7: Vecinos molestos
Casi para el momento en el que Shade llega a las escaleras, por estas subía Malcon rápidamente, estando a punto de chocar con ella si no fuera porque esta se aparta y lo sostiene del cuello de su camisa para que no se diera contra la pared.
-Sabía que los vampiros eran rápidos, pero no imaginé que tanto -comenta ella con un tono serio al seguir molesta con el rubio mientras lo soltaba.
-Que graciosa eres, pero ahora a lo importante, ¿qué mierda pasó? -le pregunta algo preocupado de ella, dándole un vistazo de arriba a abajo por si se había hecho daño antes.
-Un ángel -le responde ella encogiendo sus hombros -Están demasiado acostumbrados a hacer lo que quieran sin consecuencias -menciona molesta -Pero bueno, vamos a nuestras habitaciones antes de que se nos haga tarde -comenta empezando ahora a mirar los carteles de los pasillos para localizar sus habitaciones.
-Bueno, si tú lo dices -comenta Malcon encogiendo sus hombros, dándose así cuenta de que había dejado su maleta abajo, al menos hasta que escuchan otro ascensor abrirse cerca de ellos.
-C-creo q-que esto es suyo... -escuchan a una vocecilla tímida hablarles.
Al girarse, se topan con una elfa más bajita que ellos de cabello blanco y ojos verdes, la cual traía consigo dos maletas, la propia y la del vampiro.
-Oh, vaya, muchas gracias señorita -le dice este con una amplia sonrisa agarrando su maleta.
Esta iba a responderle cuando alza su mirada y nota a Shade observándola también, bajando levemente su cabeza con timidez -P-por ciert-to... G-gracias p-por todo en la p-prueba... -le dice a la demonio, volviendo a alzar ligeramente su mirada hacia ella.
Aquellas palabras hicieron que la pelinegra alzara una ceja algo confundida, hasta que cae en lo que se refería exactamente -Oh, eso. No fue nada, Kaleb fue quien hizo todo al final. -le responde sin darle demasiada importancia.
-P-puede... P-pero pudiste no hacer nada... O ayudarlos... -comenta tímida, y luego niega con la cabeza mientras movia sus brazos delante de ella nerviosa -N-no quiero decir que t-todos los demonios sean iguales, s-solo...
Sin embargo, ella la corta antes de que siguiera justificándose -Si si, lo sé, el efecto colmena y bla bla. No tienes que justificar algo que piensa todo el mundo, ya estoy acostumbrada a que todos se piensen que soy igual a todos los demas solo por tener cuernos y garras como ellos -comenta con seriedad y hasta molestia, aunque no precisamente por la elfa, sino por lo que ella misma acababa de describir -Como sea, trata de mejorar esa actitud -comenta mientras se daba la vuelta para seguir su camino -A menos que quieras que otros te terminen comiendo. -dice ahora comenzando a alejarse.
Por su parte, la elfa se queda algo asustada y nerviosa de pensar que Shade se había enfadado con ella, aunque la mano en su hombro y voz del vampiro la sacan de su cabeza -Ey, tranquila elfita, parece un bicho, pero en el fondo no es mala tía -le dice antes de empezar a seguir a la demonio -Oh, y gracias de nuevo por lo de la maleta. -dice antes de continuar su camino.
Al ahora ver al vampiro irse, la pequeña peliblanca por fin nota que sus mejillas ardían ligeramente debido a un pequeño pero notable sonrojo en estas que empezó a aparecer desde que Malcon tocó su mano accidentalmente al recuperar su maleta, negando con su cabeza para quitarse esos pensamientos de su cabeza y poder así ir a su habitación.
Por su parte, por fin Shade y Malcon habían encontrado las habitaciones, aunque estas no estaban tan juntas como creían, pues las puertas estaban colocadas en la pared por parejas y, como los cuartos eran amplios, el espacio entre la puerta de la segunda a la tercera habitación era más o menos igual.
-Bueno, al menos las encontramos al fin. Puede que las puertas no estén al lado, pero seguimos siendo vecinos y podrenos escucharnos por la pared -comenta el vampiro con una sonrisa bromista, alzando una ceja ante la mirada molesta de su compañera -Ay no me digas que sigues enfadada por ese ángel o lo que dijo la elfa.
-Lo que no estoy es de humor ahora mismo, ya... -se corta a si misma al escuchar de nuevo aquella voz que más la irritaba, la de Estela.
-Deja de ignorarme Raito, te estas comportando como un crío -exigía la ángel mientras caminaba por el pasillo detrás del mencionado -De verdad que no puedes... ¡Au! -se queja ante una parada repentina del ojiazul que la hizo chocarse con él.
Por su parte, Shade solo frunce el ceño, aquello ya era lo que le faltaba, esos dos pululando por ahí -A este paso me deberían pagar por soportar a las palomitas blancas -dice en voz baja, más para Malcon que para cualquier otro.
Al escucharla, este no puede evitar reirse, llamando así lo suficiente la atención de Estela como para notarlos -Agh, genial, encima nos encontramos a lo peorcito que podíamos toparnos. -dice agarrando la mano del contrario para tirar de él -Vamos Raito, vámonos de vuelta antes de que...
-Ya cállate Estela, ¿es que no te cansas de andar juzgando a todo el mundo? -le responde este tirando de su brazo para que lo soltara, dirigiendo su vista de regreso a Shade en un intento de disculparse en nombre de Estela, pero de nuevo, la mirada de enojo de esta no deja salir las palabras de su boca, menos cuando empieza a acercarse hacia allí.
