22. Lluvia, lluvia vete ya...
—Disculpa —un muchacho chocó conmigo mientras caminaba/corría por el pasillo.
—Ay vale... —se detuvo un momento para verme, entre abrí mi boca por la sorpresa puesto que estaba algo "impactada". Fue aquel mismo muchacho que vi en el ministerio de magia, antes de entrar a la chimenea, el nos entregaba una carta en ese entonces— Hey, yo te conozco —sin pensarlo, le señale de buena manera aquel irrefutable hecho.
—N-no... —levantó los brazos en señal de inocencia.
—Si... —insistí— En el ministerio ¿recuerdas? Le entregaste una carta a... —pero me vi interrumpida por el sonar de unos tacones y una voz extraña para mis oídos.
—Lion —el joven abrió sus ojos a más no poder, aquel sonido de tacones resonaba detrás de mi (Tak tok tak tok, el llamado "punta talón"), no fue necesario darme vuelta para saber quien era, puesto que la mujer llegó a mi campo visual bastante rápido— ¿Algún inconveniente? —la señora se giró para verme, por poco me golpea con su modesto bolso del tamaño de un cojín bastante grande (lo cual era conveniente porque así disimulaba su estómago) y podría jurar que casi vi borroso por un momento.
—No —respondimos ambos al mismo tiempo, en otras circunstancias hubiese gritado "embrujado" (al haber dicho al mismo tiempo aquella palabra) pero la situación ya era bastante extraña.
—¿Nos hemos visto antes? —contestó la señora que una vez nos fue a visitar al hotel (digo a "nosotros" pero en realidad sólo habló con la mujer de mi padre), negué un poco con la cabeza— ¿Segura? ¿cuál es tu nombre?
—¡Spellman! —La mujer frunció las cejas por el grito que surgió detrás de ella. A máxima velocidad venía corriendo nada más y nada menos que... no lo sé, la verdad no tenia ni idea de quien me llamaba. En realidad me pareció tan confuso que giré sobre mis talones para asegurarme de que no le gritaba a nadie más— Si, es contigo —contestó el muchacho llegando a mi lado.
—Es hora de irnos, Lion. Un placer señorita... —dejo las palabras en el aire, dando a entender que debía terminar esa oración por ella.
—Camila, Camila Spellman —costó un poco decirlo si, pero estaba lo más erguida que podía. Aquella señora irradiaba un aura bastante extraña, parecía poder controlar a las personas solo con su presencia, sin lugar a dudas, si la señora fuera profesora, el aula de clases siempre estaría en silencio—. También fue un placer.
—Si... eso pensé —la señora sonrió de medio lado y me dedicó un extraño movimiento de ojos, en otras palabras no me "fulmino", no, ella en realidad me denigró con la mirada para luego continuar con su camino tirando del la oreja de aquel muchacho (¡maltrato infantil!)
Me sacudí un poco tratando de alejar esas malas vibras y quemar por completo aquel escalofrío que me recorrió toda la espalda. Sin mas, quise continuar con mi día— ¿Y tú qué?
—¿Yo? —se señaló el muchacho, asentí levemente, entonces el sacudió un poco su cabeza y volvió a sonreír— ¡Ah, si! La profesora de vuelo adelantó la práctica ¡dice que lloverá más tarde! —entonces mire por el arco de la pared (que debería ser una ventana, pero no tiene vidrio) e inmediatamente cerré los ojos por el fuerte sol.
—Pero si hay solazo yuca allá afuera.
El joven me miró confundido, aun así sacudió su cabeza y volvió a sonreír— ¿Te refieres al sol? Si, hay mucho sol. Yo creo que la profesora está un poco zafada ¡pero da igual!, dice que no hará la práctica otro día.
—Bien ¿a que hora?
—Hace dos minutos —lo miré sorprendida y con algo de furia ¡detesto que dejen todo para ultimo minuto!
Comencé a correr tras el, rodeamos a algunas personas, esquivamos unos cuantos hechizos hasta que salimos a los terrenos, donde también nos tocó evadir a jóvenes estudiantes (por no decir que para ese puto ya estábamos empujando todo lo que se encontrara en nuestro camino) y cosas que se encontraban por ahí. Unos metros más allá, en uno de los campos se realizaría la práctica.
