1. Huid hermanios mios
—¡AY HOMBE' OLVIDARLA ES IMPOSIBLEEEEE! —lo único peor que arrastrar a uno de tus amigos a una batalla épica con una bruja, era verle con las heridas de batalla. Por lo menos Albus solo permanecía con los labios levemente rotos, no llegaba más allá, aún así me hacía sentir mal ¿cómo le pides disculpas a alguien cuando lo dejaste en la boca del caimán? NO SE PUEDE, es que NO, así que tomé la decisión de expresar mi gratitud culposa con acciones.
—Spellman.
—¡AH! —emití un grito al ver como alguien abrió bruscamente la cortina de mi ducha y asomó la cabeza.
—Ya basta —Zoé amenazo y volvió a cerrar. Yo me quedé estática aún tratando de cubrir mis vergüenzas, ya no era la primera vez que pasaba, pero siempre era terriblemente escalofriante.
Las gemelas no conocían (o no aplicaban) muchos términos y conductas en su vida cotidiana, uno de ellos era el de la "privacidad", desgraciadamente tendría que aprender a lidiar con eso (a pesar de las múltiples quejas que presentaba).
Subí al cuarto con las orejas rojas y una toalla enrollada en la cabeza.
—¡Ustedes! —las encontré en la habitación y cada una yacía sobre su cama, voltearon a verme inexpresivas— Pensé que habían aprendido pero aún no. Eva, Zoé abrió de nuevo la cortina.
—Lo sé —afirmó.
Perpleja me quedé observándola, espero que le agradezca a Diosito el que hecho de que yo no tuviese una chancla a la mano en ese momento— ¿No vais a hacer nada?
—No.
Respire tan fuerte que sentí como los huecos de mi nariz casi se cerraban por completo, boté el aire exhalando con fuerza y me dirigí a un lado del baúl donde lanzaba la ropa sucia— Esto es inaceptable, incompetente, indecente, imprudente... y todo lo que comienza por "i", siempre es la misma vaina con esta gente, me hubiese quedado otro año en Mexico pa' aprender química y hacerlas explotar, joda.
—Creo que nos está insultando.
—Si, en efecto.
Aún en pijama salí, no debía preocuparme, el pantalón de pelusa grueso y la manga larga de la cómoda blusa debían bastar para el frío. Bajé las escaleras que conducían a la sala común dando zancadas. Me lancé frente al sofá que se encontraba mirando a la chimenea (ahora encendida). Fruncí el ceño y tomé un algodón de una planta de decoración y lo arrojé al fuego, incluso antes de que cayese por completo ya se había hecho nada.
—¿Que culpa tenía el pobre algodón?
—Existir —respondí de inmediato y eché mi cabello hacia atrás esperando a que se secara más rápido—. ¿Qué quieres, James?
—Nada... —se deslizó y se sentó en otro sofá y me miró con los ojos entrecerrados— ¿de casualidad has visto un pergamino que...?
—¿El mapa del merodeador? —me miró con los ojos bien abiertos—. Si, Lucifer lo robó. Lo siento por eso.
—Tu gato es un bandido —frunció el ceño—, ¿alguna vez has ido a las cocinas de la escuela?
—No, pero si he probado la comida que sale de ahí y déjame decirte que es di-vi-na —moví mis manos dándole estilo a las ultimas palabras y lancé una pose de súper modelo.
Dio un aplauso que de seguro se escuchó hasta los invernaderos (lo cual me hizo sobresaltar)— ¡Es tu día de suerte! Hagamos un trato...
—No hago tratos con rufianes, gracias —interrumpí con una sonrisa.
—¿Rufián? —se llevó una mano al pecho "ofendido"— ¿Cómo crees? Jamás, yo nunca haría algo que dañase a alguien —pestañeo como una princesa— Si tu —me señaló—, me traes el mapa, yo—se señaló—, te muestro las cocinas de la escuela.
—¿Me quieres de mula?
