2. Infalible
Llamamos a nuestro plan: "plan infalible"... básicamente porque habíamos contado todos los escenarios posibles (considerando la fortuna de cada uno, el horóscopo, la luna y de más).
—Espera —me detuvo Javier— ¿entonces Albert era mago y Robert no lo sabía? —mientras caminábamos por el pasillo, el hacia conteos en ciertos momentos.
—Si lo sabía. La familia de Robert era de magos... pero Robert era un squib. —dije mientras miraba el techo.
—¡¿Y aún así decidió matar a todas las brujas?!
—No —miré por uno de los ventanales el patio exterior—, eso fue un arranque de celos por la relación que Hally guardaba con Magna.
—¡Permiso! —Albus pasó corriendo con un paquete en las manos. Sin embargo lo ignoramos.
—Ajá... ¿y entonces Albert Thompson es descendiente de Albert Castañeda?
—Si, pero no lleva su apellido porque en su rama familiar se perdió cuando Albert tuvo solo hijas... quienes debieron tomar los apellidos de sus esposos y colocárselos a sus hijos.
—Entonces... ¿su enemistad es el estado natural entre las dos familias?
Me enfoqué en mirar las paredes donde estaban las puertas— Más o menos. El problema es que Magna pensó que Albert los abandonó, y Albert pensó que ella era una malagradecida. Así que se maldijeron mutuamente en secreto.
—¿Entonces posiblemente el día en el que "salvaste" a Albert de la pelea...?
—¿Se haya levantado la maldicion y por eso Magna apareció? No lo sé.
—Bueno, ya sabemos de dónde proviene tanta mala suerte en la familia.
Asentí estando de acuerdo mientras salíamos al patio.
& • &
—Ya me ha castigado el profesor a mi también —señaló Natalia.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Amanda.
—Que donde había comprado ese par de medias que cargaba puesto.
Entonces hubo un minuto de silencio hasta que Albus habló— Pero, el no tiene medias.
—Si, y por eso me castigó para hoy en la noche ¿no es fascinante?, estoy a un paso más cerca de alejarlo para siempre —se quedó mirando el pasto y luego frunció las cejas—, desgraciado.
Asentimos (mas que todo para no llevarle la contraria y que nos golpeara con algo).
& • &
—Aquí dibujé el mapa —dijo Albus colocando el papel sobre la mesa—. Luego de que reconstruyeron el castillo decidieron poner algunos ductos de ventilación.
—No los vi hoy —agregué.
—No los viste porque están camuflados con magia —señaló un punto en el mapa—. Por suerte, hay una entrada por las mazmorras.
—Pobre de aquel enano que le toque meterse ahí —bufó Javier con una sonrisa. Entonces los varios que estábamos en la mesa dirigieron su mirada hasta a mi— No.
—No.
—¿Oh, en serio? ¿y quien más podría? Javier y yo estamos castigados, aparte de que el muy cobarde tiene claustrofobia —dijo Natalia reclinándose en su asiento.
—No hay más opciones.
—¿Y las gemelas? —pregunté.
—Sabes que no se separan y es una misión de uno.
Me crucé de brazos y los miré de reojo— Bien, pero si aparece una cucaracha, tengan por seguro que dejo que les borren la memoria.
—Bien.
& • &
—Ayúdame.
—Voy.
Albus juntó sus manos y me sirvieron de apoyo para llegar hasta la rejilla, cuando entré al obscuro lugar asomé la cabeza y le vi desde el agujero, levantando el dedo gordo.
—Todo bien.
Potter asintió y se fue corriendo, cerré la rejilla y saqué mi varita.
—Lumus.
Comencé a gatear por el lugar, al primer crucé tuve que sacar el mapa para guiarme, de vez en cuando miraba mi reloj... esta mañana ya había hecho el recorrido con Javier (solo que caminando), si tenía suerte estaría más que a tiempo.
No era muy interesante, lo único curioso es que aveces veía salones o pasillos pero nadie me veía a mi (porque las rejillas estaban camufladas con magia, evidentemente). Mis rodillas comenzaban a doler, vale... esto no lo habíamos contado. Las peor parte era cuando tocaba subir, pero nada que un salto y fuerza de voluntad no pudieran lograr.
—¿Cómo la estarán pasando los demás?
Seguí avanzando, podía sentir como mis rodillas pedían un poco de piedad y las palmas de mis manos se unían a su protesta. Me dolían mucho, ya en algunas elevaciones tenía problemas para levantarme... y la fuerza de voluntad parecía fallarme.
