25. Lo que yace bajo la venda
Susurros...
Frente a la vieja reja...
Susurros...
Sobre la mesa de aquella biblioteca...
Susurros...
Yacía el hermano adoptivo de los Spellman...
Susurros...
Junto a un libro marfil...
Susurros...
Susurros...
A la mañana siguiente me dieron de alta, a pesar de todo aun tenía una venda en mi brazo izquierdo, en el cual conservaba una marca, que según la enfermera se quitaría con el tiempo.
—No se quitará, Spellman —señaló Zoé en el transcurso del desayuno mientras miraba la venda.
—Es una marca de bruja. A menos que la bruja muera esa marca seguirá ahí —apuntó la otra gemela, quien veía con asco su plato de cereal.
Les dirigí una mirada con los ojos entrecerrados, dando a entender mi recelo, para luego suspirar— ¿En serio creen eso? ¿cómo están seguras de que es de bruja si no la han visto?
—No hace falta demostrar el cadaver para que se declarar un homicidio...
—No les hagas caso, están trastornadas —afirmó James murmurando en mi oído, un escalofrío recorrió mi columna y por instinto sacudí mis hombros para alejarle.
—Hola Camila ¿cómo sigue tu brazo? —Albus se acercó a la mesa, moviendo a su hermano bruscamente para hacerse espacio entre su consanguíneo y mi persona— Ahora que eres famosa ¿firmas autógrafos?
—Aquí el único que firmará autógrafos seré yo —James, en venganza apartó la cara de su hermano con la mano abierta, evitando que el menor pudiese mirar—. Antes de las vacaciones de invierno jugaremos un partido y te aseguro que ganaremos... sin rodeos (haciendo referencia al partido de Hufflepuff), claro.
Al cabo de un rato de agradable y egocéntrica charla (por parte del equipo de Gryffindor más que todo) las clases dieron comienzo, traté de buscar a Javier (quien regularmente era mi compañero) pero en su lugar me encontré a Amanda, quien muy emocionada me explicó como la dejaron permanente en el equipo durante este año.
—Quítense niñas ¿tienen que hablar a mitad del pasillo?
—Sostén esto, Camila —me pasó su caldero, el cual tuve dificultades para sostener en un principio debido a la molestia en el brazo izquierdo— ¿Cuál es tu problema, Thompson (Albert)? ¿no quieres estar presente en las pruebas de Quidditch o qué? —Amanda se le paró de frente amenazándolo con aquellas frías palabras.
—Si, si ya entendí. A las chicas de mi raza las trato bien —le fulminó con la mirada—, no querrás perder ese respeto ¿no?, Adiós nena... —me miró fugazmente— Guajira —di un paso al frente y el chico salió corriendo.
No es que me enfade... pero me molesta ¡Ay!, como me provoca darle sus pataditas.
—Ya vamos... todos están mirando —Amanda se giró en dirección a su aula y yo a la mía. Ambas con las miradas encima.
—Si sacan una foto les dura más —reclamé y pase rápido por el pasillo hasta que llegué a mi aula de clases, el caldero sonó contra el marco de la puerta cuando alguien quiso pasar al mismo tiempo, por ende chocamos entre nosotros—. Lo siento, Charles...
—No, tranquila... ha sido mi culpa.
—¿Dónde se supone que tienes los ojos?, Cara de hipogrifo —Natalia llegó discutiendo (como de costumbre). Exigiendo así una disculpa más decente.
—Y-yo...
—Está bien, Natalia... fue solo un accidente —la chica asintió y miró a aquel muchacho, haciendo la típica seña de dos dedos "te estaré observando". Instintivamente miré el caldero, había olvidado que lo cargaba encima— ¡Demonios!
Lamentablemente nos tocó en la última fila, ya que nos habíamos quedado discutiendo y por ende perdimos los demás puestos.
—Señorita Spellman ¿puedo saber por qué rayos ha traído su caldero a clase de "Defensa contra las artes oscuras"? —acusó el profesor recién llegando al salón.
