OCHO
JIMIN
•
—Enserio, estoy muy feliz de que hayas podido venir.
—Gracias a ustedes por invitarme.
La fiesta era uno de aquellos lujos de los que hablé la vez pasada con Taehyung, uno de esos lujos difíciles de costear que tanto envidiabamos.
—Veo que has traído a alguien contigo.
—Ah, sí, es mi mejor amigo.
—Hola, soy Taehyung —saludó Tae con su carismática sonrisa—, es un placer.
—Hola, yo soy Sana, el placer es mío.
Taehyung hizo una reverencia y nuevamente pasó su mirada por la pista de baile. Busqué a Jungkook entre el gentío, no lo encontraba y las luces sólo me mareaban en mi búsqueda.
—¿Buscas a Rosé?
—S-Sí.
—Está en nuestra mesa, vamos.
Comenzamos a caminar entre las personas, entonces lo ví, riendo en una mesa mientras sostenía en la mano izquierda una bebida color púrpura que se adornaba con frutos rojos. Me miró sonriendo y poco a poco la sonrisa se transformó en una mueca al ver a Taehyung. Fueron amigos en el pasado, y es fueron porque Taehyung durante un tiempo me insistió que soltara a Jungkook y comenzara a vivir mi vida, cosa que no le gusto para nada al último mencionado y también cosa que no me atreví a hacer.
—Hola.
Nos recibieron entre sonrisas y bromas, Jungkook se puso de pie saludando sólo con un movimiento de cabeza y se puso de pie junto a mí. Me sentí un poco intimidado, desde que la pasábamos con sus amigos ya no nos veíamos a las 5. Esto me hacía sentir asfixiado.
—Acompañame por unos tragos, Jimin —habló mostrando autoritarismo, cosa que no había visto en él desde hace meses.
—¿Qué pasa, Jungkookie? Déjalo tomar un respiro, recién viene llegando —protestó su novia antes de que yo respondiera.
—Falta bebida, además quiero platicar con Jimin ahora que ya somos amigos —recargó su brazo alrededor de mi cuello, dejando caer parte de su peso en mí. Era una acción intencional suya que me traía incomodidad.
—Oh... Ya... Vayan.
Una sonrisa cómplice se asomó en los labios de Sana, devolvió a sentarse con los chicos que ya comenzaban a llenar de preguntas a Taehyung. Nosotros nos hundimos entre la gente y nos hicimos espacio en la barra para pedir.
—¿Por qué has traído a Taehyung?
—Es mi mejor amigo y Sana dijo que podía traerlo —me encogí de hombros restándole importancia incluso pese a conocer bien la irritación de Jungkook en esos momentos, pero era ridículo darle importancia—. Él y yo la hemos pasado mal en el trabajo.
—Está bien, espero consiga relajarse aquí con ellos y...
Puse mi mano sobre la suya por debajo de la barra. Conseguimos tranquilidad con una sola mirada, fue breve y aún así suficiente para calmar la noche y la fiesta que debíamos disfrutar de algún modo.
Escondió su mano izquierda en su abrigo color azul marino y buscó en su bolsillo haciendo muecas graciosas. Entre las luces alcancé a distinguir un papel metálico que no pude averiguar bien su color en ese momento por las luces coloridas del bar. Lo puso en mi mano. Al verlo con claridad descubrí que se trataba de un conejito de chocolate, últimamente muchos los compraban, al ser este el original provenía de una marca cara, yo no podía conseguir la oportunidad de comprar uno.
—Jungkook...
—Un amigo del trabajo tiene una hermana que trabaja en la tienda de esta marca, así que le pedí que consiguiera uno, es edición limitada, no fue muy caro, no te preocupes por eso, trabajo diario para darte estos detalles. —Sonrió.
—Muchas gracias, Jungkookie...
Escondí el regalo en mi bolsillo. No planeaba abrirlo nunca, sería un hermoso recuerdo, este era un chocolate que mi padre solía comprarme de niño, era un chocolate lleno de recuerdos.
—Sana... Ayer hablé con ella de ti.
—¿Ah, sí?
Como por arte de magia la mencionada apareció junto a nosotros con una sonrisa enorme. La plática se cortó ahí, regresamos a la mesa con las bebidas y fui obligado a sentarme junto a Rosé.
No era desagradable porque de hecho la tipa era muy hermosa y amable, pero no soy de esas personas que gustan de ilusionar a las personas y ella no me llamaba la atención para una relación amorosa, mucho menos teniendo algo con Jungkook. No la alejé, pero mantuve la línea de la amistad entre ambos y me dediqué a conocerla un poco más, igual y cuando escuchara de mí se daría cuenta de que en realidad no le gusto tanto como parece y sólo se trataba de algo pasajero.
—El bar se ve bien —halagó Taehyung.
—No se compara con uno al que vamos diario, Tae. ¿Jack, por qué no pudiste hacer la fiesta en nuestro bar favorito? —preguntó una chica que se hacía llamar Nancy, ese debía ser un nombre extranjero.
—Kim lo rentó para un festejo de su dinerito —detesté la burla en su voz.
—¿Seokjin? Es una mierda.
—Es porque es un gay, aveces llego a la conclusión de que ese dinero lo consiguió de otra manera, me impresiona que alguien se haya acostado con un gay que para entonces era pobre. Da asco pensarlo, Jack —contestó un amigo suyo.
Taehyung me miró, su mirada me bastó para meterlo en mi plática con Rosé.
—No hablen de Jin —regañó Rosé finalizando la plática ajena—. Prometieron dejar el tema en paz, ser chismosos no es agradable.
—Lo siento...
Un rato después, los chicos se levantaron a bailar y cantar con otros invitados. Me quedé con la pareja en la mesa.
—Oye, Jimin... —comenzó Sana—, te veo cercano a Rosé.
—Umm, sí, es agradable, muy buena chica, se ve que es una gran amiga.
—Jungkookie ya me dijo todo, estás en confianza, sólo suéltalo.
Al buscar respuesta en Jungkook su palidez habló por sí sola. Nuevamente mi molestia regresó, así que ahora él me metía en sus mentiras.
—¿De qué hablas?
—Jungkook me dijo que le contaste que te gusta Rosé.
Mis manos se hicieron puño bajo la mesa, sonreí falsamente sin siquiera tratar de verlo, si lo hacía me molestaría aún más y en realidad estaba en todo mi derecho de enojarme con él, nuestras comunicación y confianza se estaba perdiendo. Todo se salía de control.
—Pues...
Me decidí a mirar su expresión para tomar un decisión. Él mordía su labio inferior con fuerza, sus dedos golpeaban con la mesa y su pie se agitaba con nerviosismo, con su mirada no me rogaba nada, en realidad ni siquiera era capaz de verme, él simulaba ver a sus amigos bailar, sus cejas estaban fruncidas en una expresión dura. Preocupado, nervioso, triste, molesto...
En realidad no me sentí molesto, sino que me sentí decepcionado por sus acciones que ya las veía llegar incluso desde que acepté ir a esa fiesta, sólo que tenía un par de esperanzas en que no pasaría aquello. El humano es un mentiroso desde que tiene memoria, nunca nos salvamos de esas palabras falsas porque nacemos con ellas, sólo debemos aprender a darles el uso correcto.
—Lo siento —empecé, atrayendo su mirada enseguida—, en realidad me gusta mucho, pero me daba pena contartelo a ti que eres su mejor amiga.
Ya no había punto de retorno.
———
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro