Epílogo II
Los años habían pasado entre los ya acostumbras travesuras de Tzuyu, los comunes ceños fruncidos de Sana, pero con un gran e irrompible amor que ambas se demostraban cada día.
Esos cinco años había servido para que Sana emprenda su propia mini empresa de moda, algo que no lo había buscado desde un principio, después de todo había estudiado arquitectura y se había graduado.
Pero, así es la vida ¿No? Pasan cosas que uno no se lo espera. Lo importante, es solo disfrutar de la vida, buscar otras opciones y ser feliz.
Y a Sana le está yendo muy bien, espera en algún futuro hacer que su marca de ropa sea conocida.
Y sobre Tzuyu, Sana dejó que ella misma busque su camino, que descubra lo que le gusta. Por supuesto, Sana siempre estuvo en el proceso, apoyándola y guiándola cuando era necesario.
Y allí la tienen, cinco años después, era policía, siendo reconocida con la medalla de honor por nada menos que el propio presidente. Sana no podía estar más orgullosa de ella.
Aquella noche era muy especial para la pareja, esperaban una respuesta muy importante.
Tzuyu esperaba nerviosa en la puerta del baño, no dejaba de caminar en círculos mientras jugaba con sus manos. Llegó un momento en que no soportó la curiosidad y apresurando sus pasos, llegó al baño y abrió la puerta, asustando a Sana que estaba sentada en el inodoro.
—¡Por Dios, Tzuyu! ¡Apenas y me bajé los pantalones!
—¡No seas así, Sana! — pronunciaba con frustración — ¡Ya te vi hasta el alma! ¡Déjame quedarme! ¡Estoy nerviosa! ¡¿Me puedes entendeeeeeer?! — sacudió a Sana de los hombros.
—¡Está bien! ¡Está bien! ¡Pero dame mi espacio! — Tzuyu se pegó a la pared de inmediato.
Minutos después, ambas veían la prueba de orina como si este le fuera a hablar. Estaban expectantes y no dejaban de girar a ver el reloj en la pared del baño. Tzuyu era la más nerviosa, sus piernas temblaban y sus ojos se iluminaban con tan solo la idea de ya ser mamá.
—Sana…— la voz de Tzuyu tembló — Es…esas son…— las palabras difícilmente salían de su boca, giró a ver a Sana, y su corazón palpitó emocionado al ver a la castaña sonreír con las manos cubriendo su boca. Sus ojos se cristalizaron — ¿Son…dos líneas? — Tzuyu sollozó — Son dos líneas ¿Verdad? Eso solo…solo sale cuando estás embarazada ¿No? — sus lágrimas cayeron cuando Sana asintió — Sana — bajó la mirada, mostrando un tierno puchero mientras lloraba.
Abrazó a Sana, escondiéndose en su cuello, sus sollozos eran audibles y su sonrisa era grande.
—Aww, cariño — la actitud de Tzuyu conmovía a la castaña — ¿Estás muy felíz? — Tzuyu asintió aun en su cuello — Yo también lo estoy.
—¿Voy a ser abuelo? — el señor Minatozaki estaba sorprendido — ¡Genial! — comentó con alegría. Su hija y su nuera se veían felices por darle la noticia — Ya era hora, Tzuyu — la rubia sonrió — Pensé que ya no dabas — su sonrisa se borró.
—¡Papá!
—Broma, broma — se defendió — Me alegro por ustedes — sonrió.
—¿Así que voy a ser tía? — Jihyo había recibido la noticia por llamada — ¡Eso es genial, Tzuyu! Me pregunto si los demás ya tendrán sus hijos — se preguntó con duda.
Estaba sonriendo cuando notó a Nayeon cabizbaja en el sillón, al parecer había recibido la noticia de Sana. Jihyo suspiró con tristeza al verla irse a su habitación, se notaba decaída y sin ánimos. Podía adivinar fácilmente que estaba feliz por su amiga, pero aquella noticia también le afecta en cierto modo.
—Luego hablamos — comentó a su hermana, Tzuyu no dejaba de hablar de la noticia, pero supo entender — Sí, hasta luego — cortó la llamada.
Se dirigió escaleras arriba y al asomarse a la puerta de la habitación, encontró a Nayeon sentada al borde de su cama, sollozando en silencio.
