19. Entonces...
—¡No te creo! —le exclamé feliz a Javier mientras comparaba su horario con el mío.
—Pues créelo, seré tu fastidioso compañero —se llevó otro trozo de pan con mermelada a la boca, entonces solté una risita— ¿Qué?
—Pensé que preferías el pan con jamón y queso —le saqué en tono de burla mientras le señalaba su desayuno y después el mío.
—Cállate —acusó apartando su mirada de la mía.
—Cállame —le rete, y en lugar de conseguir que se riera, metió el dedo índice y pulgar en su copa con agua, y al sacarlos me chispeó en la cara.
—Uish, menos mal y no eres morocho —entonces me concentré en comer mi pan.
Al terminar mi desayuno, caminé con mi hermano hasta el salón de pociones ¿cómo sabía donde quedaba? En realidad no tenia ni idea, pero los prefectos llevaron a los de primer año a sus primeras clases.
—Estas son las mazmorras, el salón de pociones ha estado en esta área desde que Severus Snape daba clases —explicó—, se pensó mudarla hasta otra área... mas iluminada —cruzamos a la izquierda por el pasillo—. De todas formas no se hizo, debido a que lo dejaron como una especie de tributo.
Al llegar a la puerta indicada (que era un poco diferente a las demás) el prefecto nos dejó, con la condición de que volvería otro en su lugar para llevarnos a nuestra siguiente clase.
Tomé asiento junto a Javier en el area del medio (no muy al frente para no parecer desesperados, no muy atrás para poder prestar atención a la clase y lo suficientemente cerca para ver la pizarra debido a la miopía de mi hermano).
—Hola alumnos, bienvenidos a la primera clase de pociones —exclamó un señor bastante bajito (como de mi altura) y con una gran personalidad (seré sincera, estaba gordito)—. Saquen sus plumas y prepárense para es-cri-bir —Nos regaló una sonrisa y se volteó a la pizarra.
De mi mochila, saqué un portaminas y una libreta (con flores cerradas, cabe destacar), yo bien feliz creyendo que todo es normal, abrí la libreta en la primera página y coloqué la parte del frente por debajo, así sería más cómodo.
Bien, aquí estaba yo creyendo que todo era común y corriente, pero cuando levante la mirada medio salón estaba viendo curioso, entonces me fijé y vi que todos tenían pergaminos y plumas, una sensación extraña me invadió... como una especie de escalofrío que me dejó las manos heladas y la garganta con un mal sabor así que inconscientemente me removí incómoda en mi asiento.
—Bien —el profesor dió un fuerte aplauso e hizo que todos diéramos un pequeño brinco en nuestros asientos—. Mi nombre es "Philip" pero ustedes, queridos deberán llamarme "Profesor Philip" —sujetó su varita con ambas manos y sonrió—. Comenzaremos con lo básico ¿Alguien me puede decir donde encontrar el estómago de una cabra?
Entonces no pude evitar fruncir el entrecejo y apretar los labios— Perdón muchachos —soltó un suspiro—. La pregunta era donde se puede conseguir un bezoar —algunas risitas surgieron del salón (incluyendo la mía)— ¿Pero quien sabe cuál es su utilidad?
En tono sugerente soltó aquella interrogante. Mire hacia ambos lados esperando a que alguien levantase la mano, pero todos veían más interesantes aquellos pergaminos y tinteros. Así que la levante yo ¡más de 7 libros! Y mas de 7 películas. De algo me habrá servido.
—¿Y bien señorita...?
—Gus... —pero rápidamente me corregí— Spellman, Camila Spellman —con un asentimiento de su parte y la mirada de todos encima (la mayoría creyendo que me equivocaría, esas sonrisas de odiosidad las podía distinguir ¡Ja! Me las han dirigido tantas veces pero... Camila nunca se equivoca)—. El bezoar funciona como un antídoto para la mayoría de los venenos.
—¡Perfecto, 5 puntos para Gryffindor! —es que soy yo en la pista ¡Di-ví-na!— Como dijo su compañera "antídoto para venenos" ¡Y Justo hablando de eso! Hoy exploraremos los tipos de ve-ne-nos... —saltaba el profesor sonriente.