-Mejor aléjate estúpida, no vaya ser que te quemes o algo si intentas tocarnos -le dice la ángel a la pelinegra con una sonrisa burlona, pero como ve que no se detiene, iba a empujarla frunciendo el ceño, pero es detenida por su compañero.
-Ya basta Estela, déjala de una vez -le dice ya molesto Raito, aunque no tenía tampoco muy claro por que se acercaba, al menos hasta que ve la llave que ella tenía.
En todo ese tiempo, la demonio solo trataba de ignorarlos, aunque no podía negar que las ganas de hundirle la cabeza a Estela contra la pared o el suelo eran fuertes, pero debía contenerse, aquel no era el momento ni el lugar para iniciar un enfrentamiento, menos contra un ángel, disponiéndose a abrir su habitación para dejar de presenciar tan patético espectáculo.
Sin embargo, cuando iba a colocar la llave en la cerradura, alguien se la quita de la mano, y ese alguien era Estela, apretando sus puños ya harta.
-No es posible que tú tengas esta habitación, no puedes tener la de al lado de Raito, esta debería ser mía -empieza a decir molesta, como si Shade en algún momento le hubiera "robado" su lugar.
-Estela por favor, sabes de sobra que somos dos por piso, uno al inicio y otro al final -le dice ahora Raito frunciendo el ceño tratando de quitarle la llave para devolvérsela a su dueña, aunque no entendía del todo por que ella solo se quedaba parada sin hacer nada.
-Aún así, ya de por si es un error que ésta haya sido admitida, ¿y encima la ponen a tu lado? No pienso permitirlo, voy a hablar ahora mismo con... !Oye! -se queja ahora al perder las llaves contra Raito y este alzárselas al ser más alto que ella para que no las alcanzara.
-Mejor vete a tu habitación, Estrellada. Estás haciendo una escena deprimente -esta vez era Malcon quien intervenía, pues pensando que Shade podría entrar en su habitación sin problema, ya había dejado sus cosas en la suya, escuchando aún el drama afuera y encontrándose con el momento en el que la ángel le quitaba las llaves a su amiga.
Al escuchar eso, y ver que claramente Raito no le devolvería las llaves, bufa molesta y se termina retirando con amplios pasos cual niña caprichosa.
Por su parte, el ángel suspira pesado antes de ofrecerle las llaves a Shade, notando como esta estaba apretando sus puños tan fuerte al punto de sangrar sus manos, pues la punta de sus cuernos ya era visible entre su cabello, y pudo ver que sus uñas se afilaron -Ey, am... Mira, siento todo esto y...
-Mejor cállate -le responde ella mirándolo furiosa y quitándole sus llaves de la mano en un rápido movimiento, volviendo a mirar a la puerta, pues podía notar que hasta temblaba de la rabia.
-¡Wow! -exclama el ángel ante el gesto y la mirada de esta, era mucho peor que antes en el ascensor, pero al notar su temblor termina apoyando una de sus manos en su hombro -Ey, ¿estás bien? ¿No deberías ir a la enfermería por tus manos? -le pregunta con tono preocupado.
Sin embargo, toda respuesta que recibe es una nueva cachetada aún más fuerte que la del ascensor, al punto de casi tirarlo al suelo, viniendo de la contraria -Creo haberte dicho CLARAMENTE que ni se te ocurriera tocarme -dice abriendo al fin su puerta, ignorando los murmullos que empezaban a formarse entre los cotillas que observaban la escena.
-O-ow... -esta vez ya no solo sostiene su mejilla, sino que hasta se la soba algo aturdido por el golpe, notando como ella abría la puerta y entraba a su habitación -E-ey, al menos déjame intentar... -dice acercándose a la puerta aún con la mano en su mejilla, pero se corta a si mismo al esta cerrarle la puerta en su cara.
Ante el sonido del portazo de la demonio, los curiosos empezaron a ir también a sus habitaciones, pero los comentarios ante lo presenciado estaban en boca de todos ellos.
Por otro lado, Malcon suspira rodando los ojos y se acerca al ángel -Mira amigo, no la conozco de demasiado tiempo, pero algo me dice que lo mejor para tu integridad física es no acercarte a ella. A menos que quieras claro que a este paso marque de rojo toda tu cara con esos golpes -eso último ya lo dice con un tono algo burlón, no precisamente para burlarse de él, sino para relajar la tensión que podría haber.
Por suerte para él, Raito se lo toma justamente como eso, un simple chiste de la situación y no una burla a su persona, soltando una risa seca -Supongo que si, esta vez fue con ganas.
-¿"Esta vez"? -le pregunta Malcon confundido, aunque luego asocia y no puede evitar reírse un poco -Así que tú eres quien la atropelló en el ascensor ¿eh?
-Podría decirse... Aunque no fue intencionado, solo quería librarme de Estela, y bueno, no contaba con alguien ya dentro -comenta encogiéndose de hombros -Solo espero que no le de por golpearme cada mañana si salimos a la vez -comenta ahora mostrándole su número de habitación, es decir, la puerta justo al lado de la demonio.
Al ver eso, una pequeña carcajada sale del vampiro poniendo una mano en el hombro contrario -Buena suerte amigo, intentaré contenerla, pero no te prometo nada -le dice riendo levemente, ofreciéndole luego su mano -Por cierto, yo soy Malcon, y tú Raito, ¿no?
El nombrado también se había reído con la broma, agarrando la mano contraria para darse un ligero apretón mutuo -Así es, un gusto Malcon.
Tras esa breve presentación entre ambos, cada uno se dirige a su habitación para terminar de colocar todo a su gusto, siendo así el resto del día uno tranquilo en aquel cuarto piso.
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