—¡Ahí vienen, profesora! —escuché desde donde estaban el bojote* de alumnos con escobas.
—Cinco puntos menos para Gryffindor —abrí la boca ofendida cuando llegue a su lado—. Por llegar tarde Spellman.
—¿Yo le dije que adelantara la práctica? —Llevé una mano a mi pecho y me incliné un poco ofendida mientras recuperaba el aliento. La profesora levantó una ceja.
—Mejor tome una escoba y entre en la fila Spellman, o si no...
—Le bajará más puntos a mi casa, ya entendí.
Me dirigí a la formación con una escoba en mano, al ver que todos tenían la suya en el suelo imite su acción y la puse a mi lado.
—¡Bien! Quiero que extiendan su mano dominante (la mano que utilizan para escribir) sobre su escoba... ¡No, Charles, no te agaches! ¡Levántate!... hombros rectos, derechos ¡así, muy bien!
La profesora se pasaba entre nosotros asegurándose de que todo estuviese en orden— Cuando suene el silbato dirán "arriba" fuerte y claro. El objetivo es que la escoba suba hasta su mano, no intenten bajar el brazo para agarrarla o algo por el estilo, ella deberá llegar sola... —mi mano comenzó a temblar en el aire, mi corazón comenzó a bombear más rápido ¡lo sentía! El calor en mis mejillas se hizo presente, recorrió mi espalda dándome una sensación de adrenalina indescriptible— está bien si no sube al primer llamado, no se desesperen, es completamente normal.
Por un momento en el lugar solo se escuchaba los animalitos zumbando y las risas de alumnos que se encontraban a lo lejos, la brisa fresca se hizo presente, revolviendo así el cabello de todos los niños que se encontraban en aquel lugar, pero todo eso fue interrumpido por el inconfundible sonido de un silbato de campo.
—¡Arriba! —Al mismo tiempo, las gemelas exclamaron aquellas palabras, los chicos que estaban a su lado saltaron por la sorpresa de escucharlas hablar completamente claro, sonrientes y al mismo tiempo (lo cual no era muy común de ver en aquel par) Tiempos. Yo solté una risa al ver como Eva lograba que la escoba llegase a su mano, mientras Zoé la miró sorprendida.
—Haz hechizado la escoba —acusó molesta la gemela frustrada.
—No, te juro que no...
El ambiente se llenó de fuertes "arriba" algunos lo consigan y otros no, me apunte al lado que no lo conseguía, entre risas por ver algunos efectos nefastos que ocurrían, la profesora regañaba a los que intentaban agacharse para tomar la escoba.
—¡Arriba! —exclamé por tercera vez mientras que la escoba ni se inmutaba.
—¡Arriba, arriba, arriba!... ¡Ay, caracoles hervidos! —el chico que se encontraba frente a mi comenzó a gritar desesperado, puesto que su escoba tomó vuelo unos dos metros y luego cayó sobre el— ¡Demonios!
—¡Oh!, por Merlin Charles ¿te encuentras bien? —la profesora acudió rápidamente a el.
Ya molesta por la resistencia de mi escoba, comencé a maldecir en mi lengua materna— ¡Dios mío! ¡¿Cuál es la guachafita contigo vale?! Mija te estoy diciendo que "Arriba" ¡Arriba! —como por arte de magia (lo cual no era extraño en aquella escuela), la escoba subió hasta mi mano de forma rápida y eficaz, como si nada hubiese pasado—. Aaahh, curioso.
—¿Dijiste un conjuro? —la chica a mi lado me miró extrañada e incluso pareciera que le llegase un ligero olor a cloaca por la expresión que tenía.
—No, solo lo dije en español —me encogí de hombros y la niña miró curiosa a la escoba y posteriormente a mi, luego hizo otra mueca extraña y miró a la profesora.
—¡Muy bien! Ahora todos pónganse sobre su escoba... ¡No, Charles! no la pises... ¡Tampoco te sientes sobre ella!, pásala entre tus piernas... como tus compañeros...