—Eh... en realidad es de mi prima, quería saber si se lo podría llevar.
—Si, está bien —se sacudió el cabello y caminó con elegancia por el aula hasta su escritorio. Como si el tiempo se hubiese detenido, todos nos quedamos helados en ese momento ¿el profesor había sido cortes? ¿esto es real?
—¿D-disculpe? —pregunté sintiendo como mi mano se aferraba más al caldero vacío.
—Vaya antes de que cambie de opinión —sacudió su varita echándome fuera, sin embargo las puertas fueron abiertas gracias a ese movimiento.
—Gracias... —extrañada giré sobre mis talones y salí rápidamente en dirección a las mazmorras, dejando mis cosas en la mesa.
Aún por los pasillos superiores mi mente recayó sobre el extraño suceso, haciéndome recordar al sueño que tuve. Comúnmente la sección prohibida se encontraba sola, fría y la puerta rechinando, y lo demás se veía borroso. Sin embargo en esta ocasión alguien yacía dentro.
—Camila —sin sorpresa levanté la mirada para encontrar a nadie a mi alrededor.
—Ay no... —Apresuré el paso para llegar lo más rápido posible hasta las mazmorras, comencé a sentir pasos detrás de mi.
El corazón comenzó a latirme demasiado rápido, dejando que los nervios se apoderaran de mi, sin demostrar ese sentimiento (bueno, eso creía) comencé a correr por los pasillos como una loca, dejando atrás toda la cordura. Por voltear durante un fugaz momento resbale, y antes de que pudiese hacer algo alguien me tomó por el cabello.
—¡AAAAGHH! —mi grito fue callado por una mano que cubrió mi boca— hmm ¡MMMHM! —quejándome y tratando de gritar el sujeto que yacía tras de mi hablo.
—¿Qué te pasa? —me soltó dejándome en completa libertad, acomodé mi cabello con lagrimas en los ojos debido al tirón que recibí, me agache y tapé mis oídos. Los susurros empeoraban cuando me alteraba por esa razón no le di un golpe a Albert durante la mañana.
—¡Lo siento, lo siento..!
—Me-me asustaste cara de perro ¡¿Por qué tiraste de mi cabello?!
—Ibas a caer de las escaleras, perdóname sis... me asusté y actué sin pensar pensando... fue sin querer queriendo ¿capichi? —tomó asiento junto a mi— ¡Por el código de hermanos perdóname, anoche..!
—¿Que soñaste? —levanté mi mirada rápidamente encontrándome con la suya, frunció un poco las cejas y sus labios tratando de recordar, apretó sus puños por un momento, luego abrió los ojos con sorpresa.
El sonido de una flatulencia hizo que le diese un golpe en la espalda.
—¡Eres un puerco! Animal.
—¡JAJAJA, AYYYY! —se llevó una mano a su espalda cuando le di otro golpe, seguidamente le comencé a golpear menos fuerte repetidas veces en el brazo— ¡Bien! Ya... soñé con algo tonto, soñé que estaba dentro de un tarro.
—¿Qué? ¿Así como la mayonesa?
—No...más como un pepinillo o unas aceitunas ¿me entiendes? ¡Pero yo no era comida, claro! Era como yo... pero en modo aceituna. Pero no era una aceituna como tal...
—Si, ya... comprendí.
—¡Ahhh... pero si hay unos estudiantes saltando clases!, esto puede traeros problemas ¿lo saben?
—Pevees... ahora no, por favor.
—¿Ahora no? Esta bien... ¿qué tal en 5 segundos? —el molesto duende andaba haciendo de las suyas.
La cosa empeoró cuando tuvimos que correr escaleras abajo, ya que la inmortal señora Norris comenzó a maullar como loca desatada por el pasillo luego de que Pevees gritara a todo pulmón "estudiantes en el pasillo 20" con voz de señora de supermercado.
Al cruzar por la izquierda nos encontramos la puerta del salón de pociones, donde se escuchaba la voz del amable profesor que dictaba clases durante esa mañana.
