26. ¡No se corre con tijeras en la mano!
—Y entonces, marqué la opción "B" ¿Crees que esté bien?
—Miau.
Gire sobre la cama quedando boca arriba— Puff... Javier lo sabe. Las gemelas lo deben de sospechar. Pero no explica el porqué apareció en la sección prohibida.
—Miau.
—¿Debería despejar mi mente?
El gato se movió y me dediqué a seguirle con la mirada, caminó elegantemente hasta la ventana, miró a través de ella y posteriormente a mi— Miau.
Luego de dos intentos me levanté de la cama y conducí mi cuerpo hasta el vidrio. Fue sorpresa la mía cuando pude ver una parte del campo de Quidditch y a varios magos sobre sus escobas.
—¿Las pruebas? ¿debería ir a ver? —Lucifer se dedicó a lamer su pata, y por ende le empujé, luego de dedicarme una mirada llena de odio y rencor se fue hasta la cama y se postró en ella dándome la espalda—, ya sabes que es asqueroso.
El tiempo no pasaba lo suficientemente rápido, las lluvias cada vez eran más seguidas y eso era debido al cambio de estaciones. Los vientos de otoño reclamaban su espacio en la tierra y para poder sobrellevarlo los estudiantes comenzamos a utilizar las túnicas de forma cerrada y aquellos horribles gorros de punta tomaron un papel importante sobre nuestras cabezas.
Comencé a caminar sobre el césped verdoso donde las gotas de rocío mojaban los zapatos, la época de la cosecha hacía notar su presencia gracias a las grandes calabazas que reposaban en los terrenos del colegio. Casi listas para halloween.
—¡Spellman! ¿qué te trae hasta acá? ¿has venido a verme?
—¡Tranquilo, tigre! No he venido a verte exclusivamente a ti Potter... he venido a ver al equipo.
—Aaah, no sabía que te gustaban los deportes.
—No, en realidad no, ¡pero me encanta ver a los deportistas! ¡Ay! con esos cuadritos.
Antes de que James Potter pudiese comentar algo sarcástico sobre aquel tema, una quaffle fue arrojada directo a su cara.
—¡AY!, ¡mierda!—se quejó el muchacho sosteniendo su nariz, si algo caracterizaba a aquel balón era su dureza, no querrías recibir un golpe así jamás.
—Perdón James, no te vi —Albus llegó ahogando una risa hasta su hermano, al cual le tendió un pañuelo para que se limpiase la sangre que ahora escurría por sus hoyos nasales.
—¡AY, SI CLARO! ¡"Ni ti viii"!
—¡Hey, eso es mío! —me quejé ante el ultraje de las "i" sobre las oraciones malintencionadas.
—¡No me toques, imbecil! —James decidió ignorar mi comentario y darle un manotazo a la mano de su hermano, dejando claro que no ansiaba de su ayuda.
—Ya déjalos James... son de segundo año —una chica se acercó hasta el herido pasándole un brazo por sus hombros.
—Yo soy de primero.
—¿Qué hacías hablando con una de primero? —Potter se sacudió y fue hasta el centro del campo limpiándose con su túnica, sin embargo la chica siguió detrás del muchacho.
—¿Por qué le arrojaste la quaffle? —mencioné cuando comenzamos a caminar hasta las gradas.
—Yo no la arroje... —se encogió de hombros — se me resbaló.
Luego de aquel comentario las risas llegaron, dejando claras las intenciones del menor. Al llegar a los asientos observamos cómo hacían unos pases de calentamiento.
—Hola.
Una voz con eco resonó tras nuestra, haciendo que saltáramos en nuestros asientos, Albus tomó su varita, pero en cambio yo apreté los puños.
—Lamentamos asustarles...
—... en realidad yo no, disfrute ver sus caras.
—¿Por qué son así? —se quejó mi compañero de ojos verdes por lo bajo, dando a entender su descontento con las extrañas apariciones de las hermanas.