Ya sobre la escoba (estando en tierra) la profesora nos acomodaba la posición de las manos y nos decía como teníamos que colocar los pies estando arriba— Quiero que floten solo por un momento y luego vuelvan a suelo, 10 segundos ¡y si sale bien! (que espero así sea) ascenderán uno o dos metros por un minuto.
Tragué grueso, el silbato sonó una vez más y di una pequeña patada en el suelo, sin embargo, cual bicicleta subí un pie pero no el otro.
—Spellman, no pasa nada, es como montar un caballo, no te caerás al subir ambos pies si sabes dónde ponerlos.
Cerré los ojos y en un movimiento rápido subí el otro pie esperando caer por la fuerza de gravedad (Fuerza que había estudiado varías veces en la escuela) Pero en su lugar una sensación maravillosa me invadió por completo. Al abrir los ojos me encontraba flotando sobre la escoba, maravillada, veía la cara de mis compañeros alegres ¡desearía hacer esto todo el tiempo!
—Muy bien, abajo —los segundos pasaron fugaces ¡Quería más!—. Ahora ascenderán un metro, si se sienten cómodos suban otro ¡Pero no pasen de esa altura!
Al sonar otra vez el silbato, sin dudarlo pateé el suelo, como si estuviese nadando, ese impulso me llevó hacia arriba, el viento cálido golpeaba mi cara, la frescura se paseó en todo mi sistema eliminando así aquel calor proveniente de la adrenalina.
Los segundos pasaban y tenía unas inmensas ganas de, por primera vez mover la escoba hasta otro punto... así sea sólo un poco más a la derecha...
—Muy bien, abajo —sonó el silbato y como si ejerciera una ligera presión involuntaria (esa qué haces cuando estás en un sube y baja) comencé a descender— ¡Excelente! Para el próximo cliclo ya podríamos estar volando un par de metros a la redonda. Para la semana que viene quiero 20 cm de pergamino sobre la clase de hoy.
Parpadeé por un momento, hice mis ojos bizcos para ver sobre mi nariz (lo cual no funcionó), lleve una mano hacia aquel lugar y luego dirigí la vista hacia ella.
—Me acaba de caer agua, Madame —La profesora miró hacia arriba y rápidamente tuvo que dirigir su vista hacia el suelo. No la culpo, de haber sido yo, también me hubiese quemado los ojos.
Los alumnos soltaron unas risitas, de seguro creían que había sido una broma (lo cual no extrañaba a nadie, hacia tanto sol que cualquiera que pensase en una tormenta para aquella tarde sonaría como un lunático).
—4 puntos me... —pero inmediatamente se calló, tal cual balde de agua fría, el olor a tierra mojada comenzó a llegar hasta mis fosas nasales y el sonido de múltiples gotas de hizo presente, al principio sonaban pocas, pero como si se hubiese roto un saco de arroz, en segundos el sonido se comenzó a multiplicar.
—¡Está lloviendo!
—¡Cállate Charles, todos sabemos!
En un apuro todos comenzaron a tratar de correr hacia dentro. En su lugar yo tenía en mente otro plan, en escoba se llegaría más rápido y me mojaría menos.
—Aguarda —ambas gemelas me sostuvieron antes de que hiciera algo tonto, de sus varitas emergieron una especie de paraguas transparentes.
—Yo quiero —dije feliz tras recibir el refugio de ambas— ¿Cuál es el hechizo?
—Un mago jamás revela sus secretos —Zoé me regaló una sonrisa, las gemelas rieron por un momento y luego murmuraron el hechizo en mi odio.
—Ah, está fácil —tras aquellas palabras mágicas y un ligero movimiento de varita, aquel artefacto transparente surgió— ¡Dios mío, que pro! —miré a aquellos niños cayéndose, empujándose y corriendo como salvajes ¿en serio nadie había pensado en siquiera llegar sobre las escobas?
Nosotras íbamos tranquilas, sin ningún apuro, caminando como Dios manda, gozando la conversación.
& • &
—¿Alguna practicó lo de encantamientos?
—Si.
