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2. Y soy rebelde

Al final solo leí tres líneas y me lancé sobre la cama, en una posición un tanto extraña debido a que no quité nada de lo que yacía sobre ella.

A la mañana siguiente amanecí con dolor de piernas, pero culpar públicamente a los merodeadores soñaría extraño (muy extraño) así decidí quedarme callada y aguantar el dolor, como buena mujer independiente que soy.

Ese mismo día se celebraría el partido de Gryffindor contra Slytherin ¿es importante? No lo sé, pero desde que bajé olía a hormonas adolescentes, la sala común se encontraba ajetreada de estudiantes haciendo apuestas y compartiendo sus expectativas para aquel día.

—¡Camila! Por tu culpa me duelen la piernas —Frank gritó desde algún lugar proveniente de la sala común, por mi parte logré escabullirme (gracias señor por hacerme enana) y salir de aquel terrible lugar. Lo último que escuché fueron las risas y los comentarios morbosos debido al grito del merodeador.

Avance por el pasillo y me detuve al ver las escaleras... en serio no quería bajarlas.

—¡Camy! —Scorpius se encontraba por el lugar con un hurón siguiéndole cerca de sus pies.

—¡Scorpius! —le sonreí feliz, el se acercó a mi y abrió los brazos, en respuesta me encogí en mi lugar tratando de poner resistencia al acto que no se había cometido— ¡Scorpius imbecil, aleja tu cuerpo de mi!

—¿Pe-pero por qué? —bajó sus brazos y metió las manos en sus bolsillos—. Creí que los latinos se la pasaban abrazando a la gente —murmuró, haciendo que el pequeño animal se alejara de él y fuera a oler mis zapatos.

—Eh, si —acepté sin dejar de ver a hurón—, pero yo no —miré al platinado—, no me gusta el contacto físico con chicos... —lanzó una mirada de "asco" con la nariz fruncida como si le hubiese llegado un mal olor—... me da ansiedad —un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciendo que me sacudiera levemente.

—Claro —Deshizo la mueca de desagrado y contempló al animal que se alejó de mi espacio personal.

—¿Es tuyo?

—No —negó mirándome—. Es de Al ¿le has visto? Lo he estado buscando en lo que va de mañana, encontré a su mascota —señaló al animal— merodeando por ahí, creí que lo querría de vuelta.

—Creí que Albus tenía una lechuza —llevé mis dedos hasta la barbilla acariciando una barba invisible.

—¿Por qué creerías algo como eso?

—No lo se... ¿una corazonada tal vez? En fin, no lo he visto, pero también me interesa encontrarlo, si lo ves...

—Te avisaré. Ahora debo ir a clases.

—Si, yo igual ¡que tengas un excelente día! —en ese momento Scorpius abrió la boca para decir algo más pero la puerta de la sala común se abrió.

—¡Oh!, Scor...

Pero el joven Malfoy se encontraba en medio de sus palabras y no se detuvo bajo ninguna circunstancia— ¿No quieres un abrazo de despedida? —se rió en su lugar.

—Ay, ya cállate cara de leche en polvo.

—... pius ¿de qué hablan? —Rose (quien había salido de la sala común) se acercó a nosotros ¿tu crees que me saludó? No, se fue a parar junto al de cabellos platinados.

tóxica... canturrie en mi lugar.

—Voy tarde a clases —le miró unos segundos—. ¿Vienes conmigo?

—¡Claro! —lo sujetó del brazo y me sonrió— Oh, hola Spellman ¿todo bien? Mis primos han hecho todo un alboroto por tu culpa. Es increíble.

—Ah, si —extrañada me encogí de hombros, el hurón olfateó los zapatos de Rose y en cuestión de segundos se alejó de la "pareja" de "amigos" y se acercó a mi lugar—. Los muy idiotas trataron de... —una sonrisa apareció en mi rostro recordando el momento— hacerme una broma y...

—¡De seguro es una historia buenísima! —saltó emocionada en su lugar— Pero vamos tarde, deseo escucharla luego ¿no hay problema?

«¡¿Cómo que no hay problema?!»

No, tranquila —seguí sonriendo—. Luego les contaré. Adiós —me despedí y les pasé a un lado, volteé por unos instantes y vi que Rose llevaba puesto un cartel con brillantina que cambiaba de color que ponía: "Abre mi mochila".

Por un momento separé los labios para advertirle, pero algo obscuro dentro de mi lo evitó, me quedé callada y volteé. Ese día me sentí mala, rebelde sin causa, la oveja negra de todo el rebaño. Y con esa actitud seguí mi día.

Me trajo problemas.

—¡Camy! Mira, tengo un cupón que saqué del periódico.

Me senté en la mesa de Hufflepuff esa mañana, miré el cupón que Javier me mostraba con entusiasmo— ¿Cómo haces para que todo te salga tan bien?

