Capítulo 44: ¿Valió la pena...?
Disculpen los errores ortográficos.
"hablar" personaje hablando.
"Hablar" personaje pensando.
"Hablar" nombres de las técnicas.
(Hablar) palabras del autor o aclaraciones.
############ Cambio de escenario o lugar.
Capítulo 44: ¿Valió la pena…?
Un nuevo día había comenzado.
Los primeros rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminado una gran y elegante habitación, con mucho espacio, un gran guarda ropa y escritorio, además de varias armaduras colgando en las paredes.
Su habitación nunca se había sentido tan grande y gris.
Azula se había despertado poco antes que saliera el sol, pero se quedó recostada en la enorme cama.
¿Su cama siempre fue tan suave?
Se sentía como si se hundiera en el colchón por lo suave que era.
El haber pasado meses durmiendo en lugares como el suelo, hamacas y camas que solo eran un trozo de tela sobre una tabla, hizo que estar en una cama como está se sintiera demasiado extraño e incómodo para ella.
Sus ojos se enfocaron en el sol, que poco a poco seguía subiendo en los cielos.
*Toc toc*
La princesa escucho el abrir de la puerta, y no se sorprendió cuando varias criadas entraron a su habitación.
Con un suspiro la maestra fuego se levantó, y levantó sus brazos para que una criada le quitará el camisón que usaba para dormir, la fría brisa de la mañana roso el cuerpo desnudo de la chica.
Que tomo una bata de seda fue dada por otra criada.
"Mi lady, su baño a sido preparado"
"…" Azula apenas se había levantado de la cama y de inmediato las criadas tomaron las sábanas, y las reemplazaron por unas limpias, en poco menos de un minuto, su cama ni siquiera parecía que había sido ocupada.
Caminando por la habitación, se dirigió al baño y frunció el ceño al ver que una criada intento pasar una toalla húmeda por su rostro.
"Puedo hacerlo sola, ahora fuera"
"De inmediato mi Lady" casi corriendo la sirvienta salió del baño, junto a las demás chicas que se encargaron de que todo estuviera limpio y ordenado en la habitación de la princesa.
Encerrada solo en el baño, que más que baño parecía un spa de primera categoría, con una gran fuente de aguas termales en medio de la habitación, que hacia que hubiera una perpetua capa de vapor, que se complementaba con las velas aromáticas en cada esquina.
Ella miro todos estos lujos, como algo fuera de este mundo.
Los había visto todos los demás de niña y adolescencia.
Pero ahora… eran una molestia, era un desperdicio.
Frunciendo el ceño, miro el gran espejo ante ella, usando una toalla, limpio la capa de vapor y humedad que cubría el espejo.
Se quedó varios minutos mirando su reflejo, no había cambiado tanto en los meses de su destierro, mismos ojos, misma cara, un caballo un poco más largo, todos sus rasgos seguían siendo los mismos, y aún así.
No sé reconocía.
No era el mismo reflejo de antes.
Apretando sus dientes, lavo sus manos y rostro, tenía que concentrarse y dejar de pensar en cosas sin sentido.
Esta era ella.
Azula, la princesa de la nación del fuego, la segunda en la línea del trono.
Levanto la mirada, para ver de nuevo su reflejo, un reflejo que había cambiado.
Ella se quedó paralizada al ver una versión de si misma, no, no era ella, parecía más… fría, enojada, con esos ojos amarillos que tenían un brillo malicioso en su mirada.
"No…" negando con la cabeza, cerro los ojos y volvió a lavarse la cara, mirando de nuevo su reflejo, se vio de nuevo, está ver era completamente diferente, una chica que parecía asustada, confundida, débil, pero sobre todo culpable.
Casi rompiendo la fuente de porcelana, la maestra fuego volvió a lavarse la cara y sin mirar su reflejo, salió del baño, y dejo caer la bata que la cubría.
Sin pudor, camino desnuda por su habitación y al llegar a su guarda toda, tomo lo primero que tenía a mano para vestirse, pero se detuvo tan pronto cuando toco algo que hizo que se quedara quieta.
