15. Acetato
—Bah. Febrero... —de quejó Amanda viendo a su mesa.
Llevé la cucharada de cereal azucarado a mi boca, estaba esforzándome por comer tranquilamente cuando Amanda comenzó a quejarse y a lanzar malas vibras.
—... ¿Qué le ven de especial?
—San Valentín —contesté acercándome otra cucharada a la boca, al parecer mi comentario la hizo enfadar. Pues movió mi brazo haciendo que la cuchara embarrara mi nariz con cereal y leche—. Hum.
—No se que le ven de especial a San Valentín.
—Por Merlin, Amanda... es 2 de Febrero, no te puedes deprimir tan rápido —dijo Javier buscando que la mirase.
—Obsérvame —se levantó rápidamente de la mesa y salió a paso apresurado por la puerta del gran comedor.
—Ay por Dios...
—¿Qué le hicieron?, Imbeciles —Natalia apareció por mi espalda, haciéndome sobresaltar.
—N-nada —Javier se removió incómodo en su asiento.
—Tu no hables. Camila —golpeó mi hombro— ¿Qué...?
—No lo se, se enojo por San Valentín.
—Que estupida. Estupidos todos.
Natalia salió apresuradamente tras Amanda, seguía sin entender ¿por qué tanto ajetreo? ¡Apenas era dos! ¡DOS! Y sobre todo era domingo.
Rasqué un poco mi brazo vendado por la incomodidad.
—Hey ¿estás bien? ¿no te haces daño? —Preguntó James a mi lado.
—¿Ah, que? —vi que sus ojos viajaban de mi brazo a los míos— No, no, para nada. No te preocupes.
Potter asintió y volvió a la conversación con sus amigos, volví a Javier pero me miraba molesto, con su labio temblando.
—¿Y tu qué? —miró con ira al muchacho que se encontraba a mi lado.
—Oye, tranquilo, bro.
Se levantó molesto y también se fue. Pestañee varias veces ¿Qué hice ahora?
—¿Haremos lo del 15?
—¡No! —le dije a las gemelas y yo fui la que se levantó molesta.
¡Ush!
Últimamente mis estados de ánimo no eran muy felices y sanos, pero ya que: Igual todos nos vamos a morir.
¡No quería hacer un ritual, ni mucho menos! Quiero a mi mamá.
—¡Camy!
—¡¿Qué?! —voltee molesta. Scorpius brincó en su lugar cuando lo vi.
—A-a, esto...
—Lo siento, perdón, creí que eras alguien más...
—Pues agradezco no ser ese alguien—Sonrió.
Me llevé una mano al pecho por la impresión "idiota" reclamaban mis neuronas a gritos— ¿Por qué me llamabas?
Se encogió de hombros— No lo se, temía que si seguías caminando terminarías por romper el suelo del castillo —levanté las cejas—. Y también aproveché la oportunidad para preguntarte por Albus ¿lo has visto?
Negué con la cabeza— No, la última vez que lo vi fue el viernes luego de clases —me miró sorprendido—. Es que ayer no quise salir de la torre.
—Claro, bueno... si lo ves, dile que lo estoy buscando.
—Señor, si señor —hice un saludo militar y seguí avanzando ahora más tranquila ¡Alguien me necesitaba!
—¡¿Por qué te le quedas viendo la espalda?!
—¡Spellman!
—¡PELEAAA!
Cuando gritaron Spellman comencé a darme la vuelta, pero no me dio tiempo, solo pude ver a una figura de cabello castaño volando sobre mi amigo de cabellos plateados. Avancé los metros que me faltaban y me encontré a Javier forcejeando con Scor, quien suplicaba misericordia.
—¡Tu y tus amigos aléjense de mi hermana!
—¡AAA!
—¡Javier, ya déjalo!
—NO.
Javier se encontraba sobre el joven Malfoy, sujetándolo del cuello de la camisa. Me lancé sobre mi hermano y por ende se quitó de mi amigo. Lo estaba tomando de un brazo pero el seguía forcejeando.
—Suel-ta, suéltame, Camila Celeste —seguía poniendo resistencia sobre el, ahora sosteniendo su cintura.
—Corre, Malfoy —no pude resistir y Javier se soltó y corrió tras Scorpius. No sabía cuánta ventaja le había dado pero esperaba que fuera suficiente.
Los pocos alumnos se habían marchado a correr tras el chisme.
—¿Te decidiste? —las voces monótonas hablaron detrás de mi.
—No —Contesté sin mirarles. Boté el aire retenido en mis pulmones (una vez más).
3 de Febrero.
—¿Buscamos los ingredientes?
—No —Conteste igual que el resto de las veces.
4 de Febrero.