—Toca la puerta —empujé levemente a mi hermano, quien en reacción giró su cuerpo hacia otro lado, como si frente a él se encontrase un barranco.
—No. Te dije que te acompañaría, no que hablaría.
—¡Por favor! —en un grito susurrado le mire desesperada, pero su cara de ojos grandes y labios unidos como una fina línea me hicieron entender que no sería de mucha ayuda.
—Yo seré tu Segundo.
"Tock tock tock" con mi mano buena toque la puerta, al escuchar un amable "adelante" procedí a mirar con un puchero a mi hermano, quien negó varias veces con la cabeza.
—Hola... buenas, disculpe la interrupción...
—¡Ah, joven Spellman! Dígame ¿qué la trae por aquí? ¿desea saber un poco sobre pociones avanzada? Pase, pase... veo que trae un caldero de hierro.
Mi hermano abrió un poco más la puerta, apresurándome a pasar, a tropezones avancé bajo la atenta mirada de los jóvenes de cursos avanzados... encontrándome con Amanda, quien exhaló sonoramente.
—Eh... si, respecto al caldero es de Amanda, solo quise entregárselo. Lo siento.
—¡Ah, que maravilla! Bueno, adelante. Si le interesa saber estamos viendo "Las propiedades de las distintas partes del unicornio". ¿Sabía usted que la lágrima funciona para hacer un pensaderillo?
—No, en realidad no lo sabía —al pasarle el caldero a Amanda miré asombrada al profesor. Pero en realidad lo que pensaba era "¿para que querría yo un pensadero?"—. Que dato tan interesante.
—¿Si, verdad? ¿qué hay de ti muchacho?
—¿Quien, yo? —mi hermano se señaló a sí mismo bastante sorprendido, al recibir un asentimiento de cabeza por parte del profesor le miró un poco más serio— Bueno, en realidad tenemos clases así que...
—¡Ah, se han escabullido! Que traviesos estos niños, bueno vayan ¿qué esperan, a que les reste puntos a sus casas?
Como el río salimos corriendo de ahí escuchando risas por parte de todos, a mitad del pasillo frenamos de golpe al encontrarnos a la gata de Flitch.
—¡Por Merlin!
—¡Dios mío!
Cuando hablamos al mismo tiempo, al parecer nuestras mentes se conectaron (tal vez eso de que "las grandes mentes se conectan" sea cierto), fuimos a la derecha por el pasillo sin saber que nos encontraríamos, el gélido viento de las mazmorras chocaba contra nuestras caras, y unas pisadas diferentes a las nuestras se comenzaron a hacer cada vez más fuertes... al igual que los susurros, cuando estuve dispuesta a voltear, choqué contra algo extraño, lo cual me hizo caer de trasero.
—¡AY, corre Javier, sálvate tú! —al abrir mis ojos, lo primero que me encontré fueron un par de ojos verdes, los cuales no tarde tanto en distinguir, especialmente luego de que bajo ellos las mejillas de su portador comenzaron a dejar atrás el color pálido de su piel por uno más rojizo. En reacción me hice a un lado, cuando fui a levantarme mi consanguíneo me ayudo.
—L-lo s-siendo venían muy rápido, apenas pude esquivar a Javier cuando chocaste ¡Digo! Choqué contigo.
—Si men, tuviste que ver mejor... —en su respuesta le di un lepe ¡no había sido su culpa!— ¡Ay, Camila Celeste!
—No te preocupes Albus, yo realicé el atentado, estábamos corriendo y... ¿de donde saliste? Desde hace un rato no veo puertas.
—¡Ah... eso! La sala común esta cerca de aquí. No quiero sonar muy "metiche" pero ¿qué trae a criaturas de verano a correr por los fríos caminos de las mazmorras?
—Quizás quisiste decir de las "alcantarillas" —enfatizó Javier interponiéndose entre ambos, mirando a Potter de cerca... muy de cerca, a tal punto que sus narices chocaban.
—He-hey, vamo' a calmarnos un poco —me acerqué y los separé un poco, Javier tenía adrenalina corriendo por sus ojos, mientras que al voltearme para disculparlo, Albus se hallaba completamente sonrojado e inmóvil— ¿Que ustedes no eran amiguitos?
