CAPÍTULO 2
Kagome no podía entender lo que paso, estaba segura de haber colocado una barrera antes de irse, para que se fuera sin ninguna preocupación al pueblo, ya que sabía la existencia de demonios en ese mundo, aunque no conocía las habilidades que pudieran tener.
Desde que llego a esta región se había percatado de eso, así que como medida preventiva siempre colocaba una barrera antes de irse adormir, esa actividad era rutinaria y no había sucedido nada hasta este momento.
Salió de su estupor en el momento en que vio un bulto en la entrada y debajo de este había una gran mancha de sangre.
- ¡Tanjiro, Nezuko! - Exclamo la azabache al mismo tiempo que se dirigía hacia donde se encontraban los antes mencionados dándose cuenta que Tanjiro trato de proteger a Nezuko y ella a su vez trato de proteger a Rokuta - ¿Qué fue lo que sucedió aquí? Por favor reaccionen –
Sin recibir alguna señal de ellos procedió a entrar a la cabaña, no estaba preparada mentalmente para lo que vio ahí adentro.
- Kie-san...Hanako- Dijo la azabache mirando completamente adolorida los cuerpos de los que ella llego a considerar como su madre y hermanita respectivamente – Takeo...Shigeru- Pronuncio esos nombres en un susurro.
Nuevamente dirigía la vista hacia la entrada de la cabaña.
-Tanjiro, Nezuko, Rokuta- Susurro ya con la voz a punto de quebrarse por las lágrimas que ha intentado reprimir.
Sin más soltó un grito de agonía al mismo tiempo que caía de rodillas en la fría nieve, tan fuerte fue aquel grito que le desgarro un poco la garganta, sintiéndose culpable de no haber estado aquí para poder salvarlos, mientras ella descansaba cómodamente ellos sufrieron un atentado que ningún humano debía sufrir.
Entonces escucho algo que la hizo tener un poco de esperanza ante toda esta horrible situación, el sonido de un latido, más bien dos, así que inmediatamente se colocó de pie y se enfocó completamente en su entorno para averiguar a quienes pertenecía.
-Tanjiro, Nezuko, están vivos- Hablo en un susurro que detonaba alegría al verlos por lo menos a ellos con vida.
Sin tiempo que perder empezó a tratar de curar sus heridas con un poco de su poder, logrando solo detener la hemorragia de ambos, así que decidió llevarlos al pueblo para que un médico los pudiera atender, así que se sujetó el cabello en una coleta alta para que no le dificultada el cargarlos.
Con algo de trabajo logro cargar a ambos niños, Tanjiro iba en su espalda a quien afianzo con una cuerda para que no se resbalara en el camino y a Nezuko la llevaba en brazos. Emprendió camino montaña abajo para que pudieran atender a sus considerados hermanos menores.
En estos momentos estaba realmente agradecida con Sango e Inuyasha por obligarla a realizar los duros entrenamientos físicos, por lo que cargar a ambos hermanos no le ocasionaba mucho trabajo.
El único inconveniente fue que empezó a nevar, obstaculizándole un poco la vista, además de que al haber nevado toda la noche anterior la nieve le dificultaba su caminar.
Iban pasando por un risco cuando de un momento a otro tanto Tanjiro como Nezuko empezaron a gruñir a la vez que se movían bruscamente, ocasionando que los tres cayeran.
-Menos mal la nieve amortiguo la caída, de lo contrario habría muerto-
Inmediatamente empezó a buscar a los niños, ya que tras la caída por impulso cerro los ojos y no sabían en donde estaban.
A la primera que encontró fue a Nezuko, quien se encontraba inconsciente a unos cuantos metros de ella, pero ni pista del ojicarmin, así que se acercó a ella con intención de volverla a cargar.
Estaba a unos cuantos pasos de llegar cuando por fin pudo observar a Tanjiro, estaba de pie con la mirada baja, respirando pesadamente y alejado de ella.
- ¡No camines Tanjiro! ¡Te llevare a ti y a Nezuko hasta el pueblo, solo aguarda un momento! - Expreso la azabache con un tono de preocupación.
Pero entonces el peliburdeo alzo la mirada, ocasionando que Kagome se sorprendiera al ver su aspecto, el joven de un momento a otro se abalanzo sobre ella, la ojiazul pudo esquivar ese primer asalto, pero la suerte no estaba de su lado ya que Nezuko había despertado y adquiriendo el mismo aspecto que Tanjiro, así que en conjunto con él se lanzó sobre ella.
Al ver que no tenía escapatoria, de forma rápida coloco una barrera sobre ella evitando así el ataque, pero lo preocupante es que esa defensa no duraría mucho ya que la fatiga estaba cobrándole factura a su cansado cuerpo, al intentar retroceder un poco de ellos se tropezó con una rama ocasionando que cayera al suelo, aun así, la barrera estaba sobre ella, pero miro con horror como poco a poco esta se iba rompiendo.
Por lo que de una manera veloz logro agarrar el hacha que llevaba consigo y colocarla como barrera entre ella y los chicos en el preciso momento en que la barrera cedió.
-Maldita sea, ambos están a punto de convertirse en demonios, el causante de todo esto debió ser el mismo que los ataco, no cabe duda de eso, debí de haber prestado más atención a su cambio de olor-
Kagome fue sacada abruptamente de sus pensamientos al notar que ambos hermanos cambiaban de tamaño, creciendo casi como un adulto y por ende haciéndose más fuertes, por lo que tuvo que ejercer más fuerza en su agarre sobre el hacha.
- ¿Debió de ser muy duro para ustedes verdad? Nunca debí haberlos dejado solos, así podría haberlos defendido de lo que sea que los ataco; pero por lo menos hare algo por Tanjiro y Nezuko, me es difícil quitarme ambos de encima, son muy fuertes-
- ¡Tanjiro, Nezuko! ¡Aguanten por favor! ¡Resístanlo! ¡Hagan lo que puedan! ¡No se conviertan en demonios! ¡Por favor, aguanten! ¡Sé que ustedes pueden! ¡Estoy segura de que ustedes pueden! – Exclamo la azabache sin saber que más hacer para evitarlo, por lo que empezó a llorar de frustración, cerrando los ojos en el proceso, pero unos segundos después sintió unas gotas mojando su rostro.
Poco a poco abrió los ojos y dirigió su vista hacia arriba solo para apreciar que ambos hermanos comenzaban a llorar también. Tanto la pelinegra como el ojirubí parecían haberla recordado, motivo por el cual comenzaron a llorar.
Pero en eso alguien se acercaba con intenciones de querer atacar a Tanjiro y a Nezuko, quienes se percataron de esa presencia, momento de distracción que aprovecho Kagome para abrazarlos y rodar de manera que esquivaran el ataque, acción por la cual el cabello de la ojiazul fuera cortado en el proceso. Los tres rodaron chocando contra un árbol, ambos chicos volvieron a su tamaño normal, permitiendo así a la azabache en mirar a su atacante.
-Debe de ser un cazador de demonios de los que me había mencionado Saburo-san- Pensó Kagome en el momento de observar la katana del pelinegro que se encontraba frente a ellos, podía apreciar en el arma el grabado Aniquila Demonios. Esto no la ponía en una buena situación.
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Disculpen la tardanza, aqui les traigo el capítulo dos.
Espero realmente disfruten la trayectoria de esta historia.
Sin mas les envio un fuerte abrazo.
El miercoles el capítulo 3 😉😊
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