Su mirada se quedó fijada en su armadura, la armadura qué había usado tanto tiempo desde los doce años, cuando empezó a salir a participar en la guerra, era su primera armadura, y uno de los regalos más valiosos que le había dado su padre.
Recordaba lo poderosa que sentía la primera vez que la uso.
También el orgullo por la confianza de su padre, que le dio la libertad de salir y participar en la guerra.
Solo tenía doce años, y ahora quince.
¿Seguía siendo la misma que portó está armadura?
¿O había cambiado?
"Lady Azula"
"Hmmmm" La princesa salió de sus pensamientos cuando una de las tantas sirvientas, entro y se postro a sus pies.
"La ceremonia empezara en dos horas, ya estamos haciendo los preparativos"
"Bien…" asintiendo con la cabeza, la maestra fuego cerro las puertas de su armario y se dio la vuelta para dirigirse a la puerta, la otra chica aún seguía postrada a sus pies, sin moverse, "Puedes ponerte de pie"
"Si mi Lady" Ella se puso de pie, y cuando se dirigió a la puerta, sintió los pelos de su nuca erizarse, cuando la princesa la detuvo en la puerta, "¿Mi lady?" bajando la cabeza, se negó a mirarla a los ojos, una sirvienta no debía de hacer contacto visual con la familia real.
"Gracias por el aviso"
"…" La sirvienta levantó la mirada confundida, cuando recibió una suave palmada en el hombro, por parte de la princesa, que camino por los pasillos dejándola atrás.
En los quince años, que llevaba como sirvienta personal de la hija menor del señor del Fuego, nunca había escuchado esas palabras de la boca de la princesa.
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Azula se quedó de pie, con sus brazos extendidos para que su nueva armadura reluciente fuera puesta sobre sus hombros, su expresión era dura como el acero, mientras una de sus sirvientas maquillaba su rostro, con un poco de pintura para sus labios, mientras que otra arreglaba su cabello, decorada con la coronilla de la Nación del fuego.
El proceso fue largo y agobiante, para la princesa que sentía sus nervios ponerse de punta por tener a tantas personas, cuidando hasta el más mínimo detalle de su apariencia e imagen, todo sea para ser perfecta ante los ojos de su nación.
"Saca ese espejo de mi vista" dijo tan pronto cuando, vio a una de las mujeres traer un enorme espejo.
"Si mi lady" ninguna se atrevería a negarse a los pedidos de la princesa, los pocos que los intentaron, estaban bajo tierra.
Azula levanto una ceja, cuando escucho el caer de las placas de la armadura, para ser más exacta las hombreras de su hombro derecho.
"¡Lo siento-o!" chillo en pánico una de las chicas, que había ajustado mal la armadura y haciendo que partes de ella cayeran, su miedo creció cuando vio a todas las demás sirvientas apartarse y estar bajo la mirada de esos ojos dorados, que fue lo último que muchos vieron, "¡Lo arreglaré-e! ¡No sé preocupe!" aterrorizada se puso de rodillas, para juntar las partes y colocarlas en su lugar.
Pero se quedó paralizada, cuando fue tomada de su muñeca.
Lentamente levantó la mirada, y sintió su corazón salirse de su pecho, ante la mirada de la princesa que se había arrodillado a su nivel.
Las demás sirvientas, solo desviaron la mirada y esperaron lo peor.
No sería la primera vez, que una de ellas es quemada por menos que eso.
Sin embargó, lo único que vieron fue como la princesa Azula, solo se inclino para tomar la hombrera de su armadura, y con calma la coloco en su lugar, ajustándola se retiro de la habitación.
Dejando atrás a una agitada sirvienta, que se terminó desmayando en el suelo, increíblemente aliviada por poder llegar a casa y decirle a su madre, que había sobrevivido a la princesa Azula.
Fuera de la habitación, se podía escuchar cada paso que daba la princesa en todo el castillo.