Más tarde (al acabar la clase) el profesor nos dejó "20 centímetros de pergamino" donde debíamos escribir los primeros antídotos creados ¿difícil? No tenía ni idea, jamás había escrito en un pergamino, pero tengo una fantástica idea que estaba decidía a poner aprueba esta misma tarde.
El resto de la mañana no fue muy interesante que digamos, la clase de "historia de la magia" no fue la mejor asignatura del día, salvo por los escalofríos que me recorrían de vez en cuando. La particularidad de esta clase era el profesor ¿por qué? Sencillo ¡Es un pinche fantasma! Al principio los escalofríos eran incontrolables pero servían para que siguiera despierta, su voz monótona y dormida, el tipo de palabras que usaba y el tema que estaba dando simplemente daban ganas de lanzar la silla por la venta y posteriormente saltar también.
—... Y así fue como los duendes perdieron la primera batalla —Entonces el pequeño sonido del reloj aviso que la clase había acabado— ... os veré en la próxima clase (si no mueren)... y no olvidéis traer vuestro... ejemplar —la verdad no tenía idea si continuó hablando o no, solo se que al terminar esa oración yo estaba fuera del salón.
Las gemelas apresuraron el paso hasta quedar a mi lado— Pensé que jamás terminaría —les comenté mientras me estiraba.
—Estuvo interesante —comentó Zoé desde el lado derecho (caminaba de espaldas) viendo hacia la puerta de la cual había salido
—Si, interesante —habló desde mi izquierda Eva... la forma tan expresiva con la cual me hablo aquella niña (sarcasmo) hizo que se me erizara la piel. La miré sin poder creerlo, y así, calladas ambas gemelas, (Zoé ya miraba hacia el frente) se adelantaron y dirigieron hasta lo que entendía como "el baño".
Yo en cambio me dirigí al gran comedor junto con la multitud (para no perderme).
—¡Potter! —llamé, entonces aquel chico de ojos verdes volteó a verme.
—¡Spellman! —y caminó junto a mi— ¿Qué tal tus clases?
—Si hubiese sabido que el profesor Bins seguía dando historia de la magia, tal vez me habría quedado en el tren.
—Bueno, bienvenida a Hogwarts "Escuela" de magia —enfatizó la palabra "escuela".
—Si, tienes razón —llevé una mano al mentón como si estuviese acariciando una barba imaginaria—. Al fin y al cabo sigue siendo una escuela—entonces me sonrío— ¡Apropósito! —dije antes de que muriese la conversación— ¿Cómo se supone que cortas a la perfection un pergamino para que mida 20 cm?
— ¿Tarea, Spellman? —me preguntó levantando una ceja.
—Pos si, si no, no te preguntaría—dije obvia.
—Puedes hacerlo con una tijera, con la varita o... —entonces me miro desafiante.
—¿O...? —continúe.
—Podrías utilizar el cortapapeles de la biblioteca —y ahí fruncí las cejas, dándome cuenta de lo casi obvio— ¿No te iban a poner en Ravenclaw?
—No seas idiota —entonces me reí—. No me quería confiar, siguen escribiendo con plumas y tinta ¿cómo iba a estar segura de encontrar un cortapapeles? —Ahí comenzó a reír—, debía tener opciones...
Al cabo de unos minutos llegamos al gran comedor, donde me senté con Albus en la mesa de Slytherin. Hubo unas cuantas miradas y cuchicheos, pero nada que durara mucho, desde el desayuno vi que era normal pasarse de mesa y ya sabes el dicho ¡A donde sea que fueres, haz lo que vieres!
Estaba comiendo una deliciosa sopa con camarones (admito que me sentía en un restaurante), mientras Albus me contaba como el primer día que llego termino perdiéndose de camino al gran comedor.
Al terminar las clases (a las 3:00pm) me dediqué a subir hasta la torre de Gryffindor con las gemelas.
—Ustedes no hablan mucho.
—No. —contestaron ambas al mismo tiempo.
—Pero son buenas escuchando.
—Si.
—Que bueno, porque me gusta hablar mucho, recuerdo que en mi antigua escuela salía de clases a las 1:30 y a esta hora (3:00) más o menos bajaba con mi mamá a la cocina buscando que comer —entonces suspiré y tragué para romper ese calor que se formó en mi garganta—. Jamás había estado en un internado, se que no les importa lo que digo —entonces ambas soltaron una risitas—. Pero por alguna razón quería decirlo ¿qué tal ustedes?