Estaba bajando por las escaleras que daban a las habitaciones de las chicas, las gemelas se encontraban subiendo, mientras ellas abrían la boca para hacer una pregunta alusiva al 15, yo respondí antes, con unas sonrisa.
—No.
7 de Febrero
—Nooo —canturrie.
9 de Febrero
Aquí me detengo. Esa mañana las gemelas no estaban en la habitación, había pasado ya más de una semana (creo) y aún no quería someterme a nada.
Cuando me arreglé para bajar a desayunar la sala común estaba vacía. No tenía miedo, la chimenea estaba apagada... y me trajo un flashback, uno feo. Seguí mi camino y gracias a Dios los pasillos si estaban normales.
Salude de lejos a un par de estudiantes y me dirigí a bajar por las escaleras, fui esquivando las áreas trampa de brinco en brinco, cuando llegue a mi destino final miré orgullosa como lo había conseguido una vez más. Los cuadros hablaban alegres y me daban los buenos días.
Con mi buen humor me introduje por los pasillos, iba evadiendo las líneas "si las piso exploto".
Mientras caminaba, sentí pasos aproximándose, levanté la vista y vi a un grupo de muchachas ¡A estas las conocía yo! Eran las chicas del bosque.
—Hola —me animé a saludar, sin embargo cada uno miró a un lugar diferente. Me encogí de hombros y seguí mi camino cuando ellas me hubieron pasado.
Entonces le sentí, otra vez.
Una brisa gélida surcó a mis lados y rozaba mis mejillas como cuchillos, mis cabellos se erizaron y mis manos se entumecieron por el cambio brusco de temperatura, el grupo de chicas comenzó a sufrir una piquiña repentina. Las seguí de cerca hasta el gran comedor, cada una tomó asiento en su mesa.
Afortunadamente ninguna era de Slytherin, así que aproveche aquella oportunidad para sentarme en la mesa de las serpientes junto a Natalia, quien me fulminó con la mirada cuando me senté junto a ella.
—¿Qué te pasa, ridícula? ¿crees que puedes sentarte a mi lado así como así?
—Si —afirme sin mirarle, sentí su mirada por un momento pero luego volvió a su plato. Seguía viendo a aquellas chicas, se veían normales, pero de vez en cuando se rascaban la nuca o un brazo— Hmm...
—Si vienes a la mesa para poder observar chicas, yo...
—Natalia —la miré de frente, tenía los ojos negros—. Hazme el favor de dejar de insultarme amistosamente por un momento.
—Que sensible estás hoy —murmuró.
—Camila, que sorpresa.
—Hola, Potter.
—Hola, Nott —saludó Albus sonriente. A pesar de estar en la misma casa no hablan mucho, es más... ni una vez les he visto teniendo una conversación por más de dos minutos, sin embargo no parecen llevarse mal tampoco.
—Hola, Al —saludé, el chico se sentó a mi otro lado, entonces trato de ver en donde tenía mis ojos fijos.
—¿Qué estás viendo?
—Bueno, me ha pasado lo más extraño en el pasillo —murmuré y el asintió para que continuara.
Le conté un resumen de lo que había pasado, trataba de hablarle lo más bajo posible, a pesar de estar un poco apartados igual había una cantidad importante de personas en la mesa, de vez en cuando tenía que acercarme un poco para describirle las cosas, el pareció entender a la perfección. Cuando hube terminado el relato, que volví a enderezarme choqué mi hombro con la cabeza de Natalia.
—¿Qué haces? —le pregunté mirándola sin entender porque estaba tan cerca de mi.
—¿Qué haces tu? —preguntó de vuelta— ¿Crees que puedes sentarte a mi lado, irrumpir mi paz y secretear con Potter sin contarme? Pues no.
Quise contradecirle pero en parte tenía razón, así que asentí y ella también. Luego de unos segundos en donde los tres nos quedamos viendo a las chicas, Natalia habló.
—Son repugnantes —ambos volteamos a verlas—. Esas chicas están obsesionadas con los tipos ridículamente inalcanzables para ellas —levanté las cejas—, corrección, con los merodeadores. Son fastidiosas y unas arrastradas, espero que de verdad les pase algo malo.
—¿Y...? —aproveché para preguntar— ¿Por qué ellos les darían esa oportunidad?
—¿Que oportunidad?
—La de hablarles.
—Obvias razones, Spellman —la miré sin entender, entonces ella subió y bajo las cejas sugiriendo cosas de gente mayor. Sentí el calor abordar mis mejillas.— ¿Por qué te sonrojas?
Voltee hacia Albus pidiendo ayuda, pero el también se encontraba evidentemente incómodo, así que solo nos miramos pidiendo auxilio uno del otro.