Los crujidos de las placas de su nueva armadura reluciente eran irritantes, tenía que decirles que hicieran una armadura menos voluminosa y más liviana, siguiendo se camino se detuvo cuando vio que, en la puerta de la salida, lo estaba esperando su hermano mayor.
Al igual que ella, estaba arreglado, vistiendo una elegante armadura y con la apariencia que solo un noble podía tener.
"¿Estás bien?" Zuko conocía suficiente a su hermana menor, para saber que algo le sucedía.
"Si" ella no se molestó en parar, y continúo su camino seguido de su hermano mayor, pasando por la puerta los dos hermanos se vienen envueltos por la brillante luz del sol.
Los gritos de júbilo resonaron en toda la ciudad.
Ambos príncipes caminaron hasta las puertas del castillo más grande de su nación, debajo de ellos había decenas de miles de personas, la primera línea era todo el ejército que poseían, y detrás de ellos todos los civiles que vivían en la ciudad.
Un clérigo dio un paso al frente, y se puso entre ambos príncipes, desplegando un pergamino ante todo el pueblo.
"¡Azula y Zuko! ¡Ambos han vuelto a nuestra nación! ¡Han recuperado su honor y el cariño de su pueblo! ¡Alabados seas los príncipes de la gloriosa nación del Fuego!"
Los gritos de alabanzas y regocijo sabían poco para ambos adolescentes, que en todo el tiempo que estuvieron ahí, mantuvieron esas miradas vacías y frías.
Las grandes puertas del castillo se abrieron detrás de ambos príncipes, que se dieron media vuelta para entrar por un largo y eterno pasillo, que al final eran iluminada por las llamas del trono que ambos habían visto toda una vida, y más a la persona que se sentaba en el.
"Hijos míos…" la sonrisa de Ozai fue grande, cuando sus dos hijos llegaron a los pies de su trono, y se arrodillaron ante el, "… es bueno verlos de nuevo"
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Al otro lado de la ciudad, en una pequeña habitación en los caminos para los soldados, estaban dos personas que no tenían el más mínimo interés, en la celebración por el regreso de ambos príncipes.
Shòukǔ estaba sentado en la cama, dándole la espalda a una sonriente Siu, que al igual que el estaba completamente desnuda.
"Parece que ya estás mejor" comento la general que miro curiosa las heridas del guerrero, en solo 48 horas, curo heridas que llevaría a otras personas semanas, "Te curas rápido"
"Viene de familia" contestó con sequedad mientras se ponía de pie, para tomar la poca ropa que tenía y empezó a vestirse.
"¿Así que solo te irás?" cuestionó dudosa la general, que no se molestó en vestirse y se sentó en la cama.
"Su pedido fue el matar a Uzumaki Naruto, con el muerto no tengo razones para estar aquí…" tomando el collar encima de la mesita de noche, se tomó el tiempo de mirarlo algunos segundos y luego se lo puso, "La siguiente vez que vuelva aquí… será para cumplir mi objetivo"
"¿Y ese es?"
"Matarlos a todos ustedes" Dijo como si nada, mientras miraba sobre su hombro la reacción de la general, que sólo le dio una sonrisa burlona, "Ustedes mataron a la única persona que me puede detener, ni el Avatar es un rival para mí… hicieron mi objetivo mucho más fácil"
"¿Es por eso que no hiciste nada antes?" Siu movió sus pies sobre la cama, los encontraba más interesante verlo que la conversación que se llevaba acabo, "¿Dejaste que nosotros hiciéramos el trabajo sucio? Matar a los demás maestros y reunir a los no maestro como mano de obra, ¿Siempre fue este tu plan?"
"Si, cuando solo queden ustedes, los eliminaré de la tierra y solo quedaremos los dignos para creer un mundo mejor"
"Hmmmm… ¿Serás el villano que tendrá su redención asesinando al bando que peor daño a hecho al mundo?"
"Habrá personas que me creerán un monstruo, pero es lo que el mundo necesita, no un salvador, no un héroe, me necesitan a mi..."
"¡Mierda! ¿Y yo soy una psicópata? Tú estás en tu propio nivel, no sé si matarte a aprender de ti"
"No puedes"
"¿Qué no puedo?"