El par de albinas tomó siento a mi lado, y de sus abrigos sacaron una bolsa.
—¿Gustan?
Al sacar las bolsas de papas, alegremente tome una, mire al chico y asintió, por ende comenzamos a pasarnos las bolsas de papas y estas comenzaron a sonar por el eco del lugar.
—Ay, que bueno que los encuentro ¡y con comida! Gracias Zoé, querida... —La gemela le miró impresionada y le pasó la bolsa con cierto color carmesí en sus mejillas— A ver, hazte pa' allá —al señalar el lugar Albus entendió a lo que se refería, se rodó un poco dejando lugar para Javier.
—¿Por qué le hiciste moverse? —me quejé al ver que tomó asiento entre ambos.
—Porque quiero y porque puedo.
Miré a Albus con pena, sin embargo le restó importancia a la situación. Cuando los aspirantes montaron sobre sus escobas una voz interrumpió nuestra concentración.
—A ver idiotas, tu échate para allá, Spellman ¿no vez que me quiero sentar? —Javier giró los ojos y rodó otro puesto dejándole espacio a mi lado— Ya veremos de que esta hecho este equipo.
—¿Te gusta el Quidditch?
—¿El deporte? Si ¿la polémica y las luchas que forma? Si... es como una telenovela.
Al final, Natalia tuvo razón... no se habían ni bien acomodado por completo cuando empezaron a batallar sobre quien debía hacer las pruebas primero.
En general, fue bastante entretenido ver las trifulcas que se formaban por casi nada. Me fastidió mucho ver a el tal Albert, no es que estuviera enojada con el por ser racista... solo ansiaba que en algún punto una de sus blugers se desviara y de diera de lleno en el an...
—Ah, a Lily le gustaría ver esto.
—¿Tú hermana? —hablé sobre las cabezas de Natalia y Javier para que Albus pudiese escucharme.
—Si, le encanta que desafíen a James para ser buscador.
En efecto miré directamente al campo, donde James se elevó junto con otro chico, la stitch fue liberada y luego de 15 segundos sonó el silbato.
—No lo entiendo ¿quién gana?
—Eva, no presumas tu ignorancia —corrigió la hermana.
—¡Por Merlin! ¿Te dieron leche de gigante o qué? Quien consiga atrapar primero la snitch gana... y naturalmente se queda con el puesto —aclaró Natalia con su común sarcasmo de mal gusto.
—No le hables así —se quejó Zoé.
Natalia bufó y se echó para atrás de brazos cruzados.
Cortando un poco el hilo, James quedó con su puesto y añadieron a varios más. Nos felicitaron por ser un público excelente y procedimos a retirarnos cuanto el viento amenazó con arrastrar la lluvia consigo.
Por mucho que intenté mi gorro salió volando mientras caminábamos hasta el castillo.
—¡Ah, caray! —me di media vuelta y comencé a correr cuesta abajo.
—¡Camila, yo iré por el, no te preocu-!
—¡Accio! —grité sobre la voz de Albus—¡Accio sombrero! ¡Acción tuurrrbooo!
Movía la varita de distintas formas apuntando a aquella prenda, lo triste era que el sombrero parecía cambiar a mi dirección en cuanto decía aquellas palabras, sin embargo por más que tratase el muy obstinado parecía cambiar de opinión en cuanto veía la felicidad en mi rostro.
Seguimos corriendo cuesta abajo, corriendo (valga la redundancia) el riesgo de lastimar otra parte de mi pequeño cuerpo.
Con la vista fija en el sombrero y mi varita en mi mano buena, finalmente la prenda se detuvo gracias a lo que parecía ser una roca.
—¡Gracias a Dios!
—¿Esto te pertenece? —lo que anteriormente pareció ser una roca me dio un buen susto cuando dijo aquellas palabras. Luego de tomar la prenda levante rápidamente la vista como un perrito regañado.
