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30. Onomatopeya



La tarde arribó más rápido de lo esperado, luego de habernos preparado Albus y yo nos encontrábamos frente a la biblioteca.

—Aún hay vuelta atrás —Potter tembló bajo la capa, dándome a entender su incomodidad.

—El que tenga miedo de morir, que no nazca —Lo obligue a avanzar por el portal, dejando así el frío pasillo más lejos de lo que aparentaba, la biblioteca casi siempre tenía un aire acogedor (a excepción de ciertos días donde atentaban contra tu vida, sin embargo, por lo general es un agradable sitio para pasar el tiempo) ese era uno de esos días.

Avanzamos por los pasillos que hacían las estanterías, algunos alumnos se encontraban en el lugar (muy pocos y casi todos de Ravenclaw) haciendo sus deberes, o eso suponía, en realidad nunca sabrías quien podría estar planeando una venganza o algo por el estilo. Los susurros en mi cabeza no habían estado tan presentes desde que comencé a utilizar la venda, entonces era raro que aparecieran.

Hoy era uno de esos días normales donde no me estaban molestando, a medida que avanzaba por la biblioteca las pesadillas comenzaban a revivir, aquellas palabras que escuchaba antes de levantarme o incluso recuerdos de cosas malas que pasaron. El miedo es algo increíble.

¡Poom¡

Un golpe sordo se escuchó frente a nosotros, un libro de apariencia verdosa se encontraba en el suelo. Por instinto Albus empuñó su varita mientras avanzaba frente a mi.

—No pasa nada, es solo un libro de herbologia "Plantas de pantano y sus usos en múltiples pociones" por Malaria Valerde... ¿quién llama a su hija Malaria? —se quejó entre susurros.

—Eso no importa ahora —le interrumpí por lo bajo—. Tu sigue...

Más adelante un rollo de pergamino cayó al suelo— "Accio" —llamé y el papiro llegó hasta mi mano, con una textura un tanto tierrosa me dieron ganas de pasarle un pañito húmedo de esos que guardaba mi tía Elizabeth en su inmensa cocina a ver si quedaba limpio—. Es una carta, no se lo que dice y tampoco quiero saberlo.

Al soltara volvió a su lugar y proseguimos nuestro camino gracias a la ayuda de múltiples cosas que se caían de las estanterías... a excepción de una silla que de sacudió violentamente ocasionando que Albus saltara en su lugar y chillara como damisela en apuros.

El suelo de madera comenzó a crujir bajo nuestros pies a medida que avanzábamos a la sección prohibida (en realidad jamás se me había hecho tan largo el trayecto). Desde atrás vi como los finos cabellos que hacían en la nuca de Albus se erizaban ante algún estímulo que desconocía, momentos después una ráfaga de frío irrumpió por mi espalda, elevando mis vellos.

Como si alguien susurrara hermosos secretos en mi oído el viento gélido pasaba, en breves momentos comenzó a ser húmedo y espeso haciendo que respirar bajo la capa de dificultara.

Llegamos a la oxidada reja, al contrario de muchas cosas que había visto esta yacía abierta y varias estanterías se encontraban a la vista.

—¿qué buscamos? —preguntó el oji-verde.

—Un libro blanco.

Giró bruscamente con un brillo que jamás había visto en sus ojos.

—¿Sabes cuantos libros blancos deben haber ahí dentro?

—No, la verdad es que no.

La puerta rechinó, apresurándonos a entrar, pasando el portal no soporte más y salí de la capa, Albus asomó su cabeza por ella.

Ambos asentimos y fuimos por caminos diferentes "divide y conquistarás" por la derecha, como siempre fue mi primera elección.

El muchacho...

Instintivamente giré en la dirección por la cual había ido Albus gracias a esa vos sorpresiva, giré mi eje y apunte por el pasillo, pero una pila le libros apareció en el camino.

... Irá por su cuenta...

«Paticas ¿pa' que te tengo?», corrí por entre los estantes, tratando de buscar otro camino para llegar hasta mi compañero.

... Los hombres solo quitan...