"No puedes matarme, nadie puede"
"Ja… ja… ¡Jajajaja!" la risa de la general fue fuerte, algo que solo hizo que el guerrero definitivo levantara una ceja, "¡Ustedes tienen un problema! ¿En verdad crees que el entrenamiento y talento te vuelven invencible? ¿Crees que todo lo que el humano puede hacer es romper cosas? No mi amado, los humanos también podemos crear cosas… increíbles, con tal de matarnos unos a otros"
¿Cómo se asesino al hombre más fuerte de las cavernas? Usando una lanza, con quién sea que tenga las bolas para empuñarla.
El entrenamiento y talento de los maestros fuego no fue los que los llevó a la cima, no.
Fue su increíble habilidad de creer invenciones que facilitarán el matar a sus enemigos.
No sé necesita fuertes soldados, solo armas adecuadas.
"…" Estrechando su mirada, Shòukǔ miro a los ojos a la mujer ante el, era lo más cercano que estuvo a tener una relación con una mujer, pero esto no fue la relación cariñosa y amorosa que su madre hubiera deseado para el.
No, está era una relación efímera y toxica con una mujer, que representaba todo lo que odiaba de los maestros elementales.
No todo es como uno quiere.
De todas formas, la idea de una familia nunca fue algo que pasó por su mente en momentos como este.
"¿Quieres saber algo?" sin nunca dejar de sonreír, la maestra fuego se deslizó de la cama y se paró en ella, para caminar hasta el guerrero definitivo y estar a la altura de sus ojos, "Tu y yo…" lentamente envolvió sus brazos alrededor de su cuello y acerco su rostro al de el, "En otro tiempo… en otro lugar… en otra vida, hubiéramos sido muy felices"
Shòukǔ dejo que la manipuladora mujer la besara, sentía su cálida lengua deslizarse dentro de su boca, inevitablemente las grandes manos del gigante tomaron la cintura de la general y la acerco más el.
Fue el primer beso, que se acercaba a ser de cariño entre ambos.
Dos personas muy dañadas.
Una mala combinación, para el resto del mundo.
Separándose, el guerrero se fue sin decir nada más, dejando a su amante sentada en la cama.
"Shòukǔ…" repitiendo su nombre, Siu bajo su mano derecha para frotar con cuidado su vientre, la sonrisa que se marcó en su rostro solo era de arrogancia y malicia, "Solo el mejor, puede darme el hijo que siempre desee…"
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Ambos príncipes se quedaron de rodillas un largo tiempo, hasta que su padre levantó su mano derecha y les dio la señal para que levanten la cabeza.
"Siu me contó de su apoyo en nuestra victoria, con Ba sing se en ruinas, solo tenemos que matar a esos sucios campesinos que aún se esconden bajo tierra"
"Pero… el Avatar" murmuró Zuko, que sentía el arder de la marca en su rostro, el eterno recordatorio que le dio su padre.
Había vuelvo a su hogar, pero sin la única persona que se supone le devolvería su honor.
"Ni siquiera el Avatar es ahora una amenaza" Pero el señor del fuego, no parecía afectado por el nombrar al último maestro aire, "Estamos en la cima y somos más poderosos que cualquiera de las otras naciones que han intentado, lo que nosotros logramos, lo que nuestro gran señor del fuego Sozin deseo, se cumplirá, la supremacía de la nación del fuego será absoluta"
"…" los dos adolescentes se mantuvieron en silencio, era la primera vez que escuchaban a su padre tan complacido, desde que tomo el trono como señor del fuego.
Ambos escucharon los pasos del señor fuego, que hizo que las llamas de su trono se apartaran y bajo por las escaleras, hasta llegar ante ellos.
"Mis hijos… me enorgullecen, los dos" Ozai tomo a sus hijos de sus hombros en un apretón, y luego de eso se dio la vuelva para volver a su trono.
"…" Azula clavó sus afiladas uñas en la carne de la palma de sus manos, su mirada asesina estaba enfocada en la espalda de su padre.