—¿Qué?
—M-me v-voy a —pero mi tartamudeo se vio interrumpido por un grito proveniente de mi mesa.
—¡¿Pero esto qué es?!
—¡Ay, Alissa!
Las chicas tenían un evidente sarpullido por todo su rostro, y a juzgar por sus manos evidentemente estaba por gran parte del cuerpo. Escuchamos varias risas y distintos comentarios referentes al tema. Internamente sonreí, en serio, no se porque y aparentemente por fuera también.
Las muchachas salieron como alma que lleva el diablo— Deberías sentarte más en nuestra mesa —Felicitó Natalia viendo entretenida la escena.
Albus estaba bien sonriente, pero, al sentir mi mirada sobre el un deje de preocupación tomó forma sobre su rostro, su sonrisa de fue opacando hasta cerrarse por completo y sus ojos apagaron levemente su brillo— Ya no está solo sobre ti —murmuro.
"Lo se" pensé, pero no pude decir nada.
Asentí con algo que debería parecer una mueca, insistió en preguntarme qué iba a hacer pero ni yo misma sabía que responderle así que hice mi mejor esfuerzo por desayunar con total normalidad y recordé algo.
—Albus, Scor te estuvo buscando el otro día —me miró con cara de: "¿es en serio?"
—Ya lo se, incluso hablamos.
—Oh, bueno ¿Y está todo bien?
—¡No los soporto! —gritó Natalia enfurecía— Lárguense de mi lugar.
—Nott...
—¡Largo, animales de dos patas! —comenzó a golpearme con una cuchara, así que no tuve más remedio que levantarme acariciando mi brazo, Albus vino tras de mi. Cuando volteamos a preguntarle algo, ella golpeó el suelo con su pie como si espantara a un bicho feo.
—Está loca —dijo Albus bajito.
—¡Te escuché, cara de escoba!
Como si nos hubiesen medito un cohete por la espalda salimos despedidos a máxima velocidad del gran comedor, lo último que escuchamos fue como un objeto metálico caía haciendo ruido tras nosotros. Avanzamos hasta que llegamos a uno de los grandes pasillos y nos detuvimos un momento para tomar aire.
—Nos sacó del comedor con una cuchara —Albus murmuraba aun mirando por donde habíamos venido.
Le dije que debía hacer una parada en la enfermería para buscar vendas nuevas, se ofreció a acompañarme y acepté. Entonces otra brisa gélida surcó apresuradamente por el pasillo, los susurros volaban junto a ella y pasaban acariciando mis pómulos. Automáticamente voltee para ver a Albus, cuando dio el primer paso tropezó con sus propios pies y cayó al suelo con un sonido sordo.
—...
Comencé a reírme mientras lo ayudaba a levantarse, cuando se hubo acomodado su túnica nos percatamos de que sus agujetas estaban amarradas entre sí.
—¿Cuándo pasó eso? —pregunté confundida.
—No vi a Pevees por ningún lado —dijo esta vez mi compañero de ojos verdes.
—Hmm.
Automáticamente me sentí responsable, así que me agaché para acomodarle las agujetas. Albus trató de poner resistencia pero mi carácter es más poderoso así que seguí con mi labor. Una vez hube terminado me levanté.
Le dije un amable "listo"; luego de su leve y sonrojado "gracias" seguimos caminando hasta la enfermería, al entrar a la enfermera Patty parecía haberle dado un soponcio cuando me vio.
—¿Qué tienes ahora? —llegó corrió con la velocidad de unos 1000 caballos de fuerza y comenzó a analizarme cuando estuvo frente a mi.
—N-nada —solté—, solo venía a buscar más vendas... —llevé las manos tras mi espalda.
—Bueno, vaya susto me has dado —luego reparó en Albus pero no dijo nada, solo me volvió a mirar y asintió. Con un movimiento de varita trajo un nuevo rollo de vendas listo para llevar.
Le agradecí por el material y nos sacó rápidamente de la enfermería cerrándonos la puerta tras la espalda.
—Es una enfermera muy extraña —Albus rascó su nuca y se aseguró de mirar sus zapatos antes de continuar.
& • &
—Si.
—¿Por qué has cambiado de opinión? —me preguntó Eva mientras veía a su hermana jugar con el gato.
—Nada en especial —les murmuré a las gemelas en la habitación.
Tuve suficiente tiempo libre para reflexionar durante el día. No... no era nada ni nadie en particular, solo tenía que resolver esto para poder saltar libre y alegre por los pasillos... como en los primeros días, o esos días alegres en los cuales olvidaba que algo satanico me perseguía.
—Bien —dijeron al unísono.
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