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5. La llorona

¡Hurra, Bravo, magnífico, que pavo, de put..!

—¿Cuánto rato lleva celebrando?

¡... A madre, asombroso, fascinante, sensacional..!

¿Cuántas palabras de festejo existen en español?

Las gemelas discutían mientras yo celebraba mi hallazgo, y es que, ya casi a finales de noviembre había conseguido dominar el "Libro de mármol" ¡Hasta logré obtener ilustraciones!

—Miau.

Ya te di comida hoy, no seas lambucio.

Miau —comenzó a lamer su pata, así que lo tomé sin previo aviso y lo alce al aire (obviamente sin soltarle), el agro se dobló todo debido a la impresión, comencé a dar vueltas y lo acerque a mi cara para darle múltiples besos, posteriormente lo deje en el suelo y se alejó tambaleando.

—¿Lo conseguiste? —hablaron las albinas.

—¡Claro que si! —salté emocionada a darle besos en las mejillas a ambas, quienes se quedaron perplejas en el sillón de la sala común— ¡Es una semana maravillosa!

Abrí la puerta de la sala común y me dispuse a salir para repartir alegría a todo el mundo.

—Hola, Spellman

—¡Hoy te ves genial, Charles! —el chico tropezó pero me dio muy igual puesto que ya estaba abrazando a Rose, quien se quedó estática.

—¿Todo está...?

—¡Maravilloso! —salté y seguí avanzando chocando los cinco con varios estudiantes.

Albus apareció en mi campo visual y también salté para abrazarle, el respondió gustoso, eso hasta que llegó mi hermano y le tacleo.

¡¿Por qué lo abrazas?!

—¡Hermano! dejé dos besos en sus mejillas y luego hizo una mueca de asco haciéndome a un lado.

Corriendo de alegría por ahí me choque con un chico más alto que yo, de cabello obscuro, ojos marrones, leves pecas, rostro angelical, aura maravillosa y olor a fresas.

Juan...

Camila...

¿Q-qu-que...?

Pero no me dio tiempo para contestar porque su rostro comenzó a acercarse a el mío, lentamente, sin mover ni un músculo esperé... así que cerré los ojos.

Camy...Camila... cada vez más cerca de mi momento soñado...— ¡Spellman!

Abrí los ojos de golpe, encontrándome un trasero de frente, un trasero con cola— ¡Iugh! —aparté al gato—, que asco, Lucifer, quítate ¡Guácala!

El gato bajó agraciadamente del sofá, pero no lo quise seguir mirando así que coloque un cojín sobre mi cara y grité frustrada.

—Spellman, te estaba llamando —habló la prefecta—. Deberías subir a dormir si estás tan cansada.

Gruñí molesta y me levanté dejando que el cojín se cayese de mi cara y terminara en algún lugar, caminé a zancadas escaleras arriba, me adentré en la habitación y las chicas me miraron por un Segundo.

—Se preparar un buen tónico para esas ojeras —habló Eva desde su cama, volviendo a meter la nariz en su pequeño libro.

Volví a gruñir y cerré la puerta, Justo a tiempo para que el molesto gato pasara, iba a abrir la boca para preguntar algo pero Zoé me interrumpió— No ha llegado ninguna carta de tu madre.

Entonces por cuarta vez gruñí, arrastre los pies hasta mi cama y me lancé boca abajo—. Detesto mi existencia.

—Saldremos a dar una vuelta ¿Vienes? —negué con un movimiento de cabeza, dejando que el par se marchara. Me moví bruscamente en mi cama hasta quedar arropada.

Si, había conseguido descifrar el libro, luego de mucho tiempo, así que ese Sábado decidí quedarme envuelta bajo la cobija y disfrutar de la tranquilidad.

Fer se subió a la cama y comenzó a ronronear hasta quedarse dormido a un lado de mi Barriga.

—Dormiré, cuida... —Bostecé— de mi.

Solo sentí el movimiento de la cola antes de volverme a quedar dormida.