—No.—Contestaron ambas gemelas frente a la chimenea.
—Me confunden —las miré extrañada, sin embargo dirigí mi vista hacia la escalera, de la cual venían bajando un grupo de muchachos.
—Hola, nenas —haciendo pistolitas con los dedos llego una mini-manada de pelirrojos y junto con ella unas cabecitas de diferente color.
Las gemelas los vieron y tal cual los ignoraron devolviendo su vista al fuego.
—¿Qué hay chicos? —los muchachos (quienes habían quedado levemente perturbados) volvieron la vista hacia la chica— ¿A quien harán sufrir hoy?
—A Rose —le mire incrédula al niño que soltó aquellas palabras.
—¿A Rose? ¿Rose Weasley? Es tu prima, carajo —impresionada por la respuesta que me acababa de dar, no pude dejar de mirar a aquel cuarteto.
—Prima, hermana, vecina, desconocida...
—Se lo ganó —James se cruzó de brazos mientras sonreía (especialmente porque interrumpió a su amigo). Yo solo me limité a asentir— ¿Quieres saber porque?
—No, luego me implicarán y...
—¡Claro que quieres saber! —el tomó asiento a un lado de mi— Habíamos hecho un trato, le vi besándose con una persona que no debía —un relámpago retumbó, haciendo que algo dentro de mi se estremeciera—. Le dije que no diría nada, si a cambio me daba las respuestas de un examen ¿pero sabes que?
—No lo hizo —lo miré sorprendida y con una sonrisa ¡Dios mío, que buenos chismes se escuchan aquí!
—¡Exacto! Así que ahora... —James se levantó como alma que lleva al diablo tras esas palabras que salieron de su primo— ¡Yo, Fred II, tomare justicia bajo mi propia mano!
—¿Y que harán?
—En la noche lo sabrás, damisela —aquel grupo se despidió de mano y fueron directo a hacer sus travesuras.
Vi como pasaron aquel portal y dirigí la vista hacia las gemelas, quienes ya se encontraban gateando hasta el sofá. Lucifer se tuvo que hacer a un lado para no ser aplastado.
—Este mes será Halloween —habló una de las gemelas—. Ustedes le llaman "Día de los muertos". ¿no?
—Eso es en Mexico —hice una mueca—. Pero si, le llaman así.
—Ohh... —dijo la otra— ¿Y tú recogías dulces?
—No, jamás lo hice —ellas tenían un extraño brillar en su rostro, el sonrojo comenzó a aparecer en sus pálidos rostros, desde la nariz hasta las mejillas, dejando así en claro sus emociones más tristes—. No, no, no es porque no podía o no me dejaban o alguna cosa que me haya dejado traumas... es que donde me crié principalmente no se celebra. Amenos que sea una que otra fiesta, pero no.
—¿Jamás?
—Jamás —me levante rápidamente del sofá, haciendo que ambas niñas chocaran sus cabezas—. Iré a buscar a alguien...
Tras salir de la sala común y bajar las molestas escaleras, me dirigí a ningún lado, esperaba encontrarme con aquel chico de golpe, como siempre ocurría, pero en su lugar divise a alguien diferente, pero su rostro me alegraba.
—¡Hermana! —me abrazó y comenzamos a caminar juntos— Te estaba buscando ¿qué tal la clase de vuelo? Tenía ganas de que la viésemos juntos, ya tú sae'
—¡Fue demasiado épico! —exclamé feliz llevando mis pequeñas manos en dirección a mi pequeño rostro, y así deslizarlas por mis mejillas, haciendo que mis ojos se estiraran un poco— Chamito yo volé ¡Volé! Fue brutal, mira, nada más ando esperando la siguiente práctica porque la profe dijo que íbamos a volar unos metros ¡chamito, metros! Dios mío va a estar criminal.
—¿Y si lo hiciste bien? —Javier me detuvo y realizó una expresión demasiado analítica, inspeccionaba mi rostro y me tomó por los hombros—, no me mires así, quiero saber si de verdad todo está bien contigo, ningún Spellman ha sido bueno volando, jamás de los jamases —negó varias veces—. Nunca.
