la pared.
—No entiendo ¿Cómo así que lee las palabras que conoce?
—Es sencillo, por ejemplo hace unos días pasamos por un par de anuncios de Coca-Cola, en el primero había una gran botella y al lado el nombre, por la publicidad, por el hecho de que muchos a nuestro alrededor e incluso nosotros hemos pedido un par de veces ese producto, Nathan sabe que esa gaseosa se llama así, pero en el segundo anuncio había una botella pero en vez de llevar el nombre de la marca decía "Destapa la felicidad", pero Nathan dijo que ahí decía Coca-Cola, al principio relacionaba la marca con la imagen... Después de un tiempo descubrió que las letras eran distintas, había más palabras en la oración e incluso la tipografía era distinta, ahora cada vez que ve un envase, publicidad ya sea en las calles o la televisión, sabe que se trata de la marca por cómo se escribe... Aunque legalmente no sepa bien lo que dice.
Si estuviera en un ambiente normal probablemente le tomaría mucho tiempo aprender a leer, leer realmente, pero pasa mucho tiempo viendo mis trabajos, viendo revistas y le leo cuentos, así que, al ver y escuchar al mismo tiempo, se le hace más fácil, sin mencionar que he tomado la costumbre de leer incluso mis trabajos como si le estuviera leyendo a él... Muuuuy despacio, enfoooocando alguuuunas palabras—
Ambos rieron por el último comentario, pues se oía muy graciosa hablando así.
Estaban tan entretenidos en su conversación, que no vieron que la rubia del inicio llevaba al menos una hora siguiendo los pasos del menor.
—Mami, mami— Gritó Nathan para que Step le prestara atención, pues su nuevo amigo le había regalado una pulsera artesanal y quería que la mujer más importante en su vida la viera —Mira, mira.
Step al escuchar al pequeño, le miró y se dirigió hacia él, entonces la vio, la mirada de la mujer estaba fija en el jarrón que estaba cerca al recorrido que haría Nathan hacia ella, era un objeto muy valioso y estaba encerrado en un cuadro de cristal que lo protegía del polvo y la humedad. La columna que lo sostenía solo lo exhibía en ciertos lugares, por eso se podía mover a cualquier lugar.
Las mujeres tienen un sexto sentido, por ejemplo, la rubia, uso ese sentido extra para saber que Step era un verdadero rival si decidiera conquistar al millonario de sus sueños, pero las madres tienen cientos de sentidos, porque su corazón les avisa cuando sus hijos aun estando a kilómetros de distancia están en peligro, Nathan había obligado a Stephanie a ser su madre, y esta responsabilidad venía con algunos beneficios activados... Ella lo supo, su pequeño iba a ser lastimado.
Se alzó la falda y corrió muy rápido, aunque la distancia era corta, lo hizo como si tuviera que atravesar millas enteras, cayó de rodillas sin pensarlo dos veces, con su brazo izquierdo abrazo el niño que venía a su encuentro como pudo se giró para que fuera su espalda o al menos parte de ella, la que recibiera el golpe, puso su mano derecha como señal de alto para parar el objeto que se aproximaba hacía ellos. Sí, la rubia había empujado la columna de madera que servía como exhibidor, la urna y el jarrón ahora caían hacía la chica y su pequeño.
La posición de la mano derecha hizo que se detuviera la cajita de cristal, pero esta era muy frágil y se rompió en cientos de pedazos, después de todo, solo estaba para cubrir el polvo, luego el jarrón que al parecer era muy antiguo sufrió lo mismo que la urna, y ahora caían pedazos de porcelana blanca al suelo, con un nuevo color rojo a su arte.
El niño no había sufrido ni un solo rasguño, pero ella no podía decir lo mismo, todo quedó en silencio, uno sepulcral.
James sintió que su corazón se detenía, lo supo desde que la vio correr, y segundos después al ver su mano ensangrentada y algunos vidrios enterrados en su brazo, revivió la tragedia que hacía unos años había hecho que su hermana desapareciera de su vida.
No lo pensó ni un segundo, y llegó hasta ella, le parecía verla llorando, asustada con el rostro ensangrentado como esa vez, la mente le jugaba sucio, pero es que así fue la última vez que la vio, un accidente de tránsito le quitó la vida, ella le suplicó que le ayudara, pero él no pudo hacer nada... Y cuando supo que ella aún respiraba, ya no quiso verlo, ni a él, ni a Nate, a nadie. Ella misma se había declarado muerta.
La había visto reír hacía unos minutos, y ahora estaba en la misma situación.
—¿Están bien? — Preguntó preocupado Álex, quién tampoco le había tomado mucho tiempo llegar ahí, su hijo por poco habría sido lastimado por ese jarrón, pero como James los abrazaba no podía llegar a ellos.
—Sí, estamos bien— El dolor se reflejaba en la voz de Step, aunque intentaba ocultarlo —James, tranquilo, estamos bien.
—Lo siento— Por fin, pudo reaccionar, no había sangre en su rostro, ni estaba llorando, pero ocultaba su mano herida, que no era tan grave, en su espalda —Quise hacer las de héroe, pero llegué muy tarde al parecer.
—¿Mami? ¿Estás bien? ¿Por qué te caíste?
—Cielo, es que mi vestido es muy largo... Pero ya estoy, bien, por ahora vamos a jugar a las escondidas, tienes que cerrar los ojos ¿Va?
—¿Jugar? ¿Ahora?
—Sí ¿Por qué no?
—Ok...— Nathan cerró los ojos, y Álex se los cubrió para que no hiciera trampa, con unos ademanes Step le ordenó que saliera de la habitación con el pequeño, Víctor le acompañó.
—Tu mamá me dijo que ya sabías contar hasta el diez, contemos juntos y luego los vamos a buscar todos ¿Va? — Y así salieron.
James aprovechó la salida, del pequeño para levantarse y levantar a Step, vio como estaba su mano y luego la alzó en sus brazos.
—Ey, tengo lastimada la mano, no las piernas...
—¿Crees que eso me importa? — El tono de voz era firme, lo que significaba que no había discusión.
—Ese jarrón debe valer unos miles de dólares, esa mujer y su hijo lo rompieron, va a ser difícil que esa pobre mujer lo pague habrá que ayudarle— Comentó la rubia, intentando parecer compasiva.
—No vale miles, vale tres millones de dólares— Respondió James, se giró para verla frente a frente, aún con Step en sus brazos, cuál princesa —Pero es mío, bueno, todo el lugar le pertenece a mi padre, esos jarrones, artesanías me pertenecen, así que no, no tendrá que pagar nada, porque a mí se me da la regalada gana. Le voy a pedir el favor, de que se retire y salga de mi vista, ya que, si llego a comprobar que usted intentó hacerle daño a mi sobrino, bueno, no creo que vuelva a conseguir empleo en ninguna parte del mundo.
James Stottlemeyer, era por encima de muchos el hombre más rico del país, su padre Leland no estaba muy por debajo de él, pues era el único dueño del lugar donde estaban, ese club, unos cuantos más, algunos edificios y centros comerciales, ya que era un hombre que no creía en sociedades y juntas de accionistas.
El mayor de los Stottlemeyer era reconocido por eso un hombre feroz, había amasado la tercera parte de su fortuna antes de graduarse del colegio, era temido por sus compañeros, así que muy pocos conocían su rostro o el de cualquiera de la familia, pues eran muy reservados, el único era el menor, quién había decidido por ser artista, pero de los otros dos, solo conocían sus nombres...
Kane Stottlemeyer y Lauren Stottlemeyer.
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