No se en que punto pero mi vendaje me comenzó a picar, haciendo que tratara de rascarme frotando la cobija en el área dañada. Pero la picazón no se quitaba, entonces abrí uno de mis ojos (el otro lo intenté abrir pero la almohada en mi cara lo impidió), no veía nada fuera de lo particular, entonces procedí a sentarme y mirar la vacía habitación, las camas extras estaban perfectamente arregladas. No crean que no habían más alumnas en primer año... el problema era que la actitud de las gemelas las había ayuntado y se tuvieron obligadas a cambiar de habitación.

No me importaba en absoluto, era mucho mejor así. Sin embargo, ocasionalmente, llegaba a sentirme bastante sola.

—Miau.

Lucifer me acompañó en cada uno de mis trasnochos, y ahí estaba, con su energía de gato... ¿estaba cazando un ratón?

—No lo-espera, eso es... iug —así que decidí levantarme de la cama, pero tropecé con un par de medias, si no hubiese sido por el dosel de la cama, lo más probable es que me hubiese caído— ¡Jue pucha!, aver si vas recogiendo tus medias...

"Onomatopeya de gato molesto"— Ningún "Khiiiiisssh", cochino.

Al levantarme, tomé la servilleta que yacía debajo de la almohada, mi madre suele decir que "mujer prevenida vale por dos", así que decidí seguir sus pasos.

Hablando de pasos, decidí cambiarme el pijama y ponerme algo más decente para salir por ahí. El frío de invierno definitivamente había llegado, los árboles (no todos) estaban botando sus últimas hojas, lo cual le genera a Hagrid más trabajo ¡Y eso! me recuerda a que deberíamos ir a visitarle.

Salí de la Torre de Gryffindor, con Fer siguiéndome a un lado... el pobre gato se vio obligado a utilizar un sweater tejido ¿qué si yo se tejer? Estoy en proceso, al parecer uno de mis amigos pelirrojos le había mandado una carta a su familia sobre cómo "... Una chica tiene un gato que suele robar cosas, pensar por si mismo y posiblemente terminase implantando una dictadura en Hogwarts. Si no fuese porque el frío de invierno le hace más lento ya lo habría hecho, ojalá se congele...".

A los tres días llegó un pequeño paquete a la mesa de Gryffindor junto con el correo de esa mañana, un pequeño paquete y con el un vociferador con la voz de una señora mayor riñiendo a sus nietos por hablar así del "... pobre gato de su amiga..." entonces hicieron la entrega de dicho paquete, al abrirlo me encontré con el actual sweater tejido de Lucifer.

—Miau —maulló mirándome.

—Si, yo también te quiero.

—¡Camy! —al darme vuelta me encontré con una figura de cabello amarillo.

—Amanda ¿Que-? —pero me tomó por un brazo y seguimos caminando.

—¿Qué harás para navidad? ¡Nos encantaría tenerte en casa!

—Tú... —comencé— ¿no eres hija de la tía Elizabeth o algo así, verdad?

La chica frunció el ceño e hizo una mueca de terror— Me ha dado un escalofrío ¡Claro que no! Esa mujer es terrible... —exhalé aliviada— pero no le digas que dije eso.

—¡Jamás! Mi lealtad está contigo.

—¿Pero si irás? Lo pasarás con tus hermanos —¿Ah, si?—. Sería bueno tener una prima en casa... así sea por unos días.

—Bueno, me lo pensaré, pero me gustaría visitar a mi mami para las navidades.

Seguimos en camino hasta los invernaderos, donde me comentó que debía pasar buscando algo, al salir de las paredes del castillo mi nariz se congeló. Recuerdo haber escrito que, en Londres el frío era descomunal... luego conocí el frío de Octubre ¿pero el de invierno? ¡¿El de finales de noviembre?! Ya ni sentía mi sangre correr, solo tenía ganas de un café con leche. Debía respirar por la boca, si no tendría muchas posibilidades de morir (a ciencia cierta no se si es verdad, pero una parte de mi lo sentía así). Pero todo fue confort cuando entramos al invernadero dos, donde estaba climatizado para las plantas.

—¿Qué vinimos a hacer? —Amanda me soltó para dirigirse a tomar una maceta.

—Vengo a por hojas de arce —comentó alegre mientras sacaba de aquella maceta varias hojas y las guardaba en un frasco. Le quería preguntar ¿Para qué? Pero sonaría demasiado entrometida...—. Sirven para hacer excelentes tónicos.