—Regla número 2 del código de hermanos —realicé una pausa—. Siempre decir la verdad.
—¡Si te las sabes!
—Si ¿y tú qué sabes? —me miró extrañado mientras yo comenzaba a avanzar— Hace tiempo usaba otro apellido, llegue aquí y me cambian el nombre. Javier, si de verdad pertenezco a los Spellman, necesito saber que influencia...
—Hay un libro —miró hacia ambas direcciones—. Hay un libro de nuestra familia. Ya sabes el linaje y ese tipo de cosas, hay una copia en el ministerio pero el original lo lleva papá.
—Pues bien. Solo es de pedírselo ¿no?
—Esta en la casa Spellman ¡aquí en Londres! Jamás ha salido de ahí, pero si vas para vacaciones de invierno podrás leerlo sin ningún problema.
Entonces me encontré con el problema, tal vez por fuera me veía bastante neutral, pero por dentro iba a colapsar ¡vacaciones de invierno! ¡¿Con ellos?! Me gustaría saber de ese libro si, pero mi madre estaba primero y lo tenía presente— No lo sé, pienso pasar las vacaciones en casa ¿Sabes?
—¡Oh, vamos! Beth la pasará con nosotros, no puede ir a Mexico... ya sabes porque.
—Si, ya se —llevé una mano a mi barbilla, pensando ¡alguna idea extraña se me debía de ocu..! — ¡Lo tengo! —Javier me miró extrañado y con ojos grandes de total incomprensión— Sacarás una copia.
—¿Como dijiste? —levantó ambas manos.
—Por Dios, tendrás casi todo un mes, de seguro podrás sacarle copia ¡papá siempre tiene fotocopiadoras y cosas así en su casa!
—Camila... no estoy seguro ¿y si mejor..?
—... Le decimos a Beth ¡eres el mejor!
—P-pero yo no dije que si lo...
—Por eso eres mi hermano favorito —su rostro se iluminó por completo, las mejillas del niño se sonrojaron ¡que confesión! Esa era una de las cosas más fuertes que le pude haber dicho. La verdad me sentía mal... mi hermana favorita siempre fue y será Beth, pero necesitaba ese favor.
—Cuenta conmigo —miró algo en la pared y se volvió para sonreírme—. Tengo clases ¡sigue contando conmigo aunque deba irme!
—¿Te puedo pedir una cosita más? —me acerque a él— Mete un dedo en mi nariz.
—¡¿Que?! ¡Eso es asqueroso Camila Celeste! —tomé su mano en contra de su voluntad— N-no ¿Qué haces? ¡Suéltame! Déjame ir, déjame ir.
Usando sus dos manos intentó alejarme de él, con una mano ejerciendo presión en mi hombro y otra tratando de huir la escena que se volvió bastante extraña ¡pero era justo lo que quería!
—¿Q-que? —por el pasillo de la derecha un asombrado Albus hizo acto de presencia. Javier me soltó bruscamente y trató de arreglar su uniforme.
—¡Potter! Te estaba invocando —tomé la mochila que se había caído al suelo y emprendí camino hasta el— ¡Gracias, Javi! —mi hermano hizo una cara extraña y ofendido tomó sus cosas y se fue a clases.
—¿Me estabas buscando en la túnica de tu hermano? —Albus siguió a Javier con la vista y no pude evitar soltar una carcajada.
—Siempre nos encontrábamos en situaciones extrañas así que quise probar la teoría —el muchacho me miró incrédulo por unos segundos y poco a poco su expresión se fue suavizando y asintió.
—Si, tiene sentido...
—Quería cuadrar. ¿Qué haremos?
—¿De que?
—De la sección prohi... —no terminé de hablar porque llevó sus dos manos a mi boca impidiendo que continuase.
—¡Shhh! Alguien nos podría escuchar —entonces asentí repetidas veces entendiendo el mensaje—. Ven, sígueme —emprendió la carrera a travez de los grandes pasillos, doblamos unas cuantas esquinas hasta que llegamos a los pasillos que daban con las afueras del colegio.
