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15. Conociendo al suegro

—¡Suegro!

El señor Minatozaki quedó confundido al escuchar como lo había llamado, por un momento se había olvidado el extraño y temeroso comportamiento de ambas mujeres hacia ese pequeño gato, hasta que volvió a escuchar su aullido detrás de la pelinegra.

—¡Callate! — Jihyo advirtió en un murmullo, pero el animal clavó sus uñas fuertemente en su piel y la pelinegra la soltó — ¡Estúpido gato! — gruñó y corrió detrás de él sin importarle mucho la presencia del mayor.

El gato corrió detrás del hombre y este retrocedió asustado cuando vio a la pelinegra ir contra él. El pobre hombre fue tacleado por la fuerza de Jihyo y cayó dolorosamente contra el suelo, quedando inconsciente al golpearse la cabeza.

Tzuyu abrió los ojos, perpleja, ¿Lo habían matado? esa no era la manera en que quería conocerlo.

—¿Suegrito? — llamó con temor — ¿Sigue vivo? — caminó lentamente hacia él.

—¡Te atrapé! — Jihyo sujetaba nuevamente al gato de la cola y se acercó a Tzuyu — Cómetelo — ofreció muy sonriente.

—¡Deja eso! — Tzuyu golpeó su mano haciendo que suelte al gato, quien huyó por la ventana junto a un fuerte insulto.

—¡Oye! — la pelinegra se quejó.

—Mira lo que hicimos — Tzuyu veía a el hombre aun en el suelo — Sana se va a enojar.

—¡Ah! No es para tanto — Jihyo se inclinó para poder observarlo mejor — Sigue vivo — picó su mejilla — Y es suave — sonrió con malicia — ¿Nos lo comemos?

—¡Jihyo!

—Okay, Okay, mala idea — se puso de pie — ¿Qué hacemos?

—Quizá debemos esperar a que despie...— recordó lo que Sana dijo "mi padre no debe saberlo" — Sana se va a enojar — observó a Jihyo tomar las piernas del hombre y comenzar a arrastrarlo — ¿Qué haces?

—Hay que esconderlo — lo arrastraba rumbo a las escaleras — ¡Pero muévete! — exigió a su hermana.

Tzuyu reaccionó y asintió rápidamente.

Jihyo subía al señor Minatozaki por las escaleras, pero cada escalón que subía, su cabeza se golpeaba contra él. Tzuyu se asustó aun más y fue a intervenir.

—¡Sabes que puedes cargarlo! — gritó a su hermana, quien sonrió traviesa por ser descubierta — Que no lo vamos a comer, es mi suegro.

Jihyo se hizo a un lado y Tzuyu sujetó al hombre por la cintura y lo subió sobre su hombro en un solo movimiento. Subieron al segundo piso y se quedaron pensando dónde podrían esconderlo. Jihyo señaló el baño y a los pocos segundos el hombre se encontraba boca abajo y con las extremidades fuera de la bañera, seguro al despertar va a estar adolorido.

—Creo que aquí no — comentó Tzuyu.

A los minutos lo lanzaban dentro de un armario y cerraban la puerta de un golpe, golpe que le dio en la cara al pobre hombre.

—Listo — Jihyo sonreía.

—Creo que no es buena idea esconderlo en el armario de Sana — pronunció Tzuyu.

—¿Entonces?

Minutos después el hombre era lanzado al techo.

—¿Crees que esté bien? — la rubia estaba preocupada.

—Segura — se retiraba a la cocina — ¿Vienes a comer?

Tzuyu asintió con una sonrisa, tenía mucha hambre.

—Ya llegamos — pronunció Sana, quien entraba junto a Nayeon. La más alta se sorprendió cuando Tzuyu vino corriendo y derribó a Sana en un fuerte abrazo — Quítate...— decía en un hilo de voz, la rubia estaba muy sonriente descansando sobre su pecho.

—¿Por qué hace eso? — preguntó Nayeon, Sana aún estaba en el suelo junto a Tzuyu.

—Mi hermana aun es un cachorro — Jihyo aparecía con una pierna de pollo en su mano.

—¿Y tú por qué no haces eso?

—¿Quieres que haga eso? — preguntó Jihyo.

—No, solo me pareció tierno — dijo con timidez, la pelinegra llegó a su lado y extendió su mano.

—¿Quieres? — era otra piernita de pollo. Ambas se sonrieron con ternura.

Tzuyu se quitaba de encima de la castaña y ella por fin podía ponerse de pie. Las cuatro llegaron a la sala y las hermanas se recostaron en los sillones, estaban viendo caricaturas.

—Que extraño — pronunció Sana en un murmullo, Nayeon la escuchó y preguntó la razón — Es que parece ser que no hay ningún desastre — observaba toda la casa, pero no encontraba nada.

—Tienes mucha razón — también observaba la casa con sospecha.

Escucharon un maullido y las hermanas giraron a la vez, el maldito gato estaba allí, en la ventana.

—Ow, mira un gato — Nayeon se acercaba.

Jihyo miraba amenazante al gato, pero el felino se dejaba acariciar por la rubia mientras se burlaba de ella.

—Que lindo eres — el gato se alejó y comenzó a llamar la atención de Nayeon para que lo siguiera.

Las hermanas comenzaron a ponerse nerviosas al darse cuenta de lo que tramaba.

—¿A dónde vas, amigo? — Nayeon se asomaba por la ventana, viendo como el gato comenzaba a trepar por el árbol y terminar brincando al techo de la casa, de inmediato comenzó a maullar fuertemente.

—¿Qué le pasa a ese gato? — Sana bajaba de su cuarto, había ido a dejar su mochila.

Jihyo y Tzuyu trataban de disimular, mirando a otro lado que no sean ellas.

—No lo sé, solo comenzó a maullar — el gato seguía maullando sin parar.

Traducción: ¡Aquí está el viejo!

—Debemos callarlo — murmuró Tzuyu.

—Te dije que nos lo comamos, pero no quisiste — respondió Jihyo.

—Me prohibieron comer gatos.

—Yo no hablaba del gato — Tzuyu la miró con los ojos achinados.

Sin que se lo esperaran, una canción comenzó a escucharse.

—Ese...— Sana decía extrañada — Es el tono de llamada de mi padre — trataba de escuchar de dónde venía.

Tzuyu y Jihyo comenzaron a hacerse pequeñas es sus asientos, querían esconderse.

—Creo que viene del techo — pronunció Nayeon, también extrañada.

—¿Del techo? — Sana comenzó a caminar a la salida.

Las hermanas ya se encontraban escondidas detrás del sillón, cuando escucharon un largo y fuerte grito agudo por parte de Sana.

—¡PAPÁ!

Nayeon quedó sorprendida y giró en busca de Jihyo y Tzuyu para que puedan explicarlo, pero solo logró ver cómo huían entre empujones rumbo al segundo piso. 

Ya saben que si no votan y comentan, no actualizo.

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