Cuando estuve a punto de parar miré el reloj, ya casi era la hora. Miré el mapa y no faltaba casi nada... y de todas formas si me rendía nadie podría sacarme de ahí, no desvelaríamos el misterio y nada habrá valido la pena... luego de horas trabajando ayer.
—¡Al fin! —exclamé al llegar en la rejilla correcta.
Desde arriba podía ver al profesor y a varios estudiantes. Aproveché el momento y me acoste boca abajo relajando mis piernas, me apoyé en mis brazos cruzados para seguir mirando.
En el aula no estaban haciendo mucho, solo limpiaban y el profesor veía desde el escritorio a los chicos trabajar. Con los "chicos" me refiero a Javier, Natalia y a Amanda.
¿Amanda? Te preguntaras.
Si, Amanda. Era un factor importantísimo. Miré por la puerta había un canal que llevaba hasta esa dirección, quise suspirar pero temía hacer algún ruido inoportuno. Aún con poca fuerza caminé en esa dirección, cuando llegué a la rejilla del pasillo (que fueron unos dos o tres metros).
Tomé un papelito y lo arrojé por ahí, a las gemelas les cayó en la cabeza. Zoé se sobresaltó pero Eva lo tomó. Ambas miraron hacia arriba... se veían incómodas ¿pero quien no? Yo misma había pasado ahí por la mañana y no vi nada fuera de lo normal.
Volví a mi lugar y seguí observando.
Observar.
Que interesante es observar.
Anteriormente había dicho que soy la fan número uno del chisme. Pero no estaban haciendo nada fuera de lo normal... solo limpiaban.
A Javier le tocó la vitrina (lo compadecía), según el diario a mi también me había tocado y hay muchos objetos ahí dentro.
La noche llegó a su punto y yo ya estaba sentada... no pasaba nada ¿por qué? Ya los chicos había terminado... ¿esperaría al final?
Oh...
Los muchachos recogieron y el profesor los mandó a salir. ¡Vaya! Bueno, según lo había escrito a mi tampoco me debió haber borrado la memoria esa noche... inclusive en una oportunidad lo sorprendí siendo regañado por la directora en un aula de clases. Lo cual me puso nerviosa.
Recuerdo que intenté saludarlo y terminé diciendo "bolas", el me había respondido el saludo.
Luego nos separamos y yo... ¿qué hice?
Intenté recordar más atrás de ese día pero fragmentos comenzaron a faltar.
Mis músculos se tensaron y rápidamente miré por la rejilla. El profesor estaba saliendo del aula. Mis ojos se abrieron como platos y corrí/gatee hasta la rejilla del pasillo.
Entonces pude observar como se despedían y partían en distintas direcciones... pero el profesor solo se alejó dos pasos y volteó sacando la varita.
¡Piensa! ¡Rápido!
Abrí mi túnica y saqué el pequeño paquete que Albus llevaba corriendo en la mañana, al abrirlo comencé a temblar y el calor en la ventilación comenzó a ser sofocante.
¡Me había puesto nerviosa!
Aún temblando saqué una de las pequeñas bolitas circulares "tick tock". Pero mientras le presioné al botón para lanzársela me apoyé (accidentalmente) en la rejilla.
Lamentablemente caí desde el techo ¡Por suerte! (o tal vez mala), casi detrás del profesor.
Se escuchó el tremendo estruendo de la lata caer al suelo y posteriormente un saco de carne y huesos con forma humana. El saco era yo.
—¡Ay! —exclamé cuando caí y me golpe mi bracito.
—¡¿Qu-ué?!
El profesor no pudo terminar de asimilar la situación cuando segundos después la pequeña caja llena de bolitas-cronómetro cayó también. Si no es para más escuché como se activaron (si, escuché. Estaba muy ocupada retorciéndome de dolor como para mirar).
—¡Camila! —Javier vino corriendo a mi, lo sentí a mi lado, abrí uno de mis ojitos pero aún veía borroso.
—B-bro...
—¡Profesor Crull! ¡Baje la varita en este mismo instante!
—Directora —escuché su vos en blanco.
—¡¿Qué cree que está haciendo?!
Yo seguía abrazándome a mi misma. Me dolía todo ¡Dios! Tal vez era lo más cercano a un crucio que jamás sentiría.