Los libros de la estantería de mi lado izquierdo comenzaron a vibrar ¿alguna vez has estado en una fiesta donde la música tiene un bajo muy fuerte y hace temblar las cosas a su alrededor? Bueno, un efecto parecido, solo que en esa ocasión tenía muy en claro que no era la canción de la "gasolina" ni nada parecido.

... Acusan...

¡Fuera de aquí, te reperendo! —vociferé, pero antes de poder continuar me interrumpió nuevamente la voz salida de una discoteca.

... Y dañan.

¡AAAH-! —El grito más agudo del mundo llegó a mis oídos desde el otro lado de la sección prohibida.

—¡EN EL NOMBRE DE JESÚS! ¡Te ato y te destierro!

... La brujería yace en ti... continúe corriendo en dirección de la octava mayor—... lejos de cualquier salvación.

El sudor se hizo presente en mi cuello, asqueroso lo sé, la humedad calurosa del lugar se empezaba a filtrar en mis pulmones y otras partes del cuerpo que no deseo mencionar, siendo complicado correr por estos lares, sin embargo contaba con una ventaja, había vivido toda mi vida cambio de lugares y estando en el trópico de cancer.

Sobrevivir en el calor era mi especialidad, algo que esos sifrinos jamás entenderían. Apresure el paso esquivando (para nada hábil) los pergaminos y libros, las hojas se convirtieron cada vez más peligrosas, llegando a un punto donde pasaban dos veces por la misma cortada ¿morir desangrada por cortadas de papel? Ese hubiera sido el final más vergonzoso y doloroso.

... En el futuro entenderás, que nosotras estamos bien y ellos mal.

¡Muéstrate!

... Si, ya lo he hecho.

¡Me vas a hacer decir una grosería! —Doble en una esquina y me congelé en el lugar, al igual que todo el ambiente.

Sin respuesta alguna de la voz (de la bruja, claro) frente a mi existía una imagen que aún no logro olvidar. Todos estos últimos días se habían grabado de tal forma que podía ver mis recuerdos con claridad, la carta, la mano huesuda, la pelea, amigos y la bruja... entre muchas otras cosas.

Albus Potter yacía sentado en el suelo sin su varita. Completamente rodeado por sapos verdes, gigantes y babosos, más allá en la sala sobre una mesa estaba un libro blanco con la cubierta de mármol.

La mesa y la sala fueron fácilmente reconocibles para mi, solo que anteriormente en mis sueños había estado totalmente vacía, ahora solo había una cosa en común, que todo estaba fuera de mi alcance.

—T-Te sacare de ahí, no te muevas —Empuñé mi varita y moví un pie por entre los sapos.

—T-tampoco l-l-lo tenía pensado.

Los asquerosos anfibios comenzaron a hacer su usual onomatopeya, tenia la sensación de que si pisaba completamente expulsarían algo desagradable.

—Muy bien, parece ser una prueba —Albus miró a su alrededor y junto un poco más sus piernas a su cuerpo debido a que los sapos se movieron un tanto.

—Si, bueno... no soy buena para los exámenes sorpresa ¿y si lo suspendemos para la semana que viene?

—¡Spellman!

—¡Bien! Estoy nerviosa, lo admito, suelo hablar un poco de más, como en esa ocasión que mi papá...

—¡Camila! —reprochó y por fin me miró a los ojos. u cuerpo comenzó a temblar y trató de secar su frente con la manga de su uniforme.

Inflé mis pulmones llenándolos de aire— ¿Que pasa? —miré a mi alrededor tratando de buscar una forma de pasar y salir. Fácil, podría traer el libro— ¡Accio! —la cubierta de mármol que se encontraba bajo la luz ni se inmutó— ¡MIERDACIÓN!

Exploré el ambiente, una mesa, estanterías, un Albus agonizando por alguna razón que desconocía y sapos ¡vaya! En mi test de pottermore había salido Ravenclaw y hasta ahora no me ha sido muy útil.

Por favor acaben con mi sufrimiento —Potter se apoyó en sus rodillas respirando con dificultad.

... No todos soportamos las temperaturas amazónicas... deberás esco...

Patee el suelo y coloqué la varita entre mis dientes, si no podía colocar mis lindos zapatos para abrirme paso encontraría otra forma, corrí hasta los estantes y me apoyé en ellos, de algo me debía servir esas clases de baile.

