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Capítulo unico

Alerta: En este au no existen los caballeros y está situado en una época donde la esclavitud aún estaba permitida, así que es medio medieval.

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¿Qué demonios hacia en ese estúpido sitio?

Eso se preguntaba Milo por novena vez en la noche, su  amigo Kanon lo había casi obligado a ir a acompañarlo a ese sitio alejado de la mano de cualquier dios.

Miraba de reojo como hombres y mujeres pagaban por estar aunque sea una hora con los esclavos sexuales traídos de cualquier sitio del mundo, sinceramente le daba asco.

¿Cómo podían pagar por estar con una persona como si esta fuera un objeto?

Miraba el rostro de los esclavos, la mayoría se veían tristes o ausentes, los más jóvenes incluso asustados.

Queria levantarse e irse de ese sitio, no soportaba estar ahí, pero no podía dejar al inútil de Kanon solo, con su mala suerte capaz y no lograba volver a su hogar.

Hablando del rey de roma, noto que este parecía coquetear con uno de los esclavos mientras el dueño real contaba unas monedas de oro.

" y ahí va...." pensó, realmente le sorprendió lo mucho que se tardó en encontrar a uno que le gustará, generalmente no era muy exigente.

Siguió a su amigo con la mirada hasta que entró a una de las habitaciones y luego volvió a su bebida.

Escucho un sollozo cerca suyo, al voltear a ver se trataba de un esclavo de cabellos rubios, algo oscurecidos por el tiempo,sus ojos eran color celeste, tenía un moreton debajo de su ojo derecho, su piel, que aparentaba ser algo bronceada, se veía algo palida, quizás por la falta de comida o luz solar.

Llevaba un traje que no cubría mucho su piel, la mayoría era seda roja casi transparente, la única parte bien cubierta era la íntima, el resto dejaba poco a la imaginación.

No era especialmente delgado, de hecho era algo musculoso, aunque parecía que había perdido musculatura con el tiempo.

Aún en ese estado, era particularmente lindo.

El sollozo se debía al regaño que su dueño le estaba dando, al parecer era muy solicitado esa noche pero había enojado a uno de los clientes por ser demasiado terco o algo asi.

Fruncio el seño e intento volver a su bebida, pero no podía quitarle los ojos de encima.

Siguió escuchando el regaño, hasta que se cansó y se levantó de donde estaba, camino al amo y al esclavo.

- disculpe, cuanto por una hora con el chico?

Pregunto al llegar donde estaban. El amo, un hombre de cabellos azules y cortos, lo volteó a ver con sorpresa.

- quiere pasar una hora con él? Bueno, es un pesado de primera así que le hago descuento, veinte monedas de plata y una de oro

Si le preguntaran a Milo, ese chico valdría diamantes, pero Bueno, si se lo dejaban barato no se iba a quejar.

Pago lo que tenía que pagar y fueron a una de las habitaciones de ese sitio, al entrar pudo ver que eran en realidad bastante bonitas, aunque igual el estar ahí le daba asco.

Cerró la puerta y miro al muchacho, este tenía la mirada baja, aunque era obvio como de vez en cuando le miraba de reojo con algo de curiosidad y..miedo.

Le tenía miedo...

Su corazón se estrujo un poco, odiaba provocar miedo en el muchacho, el pobre ya pasaba por mucho como para hacerlo sufrir más...

Paso un minuto y el pelimorado suspiro, mirando en dirección al muchacho.

- puedes sentarte si quieres, no vas a pasar una hora entera parado o si?

Okay, ahora el muchacho si que volteó a verlo totalmente confundido.

- eh..usted no va a..?

- tocarte? No, puedes sentarte, no soy así

El de ojos celestes le miro totalmente  confundido, estaba esperando cualquier trato, menos ese.

- pero...entonces porqué pago...?

- para que tuvieras un rato de paz alejado de ese imbécil y del resto de idiotas que vienen aquí, puedes tranquilizarte, no te haré nada

El muchacho le miro sorprendido, no pensó que nadie fuera a ser tan..amable, con él...después de todo sólo era un esclavo..

Miro en dirección a la cama con duda y se sentó, no se permitió relajarse al principio, aún temeroso de que él hombre frente a él cambiará de opinión.

Pasaron unos cuantos minutos y al fin se relajó, el chico frente a él cumplió lo que decía, no le puso ni un solo dedo encima.

Al rato empezaron a hablar, era la primera conversación tranquila que el esclavo había tenido en años, ¿cuando fue la última vez que alguien le pregunto cómo se sentía? ¿ cuando fue la última vez que río?

¿Hace cuanto nadie le preguntaba su nombre?

- Aioria...

- es un lindo nombre, el mío es Milo..

Esa hora con el peli morado fue la hora más tranquila y feliz de su vida, de eso estaba totalmente seguro.

Ambos escucharon una pequeña campana la cual indicaba que el tiempo se había acabado, lo que puso algo triste al rubio.

Había extrañado la tranquilidad, y ahora extrañaría al muchacho...a la única persona que se ha preocupado por él en casi diez años ya...

- Bueno...se acabó el tiempo...

Dijo algo decepcionado Milo, el joven le había agradado, y saber que tenía que volver a estar a merced del idiota de su amo y de los imbéciles del lugar...le dolía mucho..

Se volteó para abrir la puerta y poder salir de mala gana, cuando..

- Milo...

Volteo a ver al chico, sus ojos celestes, que hasta hace un rato se veían apagados, ahora tenían un brillo dd felicidad y gratitud.

- si?

- Gracias por esto...

Saben que? Al carajo, incluso si tenía que trabajar como mula durante un mes, sacaría al rubio de aquí.

Y la "hora de tranquilidad" sería para siempre.

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