—Es un don —asintió alegre sirviéndose más cereal de colores (de aquellos que contienen grandes cantidades de azúcar)—. Alexander (el microbio), me ha mandado una carta diciendo que nos extraña ¡ya escribe mejor! Eh, papá dice que desea que pasemos navidad con el ¿te conté lo que ocurrió el diciembre pasado? Fue épico...

Hablaba tan rápido que me hizo servir el desayuno casi tan rápido como sus palabras, cuando me descuidé tostando el pan con un hechizo, Javier ya me hablaba sobre el día en el que la tía Elizabeth obligó a Bella a ponerse un vestido de vieja, luego de tostar el pan lo miré y pausó unos milisegundos—... por cierto ¿por qué traes un hurón contigo?

—¿Qué? —giré y aún lado de mi, en la banca se encontraba el animal mirando los alimentos con deseo— ¡Conchale vale! No es mío —mis manos comenzaron a sudar ¡caro que no era mío!, giré bruscamente buscando a Albus en la mesa de Slytherin pero todo para ese lado era un alboroto con lo del partido, no podía ver casi nada— Es de Albus, debo regresarlo.

—Deberías, pero termina de comer. Me tienes nervioso —le miré incrédula ¿yo lo tenía nervioso a él?—. No mames Camila, el desayuno es la comida más importante del día.

No terminé de comer, ese día estaba rebelde.

Me levanté dispuesta a ir a la mesa de Slytherin pero al pasar por el área de Gryffindor con el hurón siguiendo mis pasos lo dudé ¿qué dirían? Me llamarían de traidora o algo así.

Mire hacia abajo y el hurón tenía sus ojitos brillosos— ¿Quieres que te cargue? —el animalito alzó sus patas hacia mi, lo recogí del suelo y lo abracé a mi cuerpo ¡ERA TAN SUAVE! Me concentré y caminé a la mesa del equipo serpiente.

Al acercarme lo suficiente pude notar el cabello de Albus en una de las bancas, las personas abrieron paso al saber que era yo y llegué hasta su lugar— Hola —saludé alegre, el chico levantó la vista de su plato un tanto confundido, al notar al hurón en mis brazos se levantó de su lugar, volteó a ambas direcciones no sabiendo por donde pasar, así que se agachó y atravesó el campo de batalla por debajo de la mesa, me hice a un lado y cuando salió acomodó su uniforme.

Pasó la mano por su cabello y me sonrió alegre (es un detalle muy necesario de escribir)— ¡Camy! ¿dónde lo encontraste? Estaba preocupado.

—Bueno, Scor lo encontró primero y lo llevaba consigo —le conté lo que ocurrió y rodó los ojos en la parte de Rose-tóxica—... y terminó siguiéndome a mi ¿no le agrada Rose o algo así? A pesar de todo resulta una persona... un tanto simpática.

Llevo su mano tras su nuca, y pude notar el nerviosismo en sus dedos— Eh, preferiría no decirlo, pero...

Le fui a pasar al hurón cuando escuché un grito proveniente los leones— ¡Spellman, vas a terminar apestando a cañerías!

Le terminé de dar el hurón a Albus y me gire en dirección de mi compañero de casa, Albert, quien nunca puede mantener la boca cerrada— Toma al hurón —levanté los brazos para responderle— ¡¿Quieres que te vuelva a golpear la cara de albóndiga que tienes, Thompson?!

En las mesas un colectivo "uhhhh" se escuchó por parte de los estudiantes, Albert se levantó de su asiento con aires de enfrentamiento, pero ese día yo ¡estaba descontrolada!

—¡Quisiera verlo, Pocahontas!

—Claro que lo vas a ver —coloqué ambas manos en mis caderas— ¡Pero con mi pie en tu trasero!

—¡Suficiente! Este comportamiento es inaceptable. Los dos, fuera —el regordete profesor de pociones nos sacó les gran comedor y nos dejó una advertencia sobre nuestro "deshonroso" comportamiento.

En lo personal me sentí bien dejando en ridiculo a Albert en público. El profesor nos obligó a disculparnos para así poder dejarnos ir en paz, debido a que ese día se celebraría el partido y si nos castigaban el "jovencito" no podría jugar.

Murmuramos una disculpas completamente falsas, dejamos nuestro orgullo por el bien común, al final el profesor se fue y pude observar como mis amiguitos venían hacia mi.

—¿Por qué me odias tanto? —exigí saber mirándole con pena.

—Yo no te odio —se cruzó de brazos y se dio la vuelta—. Me das asco.

Adelantó su paso, yo mire hacia los lados asegurándome de que no hubiese nadie (por lo menos un profesor responsable) Tomé mi varita y murmuré "traga caracoles".

El efecto fue de inmediato, el chico se inclinó y corrió hacia una dirección que conocía a la perfección, los baños.

—¿Ahora quien da asco? Cara de carretera...

—Camy —Albus corrió a mi— ¿lo hechizaste?—Riendo llegó hasta donde me encontraba.

—¡Por Merlin! Eso fue genial, para la próxima yo lo sujeto y tú lo golpeas.

—Que brusca eres, Natalia —le reprochó su compañero de casa.