—¿Por que te querría como un animal? —Tal vez la expresión no signifique lo mismo allá que aquí.
—No, de verdad, ya he tenido mucho por unos meses y quisiera...
—Me han dicho que te gusta el pie de Limón.
& • &
Maldita sea mi debilidad por la comida chatarra.
Conseguir el mapa fue más difícil de lo que parecía. Lucifer me amenazo con arañarme hasta que lo comencé a insultar en español y me lo entregó (siempre funciona).
Aprendí el hechizo "Lumus" aveces se apagaba o titilaba la luz, pero James afirmó que en menos de una semana ya lo tendría completamente bajo control. Nos encontrábamos corriendo por un pasadizo (si, aún luego de la reconstrucción del castillo quedaron pasadizos, o los nuevos merodeadores los hicieron la verdad es que no tengo ni idea de a quién creerle), las piedras mojadas no ayudaban mucho, pero sentía como poco a poco íbamos descendiendo.
—Alto —se dispuso a leer el mapa—. Me parece... espera, espera —pausadamente iba hablando hasta que se separó la pared y corrió a través del portal, corrí tras de él y aparecimos en una sección que no conocía.
Y la verdad es que no me extrañaba no conocerla porque era muy difícil para mi ubicarme en los pasillos normalmente y aún no conocía todo el castillo. Nos acercamos a un cuadro y ocurrió algo extraño con una pera, el asunto es que pasamos y fue realmente impresionante para mi ver elfos domésticos.
—Pese que las reglas de los elfos habían cambiado.
"Nox" murmuró— Si, mi tía las cambio pero, a estos les pagan.
—¿Cuanto es su salario mínimo?
—¿Que es un salario mínimo?
Pestañeé varias veces tratando de comprender algo. Me pareció extraño.
—¿Cuanto es lo que les pagan a la quincena?
—Aaahhh, Las horas de trabajo —Afirmó cerrando el mapa.
Hice un movimiento con la mano restándole importancia al asunto— No importa ya —Olfateé el aire—. Huele a tocino...
Asintió y el cuadro de cerro tras nosotros dejando a la vista algunos elfos muy amistosos.
—Hola señor Potter ¿quién es esta jovencita?
—Camila Spellman, mucho gusto —extendí la mano para estrecharla pero en lugar de recibir un apretón los elfos ahogaron un gritito y escuché como un plato a lo lejos era roto.
—¿G-g-gu-gusto? —el elfo tomó mi mano y la estrechó tembloroso.
—¿De verdad eres una Spellman? —nos soltamos las manos ante la pregunta de otro elfo.
—Si —sonreí extrañada—c¿Eso es malo?
—Son una familia muy antigua... señorita Spellman.
—Ah, bueno, si les soy sincera no sabía que era una "Spellman" hasta la selección de casas.
—¿Qué? —Dijo James.
—¿Qué? —respondí a la defensiva. La verdad no me creía muy amenazante en mi pijama de huellas de perrito y estando una (tal vez más de una...) cabeza por debajo de Potter.
En un santiamén frente a nosotros se encontraba un pie de Limón— ¡Ay! Que rico, gracias ¿cómo sabían? ¿leen mentes?
Una elfina negó— A todos los de su familia les gusta el de Limón —señaló.
—Ah...
—Y tienen una cierta fascinación incomprensible por las lechuzas —menciono el más gruñón.
Ahí si me sorprendí, y la verdad es que bastante, no se si eso explicaba exactamente los sucesos extraños que sucedieron cuando llegue a Londres, pero era una de las pocas informaciones valiosas que poseía.
—Mergas. Quedé loca, bro, o sea que. Vaya ¿y saben acerca de su relación con brujas desterradas?
Ninguno nada, sin embargo todos voltearon volviendo a sus labores, tal vez ya les haya pedido demasiado, ¿tomé una rebanada del pie? Obvio no, lo agarré todo, nos dieron unas papas y otras cosas que pidió James, hablamos un momento con elfos hasta que Potter decidió apresurarse antes de que algún Prefecto o profesor rondara por esas zonas y nos evitara la salida libre.