—Cariño — Nayeon levantó la mirada a ella, intentando sonreír levemente, pero su tristeza pudo más, volviendo a bajar la mirada.
—Van a tener a su primer bebé — comentó con la voz apagada. Jihyo se sentó a su lado, abrazándola — Me alegro mucho por ellas, voy a ser una tía muy consentida — sonrió entre lágrimas — Sana quiere que sea su madrina.
—Lo sé, Tzuyu me lo contó.
—Nuestro tratamiento…no está funcionando ¿Qué pasaría…si nunca puedo darte un hijo?
Jihyo sonrió nostálgica, hizo que Nayeon la mirase a los ojos y dejó un tierno beso sobre sus labios.
—Nada cambiaría — respondió segura en sus palabras — Seguiré aquí, hasta el día que decidas echarme a patadas por comerme toda la comida de la refrigeradora — hizo reír a Nayeon.
—He pensando en algo desde hace mucho.
—¿En qué? — ambas se recortaron en la cama. Nayeon descansaba en el pecho de la pelinegra.
—Y si…¿Me muerdes? — levantó la mirada a ella — Quizá…no lo sé…pueda llegar a quedar embarazada.
—Cariño…— Jihyo estaba entristecida por lo que iba a decir — Esto de ser…una especie como nosotros, no creo que funcione. Esto solo cura heridas, lesiones, no…no cura enfermedades que no son simples de curar, como la gripe o la tos.
—¿Pero y si funciona? — comentó esperanzada.
—Cariño — acarició su mejilla — ¿Estás segura que deseas cambiar? No lo hagas por mí, ni por una esperanza de ser mamá. Lo que va a cambiar va a ser tu cuerpo, no quisiera que luego te arrepientas.
—Lo sé, también pensé en eso — sonrió con cariño por el interés de Jihyo en ella — Si no funciona…al menos seré capaz de levantar un auto — ambas rieron — Y ya sé, que sería mucho más fuerte que tú — Jihyo desvío la mirada, tratando de disimular no saber aquello — No finjas ¿Temes no ser el alfa en esta relación? — rió.
—Cariño, desde que te conocí, ya era un pequeño cachorro omega a tu lado — sonrió — No me importaría que seas más fuerte que yo.
—¿Entonces…lo harás?
—Si es lo que deseas — besó sus labios — Lo haré.
Habían pasado ya tres meses, Tzuyu y Sana se encontraban en el hospital, como la castaña no era un completo lobo, su embarazo era como la de un ser humano, tendría que esperar los nueve meses.
La doctora le habría aplicado gel en su pequeño vientre, Tzuyu estaba de pie a su lado, viendo todo el proceso con bastante nerviosismos, por fin sabría cómo está su bebé.
O quien sabe, tenía la esperanza de que fueran dos, Sana no estaba en contra de esto.
—Que sean dos, que sean dos, que sean dos — Tzuyu repetía en murmullos, tenía los ojos cerrados y los dedos cruzados — Vamos, vamos, que sean dos.
Sana veía la pantalla, también estaba nerviosa.
—Bueno, esto es…— la doctora estaba dudosa de lo que estaba viendo — Esperen un momento, por favor — pidió antes de salir.
Esto le pareció extrañada a las dos.
—Aquí hay dos ¿No? — Tzuyu señalaba la pantalla — Esta manchita blanca — pegaba su mirada a ella, analizandola — Estoy segura que es un bebé — acercaba su rostro más a la pantalla — Y este peque bien chiquito — Sana rió — También es un bebé.
—Tzuyu, deja eso a los profesionales — aconsejó.
La doctora ingresó nuevamente, su compañero venía tras ellas. Tzuyu volvió al lado de Sana rápidamente, esperando que la doctora le dé la noticia que tanto esperaba.
Los doctores hablaban en susurros, algo que no les servía mucho por los oídos de la pareja se agudizaron, moviéndose curiosos por lo que estaban hablando.
La pareja abrió más los ojos con sorpresa al escuchar lo que dijo la doctora, señalaba la pantalla a su compañero, él también buscaba si es que no había un error.
Tzuyu giró a ver a Sana, esta estaba sorprendida.
—Lo siento — Tzuyu se sentía culpable — Lo siento, lo siento, lo siento — se arrodilló, la expresión del shock aún no se quitaba de Sana — Fue sin querer — miraba preocupada a Sana — ¿Cariño? — Sana estaba aturdida.