—¿Para beberlos?

—No seas tontita —cerró el frasco y me miró—. Es para la cara.

¿Glucosa en la cara? fruncí los labios sin creerle—. ¿Es seguro?

—No tengo idea, lo probaré.

Guardó el frasco y me acompañó a la salida, fui tras ella, tratando de apaciguar el viento de invierno. Me crucé de brazos tratando de hacer calor, exhale fuertemente, viento como el humo salía de mi boca...

—¿Vas a casa de Hagrid? —quité mi vista del humo y me dediqué a verle el cabello dorado (puesto que su cara estaba del otro lado).

—Si ¿cómo lo sabes?

—Tus amigos te están llamando —apuntó con la cabeza. En efecto, por un momento me hubiese gustado hacerme la que no vio nada... pero se encontraban saltando y gritando.

—Si... bueno —comencé a bajar el cerro— ¡Buena suerte con tu tónico!

Al principio iba caminando pero luego comencé a correr cuesta abajo, el viento golpeaba cada vez más mi cara, sentía que volaba, el suelo cada vez era más innecesario, lo cual me asusto y quise bajar el ritmo ¡PERO NO PODÍA! Era como un auto sin frenos, la cuesta abajo me controlaba a mi, así que solo me quedaba una opción... correr.

—¡Camy, baja la velocidad, nos arrolla-...!

—¡No tengo fren-! —me hubiese gustado terminar la oración pero tropecé con algo y comencé a rodar y a rodar... y a rodar. Desde otro punto de vista lo siguiente tuvo que parecer un juego de bolos, solo sentí un golpecito en mis piernas y otro en mis brazos—¡JA, JA, JA!

—Ay...

Estaba tan concentrada riendo que no me fije cuando los chicos habían caído, solo sentí cuando varias manos me ayudaron a sentarme.

—¿Estas bien?

—¡Tiene la boca abierta pero no habla!

—... JA... Ja —¿alguna vez se han reído tanto que les falta aire y la risa queda suspendida por unos segundos y luego vuelve de un ligero susurro? ¿no? Pues a mi me pasa muy a menudo, mis amigas decían...

—... está privada de la risa... —contestó mi hermano.

—Uuhh, uhh —comencé a exhalar para controlar la risa, sentía mis mejillas arder y las manos tibias, cuando sentí que lo había logrado y dejado una sonrisa en mi cara, levante la mirada y me encontré a mis amigos viéndome curiosos, menos Javier, el tenía otra sonrisa, lo cual me hizo volver a reír un rato.

&•&

¿Y qué tal la escuela?

—Mehh —dijimos a coro, lo cual nos hizo sentir un tanto incómodos.

—Ya veo... —comentó alegre el gigante mientras colocaba el agua a hervir— falta poco para las vacaciones de navidad ¿se quedarán?

«... ¿o la venderán?»

Bueno, nosotros la pasaremos en casa —comentó mi medio-hermano mientras se estiraba en su asiento—. No se nada mas.

—Nosotras pensamos quedarnos este año.

—¿Dejarán a su padre solo? —dijo Hagrid extrañado.

—Si.

Levanté las cejas dada a la sinceridad de las chicas, por otro lado el semi-gigante frunció las cejas y miró sus manos unidas por un momento— Bueno ¿qué hay de ti, Albus? Tu padre de seguro estará ansioso por tenerlos allá.

—Si... extraño a Lily —la tetera comenzó a sonar.

—¡Ah, cierto! —de un golpe nuestro anfitrión se levantó de la mesa, haciendo que pusiese las manos sobre esta para tratar de tener el movimiento que el tipo había producido— Entrará el año que viene ¿no? ¡Es igual a su madre!

Hagrid sirvió el té, me pregunto como seguía mi brazo y le expliqué sutilmente lo que había pasado, tal vez me saltee un poco la parte de las gemelas, la media y el gato. El tipo se vio bastante impresionado. Luego se quedó hablando con Albus acerca de su tío que trabajan con dragones.

¿Si sabes que planeo pasar las vacaciones en casa? pestañeo varias veces sin entender mi punto— En, Latinoamérica ¿no?

—¿Estás segura? Papá de verdad ansía que pases vacaciones con nosotros este año.