—Gracias —agradeció el muchacho dispuesto a irse.
—Spellman —uno de los pequeños (de tamaño) me miró con sus ojos brillantes—. No guarde rencores.
—Uh-jum —asentí y salimos con nuestros brazos llenos hasta la entrada del pasadizo.
No fue un problema introducirnos en el y caminar hasta su final.
—¿En serio no sabías que eras una Spellman?
—Increíble, ¿verdad?
—Desde que llegaste has estado envuelta en situaciones extrañas, me haces recordar a mi —sonrió con superioridad.
—¿Quieres decir que te identificas como niña? —pestañee inocente y el pareció ahogarse en su propia saliva, lo que hizo que riera con bastantes ganas.
De camino trato de hacerme sentir incómoda (lo cual siempre le salía mal porque mi sentido de la vergüenza se limita a que abran la cortina del baño mientras tomo una ducha), de resto fueron risas, especialmente porque James siempre decía alguna idiotez tratando de corregirse y yo suelo reírme de todo y mi risa hacía que el se riera. Un círculo vicioso.
La señora gorda nos dejo pasar con mala cara, y nos despedimos al pie de la escalera.
—¡Hola nenas, traje comida chatarra, MAMIS! —cabe destacar que hasta el gato se levantó de su siesta. Dejando espacio para que colocara la comida sobre la cama.
—¿Eso es pie...?
—...nos encanta.
Se sentaron conmigo dispuestas a comer— Que bueno que les encante, porque hay que comer todos los trozos —señale el plato donde se encontraban las distintas rebanadas— O se echarán a perder. No hay donde guardarlos.
Se encogieron de hombros y comenzaron a degustar de su primer pedazo. En lo personal no hablamos nada y no falta, en un principio me hubiese molestado por compartir y que ni las gracias dieran... pero tenía otras cosas en mente.
Albus y Scorpion habían estado más unidos de lo habitual... el punto era que no había tenido la oportunidad de hablar con el (ni para demostrar mis buenas acciones que representaban la culpa que me carcomía).
Esa misma noche me tome la libertad de "leer" el libro, lo marco entre comillas puesto que todas las páginas estaban en blanco T O D A S. Me fastidió mucho, había arriesgado mi vida por ese libro (y la de Albus también pero prefiero no mencionarlo para no sentirme tan mal). En definitiva sentí que mi vida era una mentira así que afronté las cosas como mejor pude. Tiré todo de la cama y me acosté en posición fetal.
He hecho muchas cosas que no he escrito porque no todas son importantes, lo escribo en este momento porque lo recordé...
&•&
A la mañana siguiente me llegó una carta ¡Si! Para mi. Era de mi madre, le dije que estaba en Hogwarts.
¡Tal como lo leyeron! No me importó y no me aguanté. Muchos niños magos de familias muggles le han dicho la verdad a sus padres y nadie ha muerto por eso (actualmente) no me creyó, eso es cierto. Convencerla me costó bastante pero la lechuza hizo la mayor parte del trabajo.
Por suerte para mi y mi salud mental mi madre conocía mi amor por Harry Potter (inevitable), y también resultaba una persona muy crédula (del tipo que se tomaba en serio la mayoría del contenido emitido por "La Rosa de Guadalupe" y ese tipo de cosas). Nos extendimos demasiado. Me he salido del tema, naturalmente.
Esta página fue escrita más que todo porque yo misma me coloqué bajo presión, sin embargo anteriormente he dicho que nadie leerá esto (y más que todo porque no debería).
—¿Quién te ha escrito?
—¡Nadie que te importe! Metiche.
—¡Agresiva!
—¡Pero si son mi combo favorito! ¿Lo dije bien? —Amanda llegó alegre abrazándonos por los hombros— ¡Estoy tan emocionada! —Javier y yo intercambiamos miradas, la traducción de esa palabra del inglés al español aun podría mal interpretarse.
