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No había podido pegar ojo en toda la noche. Tampoco había ido a trabajar, porque eso significaba que debía enfrentarla, sólo quería quedarse ahí para siempre hasta su muerte y que todos sus problemas se disiparan como el humo.
El reloj marcaba las 5:30 pm y la lluvia se había hecho presente hace un par de minutos atrás.
En ese momento, el timbre se escuchó por todo el departamento interrumpiendo sus pensamientos. Con pereza, se levantó de la cama y restregando su cara camino hasta la puerta para abrirla.
—Buenos días joven Min—habló el señor Choi al pie de la puerta—Llegó el correo para usted.
—Claro, pero no tenía porque subir—se avergonzó—Aún así, se lo agradezco—finalizó tomando la correspondencia en manos.
Él contrario sólo sonrió con amabilidad y se dispuso a caminar hasta el ascensor.
—¡S-señor Choi!—hablo con rapidez para detenerle.
—¿Si?—cuestionó mirándolo confundido.
—¿Puedo preguntarle algo?
—Mi esposa y yo nos conocimos durante la universidad, ella básicamente me perseguía—mencionó riendo ligeramente.
El pelinegro sonrió de igual manera terminando de servir las dos tazas de té chino. Le tendió una de ellas y luego tomó asiento al otro lado de la barra para quedar frente a él.
—¿Cómo era ella?—se atrevió a preguntar.
—Ella era...inevitable, supongo—respondió con una sonrisa serena, al tiempo en que daba un sorbo a su té.
—¿Cómo era ella?—le hizo su misma pregunta.
—Impredecible, he de responder—murmuro sonriéndole cabizbajo—¿Cómo hizo para dejar de extrañarla? Es que yo...la he extrañado hasta el punto de sentirme asfixiado. Y-y ya no...
—Joven Min—interrumpió tomándole por los hombros—Siempre va a extrañarla, eventualmente sólo disminuirá el dolor pero finalmente seguirás extrañándole.
—Entonces...¿Qué debo hacer? Y-yo, creo que, m-me g-gusta alguien—susurró sintiéndose verdaderamente miserable.
—¿Se siente culpable por ello? ¿Es eso?—respondió riéndose —Pero no es ninguna traición Min, es algo natural mientras uno sigue con vida.
Dijo levantándose de la silla camino a la entrada principal, negando repetidas veces con la cabeza.
—Ya pase mucho tiempo, la recepción debe estar muy vacía sin mi—dijo divertido abriendo la puerta—Y sobre qué hacer al respecto...sólo diré que hice lo que ella me ha pedido que hiciera.
—¿Qué cosa?
—Vivir, joven Min—respondió—Tiene que continuar con su vida, ¿Acaso cree que eso no la haría feliz? A la señorita Yuna.
El chico bajó la mirada y su respiración comenzó a acelerarse.
—Casi lo olvidó, se que no debería decirle esto—hablo nuevamente llamado su atención—Pero esa castaña estuvo aquí por la mañana, finalmente se arrepintió y se marchó, yo...sólo quiero que usted tenga un impulso.
Fue lo ultimo que dijo antes de salir del departamento, dejando completamente solo al chico, con un desastre en la cabeza y una sed insaciable de esperanza.
Sin pensarlo demasiado, dejo la tasa de té sobre la barra y camino de vuelta a la habitación iluminada apenas por un rayo de luz que se mostraba por la cortina levemente separada. Tomó una sudadera de color negro y básicamente salió corriendo aún con la pijama puesta.
Y mientras corría esas vagas palabras seguían repitiéndose en su cabeza.
"sólo diré que hice lo que ella me ha pedido que hiciera."
Dio vuelta en la esquina.
"Ella lo hará...vivirá para construir tus sueños, estará cuando tú sonrisa sea inestable, estará para salvarte de tus pesadillas cuando no puedas dormir."