—¿Qué hechizo le lanzaste?

—"Traga caracoles" —le contesté a la gemelas— Jamás lo había usado, pero es bastante efectivo —tomé mi varita y la soplé, un ligero humo brilloso salió desprendido.

Hermana, eso fue muy irresponsable de tu parte Javier llegó con un tazón de frootloops sin leche— ¿Y si te hubiese pasado algo? El código de...

No se lo digas a papá —le interrumpí sin pensar—. Si quieres a Bella, pero a papá no.

—Trató hecho.

—Camy —Albus me llamó y giramos en su dirección—. Gracias, por cuidar del hurón.

—No es nada, es un buen compañero —solté un alegre golpee en su hombro.

—¡Si, es fabuloso! Suelo contarle todo, incluso parece entender.

—¿Se supone que eso es normal? —Natalia se metió en la conversación mirando al animal.

El camino a las distintas clases de esa mañana consistió en hacernos compañía mutuamente hasta que nuestros caminos se separaron, Albus dejó que hurón (cuyo nombre desconozco) fuese hasta la sala común.

En lo personal las clases estuvieron aburridas, ya quería que fuese el juego para poder dejar todo a un lado, no estaba segura de ir, lo de la ultima vez aun me tenia un tanto traumada, inconscientemente lleve una de mis manos hasta la venda que cubría la marca que llevaría conmigo un buen tiempo.

La bruja no había fastidiado más desde que el libro llegó a mis dominios, tal vez planeaba algo o solo quería que lo "leyese", pero me daba tanta fiaca tener que leer todo.

&•&

—¿No irás? Me decepcionas Spellman, me hieres. Pensé que teníamos algo especial —James se llevó una mano al pecho ofendido.

Me reí ante su comentario, dificultando mi actuación de víctima— Luego del suceso anterior yo no estoy segura de que quiera volver a ir a un estadio nunca más. Lo cual es triste porque el deporte comienza a gustarme bastante.

—¿El deporte o los jugadores? —levantó y bajo las cejas consecutivamente.

—Estupido —le lancé un cojín pero se agachó y le terminó cayendo a Rose, lo cual hizo que saltara en mi lugar—. ¡Ay no mames, perdón! Yo no...

Pero la chica levantó la mano deteniéndome mientras las risa de Potter de escucha de fondo— Esta bien, no te preocupes, igual hoy recibiré muchos golpes —ajustó su coleta.

—¿Estás segura? —aún incomoda me levanté para ir hacia ella, pero James le coloco una mano en el hombro.

—Fue la mejor en las pruebas, le tenemos bastante fe.

—Bueno, andando ¡estoy tan emocionada! —la chica apresuró el paso arrastrando a su primo.

—¡Ganaremos Spellman, ya lo verás! Te contaremos todo con lujo y detalle —ya iba pasando la puerta— ¡Para que olvides tu trauma! —ya no se veía y el cuadro cerró, corrí escaleras arriba hasta la habitación donde no había nadie más que el gato.

—Ya se fueron, saca todo.

Lucifer se metió en su guarida y en breves momentos logró sacar el mapa, el libro y una barra de cereal. Abrimos todo sobre la cama, le di una parte de la barra para que disfrutara conmigo, sabiamente la devoró.

Aprovechando que nadie estuviera abrimos el mapa para asegurarnos que nadie viene de sorpresa a tratar de buscarme (como muchos hicieron en el transcurso del día), a la vez me sentía triste de no poder ir... pero mis nervios eran más fuertes que yo.

Animada abrí el gran libro de cubierta semejante al mármol, pero que pesaba lo mismo que un lápiz, la página marcada mostraba todas las palabras que habían salido el otro día. Inmediatamente la flojera se apoderó de mi al ver la cantidad de puntos, subpuntos, corchetes, citas y demás.

—Miau.

—Si ya se que debo hacerlo —me dejé caer de espaldas sobre la almohada.

—Miau —el gato colocó su pata en mi nariz.

—Eres tan adorable —repuse fuerzas y me levante tomando al gato en contra de su voluntad y lo abracé— ¿Quién es el gatito más bonito de todo el mundo? —le hablé con voz fina, sin embargo Lucifer no se resistió ante mi momento de amor—. ¡Tu eres lo más bonito!

Lucifer movió la cola y me miró con sus ojitos verdes brillantes, haciendo que le diera un montón de besitos y lo abrazara, para mi sorpresa el animal comenzó a ronronear.

¡Ja! Ya sabía yo que el gato también tenía su instinto de mascota normal. Admito que utilice el momento para evadir mi tarea, pero también deseaba disfrutar del tiempo con mi mascota. Mire la ventana ansiosa, dentro de poco debía recibir la respuesta de mi madre ¡que emoción! Cuanto la extrañaba, desearía que estuviera más cerca.

Mis ojos comenzaron a picar y mi nariz a doler, tuve que tragar grueso y por primera vez el libro pareció interesante, así que me dispuse a leerlo para concentrar mi mente en cualquier otra cosa menos en el tema familiar.


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