Hacía poco María había empezado la escuela. Desde hacía tiempo su vida no era muy linda, se la pasaba deambulando por las calles de Buenos Aires con su padre (su única familia) vendiendo artesanías que ellos mismos hacían. Ahora vivía en una casa muy humilde, su maestra se dio cuenta que algo pasaba, su aspecto era desaliñado, se sentaba en el último banco, no prestaba atención a la clase, no jugaba con sus compañeros. Un día Carla, su maestra se acercó a ella y  le pregunto por su madre, a lo que ella contesto que no tenía, y la niña se fue corriendo hacia su casa.

Al llegar encontró a su padre borrado, tirado arriba de la mesa, ella le pregunto porque lo hacía y él le contesto que por su culpa había muerto su madre y por eso se emborrachaba. María esa noche decidió escaparse de su casa, anduvo sola por las calles de la ciudad, y en una plaza decidió acostarse. A la mañana siguiente se despertó y al lado de ella estaba durmiendo un gato, que la acompaño toda la noche. Ese día no fue a la escuela y su maestra se preocupó y fue a buscarla, cuando llego encontró a María encerrada con su gato llorando porque su padre borracho le había pegado, la maestra rápidamente la saco de la casa antes de que volviera el padre, se la llevo a su casa, la contuvo y le dio el cariño que no había podido darle su madre.

Ese mismo día al atardecer el padre llego a su casa y lo estaba esperando la policía, para detenerlo, después que Carla había hecho la denuncia. Después de eso María se sintió más segura, ya que no confiaba en su padre y sabía que si seguía en libertad le iba a seguir pegando o podía suceder algo peor.

Pasaron las semanas y su padre escapo de la cárcel se dirigió a la casa de Carla y mató de un disparo a María, su hija y luego se disparó en la cabeza. Carla llego y vio lo que había pasado y llorando por no poder haber hecho nada, tiro su bolso, su celular y se sentó sin saber que hacer, en ese momento apareció Tito, el gato que había acompañado a María cuando se encontraba triste. El único recuerdo que le quedaba de María era su gato.

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Esta historia pertenece a Abril 
Alumna de la EES N°4