¿Me enorgullecen?
¿Eso era todo?
¿Por qué se sentía tan enferma?
¿La hipocresía de su padre?
¿Su sonrisa de 'orgullo'?
¿Asco de si misma por saber todo lo que hizo… solo por esto?
Azula se levantó y sin decir nada se fue, alejándose de la presencia de su padre y hermano mayor, este último aún estaba solo de pie, con una mirada difícil de descifrar.
Con un fuerte golpe, la chica cerró las puertas detrás de ella.
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Al otro lado del mundo.
En la isla kyoshi, se veía decenas de barcos de la nación del fuego navegar alrededor de la isla, pero en lugar de que hubiera maestros fuego en la barca, eran maestros y guerreros de la tribu agua.
La isla estaba llena hasta el tope de personas, la reubicación y asentamiento estaba siendo una tarea muy difícil, pero al final de la semana, todos tendrían una buena cama donde dormir y una cena caliente.
Entre las concurridas calles, nos dirigimos hasta el santuario de la Avatar Kyoshi, que era usada como centro de mando.
Las cabezas de la rebelión contra la nación del fuego se habían reunido.
Hadoka, padre de Katara y Sokka, el mejor guerrero de la tribu agua del sur, y representante de esta.
Niisa, reina y general de la tribu agua del norte, la mejor maestra agua de su pueblo.
Yue y Yuei, las gemelas Kyoshi, guerreras por excelencia y líderes de las guerreras Kyoshi de la isla.
El Mecanicista, el armero de la rebelión, encargado de armar a las tropas, no solo con lanzas y espadas, sino invenciones que llevaron a la nación del fuego al éxito, irónicamente ahora está tecnología sería usado contra ellos.
El Rey de Ba sing se, o al menos lo era, ya no había un reino que reinar, la gran ciudad legendaria había caído, ahora solo era escombros y un gran cráter.
Todos ellos se reunieron, para lo que sería su siguiente movimiento.
"¿Qué tan mal estamos?"
Tal vez esa era la pregunta, que, aunque no les gustará, era la que debían de hacerse.
"Hemos perdido mucho…" tomando la palabra, el rey tierra se levantó con una lista en manos, "Tengo solo 58 maestros tierra bajo mi mando, algunos jóvenes, apenas han cumplido 15 y aún así se enlistaron en el ejército, también tenemos muchos no maestros que quieren pelear en el frente, tal vez unos 1000"
La mayoría, por no decir todos sus maestros tierra habían muerto, defendiendo su hogar y ganando tiempo, para que ellos pudieran llegar a salvo hasta esta isla, el sacrificio de todos esos soldados, hizo que su pueblo quisiera más que nunca participar en la guerra que pasaron 100 años ignorando.
"En la tribu agua del sur, solo queda mi hija como única maestra agua" está vez fue el turno del guerrero de la tribu agua, "Pero tenemos 67 valientes guerreros que han peleado ya años a mi lado en esta guerra, los podemos prometer que la habilidad de nuestros soldados compensa nuestro bajo número"
"Se que es cierto…" asintiendo con la cabeza, Niisa creyó en la palabra de su hermano de otra tribu, "Nuestros números tampoco son buenos, tenemos unos 50 maestros agua, cuarenta de ellas son chicas especializadas como apoyo médico y nunca han estado en el campo de batalla, en cuanto a guerreros… temo que solo unos cien"
La invasión de la nación del fuego, había sido un duro golpe para la tribu agua, que habían perdido mucho de sus más grandes maestros, entre ellos Pakku.
Niisa tuvo que dejar su trono, para guiar ella misma su ejército.
Una reina, que no es capaz de luchar por su pueblo, no vale nada.
"Nosotras hemos reclutado varios mercenarios, que odian a la nación del fuego tanto como nosotros" está vez hablaron las gemelas guerreras, con Yue que dejo caer sobre la mesa un panfleto, "La oferta de una moneda de plata, por cada soldado de la nación del fuego es una buena motivación para ellos"
Algunos en la mesa no pudieron evitar fruncir el ceño, por tener que reducirse a reclutar lo peor del bajo mundo, para aumentar el número de sus soldados, que más que nunca eran necesarios.