Lo triste es que en ese momento donde la profesora peleaba y exigía una explicación las pequeñas bolitas estallaron en confetis y se desvanecieron.
—¿Qué?
—El profesor Crull intentaba borrarle la memoria, directora. —habló Amanda.
—Esa es una acusación muy severa —dirigió su vista al profesor—, ¿Por qué haría algo como eso?
—Hay algo en sus vitrinas.
—¡Ay! Que susto —exclamó la directora cuando las gemelas hablaron sin previo aviso.
—Directora, son solo estudiantes —suspiró calmado—. ¿Pone su testimonio por sobre el mío?
—¿Por qué hay una estudiante en el suelo? —señaló—, la situación habla mucho por sí misma. Profesor.
—Intentó atacarla cuando ella quiso preguntar porque le apuntaba a su hermano, yo lo vi,es un malnacido. Despídalo —dijo Natalia con evidente desprecio en su voz.
—Profesor Crull... —llamó en tono de advertencia la directora.
—¡Desmaius! —soltó el profesor.
Pero la directora regordeta pareció devolverle un hechizo que si tuvo efecto. Aparentemente elevó al profesor por los aires.
—Ustedes —dijo la directora refiriéndose a nosotros—, vengan a mi despacho... menos usted —no la vi, pero sabía que se refería a mi—. Alguno debe llevarla a la enfermería.
—¡Yo lo haré!
—¡Pues yo también! —Javier le alzó la voz en cuanto Albus llegó.
La voz de Albus llegó a mis oídos como si se tratara del canto de un ángel que se apiadó de mi alma. Agradecida con Diosito tomé fuerzas y me senté (obviamente recibiendo la ayuda de mi hermano y la de Potter).
—Luego iré a su despacho, directora —habló mi hermano antes de partir.
En el camino solo iba soltando quejidos mientras ellos trataban de seguirme el paso (lo cual era un tanto complicado porque estaba entre caminar lento y aún más lento).
Sentía que dentro de mi tronco todo se movía sin ningún tipo de cinturón de seguridad. Sentía que llevaba una sopa dentro de una bolsa, cada paso era más tortuoso y sentía que en cualquier momento todo se iba a salir.
—Ya casi llegamos. Por favor no te desmayes todavía —dijo alguno de los dos.
Quise responder pero estaba muy ocupada tratando de caminar, jamás me había desmayado y esta no iba a ser la primera vez ¡no, señor! Yo tenía el control sobre mi cuerpo y las películas de barbie me enseñaron a que no necesitaba de nadie más (salvo yo) para cumplir mis objetivos.
En este caso mi objetivo principal era llegar a la enfermería... pero recibir ayuda de mi hermano y mi amigo no significaba que fuera dependiente ¡no! Solo era un empujoncito.
—¡Enfermera Patty! —gritó Albus al llegar.
—¡Ay! Por Morgana.
—M-ma-g...
—No hables. Acuéstenla...
Todo se veía borroso para mi, solo sentí un pinchazo y como el dolor iba medio disminuyendo... juraba que me había hecho beber algo que no estaba segura. Luego me dormí.
No me quería dormir, tenía miedo de no despertar después... entonces volví a esa sensación de ser un pepinillo, un pepinillo que flotaba en algún lugar, tranquilo y en su espacio. Javier también lo había descrito pero supongo que el asunto del pepinillo es muy emocional.
& • &
—... Le explicamos lo que había sucedido, la directora nos regañó por tomar el asunto en nuestras propias manos. Que antes tuvimos que haber hablado con un profesor y blah, blah, blah... —hablaba Natalia con voz cansada.
—Descubrieron que en profesor tenía objetos en su vitrina que requerían licencia (la cual el no poseía). Así que le borraba la memoria a los alumnos para que no dijesen nada... aunque no supieran que eran cosas ilegales —dijo Amanda terminando el relato.
—¿Y lo despidieron? —hablé con voz ronca.
—Si, y gracia a Natalia tal vez se gane un tiempo es Azkaban —Javier apoyó su codo en mi cama cuando hubo terminado de hablar.
—Es un desgraciado. Se lo tiene merecido —defendió Nott.
—Por lo menos las gemelas buscaron a la directora a tiempo —dijo Albus.
—No es nada —hablaron—. ¿Qué tal tus costillas?
—La enfermera me ha estado atendiendo de lo mejor —dije alegre—, en unos días ya estaré como nueva.
—fascinante.
•
Ya se va a terminar ;(
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