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—"Me gustas Min"

Esas tres simples palabras se seguían repitiendo constantemente en la cabeza del peli negro acompañadas de un eco. Luego, su conciencia le grita: "Cobarde" a viva voz, y no podía culparla, pues tenía toda la razón. Era un maldito cobarde que no peleaba por amor.

¿Por qué lo decía?
Cuando la castaña se armó de valor para confesar su sentir, Yoongi no pudo pensar en otra cosa más que en huir y por supuesto, así lo hizo. Se levantó del columpio balbuceando cosas que la contraria no terminó de comprender, y básicamente salió corriendo de ahí, dejándola con la palabra en la boca.

Ahora se encontraba bajo la regadera, con la frente pegada a la pared, dejando que las gotas de agua caliente le recorrieran la espalda juguetonas. Se pregunta qué debía hacer ahora. ¿Cómo podría mirarle a la cara sin sentir vergüenza de sí mismo? O ¿Nervios al tenerla cerca? ¿Qué diría ahora después de su escapada perfecta?
No tenía idea, y le mataba no hacerlo.

Así que pensó en una excusa perfecta para poder "arreglar" este pequeño problema: Evitarla.

Al instante en que salió de la ducha, tomó el teléfono y marcó al dueño de la cafetería diciéndole que había cogido un resfriado, que se sentía lo suficientemente mal como para ir a trabajar, y pidió incapacidad por al menos tres días. Tiempo suficiente para poder pensar que hacer con su vida, que hacer con esa chica que ahora entraba en ella sin pedir permiso alguno.

A la mañana siguiente, YeoSol se quedó esperando al pálido, por supuesto este nunca llegó. Algo preocupada y angustiada, preguntó indirectamente recibiendo una respuesta que a ella le sonó lo bastante convincente, Min Yoongi estaba enfermo y ella automáticamente pensó en que había cogido un resfriado al quizá mojarse con la lluvia que llegó repentina el día anterior, esperaba que no al ser consiente de lo temeroso que el se ponía al estar bajo ella. Quizo creer, porque era eso, o era pensar que el chico comenzaba a evitarla después de su inesperada confesión.
Debatiendo en contra suya, decidió que al salir de trabajar iría a visitarlo para ver si se encontraba mejor, sin embargo, al llegar a su departamento, ningún ruido lo recibió, y al marcharse el viejito de la recepción le dijo que había salido por la mañana y aún no había regresado, lo cual era bastante raro, ya que en palabras del señor: "El Joven Min nunca acostumbra a salir, más que a trabajar"

—¿Se veía enfermo?—cuestionó la chica esperando recibir una respuesta positiva.

No quería hacerse ideas equivocadas en la cabeza.

—No se veía muy bien, he de confesar—respondió terminando de convencer a Sol—Seguro no durmió nada otra vez, las ojeras bajo sus ojos cada día se vuelven más evidentes, su postura es más decaída y su mirada tan perdida como siempre.

—Entiendo...—se limitó a contestar. No tenía argumento alguno en contra de ello, todo era cierto.

—No debería decir esto porque no me corresponde en realidad—volvió a hablar el anciano—Pero todo comenzó desde que la señorita Yuna se marchó.

—¿Quién?—cuestionó acercándose sometiendo toda la curiosidad invadir su cuerpo.

—Kan Yuna, una joven rubia de hermosa sonrisa—dijo sin evitar sonreír al recordarle—Poseía la personalidad de un ángel. Ella, realmente lo hacía feliz.

El corazón de Ha YeoSol se contrajo al escuchar lo último. "Ella realmente lo hacía feliz". Vaya competencia, pensó.

—¿Q-qué fue lo que le pasó? ¿Se fue? ¿A dónde? ¿Cree que regrese algún día?

—Como dije, no me corresponde decirle esa parte—respondió palmeando su espalda—Lo veo más correcto que él le explique.

—Si, tiene razón—se dijo así misma—Una pregunta más, ¿S-sabe donde podría estar?

—Tengo, un lugar en mente—respondió.

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