"La producción de nuestro armamento va bien, pero necesitamos mucha materia prima" dejando varios planos sobre la mesa, el mecánico loco se puso de pie, "Aunque desmantelamos los barcos acorazados, no será suficiente, tendremos que mandar equipos de recolección al reino tierra por más material, tenemos que compensar nuestra baja cantidad de personas, por nuestro equipo y armamento"
Sin material, no podían hacer mucho y sobre explotar la isla kyoshi no era una opción, la tierra estaba siendo usada para sembrar y viviendas, tenían muchas bocas que alimentar y techos que levantar para todos los refugiados.
"Estamos contra la pared…" murmuró Niisa, que apretó el puente de su nariz con fuerza, este podría ser el peor momento para la rebelión, mientras ellos se reorganizaban y crecían, la nación del fuego estaba haciendo lo misma, "Desearía que el estuviera aquí…"
"El esta muerto" las frías palabras de la gemela menor, hizo que se ganara la mala mirada de la reina de la tribu agua del norte, "El dio su vida por una oportunidad de ganar, aún tenemos el Avatar y por lo que dicen mis informantes en la nación del fuego, Naruto y el ejército de Ba sing se, lograron reducir de forma abismal al ejército de la nación del fuego, y perder gran parte de su armamento, les llevara meses o incluso años recuperarse de todas las pérdidas que sufrieron… no dejemos que su sacrificio sea en vano"
"Es lo menos que podemos hacer por el" completo Yuei que apoyaba a su hermana menor, el tiempo de llorar no era algo que pudiera darse el lujo, no luego de tantas perdidas.
"…" Niisa miro a ambas guerreras por un largo rato, dando un suspiro de resignación asintió con la cabeza, "Tienen razón… en momentos como este, debemos de mostrar que el sacrificio de los caídos en el campo de batalla, no será un vano"
De acuerdo, todos ellos continuaron con la reunión.
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Suki frunció el ceño, al ver a Sokka fuera de la cama, trabajando en la mesa con una de las tantas armas en desarrollo por el mecánico loco.
"Debes descansar"
"Ya descansé lo suficiente" la respuesta del adolescente fue dura y corto, mientras seguía trabajando en el arma.
Tenía que hablar con el mecánico y su padre, tenía varias ideas de las mejoras que podrían darle estás armas, y como usarlas como unidad, para que más que nunca, los maestros tengan su peso en esta guerra.
Cojeando por su pierna aún herida, Sokka no se molestó en mirar a Suki, y salió de la habitación, tenía mucho con que hacer.
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Al otro lado de la isla, las colinas y bosques se sacudían ante el temblor de la tierra, las personas curiosas vieron incrédulas, como la tierra era limpiaba y aplanada, dejando la tierra lista para usarse para sembrar y levantar nuevas casas.
Con todos esos árboles derribados, tendrían la madera para levantar casas decentes.
Toph tenía su brazo derecho enyesado, vendas alrededor de su pecho y una gasa en su mejilla izquierda, los médicos le habían pedido que debía de descansar, pero la bandida ciega no quería descansar.
Tenía mucha frustración que sacar.
Con cada paso que daba con sus pequeños pies, hacia parecer que la isla entera se sacudía ante su habilidad.
El enojo y dolor que sentía, hacia que ya ni siquiera tratará de contenerse.
"Deberías descansar un poco Toph"
"…" La chica ciega solo ladeo la cabeza al escuchar a Katara, que tenía que caminar con ayuda de muletas, tenía una fractura en uno de sus tobillos, y golpes que hacían que le dificultaba aún poder respirar.
"¿Estás bien?"
"¿Por qué las personas preguntan eso? Cuando es obvio que no"
"..." Katara lentamente se acercó a la chica, dejando caer las muletas, rodeo sus brazos alrededor de la niña, que se quedó rígida, pero al final se relajo en el abrazo de la maestra agua, que la apretó contra su pecho.