—¡Albus, espérate! Espérate tantito —llevé mis manos a las rodillas, necesitaba recobrar el aliento—. Está lloviendo demasiado fuerte, aunque utilicemos paraguas el viento nos mojará —salté en mi lugar cuando un relámpago de hizo presente, trayendo consigo más viento del que ya había.
—¿Miedo, Spellman?
—Valoro mi vida, es todo —comenté mientras cerraba mi túnica (no solo por el frío, si no que el viento levanta considerablemente mi falda).
Con una sonrisa traviesa comenzó a correr por uno de los pasillos, vacilé un poco «¿lo sigo o no lo sigo?», pero me di media vuelta y corrí tras el, así estuvimos bajando y subiendo escaleras hasta que llegamos a un lugar que me robaba el aliento.
—Creo que aquí estará bien —tomó mi mano y comenzó a arrastrarme dentro de la gran biblioteca.
—No creo que sea buena idea, Albus... —dije tratando de frenar con mis pies.
Sin pensarlo nos sentó en una de las mesas.
—¿Por qué quieres entrar ahí en primer lugar? Mi padre una vez fue y dice qué hay cosas realmente escalofriantes.
—Bueno... digamos que necesito saber algo —me miró curioso, dando a entender que prosiguiera—. Algo... algo, ¡si!, algo ¿Y a ti que te llama la atención de aquel lugar?
—¡Excelente pregunta! —se inclinó en la mesa para hablar más bajo—No tengo idea.
—¡Vaya!
—Adrenalina, encontrarme a mi mismo —entonces suspiro—. M-mi hermano, el siempre hace las travesuras y demás, yo en cambio soy el tranquilo ¡pero no es así! Yo también quiero sentir la adrenalina, tener mi momento, mi aventura ¿entiendes? Hacer mi historia.
—Suena a que te vas a arrepentir.
Agachó la mirada y desvió su vista hacia otro lado, con pena— No debí decir eso...
Aguante la respiración y me preparé — ¿Sabes? Yo también debo ser honesta contigo, mi sentido del honor me impulsa a hacerlo...
& • &
—Y recuerden "Switch y flisht" —completó con un movimiento de muñeca aquel profesor de baja estatura.
Estaba de pareja con Javier, quien miraba su pluma nervioso, al rededor todos trataban de conjurar aquel hechizo simple.
—No puedo.
—Si puedes, solo hazlo —traté de animarle.
Mi vista se desvió hacia el par de gemelas, quienes nos devolvieron la mirada— No es quien lo haga primero, es quien lo haga mej... —comenzó una
—... Si, no querrás decir mal una palabra y terminar sin lengua —terminó la otra con una sonrisa que intentaba reconfortarnos.
—G-Gracias... —trató de agradecer mi hermano con cierta pista de nerviosismo.
"Wingardium Leviosa" aquella palabra se repetía varias veces en el aula.
—Muy bien niños, sigan así, recuerden decirlo fuerte y claro... ¡Merlín! —En el aula se formó una breve sacudida— Charles ¿qué dijiste?
—Lo siento profesor ¡HIP! Es que ¡HIP! Tengo ¡HIP!-po.
Al parecer Charles y su hipo habían conseguido que, en una confusión de letras un avestruz apareciera sobre su escritorio.
—Bueno, no creo que puedas superar eso —Javier me miró haciendo un puchero—. Es en serio, no lo creo.
Tras varias pruebas de mi hermano, al fin había conseguido que su pluma se moviera varios centímetros— ¡Genial, ahora tú, ahora tu! —comenzó a sacudirme haciéndome reír.
—Está bien, ya basta... vas a hacer que saque el cereal por la nariz —se detuvo y acomodó la pluma frente a mi, con cuidado apunte mi varita; sonriente pronuncié las palabras— ¡Wingardium Leviosa! —Al contrario de lo que creía, la pluma se despegó de la mesa sin titubeos.
—¿Qué esperas? Elévala, Camila—apresuró mi hermano llevo sus dos manos hacia su cabeza, emocionado. Y tal como pidió, moví la varita trazando una línea imaginaria, seguido de eso la pluma se movía hacia dicha dirección.
—¡Muy bien, 5 puntos para Gryffindor!