Como Spiderman, escalé un tanto y me comencé a mover en dirección a la mesa ¿fácil, no?

—¡Si! Vamos —escuché el clásico sonido de una tela siendo sacudida, voltee por un segundo con mi cara completamente roja, Albus se había quitado su túnica quedando en el clásico uniforme escolar, el pantalón de vestir y la camisa blanca.

Rápidamente miré hacia el frente, el título de los libros jamás pareció tan interesante "Necromancia" Si, lo mejor en cuanto a lectura. Los nudillos comenzaron a ser blancos y distribuí el peso a mis pies, los apoyé como si estuviese en puntas, relajando así mis manos por un momento, luego continué hasta llegar a la mesa, me impulsé y salté hasta ella, golpeando mi área sensible.

—¡Mmmmm! —me quejé apretando la varita que yacía entre mi dientes, la solté y cayó de mi boca a un lado del libro— ¡Mi brazo! ¡No mames! Ay.

—Acaben con mi sufrimiento —miré sobre mi hombro a Albus de lleno en el suelo, mis ojos se cristalizaron por un momento, con dolor tomé mi varita y apunte "Aquamenti" no es un hechizo que necesite mucha práctica.

El muchacho apareció empapado y tomó una boncada de aire— G-Gracias —agradeció con un hilo de voz, me hubiese gustado seguir viendo a un Albus todo empapado pero tenía prioridades.

Miré el libro y me tenté a abrirlo, cayendo en el pecado lo hice sin vacilar, era un libro curioso, su único "Título" era una "S" en un grabado dorado y en el mismo color habían detalles hermosos, esculpidos con ligeros reflejos que hacían recordar a la plata. Al abrirlo te encontrabas con las primeras dos paginas en blanco.

... El tiempo suele ser cruel. Aún más en soledad.

Albus hizo otro sonido agudo, mire el libro y lo volví a mirar en el suelo. Y luego mire de nuevo al libro.

—¡Potter! —el muchacho giró a verme— ¿Crees poder saltar?

—N-no...

—Está bien, no pasa nada... —sentí como una mano fría toco mi brazo envuelto en gasa, cuando estás sudando y te colocan un hielo seco es una experiencia realmente incomoda— ¡AH! —Las cortadas de papel no ayudaban. Sacudí mi brazo y suspiré, «¿ahora que?».

«Señor, si aún soy digna ilumíname.»

Jamás esperé una respuesta tan rápida, no sabía ningún hechizo que controlara sapos, por más que hubiese leído libros y visto películas aún había cosas que desconocía, así que utilicé mi poca inteligencia y tome una decisión, tomé mi varita y la arrojé hasta donde se encontraba el Ojiverde.

—¿Q-que? —sorprendentemente ya se encontraba casi seco, lo cual me indicaba lo mal que la estaba pasando.

¿Confiar en un chico? He visto a brujas morir por razones incompetentes... pero esto.

—Albus, se que estas mal y no te tuve que haber arrastrado conmigo, pero aún debe haber algo que tu sepas y yo no —crucé los dedos mentalmente, esperando que la varita entendiera que no era momento para resistirse a las órdenes de un buen mago ajeno... de todas formas, el pedazo de madera había salido muy caro, espero que valga el precio.

Evanesco a su alrededor los sapos se hicieron nada, suspiró cansado y se acostó de golpe en el húmedo y caluroso suelo.

Utilicé toda mi fuerza para levantar en libro, haciendo que cayese de trasero, resulta ser que el pedazo de sabiduría era más liviano de lo que cualquier persona razonable hubiese creído. Lo tomé en un brazo y corrí hasta el joven Potter, el hermano del medio.

—Hey, hey —me arrodillé a su lado y toque su frente, en efecto tenía fiebre—. Vamos, hay que salir de aquí.

Se incorporó como pudo y pase uno de sus brazos por mis hombros ayudándole a caminar, sostuvo el libro por mi y proseguimos hasta la reja, el camino de regreso fue más fácil de lo que aparentaba, al salir sentimos el cambio brusco de temperatura. Albus se sentó en el suelo reclinado a una estantería de frente a la reja tratando de normalizar su respiración, algo proveniente de la sección prohibida vino rodando hasta nosotros, chocó en el zapato de mi amigo, su varita había sido arrojada por algo.

