25. Nuevo integrante
La casa estaba en silencio, las amigas le habían quitado el habla a las hermanas por su comportamiento tan agresivo con el gato.
Las menores veían fijamente al peludo animal ser acariciado por Sana y recibir comida de manera cariñosa por Nayeon.
Ellas miraban todo desde las escaleras, había pasado solo dos días desde que ese gato decidió quedarse por su propia cuenta solo para molestarlas.
—En lugar de estar mirando, ¿Pueden al menos limpiar la casa? — regañó Sana sin girar a verlas — Solo comen y no ayudan.
—Cariño…— pronunciaba Tzuyu con un puchero.
—No soy tu cariño — volvía a acariciar la cabeza del gato, este ronroneaba.
Jihyo vió con enojo cómo su hermana bajaba la cabeza con tristeza, esto ya la estaba cansando. La pelinegra bajó de las escaleras y a paso firme, caminó directo al gato y haciendo a un lado a Sana, tomó a este rápidamente y lo alejó de ellas, asustando tanto a las amigas como a el mismo gato.
—¡¿Qué haces?! — preguntó Nayeon.
—¡Ya me cansé! — el gato movía sus patas en busca de ayuda — ¡Nos echan la culpa cuando nosotras solo nos defendimos, este gato no es ningún santo!
—¡Es solo un gatito! — defendió Sana.
—¡Es un farsante! — el gato la miró con reproche — ¿Acaso se les olvida? Somos mitad lobo, mitad animal, nosotras podemos entender perfectamente a los animales, y este — lo mostró frente a ella — Es un irrespetuoso y salvaje, le faltó el respeto a mi madre y vino a buscar pelea, él fue el primero quien atacó.
—De hecho… íbamos a comerlo — agregó Tzuyu desde las escaleras.
—Sí, íbamos a com- Tzuyu! ¡Silencio! — regañó Jihyo.
—Con que iban a comerlo — Jihyo sintió nervios al ver a Nayeon cruzar sus brazos y mirarla fijamente — ¿Quién tuvo la idea? — Tzuyu señaló de inmediato a Jihyo.
—¡Tzuyu! — gritó la pelinegra, se supone que era su hermana.
—También se quería comer a mi suegro, pero yo lo cuidé — sí, Tzuyu estaba aprovechando para que Sana la perdone.
—¡TZUYU! — gritó Jihyo.
—¿Ibas a comerte a mi padre? — Sana tenía el rostro incrédulo.
—¿Saben qué? — Jihyo dejó al gato en la mesa — Me retiro, aquí todos están contra mí — se retiraba completamente ofendida.
—Jihyo, espera — Nayeon fue tras ella.
Tzuyu sonrió cuando Sana cruzó miradas con ella, susurró un gracias y le sonrió igualmente, Tzuyu había obtenido el perdón de la castaña.
Sin perder tiempo, Sana ya tenía pegada nuevamente a ella a la pequeña loba, no dejaba de abrazarla, eso solo la hizo reír.
—Hey — Sana pronunció cuando vio al gato salir sigilosamente por la ventana, este giró a verlo y maulló con inocencia — ¿En verdad me entiende? — preguntó a Tzuyu.
—Sí, pero no hace caso a nadie, es muy rebelde.
—Dile algo — quería ver la interacción, estaba emocionada por verlo.
—¿Yo?
—Sí, dile algo.
—Mmm, estás gordo.
—¡Tzuyu, eso no! — regañó, el gato se estaba yendo.
—Pero está gordo — el mínimo giró a verla y maulló, quedando sentado.
—¿Qué te dijo? ¿Qué te dijo? — preguntó con entusiasmo. Hasta que vió la cara de tristeza de Tzuyu — ¿Qué pasa? — preguntó.
—Me dijo que no le parezco bonita — respondió por lo bajo.
Segundos después, el gato huía de una enojada Sana que tenía su sandalia en mano.
(…)
En la jaula, el pelinegro se veía muy débil, estaba cansado y sus párpados pensabas, lo habían lastimado demasiado con sus juegos, que habían provocado muchas herida por su cuerpo.
—Ten, bebe un poco — Momo lo cuidaba.
Tenía su cabeza en sus piernas y levantaba su cabeza con cuidado para que beba, habían estado así todos los días, cada día les gustaba lastimarlo por su diversión, eran como cachorros con su juguete nuevo.
—Tengo frío — Taehyung temblaba, el piso era helado y su cuerpo no era como el de Momo, él era solo un humano.
—Lo sé — respondió con pena — Ven, con cuidado — lo ayudó a acercarse más a ella y lo abrazó, Taehyung recostaba su cabeza sobre su hombro y trataba de dormir, el cuerpo de Momo estaba cálido, como una caliente cobija.
Desde la entrada, Dahyun miraba al pelinegro con resentimiento, ella era la responsable de vigilarlos, así que tenía que ver esos momentos cada cierto tiempo.
Había momentos en que su sangre hervía y deseaba ser ella quien acabe de una vez con Taehyung, sus ojos enrojecían por el enojo que sentía pero trataba de controlarse.