—¡Hagrid! ¿cómo estás?
—¡Albus! ¿qué hacen aquí fuera? Está comenzando a hacer frío ¿gustan un poco de té? De seguro que si, vamos pasen, pasen.
Sin poder dar respuesta nos arrastró hasta dentro de su casa, las gemelas y Javier llegaron en breves momentos.
—Permiso —señalé al entrar.
—Que cabaña tan acogedora señor Hagrid... hecha de una madera sensacional ¡dígame esas piedras tan finas! —Javier se abrió paso a la conversación alagando el lugar residencial del guardabosques y llaves de la escuela.
—¡Oh, ni hablar muchacho! Llámame Hagrid y bueno si, la he hecho yo mismo, sin magia (cabe destacar) —el guardabosques sonrió (y la verdad es que parece ser que tomó cierto sonrojo de alegría) ante tal alago por parte de mi hermano.
En cuanto nos apretujamos en la sala para poder estar más "cómodos" Hagrid colocó a hervir el agua.
—Y cuénteme ¿cómo se encuentra su padre luego del accidente?
Mis ojos se comenzaron a abrir en cantidades industriales y eché la cabeza un poco hacia atrás marcando mi leve papada, fruncí un poco mis labios tratando de entender a que se refería y si me incumbía.
—Está... —comenzó una de las gemelas.
—... en una situación deplorable —finalizó la otra.
—Claro, claro —Hagrid miró con pena al par de hermanas... por poco iba a ir de imprudente a preguntar el "¿de que..?".
—¿... Hablan? ¿todo bien en casa?—como acto de reflejo pateé la pierna de mi hermano, el cual se inclinó un poco ante aquel acto— ¡Ay! ¡¿Qué te pasa?!
—Javier, no seas imbecil...
—Está bien —Aclaró una de las albinas—. La curiosidad no es un pecado...
—Nuestra madre ha dejado este mundo desde hace un tiempo atrás... y padre se la mantiene encerrado en su... oficina.
—Por esa razón...
—... dejamos de estudiar en casa.
Como si nada hubiese pasado miré al par. Sin embargo por dentro estaba algo (muy) perturbada. Realizarón la mención de su desastre familiar sin expresión alguna, no del tipo "no nos importa"... pero el hecho fue relatado como si fuese una vieja historia que cuentas en una noche de alrededor del fuego.
—Si, bueno... —enternecido comentó Hagrid— ¿Piensan continuar en Hogwarts? Es un lugar muy agradable. Malditas bolsas minúsculas... —se quejó Hagrid mientras trataba de abrir la esencia que venía en pequeñas bolsas, las cuales eran difíciles de abrir para el— ignoren la palabrota.
—Por ahora, si —comentó Eva a la primera interrogante.
—Esta bien Hagrid, períteme —Albus se levantó un momento para tomar las bolsas y regresó a su asiento con tijeras en mano.
—Oh, muchas gracias Harry... digo, James ¡Perdóname, Albus! (es la edad, creo) —el menor soltó una risa— ¿Qué hay de tu padre? cada año te pareces mas a el.
—¡Oh, está bien! Mamá insiste en tener más hijos pero el se niega rotundamente, dice que vencer dragones es mucho más fácil que criar niños —se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa mientras cortaba una bolsita, el ambiente pasó a ser menos tenso con su comentario y nos animó bastante.
—¡JaJAJAJAJA! —tuve que aferrarme bien al asiento por el retumbar de su risa, tal vez no fuese la risa de un gigante completo ¡pero vaya que se escuchaba!— Ese Harry ¿Qué tal las brujas? ¿algo en la escuela? No lo creo —Se levantó y caminó hasta el fuego—. Hogwarts es seguro, el lugar más seguro que conozco.
«Define "seguro"»
—¿Qué brujas? —preguntó Albus.