—¿Nosotras que? —preguntó una en susurro.
—¿Qué tal fue su escuela?
—Estudiamos en casa —contestó la otra—. A nuestro padre no le gustaba que saliéramos de casa.
Al no hacer mención de su madre, preferí no preguntar por ella— Que feo, no mames.
—No era tan malo —comenzó una.
—La casa tiene hermosos terrenos.
—Si, hermosos —entonces se me erizó un poco la piel y llegamos al retrato de la dama gorda.
—Oculus —soltaron ambas, y la dama las dejo entrar, antes de que yo pasara la dama añadió algo.
—Un poco preocupante esas niñas ¿no lo crees?
—Si, tal vez —asentí y caminé ¡vaya chismosita! Queriendo sacar el jugo a la situación ¡a mi no me engaña! Soy la maestra chismeando, mis comadres (Las vecinas, amigas de mi madre y mis propios amigos) me entrenaron en ese arte.
—¿Que hay, nena? —James pasó su brazo sobre mis hombros.
—Manos fuera muchacho, te conozco desde hace unas horas pero...¿necesitas algo? —dije mientas apartaba su brazo sutilmente.
—¿Yo? —comentó inocente «si, tú», pensé—. Pero si solo intento ser amable ¡Que carácter! —se llevó una mano al pecho.
—Si, soy de carácter fuerte —Le regalé una sonrisa—, pero saludos para ti también—. Me comencé a dirigir escaleras arriba.
—¡Espera, antes de que subas! —«¡Ajá, lo sabía!», Ahí me di vuelta— Amárrate los zapatos.
¿Amarrarme los zapatos? ¿por qué debería? Antes de dar otro paso al siguiente escalón dejé mis pies a centímetros de el... igual ellos no podían subir a poner alguna trampa en las habitaciones de las niñas... es decir, los chicos no podían subir hasta donde lo tenía entendido. Luego de un momento de indecisión, cerré los ojos y corrí escaleras arriba.
—¿Todo bien? —contestó el joven muchacho de cabello bastante desordenado desde la planta de abajo.
—Si, feo, me asustaste —ignoré su cara de desconcierto y seguí el camino hasta que llegue a la puerta indicada— ¡Hola, nenas! —pero al pasar por la puerta pise una de mis agujetas que andaban volando salvajemente y caí al suelo—. Estupidas agujetas.
—Brujería —Señaló Zoé al medio del pasillo, donde se haya aquel animal tendido en el suelo.
—¡Por Dios!, ¡Lucifer! —me levanté de un salto y lancé mi mochila a la cama y corrí torpemente al lado del pequeño gatito negro — ¡¿Que te pasó?! ¡Dios mío! Haz algo, padre ayúdame ¡¿Que ha hecho el gato para merecer esto?! —aquel animalito respiraba con dificultad, como si algo no lo dejase respirar.
—Detesto ver a los animales sufrir, déjame verlo —me hice a un lado y una de las gemelas levantó al gato y lo recostó en su cama, yo les seguía de cerca, Eva sacó su varita blanca y la iba colocando en ciertas partes del pequeño cuerpo del animal— ¿Qué ha estado comiendo últimamente...?
—Un sapo —interrumpí y entonces Eva me miro sorprendida, Zoé en cambio, se acercó un poco más.
—¿Y ya?
¡Por Dios! ¿les digo lo del ojo? ¿o no? Es que... bueno, no hablan con nadie, así que ¿qué es lo peor que podría pasar?— Em... bueno, cuando se tragó el sapo, el... —vacilé— en lo personal pensé que escupiría una bola de pelos, pero en su lugar escupió un ojo —entonces ambas gemelas se miraron con los ojos bien abiertos—. Si, yo también quede loca pero...
—¿Tiraste el ojo, cierto? —hablaron al mismo tiempo, con mucha severidad, el calor se acumuló en mi y un frío en la garganta se hizo presente, sentí terror por un momento, aquellos pares de ojos claros me hacían pensar en finales nefastos para mi vida, no lo soporté y tuve que hablar.