"¿Por qué?" murmuró para que solo su amiga la escuchara.
"Sabes que el solo hizo lo correcto… siempre lo hace… sin importar que le pueda suceder" la maestra agua consoló a la niña, abrazándola con fuerza y acariciando su cabello.
"El… fue un tonto" gruño la niña, que tembló de rabia, "Tenia que huir con nosotros, tenía que hacerlo, pero… siempre tiene que ser el héroe, el nos subió a Appa, a cada uno de nosotros y se las arreglo para que nosotros podamos huir…"
"…"
"Yo lo escuché Karata… lo escuché saltar y evitar que ese monstruo llegará a nosotros… escuché como los latidos de su corazón, mientras se alejaba de nosotros… y no pude hacer nada" la voz de la niña se había quebrado, reviviendo ese momento una y otra vez.
"Toph…" el corazón de la maestra agua se rompió al ver las lágrimas bajar por el rostro de la niña, ella misma no pudo evitar derramar lágrimas también, "No pudimos hacer nada… no es culpa de nadie"
"Si lo hay…" Toph salió del abrazo de la maestra agua, su rostro dejo de lado toda firme de dolor y tristeza, para ser ahora una llena de rabia y odio, "Ella estaba ahí… ella pudo haber hecho algo… Azula…" el solo decir su nombre, hizo que su voz de llenará de veneno.
Katara frunció el ceño ante la mención de ese nombre.
Las noticias viajaron por todo el mundo, el señor del fuego quería que se supiera lo que sucedió en Ba sing se, de como a pesar del poder del pilar Naranja, este termino hecho pedazos y al borde de la muerte, luchando hasta el final, solo para ser asesinado por la princesa Azula.
El mensaje que la nación del fuego quería dar era simple, no importa que tanto peleen o se resistan, al final la muerte era el único que les esperaba.
Uzumaki Naruto, el pilar Naranja, la esperanza de muchos, peleo y prevaleció, pero al final termino pereciendo a manos de la princesa de la nación del fuego, que le había dado el golpe que acabaría con su vida.
"Todos ellos…" Toph nunca en vida pensó que sentiría tanto odio, la necesidad tan poderosa de cumplir una venganza, que de ser necesario la buscaría toda su vida, Siu, ese monstruo, la nación del fuego, "Azula…" esa chica que odiaba a más que nadie, "Morirán…"
Juraba que todos ellos pagarían, incluso si le costaba la vida, los buscaría y los mataría a todos.
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En la montaña más alta de la isla, en el pico estaba una persona sentada, dejando que el sol lo iluminara y el viento acariciara su rostro, con sangre aún manchando la herida de su hombro, Aang abrió levemente sus ojos, dejando mostrar una mirada vacía y sombría.
Con un suave suspiro, volvió a cerrar los ojos y el mundo a su alrededor se rompió, para ahora dejar al monje en su forma astral, que se puso de pie y levantó la mirada para ver a todos los demás avatares ante el.
"Joven Avatar Aang la-"
Roku guardo silencio cuando la mano del último maestro aire fue puesta frente a su rostro.
"No quiero tus disculpas… eso no lo va a revivir…" dijo con frialdad y una mirada que ninguno de los demás avatares espero ver en el alegre y amable monje.
"Sabemos lo que piensas Aang" tomando la palabra, está vez la Avatar Kyoshi dio un paso al frente y le dio una mirada de empatía al chico, "Naruto fue…" la gran mujer no espero que su mano fuera apartada de un manotazo por el maestro aire.
"¡No digas su nombre como si lo lamentaras!"
"…" el grito repentino del Avatar hizo que todo el paisaje espiritual se sacudiera hasta sus cimientos.
"¡Todos ustedes se atrevieron a decir que era un demonio! ¡Que su sola presencia era una amenaza para el mundo! ¡Y al final fue el quien quedó de pie y peleo por nosotros! ¡Ustedes…!"
La furia y frustración hervía la sangre del joven Avatar, que no había sentido tanto dolor desde que descubrió que su pueblo había sido aniquilado, ahora había perdido un amigo, una persona que lo dio todo, con tal de que el y sus amigos sobrevivieran.