Al terminar la clase, varios alumnos habían logrado elevar sus plumas, repartiendo así, varios puntos a las diferentes casas.
—Nos vemos en la cena —comentó Javier para dirigirse a la última clase de su día, en cambio, yo había terminado con las mías, así que me dirigí a la sala común con las gemelas.
—Camila ¿terminaste lo de pociones? —Pregunto una de las chicas de Gryffindor.
—Si, claro ¿necesitas comparar respuestas? —pregunté sugerente.
—Sabes que si —al llegar a la sala común le pasé el pergamino, advirtiéndole que debía cambiar las palabras para que no se notara nada, a cambio me pasó lo de vuelo.
En la sala común de Gryffindor se produjo un revoltijo de cosas, de un momento a otro todos se estaban repartiendo tareas y ensayos, algunos de quinto año se encontraban tratando de planificar cómo harían para distribuirse el tiempo con la cuestión de sus "TIMO".
—Apenas van comenzando las clases ¿por qué se preocupan tanto?
—¡Oh! Pobre e inocente Zaki, el año que viene te tocará sufrir... ¡Eliana! ¡¿Donde está mi reporte de runas?!
—¡Hey! ¡Para los interesados! Haremos las pruebas de Quidditch...
—¡Cállate James, bájate de la mesa, estorbas!
—¡No te pongas difícil, Albert! —le señaló amenazadoramente con su dedo índice.
Entre tanto, con mi bolígrafo ya casi terminaba de escribir la clase de vuelo, aplicando los cambios necesarios y colocándole mi nombre al pedazo de pergamino "perfectamente cortado".
—¿Le puedo dibujar los márgenes?
—No. —respondieron tajantes el par que se encontraba frente a mi.
—Oh, que tragedia.
Al terminar devolví algunos pergaminos y recibí los míos, colocándolos dentro de una carpeta los dejé dentro de mi mochila, la cual ya tenía papeles-basura dentro.
—Muy bien James, ya puedes hablar —dijo una chica.
—¡Como decía! Las pruebas para el equipo de nuestra casa serán el Sábado, a las 8am. Buscamos cazadores, como sabrán Lyn se graduó y Archie fue expulsado (también recuerdo que nadie tiene su puesto asegurado en el equipo) ¡Así que! Inténtelo —Entonces bajó de la mesa, dio dos pasos y giró bruscamente para volver a subir—. Menos los de primer año, lo siento chicos, pueden intentar el año que viene ¡Que la suerte esté de su lado!
Al terminar con su aviso todos volvimos a nuestras conversaciones— ¿El partido será este viernes cierto? El de Ravenclaw y Hufflepuff —pregunté hacia nadie en específico.
—En efecto querida dama —una de las cabezas pelirrojas llegó a mi lado—¿Quieres apostar?
—Ñio —me levanté tomando mi mochila. La verdad es que si, deseaba apostar ¿el problema? Es que no sabía mucho del deporte para ese entonces, lo cual me llevó a decir que "no".
—Bueno, pero si te arrepientes ya sabes dónde encontrarme —no, no lo sabía.
—Okis —giró sobre sus talones y un sonido profundo se hizo presente en aquella sala, dejando mudos a todos. "Plaff" la segunda cachetada fue aún peor, creo que incluso el mismo Fred II había quedado tan impresionado que no le dio tiempo de reaccionar lo suficientemente rápido.
—Q-que —al enfocar mi vista en la persona dueña de la mano no me impresione tanto, en realidad era de esperarse, o por lo menos yo lo veía así—. Rose...
—¡Eres un imbecil! ¡Tu y tú conjunto de bestias!
—¡Oye! También somos tu familia Rose —defendió una voz a lo lejos.
—¡No! ¡Son unos idiotas! ¡¿Crees que es gracioso?! ¡He aguantado muchas de sus imprudentes bromas, pero esta pasó la línea..! ¡Borró la linea!
—Rose, amiga, ya...
—¡No, Evangeline! Merecen lo que se merecen, así que llamé a nuestros padres ¡Y quiero que sepan una cosa! Les aseguro que será la ultima vez —dió media vuelta y se alejó por las escaleras hasta su habitación, había tanto silencio que se escuchó el portazo que profirió al entrar en ella.
