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Capítulo 10

Yoongi tocó el timbre, se acomodó el cabello y luego vio la hora. A decir verdad estaba muy nervioso, obviamente que sí, cualquiera estaría así en una situación igual a la que él estaba. La idea de ya no ir a casa diciendo que espera un hijo con Jimin y que ni siquiera tienen una relación iba ganando la batalla, pero justo cuando iba a darse la vuelta e irse porque los nervios le estaban ganando, una niña vestida con una pijama amarilla abrió la puerta.

—Minjeong, ¿qué te he dicho sobre abrir la puerta? —la madre reprendió a la niña, y cuando alzó la mirada, se encontró con Yoongi.

—Un gusto volverla a ver, señora Park.

—Oh, hola. ¿Vienes a ver a Jimin? —habló la mujer cargando a su hija.

Y por un momento Yoongi se imaginó a sí mismo cargando a una niña así de pequeña.

—Eh… Sí. ¿Ya se ha levantado de la cama?

—¡Ya estoy listo! —Jimin exclamó bajando rápidamente las escaleras.

Yoongi se contuvo de ir y ayudarlo a bajar con sumo cuidado, pero se quedó quieto en su lugar. Desde que supo lo del embarazo sus instintos protectores salieron a flote.

—¿No se quedan a comer? —preguntó la señora Park— Preparé algo rico.

—No, mamá, vamos a salir —respondió Jimin con una sonrisa—. Al rato volvemos.

—Si no nos matan… —Yoongi murmuró. 



•     •     •



Hace algunos minutos llegaron a la casa de Yoongi, pero este quería esperar unos minutos antes de entrar. «¿Por qué me comporto así?», se cuestionó a sí mismo. «Ya soy mayor de edad, ¿por qué tengo miedo en decírselo a mi familia?» Esto le hacía recordar cuando confesó ser gay. En ese momento sus manos sudaban, su corazón latía de forma rápida, un nudo se formó en la boca de su estómago, y cómo a la mitad de su discurso se echó a llorar. Pero a fin de cuentas todo terminó bien, más que bien, ya que sus padres lo habían aceptado y le dijeron que siempre lo iban a amar sin importar qué. 

—Cobarde. —Jimin le dijo cuando se hartó del silencio que se había creado.

Yoongi lo miró sorprendido. —¿A mí me lo estás diciendo? 

—¡Claro que sí! Vamos, Yoongi, tú siempre fuiste valiente. No te da miedo decir lo que piensas o cuando no estás de acuerdo con algo. Aún recuerdo cuando usé aquel ajustado pantalón rojo y me dijiste sin pena alguna que hacía un trabajo estupendo resaltando mi gran trasero.

—En realidad lo hacía, sí, y jamás lo volviste a usar. ¡¿Cómo te atreviste a dejar de usarlos?! 

Jimin soltó una carcajada y negó con la cabeza. —Ay, Yoongi, muero de hambre porque no desayuné… pero a la vez tengo ganas de vomitar. Me siento raro.

El nombrado se acercó preocupado. —¿Te encuentras bien?

—¡Por supuesto que no, gran idiota!

—Baja la voz, te pueden escuchar...

—Es que ya no quiero entrar, ¿y si vomito adentro? No, no, no, no, definitivamente ya no quiero entrar, llévame a casa.

Yoongi lo miró con seriedad. —Te diré algo, Park Jiminie, si no entras en este instante a esa casa… —hizo una pequeña pausa— te besaré aquí mismo. 

Jimin hizo una mueca de asco y rápidamente tocó el timbre de aquella casa. Yoongi sonrió satisfecho.










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