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11. Tu nombre

No se cuanto tiempo llevo comiendo papas con tocino y queso derretido, pero si he visto un cambio en mi. Por suerte, cuando estaba en el pasillo le avisé a una de las señoras de servicio que se había acabado el papel sanitario en el baño, creo que lo repuso.

«El chico del metro está aquí», me interrumpí. Amplíe mis ojos cuando lo vi en el umbral del pequeño restaurant, giré la cabeza y agaché la mirada para no encontrarme con sus ojos.

«Al parecer aún no entiendes el hecho de que lo llamativo no es el contacto visual... lo realmente atrayente es que eres la única en pijama y con un abrigo ¡Oh!, y encima estás atascándote de papas».

Sentí como la sombra de una persona tapaba la luz que pasaba «el chico del metro» con una sonrisa algo diferente a lo "usual".

Se está haciendo costumbre que me encuentres todos los días ¿me quieres vender en la deep web acaso? —«estupida es mi segundo nombre, voy a morir sola si pretendo seguirle hablando así a los chicos».

—L-lo siento si te incomoda —sus mejillas adquirieron un pequeño rubor y se llevó su mano a la nuca—. Yo... ¿qué coincidencia, no?

«¿Coincidencia? ¡Ja! No lo creo...».

Si, bueno ¿quieres papas? Ya con este es el tercer servicio que pido y no se si pueda con todo.

¡Claro! —lo miré mientras tomaba asiento frente a mi, separé el servicio y lo coloqué en el centro de la pequeña mesa para compartirlo.

—¿Te gusta Harry Potter? —dejó su papa a medio camino de ser probada, el leve color rojo de sus mejillas comenzó a desaparecer y por lo visto estaba temblando... o la papa en su mano estaba cobrando vida y pensaba poseerlo.

«¡La papa del demonio a venido por vosotros pecadores, arrepentios! ¡Arrepentios!», pensé logrando que apretara mis labios conteniendo una risa.

¿Tienes mal de párkinson? —y cito: "estupida es mi segundo nombre".

—¡No! —me eché un poco para atrás debido a su respuesta tan repentina—, Quiero decir s-si, más bien n-no yo...

—Oye, tranquilo, con calma.

Bajó el brazo que sostenía la papa lentamente y observé el alimento que yacía en su mano— Si, es decir, son buenos esos libros.

—¡Genial! A mi también me gustan —No se porque; pero lo noté incómodo, es decir ¿quién rechaza una papa?—. En fin, nunca me dijiste de donde venías.

—Oh, bueno soy de... —la papa que tenía en su mano me incomodaba ¿se comerá la papa o no?— Aquí —y se llevó la fabulosa papa a la boca; vista su expresión de relajación puedo decir que estaba disfrutando tanto de estas papas como yo.

—¿De aquí? Vaya, eso no lo vi venir ¿Quién te enseño a hablar español? Lo hablas bastante bien.

—¡Gracias! Fue mi tía —e leve color rojo volvió a sus mejillas—No me tomo tanto tiempo como creí.

—Oye, si el universo va a seguir uniendo nuestros caminos temporalmente (y de maneras realmente extrañas), deberías decirme tu nombre.

—Bueno, me llamo A... —pero se vió interrumpido por la mesera.

—¿Algo más para los jóvenes? —nos miró con una sonrisa a cada uno de nosotros.

—Con agua bastará, gracias —pidió Albus, entonces la señora dió media vuelta y se fue.

«Algo extraño está pasando.»

Camila, ¿es mi idea o ella acaba de hablarnos en español?

—¿Cómo sabes mi nombre? —me separé un poco de la mesa.

—¿N-no lo mencionaste? —su cara adquirió más color rojo.

—Aquí tienes tu agua, si necesitan algo más solo llámenme —entonces la señora dejo el vaso y se fue a atender otra mesa.

«Yo no creo en coincidencias, no más.»

No me salgas con esa labia... —le comencé a advertir.

—¿Qué es un "labia" ?

—Ya, en serio, no me gusta esto —el lugar comenzó a llenarse más, lo cual me hacía sentir más incómoda.

—¿T-te gust-ta-an l-las nubes?

Mis labios comenzaron a unirse en una fina línea, juro que se me quitaron las ganas de seguir atascándome de papas.

—¿Cabíamos de tema? Me llamo Al...—pero lo volvieron a interrumpir.

—Disculpen ¿Tienen la hora? —un chico de tal vez 17 años se acercó hacia nosotros para hacer esa simple pregunta.

—¿Te echaste cloro en los ojos? ¡Hay un reloj en la pared! —hablé malhumorada... estaba incómoda.

—Gracias —frunció un poco el ceño y se fue de ahí y yo le seguí con la mirada, estaba dispuesta a irme, había mucha gente, estaba aturdida, era mucho el bullicio.

—¡Albus! —entonces ese nombre me frenó, dejé de sentir tanto bullicio, sus ojos verdes me miraron, con un brillo de nerviosismo, el color de sus mejillas era intenso, pero aún así, bajó la mirada apenado— Lo siento, te he gritado.

Albus...

Es, un lindo nombre —me apoyé un poco más en la mesa—. Albus —el chico me miro, al parecer "El chico del metro" era más tímido de lo que pensaba, parecía como si me hubiese contado el mayor secreto de la galaxia—, me gusta.

Entonces me regaló una sonrisa y achinando un poco sus ojos, desvío la mirada hacia el umbral... entonces se puso un poco serio y su rostro reflejó cierta molestia, seguí su mirada y me encontré a un chico más grande que nosotros, con cabello más rojizo, aunque parecido a mi acompañante de situaciones extrañas.

—Es mi hermano —dijo mientras parecía disculparse con la mirada—, debo irme... tal vez, p-podamos v-ve-vernos d-después —sonrió y dejó algo en la mesa.

«¿Eso sonó a cita?»

—Si, nos vemos —le seguí con la mirada hasta qué pasó el umbral, entonces ahí nos lanzamos otra sonrisa y se fue.

«Eso definitivamente sonó a cita ¡aaayyy, logré chancear en pijama!»

Dirigí mi mirada hacia lo que había dejado en la mesa, alcé mis cejas debido a la sorpresa, frente a mi se hallaban las monedas exactas para la cuenta, tomé de las que habían en mi abrigo y dejé la propina, pero al levantar la bandeja de papas para llevármela, encontré una nota debajo de la misma.

—"S.W"

La tomé y salí en dirección al pasillo, sentía una mirada en mi pero no me atreví a voltear, por mas idiota que pareciera me había puesto a pensar en vacaciones, sin embargo hubo un solo pensamiento que me invadió.

«¿Coincidencia? ¡Ja! No lo creo...»

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