—¿Por qué…no te vas? — la voz de Taehyung era entrecortada — Sé que p-puedes irte, pero…no lo haces.
—Debo quedarme, no me puedo ir sin ella — cruzó miradas con Dahyun — Es mi pareja.
—P-pero ella…ella parece no quererte, ¿Por qué…insistir? Tu hermano… también es así — recordó a Jungkook — No me dejaba, por más…que le explicaba.
—Somos de un lugar distinto, hay muchas cosas que no logramos entender, creemos en amor duradero y las almas gemelas, algo que lastimosamente, me di cuenta que aquí no existe.
—¿Y por qué….sigues esperándola? — también miró a Dahyun, ella desvió la mirada con fastidio.
—Sé que me quiere también, pero puedo sentir su miedo, le tiene miedo a ellas, porque son más fuertes — bajó la mirada al pelinegro — ¿Tú no quieres a mi hermano?
—Él llegó de la nada, m-me asustó que me siguiera a todos lados, solo me causó miedo, ¿C-como podría quererlo?
Momo sonrió por lo tonto que había sido su hermano, siempre tan entusiasta en todo lo que hacía.
—Él era el más emocionado en encontrarte, creo que se dejó llevar, y más cuando vió que eras hombre — rió — Seguro te dijo lo del embarazo.
—Me lo dijo a los segundos de conocernos — ambos rieron.
—Ya — mandó Dahyun con voz dura, dejando en silencio a ambos, Momo pudo sentir su enojo aumentar.
—Será m-mejor que me sueltes — pronunció Taehyung aún con pequeños temblores — No quiero…que me maté — sentía temor.
—Tranquilo, no lo hará — miraba seriamente a Dahyun — Tengo que cuidarte, ya eres parte de mi familia y tenemos que cuidarnos.
—Pero…n-no estoy con tu hermano.
—Eso es lo menos importante, ya tienen una conexión, si te pasa algo, mi hermano la pasará mal, por eso debo cuidarte, él haría lo mismo.
(…)
—¿En dónde estamos? — preguntó Jungkook, veía con extrañeza a esa enorme mujer de piedra que tenía una antorcha en su mano.
—Es Nueva York — respondió Minjeong, estaba apoyada en el barandal del barco — El hermoso Estados Unidos — la monja estaba emocionada, no pensó viajar así por el mundo.
—Muy bien, es hora de bajar — Jimin ajustó su mochila.
—¿Qué? Aún falta — giró a ver a la menor. Sus ojos se abrieron con sorpresa al verla saltar del barco — ¡Jimin! — gritó asustada. Al instante, su hermano también saltó del barco — ¡Jungkook!
La gente se juntó al borde de inmediato, los murmurllos llegaron y fotografiaban a los extraños que saltaron sin razón hacia el agua.
Minjeong suspiró resignada y girando a verlos, sonrió nerviosa y ajustó su mochila.
—Que tengan bonito día — se sentó en el barandal — Y que Dios los bendiga — se tapó la nariz y se dejó caer de espaldas al agua, salió jadeante en busca de aire y quitándose el cabello de la cara, vió a Jimin y Jungkook nadando a los lejos — ¡Hey! ¡Esperen! — comenzó a nadar también.
Nuevamente las personas se escandalizaron por lo que había hecho.
(…)
—Jihyo, es que entiende, iban a comerse a un gatito, A UN GATITO.
—Ustedes comen pollo, es lo mismo — la pelinegra estaba renegando, no giraba a ver a Nayeon mientras seguía decorando el cuarto vacío de la casa de Sana — Además es un exagerado, ni lo mordimos.
—Porque llegó el padre de Sana, ¿Y cómo es eso que también te lo querías comer?
—Era una bromita — respondió a la defensiva — De todo se ofenden los humanos — Nayeon viró los ojos — ¿Por qué tus ojos se voltearon como huevo? — preguntó con extrañeza.
—Es un gesto — respondió, Nayeon rió cuando Jihyo miró hacía arriba, intentando copiar el gesto — Así no es, debes girarlos — Jihyo guiaba sus vista a todos lados, haciendo reír a Nayeon — Llvidado — la detuvo, —¿Te ayudo? — acarició su brazo.
—¡Oh, sí! — continúo pintando la pared de color rosa — ¿Qué nombres te gustan más?
—¿Nombres? ¿Hombre o mujer? — preguntó sosteniendo una sonaja que estaba en el suelo.
—Mujer, luego pensamos en hombre.
—Mmm — pensaba — Me gusta Míriam — miró a Jihyo — ¿Y a ti?
—A mí me gusta Josefina — Nayeon trató de ocultar su risa — Qué, es bonito.
—Sí, cariño — besó su mejilla — Lo que digas, por cierto, ¿Has pedido permiso a Sana de tomar el sótano? ¿Y dónde están sus cosas? — preguntó extrañada.
—Pues, no — alzó los hombros — y sus cosas están seguras, no te preocupes.
Un vagabundo tenía nuevas cosas que vender, había tenido buena suerte de encontrar tantas cosas nuevas y en buen estado en el contenedor de basura.
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