—¿Y eso a qué se debe? ¿Una cita? —levanté y bajé las cejas.
—¡No! Ya van a jugar Slytherin y...
—¡GRYFFINDOR! —James Potter apareció dando saltos por el lugar.
—James ¿Podrías por favor...?
—¡Cállate Ro-Rose!
—¡Fred! —la chica chilló y apresuró el paso para poder golpear a su familiar.
—Y ahí va nuestra cazadora... —murmuré.
—No hay nada tan hermoso como la familia ¿no te parece, Spellman?
Asentí alegre— ¡Si, donde todo es confianza y alegría! —el realizó el siglo de paz y corrió tras sus consanguíneos. Javier y Amanda se encontraban mirando el suelo, si, mi comentario había sido intencional.
Mi "familia" debió despedirse y continúe mi camino por el castillo para llegar a clases, nada agradable, respirar me congelaba la nariz y me daban ganas de arrancármela, Noviembre se había convertido en invierno para mi (ojo, que jamás he estado en un sitio tan frío antes).
—¿Que hay Camila?
—Todo bien viejo ¿Y tú? —Suspiré debajo de la inmensa bufanda, en realidad me sorprendió que me reconociera cuando solo dejaba mis ojos a la vista— ¡Hey! ¿cómo me reconociste?
Me guiñó un ojo— Eres la única extraña que está toda cubierta en otoño —hizo una mueca amable—Luego hablamos, me debo ir.
Asentí y seguí mi camino, desearía que inventaran alguna especie protector de ojos contra el frío, a pesar de todo la brisa me congelaba esa parte, pero sabía que no podía taparla— ¡Santa Virgen! ¿A cuantos grados bajo cero estamos?
—A 10º, pero con mucha brisa.
Gruñí ¡¿quién le daba el derecho a esa bruja de meterse en mis entrañas?!
—¿Camila? —murmuraron tras de mi, giré lentamente para encontrarme a Frank "¿quien demonios es Frank?" Bueno...— ¡Soy yo! El primo/amigo de James Potter, de Al, de...
—¡No digas todos los nombres! —chillé y el río— Son demasiados. Aunque mencionares a cada uno no recuerdo la cara de todos.
—¡Ah! Pero eso se puede remediar... —se acercó unos pasos con las manos detrás de si.
—¡Aléjate de mi, merodeador! —Cuando di un paso atrás el avanzó otro, sin vacilar comencé a correr por el pasillo y voltee ligeramente solo para ver cómo ahora tres (¡sí, tres!) de los nuevos merodeadores me perseguían— ¡coño!
(tomo nota, mi primera grosería oficial).
—¡Sin bromas, no hay Hogwarts!
Continué corriendo, ahora toda la tela comenzaba a ser pesada y abrumadora, entonces tuve la mejor solución posible. Hacer un striper mientras corría. Me vi obligada a quitarme mi bufanda y simplemente soltarla, dejando que volara tras de mi, inmediatamente él aire frío de volvió abrasador.
Doble por un pasillo y los pasos se alejaron ligeramente, sin embargo escuchaba sus risas que me llamaban. Todo se veía perdido para mi ¿qué me ocurriría ahora? ¿cabello pintado? ¿un baño de miel? ¿mal aliento? TODO MAL con ese trío.
Ya había dejado de correr y comencé a trotar, la adrenalina estaba dejando mi cuero y eso abría paso al cansancio, mi respiración se volvió pesada, un gato negro se atravesó en mi camino... si, Lucifer.
—¿Qué? —lo escribo como si pronunciar ese "Que" resultase tan sencillo luego de correr muchos metros, pero no se dejen engañar, eso casi desgarra mi garganta.
—Miau —el gato caminó elegantemente por un pasillo y volvió a maullar, me dediqué a seguirle (especialmente porque ahora me encontraba perdida).
Respiré profundamente y caminé tras del gato, mis piernas se sentían pesadas y quería tirarme por una ventana— No tardaran en encontrarnos con el mapa.
