17. Plan i, pasando pena y cubriendo mis necesidades básicas.
Mi estómago gruñía.
Estaba sentada en el suelo, el libro de hechizos se encontraba abierto a mi lado y de mi varita emergían chispas como si fueran estrellitas de navidad.
Ya me había leído casi todo el libro y ningún hechizo parecía ser prudente para este tipo de situaciones, problemas de estar en primer año.
Bufé miré por sobre el libro, la ventana seguía abierta y las cortinas ondeaban por el viento, tal vez ya era hora del plan i (que accidentalmente podría llevarme al plan J). Me acerqué a la ventana y vi mis pies... ya solo me quedaba un zapato. El otro lo había tirado para calcular la altura de una posible caída, lamentablemente creí haberle dado a un estudiante, empecé a gritar pero pareció no escucharme, inmediatamente recogió el zapato y se dirigió adentro del castillo... tristes recuerdos.
Anotaré el plan I antes de una posible muerte:
Si dejaba toda mi fe en mis pocas habilidades físicas podría ir por el bordillo del techo hasta un tejado que se encontraba a un par de metros a la derecha, con suerte me encontraría con una ventana y creía poder entrar a otra aula desde ahí... pero era muy arriesgado.
Todo el día ha estado nublado y la piedra del castillo húmeda, aunque fuera un gato el riesgo de caerme era demasiado alto, pero... al parecer nadie se interesaba mucho en mi.
El cielo comenzaba a pintarse de color naranja y tenía sed, hambre y frío, también tenía miedo así que los acontecimientos siguientes se decidirían si regresaba a escribir o no, de todas formas dejé el diario en el pupitre junto a mis cosas.
Me senté en el borde de la ventana, me sostuve con una mano apoyada en el marco y tuve la maravillosa idea de mirar hacia abajo. El cielo anaranjado y la suave brisa abrasaron mis sentidos ¡Hoy es un gran día para morir! Entonces divise mi objetivo, el tejado no se veía tan húmedo a la distancia y me brindaba algo de esperanza así que saque una pierna de la ventana hacia afuera... parecía que montaba un caballo (tal vez uno de los caballos del Apocalipsis).
—Diosito perdóname.
Y ocurrió, la brisa gélida apareció casi en la víspera de la primavera rozando mis mejillas como si fueran afilados copos de nieve. Sentí que me empujaba adentro pero me resistí ¡No daría marcha atrás! Apoyé el pie que estaba afuera en el bordillo...
... y entonces un golpe.
—¡Hermana!
Aún sentada sobre el marco voltee a ver dentro del salón. Entonces mi maravilloso hermano se encontraba ahí, regio, con la frente en alto y una gasa en la nariz mientras el reflejo del cielo rojizo se iluminaba en su rostro.
—¡Animal! —apoyé mi peso en mi pie izquierdo (que se encontraba en dirección a mi hermano) y salté a la seguridad del castillo. Corrí hasta sus brazos y me brindó un fuerte y cálido abrazo.
—¡¿Qué hacías en la ventana?! ¿te volviste loca?
Asentí mirándole de frente— Si. Aplicaba el plan i.
—¿Suicidarte?
—No —sonreí—, ese era el plan J. ¿Cómo supiste dónde estaba? ¿y qué le pasó a tu nariz?
Javier amplió sus ojos cuando le hice las preguntas tan rápido como podía, así que soltó sus manos de mi cintura y se asomó hasta el pasillo— ¡Potter! Ya wey.
Escuché los apresurados pasos por el pasillo, por la puerta apareció un chico de ojos verdes que conocía bien, su cabello negro y la insignia de Slytherin competían contra la luz color fuego que se filtraba por la única ventana del lugar.
—¡No te moriste! —sonreímos y avanzó para abrazarme pero mi hermano saltó y se interpuso entre los dos.
—Te agradezco mucho la ayuda pero eso no significa que puedan abrazarse en mi presencia. Amigo.
—Gracias, Al —le miré directamente haciendo un símbolo de paz con los dedos.
—¡No lo mires! —mientras Javier se distrajo conmigo Albus me guiño un ojo y sonrió mostrando los dientes ¡Ajá!— Este es un buen momento para usar tu capa, Potter —se apuntó con el dedo dejando unos segundos de silencio... segundos bien gastados. Mi estómago crujió con gran estrépito, parecía que mis jugos gástricos estaban librando una batalla épica por comerse mi propio estómago y eso dolía.
Sin más remedio sostuve mi barriga de manera envolvente, ambos chicos me miraron en silencio haciendo que mi cara sufriera un cambio de temperatura— Jeje ¿alguno trae un pan?
& • &
—... Y, Camila, acabarás comiéndote la mesa... —habló Javier por lo bajo. No respondí nada mientras me llevaba ahora un bocado de pasta.
—¿Quieres mas jugo? —preguntó Albus señalando mi vaso, asentí. Podría comer como Albañil luego de una larga jornada de trabajo (lo merecía) ¡Pero jamás hablar con la boca llena! Yo seguía comiendo mientras ellos me relataban la fabulosa historia de cómo dieron conmigo.
