El viaje
– Vamos mula, tenemos que llegar antes de mañana – le instaba Miki a Zandra, quien cargaba con un equipo de acampada, la comida y 5 vestidos con sus respectivos accesorios.
Habían caminado por dos horas dentro del bosque, y mientras el caballero podía mantener el paso por su entrenamiento, la ruta era serpenteante y con muchos troncos que saltar o pasar por debajo, ya se habría perdido sino fuera por seguir a la bruja, quien parecía saber perfectamente hacia donde iban.
– Estamos perdidos ¿verdad? – preguntó decidido a pegar la vuelta y fuera lo que fuera.
– Claro que no – lo reprimió Micol – Este es un camino diseñado para que los humanos no puedan compréndelo, pero las criaturas superiores podemos entenderlo adecuadamente y ubicarnos. Hay cosas a las que los de tu especie no deberían ni acercarse.
– Entonces ¿Por qué vamos a este lugar si no debo verlo?
– Porque necesitaba que alguien cargara las cosas por mi.
– Es increíble que quieras vivir sola pero no podes ocuparte de las cosas mas simples.
– Claro que puedo, que me guste dejártelo todo a vos es otra cosa.
– Al menos me mantiene ocupado de pensar como matarte.
– Justo mi plan, para que no fuerces mucho tu cabeza y termine explotando.
– No es que necesite pensarlo mucho, la sola idea tuya ya enciende mi imaginación.
– ¡Zandra! Hay cosas que una dama no debe saber.
– Perdón, pensé que eras un monstruo, no sabia de tus sensibilidades.
– Es que prefería hacértelo mas fácil, ya que podes ser tan bruto que no sabia que fueras considerado.
– Bueno, vos...
– Shh, llegamos – lo interrumpió Micol mientras entraban a un claro rodeado de enormes arboles, incluso la entrada pasaba desapercibida sino sabias donde estaba. El pasto alli era corto y en el centro había una gran piedra tallada como un escalón. El silencio era absoluto, incluso la luz de la mañana parecía congelada, dando un color azul al lugar.
Zandra no se sentía bien, podía percibir como todos los pelos de su cuerpo se erizaban.
– No creo que deberíamos estar acá – susurró.
– Es el hechizo de protección – le informo Miki, que también susurro porque incluso ella se sentía respetuosa por aquel lugar – Aleja aquellos que no pertenecen a este mundo. Pasara cuando utilicemos el transeat animarum.
– ¿El qué?
– Significa literalmente pasa almas, el lugar al que vamos que bastante lejos y la única forma de llegar a tiempo es viajando por este medio.
Zandra no estaba seguro, no estaba para nada seguro cuando se trataba de aquella bruja, pero si quisiera matarlo o torturarlo ya lo habría hecho por lo que asintió solamente. Micol hizo algo igualmente que lo sorprendió, le sonrió.
– Es seguro, las brujas u otras criaturas lo utilizamos cuando necesitamos viajar rápido, nadie a muerto e incluso puede transportar humanos, solo que estos nunca podrían activarlo solos, además de que la piedra siempre los repelerá si no tienen alguien mágico a su lado.
El caballero no tenia palabras porque era la primera vez que veía un ápice de amabilidad en Micol, no que fuera un monstruo como había dicho porque nunca había visto que lastimara nada, ni siquiera un insecto, pero siempre se portaba de una manera que mantenía a todos lejos.
– Ahora movete – dijo impaciente.
Y ahí volvía a ser quien Zandra conocía. Se subieron a la piedra y Miki murmuro unas palabras antes de que todo se volviera oscuro, para volver a aclararse en medio de una cueva, con el mar enfrente y ahora estaban parados en solo un dibujo. El hombre tuvo que sentarse porque sentía como si hubiera tomado un barril entero de cerveza sin la parte de emborracharse.
– Si vas a vomitar hacelo en una esquina, este sigue siendo un punto de viaje y quien venga va a estar muy enojado si tiene que pisar tu desayuno – le dijo la joven señalando donde la piedra se unía a la tierra, el camino para salir de la cueva.
– Voy a estar bien, solo necesito sentarme por un momento.
– Como quieras, pero no tenemos tiempo que perder, así que alcánzame cuando te sientas mejor y que sea antes de que llegue a la ciudad, no voy a asistir a una fiesta real vestida así.
Zandra no veía problema, Micol llevaba un vestido verde musgo de una tela que parecía cara, con pequeños detalles de joyería y se ajustaba perfectamente a su cuerpo haciendo resaltar sus virtudes, no que eso le interesara a él pero podía apreciar la belleza de la bruja. Mientras que él vestía unos pantalones negros con una túnica negra encima, a pedido de Aldous que insistía que fuera arreglado, por lo que también era de una tela extraña y suponía cara.
Ella siguió su camino y él solo se quedó un poco mas, antes de decidir que podía llegar a perderse y
entonces tendría que soportar sus quejas y criticas mas tiempo.
– ¿Como podes caminar tan rápido? – le gritó Zandra mientras la alcanzaba.
– Pongo un pie delante del otro – le contestó Micol, mirando para atrás.
