Hyunjin tocó el timbre, se acomodó el cabello y luego vio la hora, a decir verdad estaba muy nervioso, obviamente que sí, cualquiera lo estaría en aquella situación. No llegaría a casa diciendo que espera un hijo con Felix y que no tienen una relación. Iba a darse la vuelta e irse porque los nervios le ganaron, pero una pequeña de cabellos rizados abrió la puerta con una pijama amarilla y una muñeca en su manos.

—Nina que te he dicho de abrir la puerta.— Nayeon reprendió a la niña alzando la mirada, encontrándose con Hyunjin

—Un gusto volverla a ver Nayeon. —dijo Hyunjin amablemente.

—¿Vienes a ver a Felix?— preguntó la Señora Lee cargando a la pequeña. Por un momento Hyunjin se imaginó a sí mismo cargando a una pequeña niña de rizos chocolates y de ojos azules.

—Sí— afirmó. —¿Ya se ha levantado de la cama?

—Ya estoy listo.— habló Felix bajando rápido las escaleras, Hyunjin se contuvo de ir y ayudarlo a bajar con sumo cuidado, pero se quedó quieto en su lugar. Desde que supo del embarazo del menor sus instintos protectores salieron.

—¿No se quedan a comer?— preguntó Nayeon —Preparé algo rico.

—No mamá, vamos a salir.— dijo Felix tomando su celular junto con su cartera

—Al rato volvemos.

—Si no nos matan.— murmuró Hyunjin.

Hace algunos minutos llegaron a la casa del castaño, pero Hyunjin quería esperar unos minutos antes de entrar, "¿Por qué me comporto así?" se gritó a si mismo Hyunjin, ya era mayor de edad ¿Por qué tenía miedo en decírselo a su familia?

Esto le hacia recordar cuando iba salir del closet. Por la manera en que en ese momento que iba a salir del closet sus manos sudaban y se apretaba las piernas para darse ánimo, en la forma en que su corazón empezó a latir de forma rápida, en el nudo que se formó en la boca de su estómago y como a la mitad de su discurso se echó a llorar. Pero a fin de cuentas todo terminó bien, sus padres lo habían aceptado, le habían dicho lo orgulloso que estaban de él y más que nada que lo amaban a pesar de todo.

—Cobarde.— dijo el rubio cuando se hartó del silencio que Hyunjin había creado. El mayor miró a Felix sorprendido.

—¿A mí me lo está diciendo?— Hwang pregunto.

—iClaro que sí!— exclamó. —Vamos Hyunjin, eres valiente. No te da miedo decir lo que piensas o cuando no estás de acuerdo con algo o algo te molesta.— respondió —Aún recuerdo cuando llevé unos pantalones que me marcaban el trasero y ese día me susurraste que ese pantalón hacía un trabajo estupendo con mis glúteos.

—En realidad lo hacían y jamás lo volviste a llevar.— sonrió —¿Cómo te atreviste a dejar de usarlos?!

El rubio sonrió y soltó una carcajada, lo hizo porque ese día cuando le dijo aquello, imaginó un montón de escenas con el mayor y tuvo miedo por eso, pero ahora quería volver a usarlos.

—Hyunjin, muero de hambre no desayuné.— lloriqueó saliéndose del auto. —Creo que voy a vomitar.

Se recargó en el auto y cerró los ojos tratando de no pensar en eso y hacer que se vayan las ganas de vomitar. Hyunjin salió del auto cerrando la puerta y camino hacia Felix preocupado.

—¿Te encuentras bien?— preguntó Hwang.

—¡No, estúpido!— gritó molesta.

—Baja la voz.— se acercó a Lee, este alzó la vista mirandolo.

—Ya no quiero entrar y... i¿Si vómito adentro?!— chilló, cuando la escena pasó por su cabeza no quería pasar una vergüenza. —Hyunjin ya no quiero entrar, Ilévame a casa.

—Te diré algo.— dijo el castaño con la cara seria.

—¿Qué cosa?

—Si no entras en este instante a esa casa.— hizo una pequeña pausa. —Te besaré aquí mismo.

Felix abrió la boca sorprendido y luego la cerró, para empezar a caminar rápidamente hasta estar en la puerta de aquella casa. Hyunjin sonrió satisfecho y camino hasta estar los dos en frente de la puerta de aquel bonito hogar