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Juntos Al Fin.

Se podria decir, al menos desde el punto de vista de ella, que ese definitivamente había sido uno de los más dichosos días de su vida.

Pero bueno, tal parece que en realidad no era la única que pensaba así. Sino que más bien en realidad todo el pueblo de Nome, estaba completamente de acuerdo con ella.

Es cierto, que se podría decir de cierto modo que ahora todos estaban felices. Todos estaban más que rebosantes de alegría. En el momento justo en que el pueblo necesitó con urgencia un milagro, este eventualmente llegó, y llegó de parte de aquel a quien menos se esperaron. Cosa que para variar, solamente los hizo sentir muy avergonzados consigo mismos.

En serio que todo lo acontecido había sido una experiencia de aprendizaje y que les puso a todos y a cada uno de los habitantes en ese pueblo, a pensar y reflexionar de manera mucho más profunda, ya sea que estemos hablando de los animales o de los humanos. El pueblo se encontraba sumido en la desesperación, la tristeza y la resignación. La última era el peor de todos. Porque el pueblo simple y sencillamente ya daba por perdida esta batalla. Cada uno de los habitantes del pueblo, preparaban de manera muy impotente para despedirse de sus seres queridos. Los hijos de Nome, mismos que habían enfermado tan gravemente, y que por esa misma razón había sido justamente que se envió un equipo de perros de trineo, en busca de ir a recoger un medicamento, que seria de vital y mayor importancia por sobre todo para poder tratar su enfermedad, teniendo en cuenta que las condiciones climatológicas no habían permitido otro medio de transporte para llevarla. Fue que se opto por un equipo de perros que era lo mejor opción que tenía a la mano. Con los niños, todos los que habían en el pueblo, sus padres y adultos en general depositaron todas sus esperanzas en este equipo. Sin embargo este al final para que su misión. Y si bien puede que hayan logrado recoger la medicina con éxito en su punto de destino, no se podía decir lo mismo de cuando fue el momento de emprender el viaje de regreso. Mismo durante el cual se terminaron perdiendo.

Jenna, estaba más que devastada. No podía vivir con la idea de perder para siempre a su niña humana, ella significaba tanto para Jenna, pero pronto no sería así por más tiempo, si ella no conseguía salvarse a tiempo. Nadie podía hacer nada, era una situación que simplemente causaba impotencia a cualquiera que se encontrara lidiando con la misma. No parecía haber nada que hacer, todo parecia simplemente perdido. De estas personas clamaron desesperadamente por ayuda. Necesitaban alguna respuesta, no podía terminar así simplemente, tanto madres como padres se negaban rotundamente a perder a sus hijos. La idea, era algo que simplemente no era bienvenido para nadie. Mientras aún hubiera tiempo, mientras aún hubiera alguna mínima posibilidad, la que sea. Ellos estaban dispuestos a tomarla.

Y fue así, como todo el sufrimiento de cada uno de los pobladores, en la tierra nevada de Nome, obtuvo su milagro tan deseado.

Pero la que más alegre quedaría con todo lo que pasó, sería la hermosa husky pelirroja, llamada Jenna, pues no solo habría visto la vida de su amada niña salvarse, tambien aquella cosa que más había deseado con todo su ser durante un buen tiempo por fin se habría vuelto realidad. Y ella le dio las gracias al universo, a alguna fuerza desconocida, a las estrellas, o a lo que sea que fuese el responsable de haber cumplido su más grande deseo.

Pese a que nunca llegó a enterarse de lo sucedido, ella solamente podía agradecer como nunca que las cosas hubieran ocurrido así. Incluso se mordió a sí misma, su pata para saber si estaba soñando, y agradecido enormemente que no hubiera sido así.

Deseando en ese momento que su imaginación no estuviera jugando con ella, Jenna, miró con su corazón latiendo a mil por hora, y estando este además a punto de detenerse. Ella ya solamente observó como en el pueblo, y de una manera triunfal, aquel al que amaba, con todo su corazón. Entró en el pueblo, nunca solo, sino que él mismo estaba guiando y llevando por delante a todo el equipo de perros de trineo que habían sido dados por perdidos, momentos antes. Y trayendo por supuesto, el tan ansiado cargamento de medicina, que con tanto clamor habían esperado. Aquel macho que le había robado su corazón, no solo la tenía suspirando por él, sino que ahora se había convertido literalmente en su héroe. No solo el de ella sino también de su niña, y no solo el de su niña sino también el de todo el pueblo. Ver como la salvación de todos estos niños de las garras de la muerte, había sido posible gracias a aquel, a quién más amaba en el mundo, hizo que no pudiera contenerse.