Luego de un arduo trabajo abriendo puertas tras puertas se habían decidido por el plan "dividir y conquistar" dejando el roce de Javier a un lado logró adentrarse por el pasillo correcto (el cual no sabía que era el pasillo correcto en ese entonces), una parte de el sentía que el tiempo se le estaba acabando y trataba de darse prisa...
—... Entonces sentí una brisa, fría ¡Pero luego se volvió cálida! Como, como... no se explicarlo pero se sentía húmeda —me vio beber del jugo e hizo otra mueca—, entonces di contigo.
Luego de dar dos largos tragos me limpié elegantemente con una servilleta— Bueno, de algo tenía que servir.
—¿Qué cosa?
—"¿Quién?" Esa es la pregunta correcta.
Potter seguía con nosotros y sus participaciones en medio de la plática me parecían maravillosas, jamás lo había oído hablar tan animado.
—Fue una gran misión —acepté—, es una pena que nadie nunca sabrá de su maravillosa hazaña.
—¿Me estás queriendo decir que al lograr salvar a alguien sin ocasionar daños... casi ningún daño, no recibiéremos puntos extras? —mi hermano me miró atónito. Y yo asentí.
—Nadie se dio cuenta, no podríamos incluir a Charles porque nadie se lo tomaría enserio y...
—... Y el gordito debe permanecer anónimo —Albus resopló cansando ¡Por fin había hecho algo! Y nada.
—Pero quedará escrito en nuestras memorias —comenté feliz.
—No me parece justo —Javier se quejó de brazos cruzados—. Tienes memoria de pez.
Albus cubrió su boca y se propuso a mirar hacia otro lado, y yo estaba ahí estática mirando a mi hermano sin un deje de emoción.
—¿Cómo terminaste ahí?
Juro que casi soltaba un grito cuando escuché el par de voces aparecer sin previo aviso a mi lado derecho. Cuando volteé me llevé una mano al pecho y la otra la apoyé en la mesa mientras trataba de controlar el escalofrío que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.
—Me asustaron —dije con un hilo de voz.
—Contesta.
Luego de normalizar mi respiración y volverlas a mirar les comenté la maravillosa historia de cómo me había dejado engañar por mi propio gato. Escucharon cada parte de mi relato sin interrumpirme y cuando hube llegado al final dejaron un momento de silencio.
—¿Por qué no lanzaste el bombarda? —una voz más apareció en mi campo auditivo.
—Oye, tampoco quería suicidarme... ¡¿Qué haces escuchando nuestra conversación?!
—Están en el gran comedor, su conversación es nuestra conversación —reclamó James.
—Eso sonó un poco comunista —su hermano le miró extrañado.
Sin embargo el mayor lo ignoró y volvió a mirarme para seguir hablando.
—¿Entonces tirarte por una ventana era menos suicida?
—No lo llamaría "menos suicida" —hice comillas con los dedos—. Al fin y al cabo tenía más esperanzas puestas en eso a que me rebotara el hechizo... —iba a seguir excusándome con lo primero que se me ocurriera cuando una de las gemelas me pellizcó el brazo— ¡Auch! ¿Qué pasa?
Señalaron al profesor Crull, que venía caminando, me le había quedado observando pero voltee rápidamente cuando me percaté de algo ¡No tenía calcetines puestos! Quise hundir mi cara en lo más profundo del lago negro, eso definitivamente era culpa de Lucifer.
—Estupido gato...
—Ahora que escondes tu cabeza puedo ver un nuevo listón ¿De dónde lo sacaste? —preguntó mi hermano.
—Me llegó en una caja esta mañana —murmuré aún con mi cabeza escondida entre mis brazos.
—¿Perdón? —inquirió luego de unos segundos.
—¿En serio? Spellman ¿de parte de quien? —habló esta vez el menor de los Potter.
—No lo se —dije ya levantando la cabeza—. Tampoco es como si quiera saberlo, la caja vino vacía —ambos chicos me miraban esperando a que continuara—, pero el listón me gustó así que me lo quedé. Con permiso
Simplemente me levanté y me fui esta vez sin desvíos innecesarios.
& • &
—Le habéis estado robando las medias al profe de defensa ¿dónde, Lucifer, a dónde tienes la cabeza?
El gato gruñó, se metió debajo de la cama y sacó un par de medias (limpias) dejándolas en frente de mi mientras soltaba un maullido.
—¡Pero! ¡¿Por qué eres así?!
—MEW —gritó molesto.
—No entiendo, no hablo miau miau —me miró con los ojos entrecerrados. Que grosero. Dió la vuelta y se metió debajo de la cama.
—Deberían mejorar su comunicación —habló Zoé acostada en su cama con los pies apoyados en la pared y leyendo algo que parecía muy interesante.
Tal vez tenía razón, pero ¿cómo podría confiar en un animal que me dejó encerrada en contra de mi voluntad? ¿para que lo hizo? Así que siendo madura me acoste en mi cama, aun boca abajo deje que un par de lagrimas escurrieran sin producir ruido alguno.
Con mis mismos pies me quité mis zapatos y terminé por terminar de subir mis piernas a la cama.
Que 14 de Febrero tan largo.
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