Las gotas de lluvia comenzaban a empaparlo por completo, él peli negro frunció su ceño y con lágrimas en los ojos continuó corriendo lo más veloz que sus delgadas piernas le permitían, el detenerse no estaba presente en su cabeza.
"Tú lo harás también...Yo lo sé."
Finalmente se detuvo frente a la cafetería, el pecho le subía y bajaba apresurado. Su corazón saltó cuando pudo divisarla a través del ventanal, se hallaba al otro lado de la barra con su gorro y delantal puesto, con una sonrisa decaída atendía a los clientes que iban llegando.
"Lo harás al momento en que apenas un rayo de luz entre por la ventana"
Sin pensarlo demasiado, dio uno, dos, tres...pasos, y como si fuese una vil casualidad, o como si la hubiese llamado mentalmente, ella levantó la mirada.
—¿M-Min?—articulo sintiéndose verdaderamente confundida por la presencia del contrario, sin embargo aún con esa confusión, camino saliendo del mostrador ignorando completamente a los clientes, quienes ya se hallaban observando todo con sumo detalle.
Sin más salió del lugar con el entrecejo fruncido y una expresión seria—¡¿Q-qué demonios crees qué haces?! ¡No ves que está llovien...
—Escúchame—le interrumpió terminando de acercarse a ella aún con su respiración entrecortada—Y-yo...
Guardó silencio.
—Antes, Min, yo de verdad lo siento, no debí decirte eso en el cementerio, yo...
—Yo...—le calló antes de que siguiese—Tendré que decirte esto rápido o voy a sufrir un infarto por correr casi seis malditas cuadras tan rápido que casi resbalo, pero si sufro de ese infarto entonces no podré decírtelo y enserio quiero que lo sepas—continuo sin saber exactamente cómo decir lo que sentía en ese momento—Esto es con mucho lo más vergonzoso que he hecho en tanto tiempo pero, aún así, voy a hacerlo.
"confesarás tu sentir sin miedo"
—Te quiero, Sol—mencionó casi inaudible—Tan simple y sincero como eso, no podía dejar pasar más tiempo sin aceptarlo, y a juzgar por tu expresión, sé que no es platónico. Te he querido desde hace mucho, pero no me había permitido sentirlo hasta hoy.
Ha YeonSol lo observó inaudita, unas cuantas gotas amenazaban con salirse de sus ojos.
—No hace falta que vengas a mi Sol, a partir de hoy, yo siempre iré hacia ti—continuó acercándose un poco más a ella—Quiero construir un presente, para vivir en el a tu lado. Quiero estar contigo, quiero apoyarte, quiero...Yo voy a protegerte para que no tengas que soportarlo todo.
—Min...—susurró la contraria con una sonrisa de boca cerrada.
—¡Me da igual que seamos diferentes o que pensemos muy distinto, que no seamos compatibles!... —exclamó tomándole de la mejilla—Me basta coincidir contigo, en querer estar juntos por un largo tiempo, porque no creo en el para siempre; No quiero que me hagas feliz, sólo quiero ser feliz contigo.
Y antes de poder decir algo más, los labios de la castaña lo callan, él no puede evitar colocar las manos sobre su cintura. Un beso tierno que sólo roza la piel suave de sus labios, que casto se acerca reconociendo el aliento, probando el sabor de la respiración, uno dulce que se deja caer poco a poco, tomando todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de boca, volviendo ese momento, en un instante sin consciencia.
Minutos después se separan al oír los aplausos de las personas en aquel establecimiento y la timidez no tarda en llegar, sin embargo sonríe. Sonríe al mirar a la chica de castaños cabellos al frente suyo y agradece el haber sido un poco más valiente.
Agradece el haber corrido bajo esa lluvia de bienvenida a una nueva vida, porque se ha dado cuenta de que quiere pasar parte y resto de su vida con alguien, y desea que el resto de tu vida empiece cuanto antes.
"Y por fin te sentirás feliz de que un nuevo día haya llegado"
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