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10. Nada se está quemando, cena de navidad y no hay papel en el baño (otra vez)

—¡Ya está hirviendo el agua! —grité desde la cocina.

—¡Ponle las hallacas! —gritó mi mamá desde afuera.

—¡Ya voy yo!

Bella bajó corriendo y fue colocando los alimentos en la olla hasta que fueron suficientes.

—¡Mami, ya! —avisé nuevamente sin querer tocar nada con las manos

—¡Ta' bueno!

Miré para ambos lados asegurándome de que mamá no escuchara nada— ¿Quién es Noah?

Mi hermana no me contestó, así que seguí insistiendo— Bella, Elizabeth... ¿Beth? ¿Chikistriquis?

—Te lo contaré... así que pinte atenta —asentí mientras me limpiaba las manos—Te lo quería contar desde hace tiempo pero no se había dado la oportunidad... verás: nos conocimos en USA (obviamente). Era nueva me perdí un poco, entonces el trabajaba por ahí y me ayudó y quedamos en contacto y bueno ¡Ay!, es tan lindo.

Me emocioné con ella, así que volví a preguntarle— ¿De qué trabaja?

—Tiene un invernadero más o menos importante, distribuye plantas mágicas. Es un buen negocio.

—¿Es legal?

—La tia tiene razón: preguntas demasiado.

Abrí mi boca hasta formar una pequeña "o"... mi único problema era el carácter fuerte. No pregunto mucho ¿o si?

Dejamos pasar los minutos mientras me distraje limpiando el desastre que se había hecho (lo cual resultó medianamente sencillo). Del hambre que tenia puse a hacer un pan con jamón y queso (mi especialidad). Lo dejé tostando unos momentos, y en breve entro mi mamá a la casa con el balde y el lampazo en la mano.

—¡¿Qué se está quemando?!

Rápidamente mire a la cocina— Nada.

—Huele a quemado.

—Pero nada se está quemando —afirmé. Pero a mami no le importó... esto no afecta en nada a mi historia principal, pero es mi diario y si se me antoja poner que a mi madre le entran nervios al verme en la cocina ¡Pues lo haré!

—Ajá —sonrió y vio el pan—. Bueno, está bien. Que no se queme nada y limpia todo —respiré hondo, ya había limpiado—. Cuando termines, claro.

Respire más ¡No me digas lo que debo hacer! Ya lo sé, mamá ¡YA LO SÉ!

Saqué el pan y comencé a comerlo, un flashback del Gran Comedor vino a mi, casi recordándome lo que había pasado. Hoy había luna nueva, entonces fruncí el ceño... tiempos obscuros.

«Un jarrón con una especie de luna, tal vez haga referencia a la caja de Pandora, cosas no deberían saldrán a la luz. La luna nueva aparece aquí», retumbó la voz en mi cabeza.

Esas eran mis hojas de té, según la interpretación de James tal vez descubriría algo y lo comentaría, entonces terminará en tragedia pero algo bueno saldrá de todo eso. Y estaré bajo la protección de una mujer.

Aquí viene lo que no me deja dormir por las noches ¿cómo se que ya pasó?, ¿o cómo sabré cuándo pasará?, ¿cómo reconoceré las consecuencias?, ¿quién se gana algo bueno por sapo? ¡¿Qué mujer?!

Me espabiló el maullido de Fer, me miraba inquieto.

—¿Qué? ¿Quieres pan? —tomé un pedacito y lo baje hasta su boca, el lo tomó... pero lo dejó en el suelo— ¡Hey! No seas grosero.

—Miau.

—Si, maúlla, de seguro engañas a otra porción del planeta —volví molesta la vista a mi plato. Me había enojado ¡Lo habían ocultado! En especial los de la tienda de mascotas.

—Miau.

—¡¿Qué?! —vi como saltó en su lugar y sus vellos se erizaron— Habla.

Fer dió una pequeña vuelta y caminó un poco, le seguí por el pasillo hasta mi habitación. El pequeño gato negro saltó a la cama.

—¿Me hiciste dejar de comer mi pan para esto? —me quejé al ver como comenzó a lamer su pata ¡Sobre la cama! Avance a zancadas y le empuje.— Respeta.

Cerré el libro que yacía abierto en la página de Magna. Había que ser idiota para no darse cuenta... es decir. Debías ser yo.

La luna nueva se veía por la ventana, su brillo me confundió cuando vi como algo se acercaba volando.

—¿Que...?

La lechuza picoteo la ventana, el abrí y le dejé entrar (me he dado cuenta que todo me desconcentra del foco principal). Ululó, soltando las cartas que traía en el pico.

—¡Cartas!

La lechuza me mordió el dedo ¡Que agresiva! Le di de las croquetas de Fer, quien trató de rechistar pero le mire mal y en seguida se acostó.

El animal emplumado decidió tomar un descanso en la ventana, mientras yo veía las cartas. Había de los hermanos Potter (James, disculpándose por ser idiota... cosa que le sale natural). Recibí una de Amanda deseándome una feliz navidad "como desearía que estuvieras aquí".