Mire por la ventana y los últimos rayos del Sol amenazaban con despedir el día y dar paso a la modesta noche.

—Vamos... —el aire cansado salió de mis pulmones— hay que llevarte a la enfermería...

Tomó la orilla de mi túnica cuando me levanté dispuesta a irme— H-ha-y qu-e estar... —respiró con dificultad y se apoyó en el estante para ponerse de pie— a tiempo, para la cena.

& • &

—¡Bah! Tu otra vez.

La enfermera nos miró mal cuando entramos a su lugar de trabajo, enfermera que había conocido con anterioridad en el ministerio de magia, enfermera cuyas medicinas sabían a caca de baño público.

—Si, yo otra vez —giré los ojos y ella ayudó a dejar a Albus en una camilla.

—¿Qué pasó ahora? —preguntó mientras atendía a mi amigo.

Me quedé pensando unos segundos ¿qué digo? Es decir, en serio ¿qué debía decir? No había planeado esta parte... ni la mayoría de las anteriores.

—Bueno, estábamos tratando de hacer unos hechizos y...

—¿Lo mojaste con este clima? —preguntó molesta.

—Más o menos... —Abrí la boca para continuar pero interrumpió mis palabras dejándolas en el aire.

—¿Y a ti?

—El gato.

La mujer asintió para nada convencida, pero imagino que decidió aceptarlo ya que con un movimiento de varita mi piel estaba casi como nueva (y digo casi porque aún tenía algunas partes enrojecidas y posibles hematomas en lugares que no deseo mencionar). Al pobre de Albus le dieron una poción con la cual hizo una mueca de asco que superaba todas las que había visto en mi vida, haciendo que soltara una carcajada.

—No es divertido —una sonrisa se comenzó a dibujar en su rostro ya no tan pálido y miró hacia otra dirección.

—¡Mírate! Estás vivo ¿qué se siente haber probado tu valía?

—Bueno, te deja un mal sabor de boca —ya mirándome levantó ambas cejas y su rostro cambió por uno sorprendido, mire hacia atrás y vi a su hermano corriendo en su dirección—, James.

—Albus, pedazo de... —reparó en mi y luego volvió la vista a su hermano y al igual que su hermano se mostró sorprendido por un momento, luego soltó una risa— de galán.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó el menor.

—Comúnmente el que termina en enfermería por andar haciendo travesuras soy yo —le ignoró y tomó asiento en un pequeño banco— ¿Pero que tú te metieses en problemas? ¡vaya! Sacaste tu lado Potter.

Albus frunció el ceño molesto, en parte entendía el porqué ¿saben? Su hermano siempre le fastidiaba por pertenecer a la casa Slytherin a pesar de que toda su familia ha estado en Gryffindor, no para hacerle sentir mal, solo para molestarle. Sin embargo con el tiempo esto fastidió para mal a su hermano menor, cosa que tiene sentido.

—Nada de problemas.

—¿Cuantas reglas rompientes?, han de ser unas cuantas.

—Fue solo un accidente.

—¡Ay ya deja de hostigarle, James! O te sacaré de la enfermería —la enfermera se dirigió a otra camilla para atender a otro niño que había llegado con lo que parece ser marcas en los brazos— ¿cómo te hiciste esto?

—Fue un gato —respondió el chico.

—Tu también con esa historia.

Uish, quité la vista de ese lugar, Charles se podría molestar si descubría quien era la dueña de ese gato.

—¿Se perderán la cena?

—¡Jamás! —respondió el menor a su hermano, realizando un movimiento entusiasta— La Spellman nunca ha pasado un Halloween, pagaría por ver su expresión.

Me quedé calla en mi lugar aún después de todos esos comentarios, los hermanos se miraron cómplices y luego me vieron a mi, como acusándome de algo.