—Somos, pero se te acerco de a bastante y eso ¡no!
—¿Que Dijo? —Albus le miró asustado— ¿Fue alguna clase de maldición?
—¡¿Que?! No, solo... esta... —¿celoso?— asustado, ya sabes se pone así de vez en cuando. Sin embargo no tiene motivos para... —Ponerse celoso— enojarse contigo. Javier discúlpate.
—¡No quiero y no lo haré!
—Entendí "no" —El chico de ojos verdes le miró con los ojos entrecerrados.
—¡Ay!
—Pinch...
El sonido de una voz familiarmente espeluznante hizo que mis cabellos se erizaran e instintivamente toque mi vendaje, como si fuese la causa de todos mis problemas.
"Clases..."
Otra ocasión en la cual aquellos lejanos susurros se ponían de acuerdo para formular una oración con sentido ¡vaya que asustaban! Pero en esta ocasión tenían razón. Sin poder controlar mi cuerpo miré a Albus y asentí en forma de despedida, "uno, dos, uno, dos". Las voces de mis compañeros se escuchaban a lo lejos, tratando de llamar mi atención.
Pero al final solo conseguí caminar escaleras arriba, haciendo que el pequeño calor de la superficie llegase a mi rostro. Al caminar unos cortos minutos llegue al aula y sin esperar nada simplemente entre y tome asiento.
—¿De que me perdí? —le susurré a Natalia Nott quien se había convertido en mi compañera de DCAO.
—¿Qué te pasa? Solo recogías tu porta... porta ¿cómo es que se llamaba esa estupidez? Algo de explosivos.
—Portaminas.
—Si, eso explotaminas...
—No. Por-ta-mi...
—¡Niñas (infelices), allá atrás! Dejen la clase de estudios muggles para después. Ahora quiero que terminen las preguntas —el profesor tomó asiento en su silla con su vista clavada en nosotras, luego de que asentí varias veces, vi como su vista se desviaba hacia los chicos que se hallaban las primeras sillas.
Dirigí mi vista hasta mi libreta, pero para mi sorpresa, sobre ella yacía un pedazo de pergamino con más de la mitad de preguntas resueltas— Natalia.
—¿Qué? —susurró molesta concentrada en su pergamino.
—¿Has hecho esto? —le pregunté agachándome un poco para que el señorito profesor no nos notara.
—Claro que no, eso es absurdo. Sabes que no haría nada por ti —me miró con los ojos grandes y una expresión extraña de su parte—. Lo has hecho tu, yo misma te he visto, por Merlin —bufó y volteó los ojos para volver, esta vez, a su libro.
Incrédula le mire unos segundos más "se había arreglado el cabello" pero no le diría eso, miré el portaminas en mi mano y posteriormente a la letra que yacía escrita en aquel papel amarillento.
Definitivamente era mi letra. Pero yo no había podido escribir eso... es imposible. Según Natalia no me había ido "pero definitivamente llevé el caldero", sentí el frío de las mazmorras y me encontré con los ojos verdes de Albus inclusive, algo andaba mal.
Todo mal. Javier no había estado en la sección prohibida anoche ¿entonces quien? ¿quién ha estado tomando nuestros lugares?
Pero siendo sincera me hice una idea, no me había dado cuenta cuando mi mano comenzó a temblar y mi cuello a picar... traté de seguir actuando normal pero aquellos susurros tampoco eran de mucha ayuda, al colocar el portaminas para marcar la respuesta de la siguiente pregunta algo me hizo vacilar...
Es la "B"
Y así, la punta que aquel grafito que apuntaba hacia la "A" dejó de moverse, por primera vez en mucho tiempo mi mano comenzó a sudar sobre aquel objeto, suspire y moví el dorso de mi mano un poco hacia la izquierda... llenando así el pequeño círculo de la "B".
¿Podía confiar en aquella voz? No lo sabía...no hasta ese entonces.
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