Inconscientemente me rasque en donde está la venda mientras leía un párrafo de la carta que envío Albus.

Fer comenzó a ronronear mientras caminaba enredándose en mi pierna.

—¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué eres así? Eres una bestia bipolar —en efecto clavó una garra en mi pie (que estaba a la vista gracias a las chanclas). Me limité a apretar mis labios y cerrar mis ojos, quité mi pie de su garra.

De la fina garra blanquecina del gato escurría una gota de sangre roja, brilló bajo la luz de la habitación y luego cayó al suelo. Bajé la vista a mi pie, un hilo del líquido carmesí escurría lentamente.

—Lo que necesitaba. Más heridas, gracias... para mis 18 ya no tendré la necesidad de hacerme tatuajes.

Albus me contaba sobre como su padre se había reído del asunto de la cubeta. Lamentablemente no le pudo ocultar más que yo le había "empujado" en el ascensor, había metido en problemas a varios miembros de su familia (lo cual no es del todo cierto), y por último y menos importante que había ocasionado una riña en la estación de tren (lo cual tampoco es así). Su padre, por otra parte, había quedado encantado con mi mala fortuna, decidiendo así que me podrían invitar para las vacaciones de verano.

Creo que nunca me había sentido tan agradecida de estar viva. En respuesta le comenté sobre que la idea me parecí maravillosa y que pediría permiso desde ahora para pasar un par de días con ellos (por lo menos al finales de verano).

Alguien llamó al teléfono de la casa, con lo cual amarré rápido la carta a la lechuza y la mande lejos. Corrí derecho hasta la cocina.

—¿Si?

& • &

Cabe destacar que logramos hacer la cena de navidad, nos comimos la cena de navidad y yo lave los platos ¿pero las ollas? ¡Jamas!

Entonces me encontré con la situación. Me encontraba con las piernas apretadas y una pequeña presión molestándole por mi vientre ¡Necesitaba ir al baño! Sabía que hacer pasos extraños no me ayudaría, pero solo me faltaban dos vasos y no me quería rendir, no iba a sucumbir tan fácil.

—Camila ¿Qué pasa, necesitar ir al baño? —yo me limité a asentir ante el comentario de Bella— Yo termino eso, ve.

—Gracias —mi agradecimiento salió con un hilo de voz, lo que tenía en la mano cayó dentro del lavaplatos y traté de secar mis manos, pero no me dio tiempo así que solo corrí hasta el baño más cercano.

Luego de un relajante momento, donde me quité un gran peso de encima, volteé para buscar el papel, evidentemente no había.

—¡Bella! —Ninguna respuesta—¡BELLA ELIZABETH!, ¡BETH!

—¡¿Qué?! —gritó desde la cocina.

—¡No hay papel!

—¡¿QUÉ?!

—¡QUE NO HAY PAPEL!

—¡VOYYYYYY!

Escuche pasos apresurados que iban de un lado a otro, mientras, yo me encontraba leyendo un frasco de crema corporal que se me hizo interesantísimo. Eso fue hasta que escuche un "tock, tock".

Abrí la puerta y recibí el rollo (bueno, ya varios hemos pasado por esta situación ¿no?).

—Gracias.

—De nada...

Pareciera que quería seguir hablando pero en su lugar cerró la puerta. Terminé mi trabajo y lave mis manos, al salir me encontré a mi hermana de espaldas en la cama.

—Perdón por fastidiarte tanto —le dije mientras me acercaba a ella—, no puedo sobrevivir sin ti. Ni se como le hecho todo este tiempo, mira, ya que estamos... hay algo que...

Pero me interrumpió de manera brutal mientras se volteaba con el libro de cubierta de mármol en sus manos— ¿De dónde lo sacaste?

Sus hijos de veían cristalizados, sus mejillas y nariz se encontraban rojas y por alguna extraña razón sentía que mordía su mejilla desde adentro.

—Esto...

—Sabía que ocultabas algo —acusó poniéndose de pie—. Esa venda en tu brazo, las charlas que tenia la tía Elizabeth contigo y el gato inteligente...

—Miau.

—... decidí esperar a que me contaras todo a su tiempo ¿Pero esto?

—Be...

—Soy tu hermana —una lágrima cayó por su mejilla, dejando que se resbalara sobre su piel enrojecida hasta llegar a su barbilla, donde duró unos segundos y cayó al suelo sin emitir ningún sonido alguno—. Mi... hi.

Ahogó un sollozo, el libro resbaló de sus manos y terminó en el suelo con ella. Avancé a paso rápido hasta arrodillarme en el suelo y abrazarla.

—¡No! Suéltame, aléjate... l-la-largo...

No pudo seguir discutiendo cuando me devolvió el abrazo y siguió llorando en mi hombro. Bella odiaba las mentiras tanto como yo, pero cada una lo expresaba de forma diferente.

Acaricie su cabello y ella lloraba en silencio, como siempre que lloraba solía hacerlo.

—¿Quieres jugo?




—Gota—

—Gota— —Gota—

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