La Furia Desatada.
Tal parecía, que inclusive aún después de cuatro largos meses, casi imposibles de soportar para ella. Jenna, se dio cuenta de que la pesadilla estaba lejos de terminar.
Si es que algún día, él decidía volver, la puerta de la casa de los padres de Rosie siempre iba a estar abierta para él, de la misma forma que también los brazos de ella lo estarían y por supuesto, su corazón, el de ella, también estaría listo siempre para volver a cogerlo.
Cada noche, ella nunca dejó de apretar con fuerza que el pañuelo, mientras olía una y otra vez el aroma de Balto que había quedado en él. Con los ojos cerrados, pero aún así sintiendo las lágrimas, Jenna no dejaba de soñar despierta una y otra vez, con el día en que él volviera, que le dijera que se había dado cuenta de que cometió un grave error al dejarla, que lo olvidaran todo y que volvieran a intentarlo. Entonces ella, más que encantada, no perdería el tiempo para correr de inmediato a sus brazos.
Ahora las pocas, pero alguna vez fuertes esperanzas que tuvo, que alguna una vez pudo haber llegado a tener, habían sido muy cruelmente aplastadas.
Cuando recibió la tan terrible noticia, ella duró un muy buen rato sin poder reaccionar, se negó todo lo que pudo a creerlo, pero no le habían dicho mentiras. Tan pronto como pudo salir de su trance, se volvió completamente loca. Esa noche, no dejaron de escucharse ruidos en el cobertizo donde ella dormía, había hecho toda una rabieta, algo que nunca antes había hecho en su vida. Pero lo hizo, estaba furiosa y se desquitó en todo lo que pudo encontrar. Golpeó las paredes, rompió objetos frágiles, los pocos que había en ese cuarto, lanzó objetos grandes de un solo jalón. Varias veces golpeó el suelo con fuerza, mientras seguía sin poder parar de sollozar. Cada fibra de su ser, seguía y seguía rogando por una segunda oportunidad. Pero no tenía caso, podía negárselo a sí misma cuántas veces quisiera, pero sabía perfectamente que tratándose de él, de Balto, era más que probable que él se consiguiera una nueva pareja. Y siguiera con su vida. Olvidarlo, superarlo ella también, como tal parecía que él ya lo había hecho con ella, era lo último que ella pensaba hacer en su vida. Lo seguía amando y siempre lo haría, como ya había dicho antes, ella no podía vivir sin él.
Más desanimada, decaída, frustrada, enojada y triste, ella no podía estar. La noticia, aunque debió de haberse la esperado, era algo que de cualquier forma podía pasar. Pero ella, algo con lo que nadie contaba, era que iba a luchar hasta el final. Tenía que seguir haciendo el intento, tenía que seguir tratando de recuperarlo. Debían volver a estar juntos a como dé lugar. Pero todo parecía estar en contra de ella.
Decidió que tenía que hablar con él, aún si él le había dicho que no quería volverla a ver, sabía que no hablaba en serio. Y que solo había dicho eso por el coraje de aquel momento, por el enojo que ella lamentablemente le había hecho sentir. No era tampoco que ahora él la odiara, por lo que sintió que aún tenía que hacerlo. Aun debía de tratar, tenía que hacer el intento por enmendar las cosas. Deseaba en serio que él volviera, él era su razón de vivir como para que se tuviera que terminar así.
Es por eso, que después de un tiempo considerablemente es largo, de no querer salir nunca de su casa para nada. Inmediatamente tomó la primera oportunidad que tuvo, ir a verlo. Lo buscaría, lo confrontaría. Explícitamente ella no lo había pensado, pero inconscientemente, supo que no le iba a importar cuántas veces él le dijera que no, que ella le iba a insistir y rogar hasta el último de sus días.
•••
Jenna se sintió demasiado extraña, tras volver a salir a la luz del día luego de mucho tiempo. Pero no fue la única que se sorprendió con ello.
Sus dos mejores amigas, Dixie y Sylvie, también se llevaron una tremenda sorpresa, cuando volvieron a ver por esos rumbos, de las calles del pueblo, a la husky pelirroja. Parecía un milagro, su repentina aparición, las había tomado completamente por sorpresa.
Aquella mañana, las dos perritas, yacían recostadas en sus barriles favoritos, donde siempre se sentaban a conversar. Las dos por igual, se quedaron sin palabras cuando así como si nada la vieron llegar.
Claro que su aspecto, no era el de siempre. En su rostro se notaban, las marcas y los rastros que quedaron, luego de días enteros de no poder dejar de llorar, ni tampoco haber podido dormir. Pero tal parecía que ella, había tratado de disimular todo ello y ocultarlo y vaya que no le había quedado tan mal. Olia como si se hubiera bañado, en serio parecía que había tratado de arreglarse lo mejor posible. Llevaba una flor amarilla de tela en la cabeza, porque ciertamente, ella sí deseaba verse lo más presentable posible.
Las chicas estaban perplejas. No entendían cómo después de tanto tiempo de no querer salir, simplemente estaba ahí. Como si nada. No supieron si ella les quería hablar, hasta que la vieron acercándose a donde estaban sentadas, en ese momento, ellas solo pudieron saludarla amistosamente.