—Bueno, esto es muy poco visto — habló la doctora — Pero… también es un milagro, felicidades — trató de sonreír, era la primera vez que veía algo algo — Tendrán…cuatro hermosos bebés.
La sala se llenó de silencio, hasta el doctor se retiró lentamente del cuarto.
—¿C-cuatro…? — preguntó Sana aún sin poder creerlo.
Tzuyu trataba de esconderse a un lado de la camilla, solo su mirada se asomaba.
—Cariño…— Tzuyu habló con precaución — Lo siento — se disculpó.
—¿Qué? — Sana por fin reaccionó al escucharla, girando a verla en donde estaba escondida.
—Tú…solo querías uno…o dos, no…cuatro, estás…¿Molesta? — preguntó con tristeza — Yo… cuídaré mucho a los bebés, ni siquiera se notarás que son cuatro.
Sana volvió a ver la pantalla, aún era difícil asimilar aquella noticia. Pero sorprendentemente para Tzuyu, una sonrisa creció en Sana.
—Cariño — se inclinó a la rubia, quedando cara a cara, Tzuyu aún no sabía si salir de su escondite — Esto no es culpa de nadie, solo pasó.
—¿Sí? — preguntó dudosa.
—Sí, ambas lo quisimos, ambas lo planeamos. Además — sonreía — Que sean cuatro de una, creo que es mejor ¿No lo piensas así?
—¿Por qué?
—Porque así dolerá menos — rió, haciendo que Tzuyu salga de apoco — No te disculpes, no es como si tú controlarás cuantos nacerán.
Tzuyu sonrió tiernamente, su chica era la más genial.
—Ah, perdón, me confundí — comentó la doctora — Son cinco.
—¡¿Qué?! — la pareja giró en shok.
—¡Es broma! — la chica comenzó a reír — Perdón.
Tzuyu la miró seriamente.
—¿Quieres que la muerda? — preguntó a Sana, más como suplica que como una pregunta.
La doctora escuchó esto con extrañeza.
—No, cariño. Déjala — palmeo su mano.
—¿Cuatro? — Jihyo también estaba sorprendida — ¿Tan poquito?
—Ya te quiero ver si es que la prueba de Nayeon salga positivo — respondió Sana desde la cocina — No vas a poder ni con un bebé.
—Cuidar a un bebé es fácil — Jihyo se relajó en su sillón — Solo dale comida y déjalo que ande solito en el bosque, les gusta eso.
Sana viró los ojos y siguió cocinando.
—Jihyo — intervino Tzuyu, tratando de ser comprensiva con lo que dijo su hermana — Ya no estamos en el bosque ¿Recuerdas? Aquí hay que cuidarlos las 24 horas, y en su forma humana.
—¿Por qué en su forma humana? — preguntó con extrañeza.
—Porque así crecen a la velocidad de los humanos, si son cachorros por mucho tiempo, crecen demasiado rápido. Sana y yo no queremos eso, queremos que vivan sus etapas como corresponde.
—¿Nayeon también querrá eso? — se puso a pensar — Para mí que crezcan en tres años y ya, así nos ayuda en la casa.
—Ay que idiota es — se escuchó el comentario de Leo, este estaba recostado al lado de Tzuyu.
—¡Hey! Solo es lo que pienso, si Nayeon lo quiere diferente pues será diferente — alzó los hombros.
—¿Y Nayeon aún no te llama? — preguntó Tzuyu.
—No, me dijo que vendría al instante de saberlo, no quería verme decepcionada si es que no daba positivo. ¿Por qué lo estaría? Mi Yeonnie es todo.
—¡Jihyoooooooo! — las tres giraron ante el llamado. Nayeon pasaba corriendo por la ventana, mandando a volar al instante la puerta hecho pedazos.
—¡Mi puerta! — gritó Sana.
—¡Estoy embarazada! — Nayeon saltaba de la emoción.
Jihyo no tenía expresión alguna, miraba a las chicas para saber si ellas habían escuchado lo mismo. Su sonrisa fue creciendo lentamente cuando Tzuyu asintió, confirmando lo que tanto había soñado.
—Voy a tener…un hijo.
Lamentablemente no lo soportó, Jihyo se desmayó de cara al piso.
—Uy, ya se quedaron huérfanos de una madre — comentó Sana.
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