—E-eh, yo... si —soné mi garganta tratándome de excusar—, debería ir a cámbieme si planeo ir, los veo allá. Perdón, Potter —me despedí de ellos no sin antes disculparme una vez más con mi joven amigo, el cual le restó importancia al asunto con un movimiento de mano, dándome a entender que "estaba todo bien".

Camine a la salida sin que la enfermera me lo impidiera, voltee otro momento y me fijé que Jame se encontraba abrazando a su hermanito, en forma protectora a mi parecer, no pude evitar que se escapara una risa de mis labios. Par de raros.

Continué mi camino hasta la torre, no había casi nadie por los pasillos, y los que me miraban para saludarme como usualmente sucede me miraban preocupados después, si bueno, no puedes pelear con una bruja y no salir despeinada.

Ya dentro de la sala común las cosas estaban más ligeras. Nada mal, todo bien. En la habitación estaban las gemelas y al verme hicieron una mueca de dolor.

—Detesto cortarme con papel —al mismo tiempo se expresaron con desagrado, dejando la habitación totalmente llena.

Lancé el libro sobre mi cama y luego salté a ella.

—Te vemos en la cena.

Nuevamente, el par se comunicó conmigo y posteriormente salió de la habitación.

—Miau.

Ay, no tu.

El felino subió a la cama y postró su cabeza en mi Barriga, dejándome ver sus facciones, moví mis dedos a su ojo y saqué una lagaña que tenía, el gato agitó su cabeza y se colocó boca-arriba.

—Prrrr... —su Barriga se encontraba llena, acababa de comer.

¿Zoé te alimentó?

En su forma de decir "si" movió la cola alegre. Me levante de la cama y el gato se dirigió al libro olfateándolo y mirándole con curiosidad.

No es muy importante decir que me bañé y vestí para ir a cenar, en la entrada del gran comedor me encontré a las gemelas y a Albus, esperándome alegres, una figura comenzó a caminar a mi lado, la tensión subió a mis manos y giré bruscamente encarando a la figura.

—¿Que sucede Spellmam? ¿estás en tus días o que?

El calor se apoderó de mis mejillas—Natalia... —Acusé con los dientes apretados.

—Ah ¿No te ha bajado nunca? —con una sonrisa burlona apresuró su paso y soltó una carcajada para llegar hasta donde se encontraban nuestro amigos.

Un ligero dejavú inundó mi mente, algo me recordaba al pasado, pero no sabía el "que" sin embargo el rubor no bajo de mis mejillas hasta que entramos al gran comedor. Si vale, era grande.

Pero el 31 de Octubre de este año (2017) el gran comedor estaba decorado con calabazas brillantes, un delicioso aroma a mil delicias inundaba el salón, mi cara debía ser un poema entre tanta luz de velas y las estrellas brillando en el cielo nocturno que se veían reflejadas en el techo de la escuela (un hechizo antiguo que reflejaba el cielo de afuera).

—Feliz Halloween —desearon el par de hermanas.

—Ajá —afirmé y me llevaron hasta un asiento en la mesa de Gryffindor—. Muy bonito todo.

—¡Spellman! Hasta que por fin llegas ¿sabes? Creo que tengo buen ojo para la adivinación —James tomó asiento junto a su hermano que estaba seguido de mi.

—¿Por qué lo dices? —cuestionó su consanguíneo.

—Hoy hay luna nueva —me guiñó un ojo y observé la ventana, en efecto, la luna se encontraba dibujada en el cielo.

—Hum —un sonido grave fue todo lo que pude producir, bueno la verdad es que no me sentí protegida nada.

—¿De qué hablan? —inquirió su hermano.

—El joven Potter leyó la fortuna de Camila esta mañana —Eva pronunció mientras miraba al que formuló la pregunta.

—¿Q-que...?

—¡Hey! —Javier tomó asiento frente a mi— ¿lo hiciste? —Murmuró por lo bajo y asentí— Camila... lo que sea que leas, recuerda que somos tu familia —murmuró—. Y eso no es reemplazable —sonrió y me paso un pedazo de pastel—, vamos, por tu primer Halloween.

Todos tomamos un pedazo y comimos en conmemoración de un brindis. Luego la directora de levantó para anunciar unas palabras. Palabras nada interesantes.

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