Dixie: Jenna.... pero qué sorpresa.... verte por aquí....
Sylvie: Si Jenna.... Creímos que ella nunca más volverías a salir de tu casa...
Jenna permaneció callada por unos momentos. Sabía que le dirían algo así, pero razones no les faltaban, de todos modos, ella solo venía para querer saber algo.
Jenna: Yo también me alegro mucho de verlas chicas. En serio no pensé que hubiera pasado tanto tiempo.
Sylvie: Bueno, la verdad es que sí. Pero parece.... que ya estás un poco mejor... supongo.
Dixie: Si Jenna... nos alegra ver que por fin volviste a salir de tu casa.
Jenna de pronto dudaba de sus palabras, las dos chicas no parecían muy alegres de volver a verla, sino solo extrañadas, sin embargo lo dejo pasar, ella tenía cosas muchísimo más importantes por las que preocuparse.
Dixie: Pero bueno, estamos felices de que haya podido recomponerte de aquello al parecer.
Jenna: Todavía no estoy bien chicas, si es lo que ustedes creen.
Sylvie: Sí... eso es lo que estaba pensando en realidad.
Dixie: Entonces ¿aún no has podido superar eso? ¿ni tampoco olvidarlo?
Jenna: No pienso hacer eso nunca Dixie, es increíble que ustedes tan siquiera puedan considerar eso como una opción, no he olvidado a Balto y jamás lo haré. Él es el único macho, a quien yo amaré durante toda mi vida. Aún si ya no está conmigo y eso tampoco podré aceptarlo nunca.
Sylvie: Pues deberías Jenna, no está bien aferrarse a una persona de esa forma.
Dixie: Si Jenna, aunque no te guste escucharlo, él va a rehacer su vida, tú también deberías de hacer lo mismo.
Jenna: Mi vida no tiene sentido si él no está en ella, tal parece que son ustedes las que no entienden.
Las dos perritas intercambiaron miradas sin gracia, casi como si Jenna las hubiera insultado directamente.
Dixie: ¿Y qué significa eso Jenna?
Sylvie: Si Jenna ¿acaso estás pensando en recuperarlo?
Jenna: ¿En qué otra cosa podría pensar?
Sylvie: Discúlpame Jenna, pero sinceramente no creo que él, quiera regresar con alguien, tan posesiva, controladora y obsesiva, como lo fuiste tú en aquel momento.
Jenna: Esto es algo, que nadie puede entender, que nadie entenderá nunca.
Dixie: Pero Sylvie tiene razón Jenna, si Balto te dejó, fue por algo. Lo mejor que podrías hacer, sería olvidarlo tú también y seguir con tu vida, el mundo no se va a acabar solo por eso.
Jenna: Puedo apreciar que no tiene ningún sentido hablar de esto con ustedes, nunca me entenderán.
Las dos perritas, ya no sabían si reír o llorar, en serio no podían concebir qué Jenna pensara de tal manera.
Jenna: Pero cambiando de tema, solo por curiosidad ¿alguna de ustedes sabe algo nuevo de él?
Dixie miró a su amiga Sylvie, como preguntándole si contestar esa pregunta fuese a ser una buena idea.
Dixie: Pues sí Jenna, ciertamente sí sabemos cosas nuevas de él, el pueblo siempre ha tenido noticias suyas. En serio es una lástima, que por el pleito de ustedes dos, él haya decidido abandonar las comodidades y la calidez de un hogar como el tuyo y prefiera volver a vivir a ese viejo bote abandonado.
Jenna: ¿Sigue viviendo allá?
Dixie: Supongo que sí, todas las mañanas desde temprano, llega desde allá, para luego presentarse con el musher y cumplir con su labor diaria como el perro guía, lider del equipo de trineos aún.
Jenna todavía seguía rehusándose a ir a buscarlo ella misma hasta su casa, aún no se sentía con el valor suficiente para hacer eso.
Jenna: Pues muchas gracias por contestar a mi pregunta chicas, a pesar de no comprender mis sentimientos, ni cómo me siento yo, también me alegro de volver a verlas luego de mucho tiempo. Y solo espero, que todo vuelva a la normalidad, para poder volver a salir con ustedes, en nuestros tiempos de diversión de amigas.
Sylvie: Sí claro, como si hubiéramos salido muchas veces.
Dixie: Nunca tuviste tiempo para pasar con nosotras, por siempre querer estar con él.
Jenna: Pues bien chicas, alguien que ama a su pareja, siempre le dedica la mayor parte de su tiempo que a todos los demás.
Dixie: Y alguien que también dice amar tanto a esa persona, de igual forma está dispuesta a dejarla ir, o al menos, deja ese asunto por la paz de una buena vez.
Jenna si frunció el seño de forma notoria ante ese comentario. No sabía si era solo ella, pero parecía que sus supuestas amigas, se habían molestado de solo volver a verla. También se sentía igual, por lo que ya no quiso seguir hablando más con ellas. Tenía cosas infinitamente mejores que tratar.
Iba a despedirse educadamente de ellas, recuerdo que también quería hacerles una última pregunta más.
Continuará.
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