Todos sus antecesores se quedaron en silencio, al ver cómo su predecesor estaba al borde de las lágrimas.
"Aang…" Roku quería consolar al niño, pero este lo rechazó con furia.
"¡Todos ustedes se equivocaron!"
La garganta del monje casi se desgarraba por tan fuerte grito, que fue escuchado por todos y cada uno de los cientos de Avatares.
"¡Fue un error y lo sabes! ¡Se equivocaron y no solo le dieron la espalda al mundo! ¡Se la dieron a Naruto!"
"…"
"¡El era como cualquiera de nosotros! ¡El solo quería ayudar a las personas! ¡Pelear por una buena causa y defender a quien lo necesite! ¡El fue mejor que cualquiera de ustedes y lo dejaron morir como si fuera nada!"
Esa fue un golpe en la cara para todos los espíritus, que bajaron la mirada avergonzados por la verdad que querían negar, ellos vieron la vida del último maestro aire, la interacción y amistad con el chico ninja.
Aang ya no podía soportarlo, no podía contener las lágrimas que bajaban de sus ojos, el dolor en su pecho de saber que no pudo hacer nada para salvar a su pueblo, de ayudar a las personas cuando más lo necesitaron.
Y ahora ni siquiera pudo salvar a un amigo.
"Tuvieron miedo…" su voz se torno mas baja y frágil, pero no menos enojada, mirando a los Avatares a los ojos, negó con la cabeza, "Y fue ese miedo, el que les impidió hacer lo correcto…"
"…" Ninguno de ellos tenía nada que decir, no tenían el valor de levantar la mirada y mirar a al último maestro aire a los ojos, para admitir que se habían equivocado.
"Y yo ya no tendré de miedo, voy a terminar con esta guerra, no porque soy el Avatar o ese sea mi destino, sino porque es lo que Naruto hubiera querido… y lo haré solo… porque si ustedes no pudieron dar su voto de fe en mi amigo… yo no les daré el mío a ustedes… no la merecen" en una fuerte ventisca en espíritu del último maestro aire había desparecido.
Todos los demás espíritus se quedaron en silencio, sin saber que decir o hacer, por primera vez en la historia, un Avatar eligió pelear solo y rechazarlos a todos ellos, rechazar su guía y ayuda.
"…" todas las miradas se dirigieron al Avatar Wan, que había decidido guardar silencio en todo este tiempo y en silencio se acerco hasta donde había estado Aang, con cuidado acarició el suelo donde el había estado parado.
Cuando el se levantó y los miro, todos los espíritus vieron la mirada de decepción en los ojos del primer Avatar, que poco a poco se fue desvaneciendo en una nube de polvo dorado, que fue ascendiendo hasta perderse en el cielo.
Poco a poco los demás Avatares fueron desapareciendo.
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En el exterior, en la cima de la montaña.
Aang se puso de pie, y se quedó mirando el horizonte, al otro lado del mundo estaba la nación del fuego, bajando la mirada se enfoco en sus manos.
Si se iba a enfrentar a ellos, tendría que volverse más fuerte, más fuerte de las ningún Avatar había alcanzado a ser en la historia.
Con una mirada llena de determinación, tomo su bastón y sin pensarlo salto de la montaña, para desplegar su planeador, e irse volando hacia el horizonte.
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¿Chan?
Bueno, este es el capítulo de descanso si es que se puede llamar así, las consecuencias de la saga de Ba sign se están aquí, todo listo para próxima y ultima saga que obviamente será la más larga, por tener que cerrar todos los cabos.
Ufff cuanta responsabilidad, tengo miedo.
Me despido, no sin antes pedirles que vayan a Wattpad o mi Instagram, para ver un fanart dibujado por mi hermano, amigo, el que me sacar de Latinoamérica, ¡Jenko J. Jenkins 99!
Sin más, chau.
Aquí.... El fanart y la apariencia de Naruto en Avatar.
Broly/Zero: Es bellísimo.jpg
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