Bro. De verdad no se, ¿sabeis cuanto tiempo tengo sin ver a mami?

—Si, Bella también extraña a vuestra madre.

—¡Exacto...! me interrumpió.

—Pero no se... le interrumpí de vuelta.

—Igual...

—Si papá compra el jet creo que no habrá tanto problema separé mis labios en una ligera "O" y llevé mi mano al pecho evitando ahogarme con mi saliva.

¿Perdón? ¿cómo dijiste?

—Si ¿no te había dicho? iba a contestar "no" pero salió un ligero chillido de mi garganta. ¡¿En que momento este hombre había conseguido dinero para un Jet?! ¡Más o menos!

—Lo único que entendí fue Latinoamérica, bro y jet... ¿alguna idea? —enumeró Albus con los dedos.

—Tal vez un viaje... —comentó Hagrid.

—O una guerra —hablaron las albinas.

—N-no —carraspeó mi hermano—. Nada de eso —sonreímos y tomó té— ¡Ay! Esto de verdad esta delicioso ¿con qué lo preparas?

Entonces Hagrid nos comenzó a contar la fabulosa historia de como su madre los ayudaba a pasar el invierno calentando sus cuerpos con una buena taza de té.

&•&

Al darme cuenta que no pude convencer a Hagrid de contarme sobre las brujas exiliadas, decidí cambiar de tema y una hora más tarde nos fuimos de ahí. En la cuesta arriba fui más cuidadosa. Trataba de ignorar a los chicos pero venían hablando de ese condenado juego.

—Pero la misión del duende es la peor...

—¡No creas! Hasta ahora la más difícil es la del hada Luxu ¡Rayos! Me tomó varios días.

—Aún no he llegado ahí.

—Oh, ya verás...

Yi viris murmuré rodando los ojos ¡¿Hasta cuando con el royio de los cojo..?!

—Camila —interrumpió una voz a mi lado.

—¿Qué? —pregunté amable girando a ver a una albina.

—¿Escuchas eso?

—No me asustes —llevé una mano al pecho—. Mira que yo si corro.

—Pero escucha...

Estábamos cerca de los invernaderos y un sonido medianamente lejano aturdió mis oídos... como si alguien estuviese llorando comenzaron a arañar una de las ventanas.

¡LA LLORONAAAAAA!

—¡AAAAAAH! No mames ¡Corre, Camila, corre!

Javier y yo no pensamos mucho para comenzar a correr lejos del lugar, dejando a atrás a los otros tres, la noche estaba cerca y escuchar a la llorona no era un buen augurio para mi. Aún dentro del castillo no dejamos de correr hasta que entramos al gran comedor donde no habían casi estudiantes. Entonces, solo entonces nos sentamos relativamente cerca de un grupo de estudiantes.

¡Mergas! Ay no puedo... llevé mi mano temblorosa al pecho.

Ella está donde quie-¡AAAAAH!

—¡AYYYY! salté en mi lugar cuando Javier se me lanzó encima asustado de algo y obviamente grité sin entender. Giré un poco la cabeza pero el rizado cabello de mi hermano me dificultaba la vista, al notar la razón de su terror sentí el corazón el la garganta, la presión en mi estómago y el frío en mi cara...

—Parece que vieron un fantasma —rió alguien a nuestro lado—. Es solo Rowena ¿Qué hay, preciosa? —le guiño un ojo

La mujer le miró de reojo y siguió flotando por ahí, el fantasma de Fred Weasley nos seguía fastidiando sobre nuestra cara pálida y su semejanza a los fantasmas— ¿Por qué el susto?

Creímos escuchar a la llorona...

¿Myrtle?

No, en los invernaderos... ya sabes, la llorona —nos miró perplejo—. "Miiis hiiijoooosss" —imité el llanto.

Ni idea.

—Bro, el espanto...

Alzó las cejas y se encogió de hombros dando a entender su ignorancia.

—¿Es una historia? —asentí— A ver, cuenta, cuenta.

Entre Javier y yo le relatamos la leyenda, bajando así nuestros nervios, varios fantasmas se acercaron a oír el relato y se sorprendían en ciertos detalles...



• ¡Sorpresa! •

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