—Evangeline... creo que olvidé algo en si, ya sabes.
Como si hubiese algún tipo de gas, todos se fueron de la sala, poniendo excusas o simplemente se iban sin decir nada, así fue hasta que quedamos unos pocos (por decir que estaba la familia no-feliz y unas dos cabezas mas curiosas).
—Se que no me incumbe, pero...
—Si, Charles, no te incumbe —Fred se alejó con una mano sobre su mejilla, dejando así finalizada la conversación.
—Les dije que debíamos ponerle tinte en el shampoo...
Se terminaron de alejar dejándome bien molesta, ¡rayos, yo quería saber!
—Camila, tus turbios intereses te traerán problemas.
—No sabes nada Eva...
—Soy Zoé.
—Si, eso, lo siento —exhalé molesta cuanto otro trueno hizo retumbar el cielo.
El clima. Aún cerca de la chimenea era frío y no solo por la temperatura, aquella discusión había traído discordia a nuestra aura de felicidad. Sin embargo, por alguna razón esa sensación era reconfortante y aún más teniendo a ese gato conmigo ronroneando.
Susurros...
Mis pies cubiertos por medias se encontraban en un lugar frío, donde la madera crujía...
Susurros...
Más allá de los barrotes, una figura femenina con cabello enmarañado pasaba, dejando detrás de ella un golpe...
Susurros...
De la estantería había caído un libro, un libro grueso de cubierta blanca como el marfil...
Susurros...
En medio de la mesa inalcanzable, aquel libro me llamaba, la pálida luz que le alumbraba no era lo suficientemente fuerte para poder discernir que decía en la portada...
Susurros...
Comencé a caminar hasta la reja, a cada paso el frío disminuía, dejándome una sensación reconfortante...
Susurros..."Camila"
La reja rechinó, dando a entender que tenía la posibilidad de abrirla...
"Camila"
El llamado de mi nombre se hacía cada vez más presente, dejando de lado todo aquel frío que sentía, comencé a estirar mis manos hacia la reja de bisagras oxidadas...
"¡Camila!"
Pero así como el frío se desvaneció, el calor insoportable se comenzó a apoderarse de aquella mano que estiraba, siendo aplicada la tercera ley de Newton; traté de apartar mi mano, sin embargo, al hacerlo algo comenzó a empujarme hacia la reja, dejándome cada vez más cerca de aquel calor...
"¡Spellman!"
—¡MEWWWWW! —Salté en mi lugar mientras algo tiraba de mi brazo, lejos de aquellas brazas.
—¿Enloqueciste Spellman? Pudiste haberte quemado. Si no hubiese sido porque tú gato tomó mi... —dudó por un momento y luego apretó aquel pergamino viejo contra su pecho— mi tarea, te habrías vuelto parrilla.
—Gracias —me senté apartando mi brazo de su agarre—. De todas formas, habría sido la parrilla más deliciosa que jamás hubieses probado —con una sonrisa de lado me ayudo a levantarme, antes de que el muchacho volviera por donde vino, le detuve—. James —giró dando a entender que prosiguiera— ¿Cómo sabias que era mi gato?
—Es el único gato negro de la torre.
—Oye, gracias, en serio... no quería ser parrilla, eso era jugando.
Con una carcajada me dio a entender que todo estaba bien, asintió y se inclinó— Es un gran honor para mi salvar a las damiselas de ser parrilla. Siempre que lo necesite.
Esta vez fue mi turno de reír, tome al gato en brazo y me aleje escaleras arriba, sin lugar a dudas, de verdad, agradecía no ser una cena de Octubre.
Al pasar por uno de los ventanales, pude ver como aquella lluvia seguía cayendo, parecía no acabar nunca, entonces pensé lo mal que debían estar en la casa de Hufflepuff y Ravenclaw si aquella lluvia no comenzaba a parar para antes del viernes.
~¥~¥~¥~¥~¥~¥~
No se ustedes, pero me encantan los capítulos largos.
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