—E-esto... —pero, por lo visto era muy serio, tanto que si me equivocaba o no pensaba bien en mis palabras, aquellos finales se volverían reales—. Si, si me deshice de él.
—¿Segura? —señaló una de las gemelas.
—Si —asentí ya menos aterrorizada—. Lo envolví en una servilleta... —ambas me miraron atentas— Y lo arrojé por la ventanilla —las niñas relajaron sus hombros y en respuesta, yo también.
—Entonces bien —Eva (quien tenía a Lucifer) fue subiendo la varita consecutivamente desde el estómago del gato hasta su garganta repitiendo algunas palabras (me habría encantado escribirlas pero las susurro muy bajito). Y así fue hasta que el gato reaccionó (Parecida a la reacción que tiene una persona cuando le dan respiración boca a boca), tosió fuertemente hasta botar aquel sapo.
Lucifer camino hasta mi, y colocó su cabecita bajo mi cuello, en consecuencia lo abracé— Gracias, en verdad se los agradezco —ellas sonrieron—. A propósito, para quitarme la duda de encima ¿qué hubiese pasado si no me deshacía del ojo? En un caso hipotético, claro.
—Jamás hablamos del "hubiese" Camila Spellman, Jamás —contestó una.
—Habrías traído a una bruja obscura a Hogwarts, de esas "que todo lo ven, pero nada escuchan" —contestó la otra, entonces junté mis labios en una fina línea.
—¡Uff! Que horror, si, desgracia.
—Exacto, desatan la desgracia, brujas exiliadas por practicar la magia más obscura de todas —entonces Zoé prosiguió su historia mirando a la nada—. Refugiadas en los pantanos, amigas de las ranas, conocedoras de rituales que no encontrarías en ninguna escuela de magia registrada. Ellas jamás olvidan —entonces pestañeo varias veces y fijo su vista en la ventana— ¡Vaya! —ahí di un saltito— Eva, mejor vayamos a la biblioteca a terminar los deberes ¿vienes?
—Ehh... si, claro, espérenme en la sala común, solo le daré un poco de comida a Lucifer.
—Está bien —señaló la otra, tomaron sus cosas y salieron de la habitación—. Por cierto —abrió la puerta nuevamente—, no le des leche por ahora —señaló al gatito.
Cuando escuché sus pasos alejarse, me levanté tan rápido del suelo que Lucifer tuvo que saltar a la cama para no caer tan fuerte al suelo allí soltó un gruñido— Lo siento —dije y me dirigí a mi baúl, entonces el gato se limitó a lamer una de sus patas.
Me agache y abrí aquel artefacto (muy bien organizado por cierto) rebusque en los bolsillos del abrigo que utilice durante el viaje. (Por qué si ¡aquel baúl era como un armario cuando lo abrías!) Encontré una factura, unos cupones, unas monedas... ¿un chicle? Hasta que toque el bolsillo que faltaba y ahí saque la servilleta.
El gato, que había llegado a mi cama, fijo su vista en aquel objeto— Miau.
—Si, se que les mentí y les tuve que haber dicho la verdad —volvió a maullar—, pero no las quería preocupar... jejejeje —con una risita nerviosa procedí a abrir la servilleta, sentí un poco de alivio cuando le vi la forma circular (que hacia el ojo), abrí un poco más la servilleta pensando que todo estaría bien y allá arriba hay un Dios que todo lo puede, bueno, así fue hasta que cayó al suelo... como un trapo sin nada ¡y eso era porque no tenia nada! Mis manos quedaron temblando en el aire y lo que pensaba que podía ser el ojo solo era la servilleta enrollada dentro de si.
El gato gruñó y se acercó a la servilleta para olerla— Miau.
—¿Crees que la puedas encontrar? —coloqué la servilleta debajo de mi almohada y cerré el baúl.
—Miau.
—Entonces intenta alguna noche, con la luz del sol puede ser más complicado —le dejé un poco de comida y tome mi mochila—. Ahora, iré a la biblioteca e intentaré hacer algo para graduarme algún día —miré nerviosa a Lucifer—. Estamos juntos en el mismo saco —le señalé mientras caminaba de espaldas hasta la puerta— ¡Alerta permanente! —y salí de ahí. Más nerviosa de lo que había entrado ¡Maldita sea! ¡¿Es que me colocaron "Camila" con "c" de "carajos, todo me sale mal"?!