No vio al hombre que salió de su derecha y la empujo contra un árbol, desequilibrándola. Zandra no perdió el tiempo y dejando caer el equipaje mientras corría a ayudar, saco la espada que nunca había dejado, nunca creyó que la necesitaría para ayudar a la bruja, sino mas bien ayudarse a él de ella.
Sus reflejos evitaron que el extraño cortara a Miki con su espada, interponiendo la suya en la trayectoria del metal. La muchacha permanecía sentada en el suelo, confundida del golpe que se había dado en la cabeza.
Tres hombres más aparecieron, dispuestos a matarlos o acercarse a los bolsos y robarlos, Zandra no veía ninguna de las opciones como aceptables, primero porque no quería que Rosalía se quedara sola y segundo, bueno, sabia que si Micol no lo había castigado por lo del día anterior, definitivamente lo haría si perdía sus vestidos, y fuera uno a saber que tan mala se podía poner esa bruja si se enojaba realmente.
No era de alardear pero era un buen guerrero y no cedió ningún paso al ataque de sus contrincantes, aun cuando lo superaban en numero. Hirió a dos de ellos y estaba preparando para quitarle la vida a otro cuando escucho unas palabras extrañas y no pudo moverse mas, al igual que sus enemigos.
No entendía que pasaba, podía sentir todo su cuerpo y su mente ordenando moverse, pero nada hacia caso. Era como si se hubiera congelado pero a la vez no sentía frio. Todo tuvo sentido cuando Micol se puse frente a el y haciendo un movimiento con sus manos se sintió liberado.
– ¿Por qué me congelaste a mi? – exclamo molesto – ¿Por qué nos congelaste a todos? Lo tenia todo controlado.
– No Zandra, no lo tenias – le contesto la bruja con igual de molesta – Ahora junta las cosas – mirando a donde había quedado el equipaje pudo notar que uno de los vestidos se había salido de su envoltura y ahora se hallaba en el barro.
Ella fue a enfrentar a los dos hombres que estaban heridos y aun congelados. Supuso que descargaría su enojo con aquellos rufianes y por primera vez no le molesto que utilizara su magia con otros.
Pero aun así el caballero podía sentirse enojado, estaba haciendo un buen trabajo y al fin había podido pelear después de tanto tiempo sin tocar su espada. "Al parecer unos vestidos son mas importantes" pensó molesto mientras levantaba la pobre prenda sucia y el resto del equipaje.
– Hay un rio pasando estos arboles – le dijo Micol llegando a su lado.
– Bien, necesito algo para beber – contesto él, algo sorprendido de que le importara su salud. Ella solo arrugo la frente.
– No es para vos, bueno un poco, pero antes de limpiarte – dijo señalando con un dedo acusador las ropas con tierra – Vas a limpiar mi vestido – dicho eso se marcho, pasando por los hombres que aun seguían congelados.
Zandra solo se quedo mirándola y rezando por paciencia, porque realmente se sentía capaz de matarla.
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El rio descendía de las montañas y desembocaba en el mar, atravesando aquel bosque de arboles que nuestro caballero nunca había visto. Tenían unas hojas mas pequeñas, casi como palillos y de un verde mas oscuro que de donde venia. Pero el agua estaba igual de fría y las montañas igual de tenebrosas y majestuosas que su lugar de origen.
– ¿Podrías dejar de mirar alrededor y concentrarte en tu tarea? – le ordeno la bruja, sentada en un tronco en la orilla mientras lo miraba terminar de limpiar el barro de su vestido.
Zandra se mordió la lengua para no contestarle y empezar otra discusión, su mente ya se había calmado y no se encontraba en modo batalla, pero aun así prefería estar atento a los alrededores para que no los volvieran a sorprender.
Termino pronto con el vestido ya que solo era tierra y se acerco a la mujer mandona e irritante.
– Ya esta – dijo.
En esta ocasión noto que al mover sus manos hizo alguna especie de símbolo y sus ojos brillaron, y al instante el vestido estaba seco.
– ¿No podías hacer magia también para limpiarlo? – la ira volvió a teñir el tono del hombre.
– Fue tu culpa que se ensuciara por soltar la carga tan bruto.
– ¿BRUTO? – ahora si había perdido toda paciencia – ¡Te salve la vida!
– Podía muy bien hacerlo sola – contesto enojada también.
– ¡Entonces discúlpame por intentar ayudarte!
– ¡No necesito tu ayuda!
– ¡Eso no me pareció cuando esa espada estuvo por cortarte la cabeza!
– ¡Entonces te hubieras librado de mi!
Zandra la miró sin entenderla y ya cansado.
– ¿Por que no querés que la gente te ayude?
– Porque todos siempre quieren algo, prefiero no deberle a nadie.
– Bueno, no es como que me debas algo, al fin y al cabo soy tu sirviente ¿no?
Micol ahora lo miró sin entenderlo.
– Mejor me limpio también – dijo el hombre, algo feliz porque al fin la había dejado sin palabras. ¿Quién hubiera dicho que ganar una lucha verbal tendría el mismo efecto que ganar una de física?
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