—Las que atacaron a Camila en el bosque ¿qué otra cosa podría ser? —interesado comenzó a servir el té... mientras yo me hundí en mi asiento bajo la mirada de los varios que nos encontrábamos en la pequeña sala.
—¿Qué cosa? —comentó el ojos verde dejando su labor de cortar bolsitas de lado, quedando con tijeras en mano— ¿por eso tienes la venda?
Poco a poco el calor abordó mis mejillas y mis ojos comenzaron a picar... produciendo leves escalofríos en mi. No tenía a donde correr, ya no podía mentir... no con todos ahí.
—La presencia que ronda a tu alrededor...
—No es solo un mal embrujo...
—¡¿Por qué no nos habías dicho nada?!
—Hey... —Hagrid giró sobre su eje para tratar de apaciguar la situación.
Para ese punto no podía ver claramente lo que ocurría. Todo estaba borroso debido al agua que se acumulaba en mis ojos.
—¡No le grites! —smenazó simétricamente mi consanguíneo.
—¡No me grites! —me levante del sofá, sintiendo como el calor acumulado salía tal cual barco a vapor, luego de un tiempo aprendí que se debí a estar entre la espada y la pared, sin embargo para esos días no sabía como manejarme ante aquel tipo de situaciones.
A través de las gruesas lágrimas distinguí como Albus de atragantó con sus propias palabras.
—Y-yo... creí que había confianza.
—¿Confianza...?
—Chicos, chicos ¡contrólense! —apuró Hagrid a la situación.
—Spellman... —las voces monótonas sonaron detrás.
—Yo no sabía que nadie sabía.
—... ¡Te conocí en la calle! —continué — Luego comenzaste a aparecer en días circunstancialmente favorables ¿piensas que aún creo que es coincidencia? ¡JA! ¡Pues yo no lo..!
—¿Estas insinuando que te he estado mintiendo?
—¡Si!
Se llevó una mano al pecho ofendido y al igual que mi ser, pude distinguir como sus ojos se colocaron rojos y procedió a la puerta. La abrió con estruendo y antes de salir giró con una imagen que jamás olvidaría.
—¡Pues me parece bien, piensa lo que quieras! —las lágrimas que caían por sus mejillas quedaron petrificadas en mi memoria, de ahí salió corriendo bajo la atenta mirada de todos. Al verle irse con tal estruendo apreté mi mano contra el bolsillo izquierdo de aquella túnica.
—¡Espera Albus, no se corre con tijeras en la mano! —se asomó Hagrid por la puerta— ¡Demonios, yo y mi bocota!
Cuando se alejó lo suficiente solté el primer sollozo, tapé mis ojos con ambas manos, dejando que las pesadas lagrimas que cargué por mucho tiempo escurrieran por mis mejillas con el mayor de los remordimientos. Eran tantas cosas en tan poco tiempo.
La separación de mi antigua vida, la entrada de la nueva, el atentado diario contra mi vida sin saber si llegaría a ver otro amanecer. Los sueños eran cada vez más pescados y el hacer llorar a mi compañero de situaciones extrañas.
¿Qué hice yo?
¿Por qué lo merezco?
¡Diría alguna mala palabra en cualquier momento!
—Camy... Por favor.
—Joven Spellman...
—... Mejor toma asiento. Deberíamos hablar...
—... Sobre lo que ha acontecido.
—¡Demonios! ¿Por qué siempre yo? Camila, lo siento... si hubiese sabido que terminaría así —vaciló por un momento el más grande—, tal vez no lo hubiese hecho. Pero si lo piensas bien fue lo mejor.
En silencio, dejaba salir todos aquellos sentimientos. Lo único positivo era que la sala de Hagrid parecía tan hogareña como al principio.
&•&
Este capítulo estaba destinado a subirse el 1ero de septiembre... sin embargo no pude pero aún así:
¡Feliz inicio de clases a todos los magos!
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