& • &
—Camila —susurraron a mi espalda.
—¡Aaaaayyyyy! —Salté donde estaba, eso hizo que soltase la guillotina de golpe, me giré rápidamente y me encontré con una de las gemelas— Zoé, me asustaste —le regañe en un susurro.
—Eva —corrigió—. Hay un chico, Potter —comentó acercándose a mi oído—, te está buscando —separó un poco su cabeza de mi oído, y unos segundos después volvió a susurrarme—. Tu pergamino quedó mal cortado —y se alejó de mi.
Me di vuelta y apoyé mis manos sobre el mesón, traté de respirar otra vez ¡muchas cosas! Miré el pergamino que se hallaba en una situación muy lamentable, levante la guillotina y coloque un nuevo pergamino, la baje y corte el papel el sonido del papel rasgado y el objeto golpeando la mesa me hizo creer que todo estaría bien, pero algo sonó detrás de mi.
De reojo (porque si, lo admitía, estaba nerviosa) vi en el suelo un libro que se cayó, tomé lo que había cortado y lo coloqué en la mochila, le iba a ignorar en un principio pero: «Es Hogwarts, las aventuras comienzan así» «¿pero yo quiero una?» «¿y si me pasa como a Ned Stark?», «¿por qué el mundo mágico siempre es complicado?», «¿quienes son los Spellman?», «¿y si solo lo acomodo y luego salgo corriendo?», «¿y si solo corro y ya?» Pero sacudí mi cabeza— No! Soy yo —di un paso—. Es mi momento —comencé a avanzar—. Si muero, será con honor, porque soy yo, prendia' en candela y nadie me va a detener —estaba a un metro—. Quítate tu que llego la caballota, la perra, la diva... —tomé el libro y lo coloqué donde iba, pero en seguida cayó otro en la repisa más al frente.
—...La potra —añadí, bien... allá te voy San Pedro, me aproximé al siguiente libro y lo volví a colocar en su lugar, sin embargo aquella cosa se repitió varias veces, así estuve caminando hasta que recogí el último libro y lo volví a guardar—. Bien, ya se acabó la guachafita —al ver que no cayó ningún libro más, sonreí satisfecha, pero detrás de mi escuché un sonido de un candado siendo abierto, posteriormente el sonido de bisagras bastante viejas rechinando, se me heló la sangre, el frío atrapó mis deditos de niña, comencé a girar lentamente, hasta que vi de frente— ¡Oh, no! Eso si que no ¡a mi no me vais a fregar!
Frente a mi se hallaba la sección prohibida. Lo peor del caso no fue el simple hecho de estar frente a ella, si no que escuche cómo caía un libro de aquel lado, me acerqué un poco más y la reja se cerró de golpe.
—Spellman —me di vuelta y ahí estaba el profesor de pociones— ¿qué hace en esta área?
Guardé silencio por unos segundos y observe detrás de él— Estaba buscando un libro y bueno, me deje llevar —seguía sin moverse y sin decir nada—. Me pareció curioso que esta área tuviese una reja ¿hay un motivo en específico? —«¡Eso!, hazte la estupida», me dije.
—Oh, la curiosidad mato al gato —pasó a un lado de mi y quedó mirando directamente a la reja—. Es la sección prohibida, libros obscuros y bastante tenebrosos se ocultan ahí —giró su rechoncho cuerpo y me miró— ¡Pero no debes preocuparte por eso, niña! —señaló feliz— Vamos, de seguro tienes deberes, ve, hazlos.
Hice un saludo militar y me dirigí a las mesas, no sin antes tomar un libro de "historia", si, otra mentirilla piadosa.
Coloqué una hoja de rayas debajo el pergamino donde iba a escribir, así vería las líneas y sabría por donde debía escribir correctamente—c¿Por qué no pude ser youtuber? —murmuré para mi misma.
—Tendrás que escribir con una pluma y tinta, el grafito queda muy claro y cuesta más leerlo —susurró Albus llegando a mi lado.
—Umjum —saqué un simple bolígrafo y el muchacho comenzó a negar con la cabeza mientras sonreía.
—¿Estas desafiando el sistema, Spellman?
—¿Hay un sistema? —pregunté incrédula.
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