Sobra decir, que cuando él, Balto había llevado a cabo su acto heroico, en ningún momento presumió ni se mofó de nada, tan solo se sentía feliz de haber hecho algo por la gente. Especialmente por Rosie, que nunca dejaría de ser tan especial para él. Un héroe, en su máxima expresión de la palabra, un héroe con todas sus letras, alguien valeroso, capaz, astuto, inteligente, leal, fuerte, tenaz, valiente, indomable, pero por sobre todo, con un gran corazón, bastó finalmente, para que ese día Jenna, ahora sí que decidiera que él era, aquel con quien ella quería pasar todos los días de su vida.

La tan conmovedora escena en la que, el perro lobo recibía cariño por parte de la chica humana de pelo rojo, fue interrumpida cuando él escuchó el sonido, de alguien aclarándose la garganta. Se volvió para donde había escuchado aquel sonido, y en efecto era ella. Es decir, Jenna, Balto, de la misma forma, se sintió tan emocionado al volver a verla, tanto que incluso ella, no dejaba de verlo con su sonrisa tan característica. Una sonrisa que él no sabía, pero que ella solamente ponía cuando lo veía a él. El perro lobo corrió para hablar con ella, pero para su sorpresa, una vez que la tuvo cerca, más exactamente de frente, no llegó a decir ni una sola palabra, en realidad no alcanzó a decir prácticamente nada. Porque antes de que pudiera comenzar a hablar, ella lo silencio de golpe con un beso, un beso directo en los labios, un tierno, suave y apasionado beso. Ella por su parte podría decir, que de cierta manera. Al verlo acercarse rápidamente hacia ella, la pequeña perrita no pudo contenerse por más tiempo, y justo cuando él iba a comenzar a hablarle, Jenna, solamente se abalanzó sobre él. Y lo beso con todas las ganas del mundo. Poniendo tanta pasión y amor como pudo en ese beso. En un intento por dejarle en claro a él. Lo mucho que ella lo amaba. Aunque por una parte no dejaba de temblar de miedo, así es, miedo, porque la pura verdad era que ella no sabría cómo reaccionaría el, al respecto, si se enojaría o le diría algo. Su más grande terror, una vez que el primero ya había pasado por fortuna, era que él no quisiera corresponder sus sentimientos. No llegar a ser correspondida, de pronto era un pensamiento que muchas veces atormentó a Jenna, se apoderó de manera instantánea de ella, cuando él, Balto, también sin previo aviso, le devolvió el beso. Mismo que ella disfrutó tanto como pudo hacerlo. Dentro de su mente y dentro de su corazón, ahora ella, se sentía como la persona más afortunada del mundo.

No habia nada que pudiera decir alguien más para cambiar eso. Tampoco hubo necesidad de que ninguno de los dos lo dijera, pero en ese preciso instante, supieron que ya eran pareja. Y sin importar que pudiera pasar, Jenna, nunca jamás iba a dejar de amarlo. Había hecho tanto por ella, que ella sentía que estaría para siempre en deuda con él, y que nunca iba a ser suficiente para devolverle el favor, solo sentía que al menos podía mínimo, darle todo su amor.

Pero cuán equivocada se daría cuenta de que estaba. La verdad es que ella misma no sabría qué decir. Pero jamás imaginó sentirse así, sin embargo elegía a pensar que eso era normal, que era algo propio de cada miembro de una pareja. Y que no había ninguna vergüenza en ello, porque sentirse así era algo inevitable. Claro, no quitaba que era un sentimiento más que desagradable. Y con el que ella prefería no haber tenido que lidiar nunca. Pero ahora creía, que solamente estaba defendiendo lo que era de ella. Porque después de todo, así es como actúa una persona con dicho sentimiento, por lo que ella sabía, así es como se porta una persona que siente celos.

Pero bueno, en realidad para ella, estos no eran solamente celos. Era algo más, no sabría como llamarlo, pero sí sabía que era lo peor que había sentido alguna vez en toda su vida, nunca antes se había sentido igual. Pero no le gustaba nada. De pronto y de una forma que ella no podía explicar, lo que más le molestaba ahora, lo que más le molestaba en el mundo, lo que más la enfadaba, lo que más le enfurecía, aquello que más rabia le hacía sentir, era ver a otra chica que no fuera ella, atreviéndose a dirigirle la palabra a Balto.

Simple y sencillamente para ella, ver, como otra chica que no fuera ella, le diera cariño delante de sus ojos, le producía un sentimiento tan horrendo. Que solo sentía, un deseo gigantesco de abalancearse, sobre aquella chica atrevida, y dejarle en claro que por su propio bien, nunca se le volviera a acercar a él, al que era su novio, al que sería su esposo. Al que pronto sería algún día, el padre de sus hijos. No quería a ninguna chica cerca de el, y la que no hiciera caso a sus palabras lo lamentaría mucho. Eso era seguro.

Continuara.

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