—Miau —Lucifer siguió doblando pasillos hasta que el camino se hizo más claro, comencé a reconocer los cuadros y las rayas en algunas paredes. Dentro de poco nos encontramos en las escaleras movedizas, subí a paso lento los primeros dos escalones cuantos escuché su grito.
—¡Ajá! No te salvarás Spellman —giré los ojos, ya era molesto.
—¡Tu trasero no se salvará de mi pie! —amenacé desde la escalera agitando la mano en forma de puño.
—Has huido de nuestras bromas durante todo lo que va de año ¿cómo lo haces? ¡Son infalibles!
—¿Lo he hecho? —murmuré, pero rápidamente me retracté— ¡Ah, si! Esto... es que —soné mi garganta— ¡Vosotros no sois rivales para mi!
—P-pero...
—Oye ¿Cómo le haces..? —interrumpió Frank quien aún estaba de medio lado tratando de recobrar el aliento (lo entendía perfectamente) junto con sus rodillas flexionadas y las manos apoyadas en las mismas—... ¿para correr tan rápido? —me miró con las mejillas rojas de cansancio.
—Deberías ir un día a Petare y salir a comprar gaseosas por la noche... aprendes a correr antes de pedir ayuda.
—No se que es eso.
—¡Adiós! —me despedí con la mano cundo la escalera comenzó a moverse.
—¡Algún día caerás en la trampa, Spellman! —gritó James desde abajo.
—¡Llámame Camy!
Entré a la sala común... como una loca. Corrí escaleras arriba y las gemelas se encontraban jugando "ce-ce-ce" ya se me hacía tan común viéndolas hacer cosas perturbadoras que simplemente las ignoré y caminé hasta el libro, lo abrí y en efecto, todas las páginas vacías.
—¡¿Por qué eres así?!
—¿Has intentado escribir en el? —preguntaron ambas en tonos monótonos.
—Si, y nada. Aún no entiendo nada, quisiera saber cómo hacerlo funcionar —bufé molesta y pensé en prenderle fuego al libro y asar unos marshmallows, sin embargo cambié de opinión cuando una frase se vió reflejada en el libro.
"Tu, que buscas el conocimiento,
¿has comenzado por preguntar?"
Observe detenidamente la página, distintos grabados dorados salieron en sus orillas, las palabras que había dicho de enmarcaron como título, y la frase se escribió como su contenido— ¡Ay no fastidies! No me digas que hablas en acertijos.
No sucedió nada, solo podía ver lo que había frente a mi:
Quisiera saber como hacerlo funcionar
"Tu, que buscas el conocimiento
¿Has comenzado por preguntar?"
I
Fruncí el ceño— Oigan ¿Q-?
Pero no pude terminar de hablar porque la impresión tapó el flujo de mis palabras, el par se encontraba a mi lado, sombríos reflejos de vida cubrían sus facciones.
—Tu ibas a Ravenclaw... —murmuró una.
—... debes entender más.
—¿Cómo es que ambas acabaron el Gryffindor y no en Slytherin?
—No hagas preguntas si no quieres saber las respuestas.
Pestañeé varias veces, el dejavú inundó mi mente y negué internamente "imposible" me dije, solo es una coincidencia que utilizara las mismas palabras... si, coincidencia.
El libro tenía tinta escrita, las gemelas se miraron entre sí.
—¿Cómo funciona? —preguntó Zoé.
—Espejio, espejito —moví mi cabeza a cada lado dándole un toque sarcástico y de falsa elegancia al asunto—. ¿Cómo funcionas?—pestañeé como la Blanca Nieves.
El libro pasó de página y comenzaron a escribirse pasos, puntos, subpuntos, comillas, paréntesis, corchetes y un sin fin de símbolos cuya existencia desconocía. Las hermanas se levantaron y cada una se enrolló debajo de su respectiva cama.
—No voy a leer todo esto... —aún diciendo aquel comentario las letras no habían dejado de salir.
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